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Notícies :: antifeixisme : globalització neoliberal
Banquero macabro. Economía comediática
04 abr 2005
Armando Labra M.
La Jornada, 04/04/2005
Acaba de asumir la presidencia del Banco Mundial uno de los personajes más siniestros de la política estadunidense, conocido plenamente por su halconesca postura favorable a la absurda guerra de Irak, pero no tanto por su larga historia de influencia ultraderechista en materia de seguridad nacional y política exterior -y otras guerras preventivas- desplegadas por su país.

Contraparte ideológica de su antecesor, Paul Wolfenshon, ahora otro personaje de lobuno nombre y también actuar es aceptado, a regañadientes, como titular del Banco Mundial por la Unión Europea y, ¿qué creen?, ¡apoyado a rabiar por el gobierno mexicano!

Estas son la cosas que pasan mientras estamos distraídos con las fruslerías del desafuero. Las dejamos pasar al igual que las incesantes declaraciones sobre lo bien que está la economía. Como nunca, tenemos una economía estrictamente mediática, espléndida, pero sólo en periódicos y tele, que se torna comediática cuando se le ocurre al presidente Fox divulgar alguna noticia sobre temas que de plano no entiende. De falaz, la economía se convierte así en comedia y ocasionalmente en farsa cómica. De vez en cuando uno se medio ríe.

Pero regresemos al flamante jefe del Banco Munidal. Acabo de leer un libro que en muy buena medida explica lo que acontece desde hace décadas en Estados Unidos en materia de seguridad nacional y que ayuda a esclarecer la historia y ascenso de Wolfowitz. Se trata de The Rise of the Vulcans, escrito por James Mann para la editorial Viking-Penguin y registrado como ISBN 0-670-03299-9.

El enigmático título se refiere a la prolongada, tenaz y efectiva configuración del actual gabinete de guerra de Bush II. Se trata de un grupo autobautizado Vulcano porque pretende forjar el futuro de Estados Unidos inspirado en una estatua del pueblo de Birmingham, Alabama. Un sensible homenaje: allí nació uno de sus miembros distinguidos y quizás de mayor influencia política: Condoleezza Rice, hasta hace poco consejera de Seguridad y actual secretaria de Estado del gobierno estadunidense.

El grupo lo completan el vicepresidente Richard Cheney, el ex secretario de Estado Colin Powell, el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz, ahora flamante banquero mundial, así como el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y su brazo derecho, Richard Armitage. Este pequeño grupo se ha venido formando, en el caso de Powell y Armitage, desde la guerra de Vietnam. Los demás de plano evadieron el reclutamiento o estaban entonces demasiado jóvenes, como Rice. El rasgo esencial de la agrupación es que, aunque en el camino no siempre han coincidido, suelen unir fuerzas sobre temas cruciales siempre del lado más conservador posible dentro del Partido Republicano.

A partir de Ronald Reagan cobran preminencia y van logrando algo insólito: derrotar a Henry Kissinger no sólo en el plano burocrático, sino hasta en el conceptual. En efecto, Kissinger había montado una doctrina aplicable a la seguridad nacional estadunidense, asentada en una red dinámica de equilibrios internacionales que aseguraban la paz y la estabilidad bajo comando real de Estados Unidos y aparente de la comunidad mundial.

La embestida de los vulcanos logró imponer la doctrina Powell, que es considerablemente más lapidaria en sus tres vertientes esenciales: la única forma de tener y mantener la hegemonía estadunidense es manifestando una abrumadora superioridad militar que disuada a cualquier oponente, intervenir en conflictos en forma aplastante, instalar vías para la democracia y salirse cuanto antes de las zonas invadidas.

Con ello se daba por muerto al multilateralismo -y la influencia de la ONU- y cobró supremacía el unilateralismo que caracteriza los tiempos que vivimos. ¿El ideólogo de la doctrina Powell?, ya se lo imaginan: Wolfowitz, el más intelectual de los vulcanos. ¿Ha funcionado la doctrina? Los resultados están a la vista.

El ambicioso grupo animó a Washington a adoptar la doctrina Powell a partir del éxito obtenido en Granada y Panamá, que, como sabemos, son dos naciones de escala muy reducida donde se aplicó por primera vez la nueva estrategia arrasadora de Estados Unidos. De entonces a Afganis-tán e Irak no ha habido cambio y en cada acción de Powell y los vulcanos estuvo detrás el talento macabro del nuevo presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, reconocido por su carácter intolerante e impositivo y porque sabe mucho de guerras y nada de banca y menos de desarrollo. Su carrera también está a la vista.

Así se las gasta George Bush; nosotros aplaudimos y nos dedicamos a lo nuestro, que es lo importante, por supuesto: ¡a la alta, visionaria y profunda, política nacional!
Mira també:
http://www.jornada.unam.mx/2005/abr05/050404/018a1pol.php

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