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Caso Sgrena: La CIA, el Mossad, y la industria del secuestro en Irak
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per MarioX |
07 mar 2005
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Si el agente secreto italiano asesinado no la hubiera protegido con su cuerpo, la periodista italiana liberada en Irak, Giuliana Sgrena, en vez de hacer declaraciones a la prensa hoy luciría con su cuerpo acribillado en alguna morgue. Porqué la quisieron asesinar los militares estadounidenses, qué información posee la reportera, y cómo se maneja operativamente la estructura del secuestro en Irak. |
La misma Giuliana Sgrena relató a la prensa que las fuerzas estadounidenses que acribillaron su auto tenían orden de no dejarla salir de Bagdad: "Tenía informaciones y los militares estadounidenses no querían que saliera viva", dijo la periodista a los medios italianos.
Giuliana señaló que sus secuestradores le advirtieron antes de liberarla que en el trayecto hacia el aeropuerto de Bagdad ella y sus acompañantes (tres agentes secretos italianos) corrían el riesgo de ser asesinados.
A 700 metros del aeropuerto de Bagdad, y cuando habían sorteado "todos los controles", al tomar una curva, una patrulla les iluminó con un faro y a continuación comenzó una lluvia de proyectiles (se habla de 300 ó 400), que perforaron el vehículo.
La periodista salió ilesa gracias a que el jefe de los agentes secretos italianos se arrojó sobre su cuerpo recibiendo todos los disparos que se dirigían hacia ella.
La industria del secuestro
Informes de la última semana que circulaban en Bagdad señalaban que el secuestro de la periodista italiana no obedecía a motivaciones políticas sino a objetivos de extorsión económica, a diferencia de otros casos en los cuales se combinan ambos factores o son exclusivamente de índole política.
Los expertos coinciden en que, bajo el ala de la "guerra contraterrorista" de Bush, en Irak se ha creado un mercado floreciente de la industria del secuestro en cuya ejecución se mueven tanto la CIA, las diversas redes de la comunidad de inteligencia estadounidense, el M-16 británico y el Mossad israelí quienes se encuentran detrás de todas la operaciones.
La presencia de agentes de inteligencia israelíes en Irak está largamente documentada en las investigaciones llevadas a cabo por los casos de torturas a presos iraquíes, particularmente en la prisión de Abú Ghraib en Bagdad.
Este proceso se mueve en dos niveles simultáneos: el "oficial", que cuenta con el conocimiento de Washington y las autoridades del Pentágono, y el "clandestino", conformado por operaciones paralelas que no son comunicadas al Pentágono ni a las distintas autoridades de inteligencia.
Los secuestros "oficiales", por decirlo de alguna manera, se inscriben dentro de objetivos de la "guerra contraterrorista" y se orientan a dar réditos políticos a la administración Bush recreando el "peligro del terrorismo islámico" que azota Irak.
En julio pasado, el líder espiritual de Irán, ayatolá Alí Jamenei, denunció que agentes estadounidenses e israelíes estaban detrás de los secuestros y ejecuciones de extranjeros en Irak.
En general todos las organizaciones islámicas niegan que los secuestros y las decapitaciones a rehenes extranjeros tengan que ver con sus creencias o su metodología operativa, y señalan que los mismos son ejecutados por mercenarios al margen de los grupos que integran la resistencia iraquí contra las fuerzas invasoras de EEUU.
Diferentes fuentes, tanto árabes como occidentales, comenzaron a situar esas operaciones en el marco de una maniobra de inteligencia orientada a "sacar de escena" la ocupación militar de EEUU e instalar la "guerra contraterrorista" de Bush en el escenario mediático internacional.
Su objetivo mediático busca desplazar de la escena informativa a las fuerzas de ocupación militar y a todo el emergente de la invasión: el caos social, la desocupación, la emergencia sanitaria, y el hambre, la corrupción, la droga, y la prostitución extendidas como una lacra por todo el territorio.
Según la cadena BBC "las imágenes de rehenes aterrorizados, atados a los pies de hombres armados y enmascarados, en un anárquico país extranjero, tienen la cobertura garantizada en todos los noticieros y en las primeras planas de todos los periódicos y sitios web".
Coincidentes con la estrategia de la Casa Blanca, las grandes cadenas informativas comenzaron a destinar más espacio a las imágenes y videos de los secuestrados o "ejecutados" que a las coberturas de las masacres norteamericanas o los ataques y atentados de la guerrilla iraquí.
Su principal objetivo hasta ahora, coinciden los expertos, se orienta a presentar a Irak como un campo de operaciones de secuestros del "terrorismo internacional" en el que se presenta con toda crudeza la "barbarie criminal del fundamentalismo islámico"
"Se cree que hay grupos muy diferentes operando en el país árabe con motivos variados", señaló hace poco una corresponsal de la cadena BBC en Irak.
"Algunos son bandas criminales que simplemente secuestran para conseguir rescates, otros lanzan demandas políticas. También se piensa que grupos criminales secuestran algunas veces a extranjeros para vendérselos a otros grupos", añadió la enviada de la cadena británica.
La periodista italiana habría sido víctima de la modalidad "no oficial", el secuestro "clandestino" con fines extorsivos económicos, que grupos operativos de la CIA y el Mossad ejecutan paralelamente y sin rendir cuenta a sus jefes o al mando militar norteamericano.
Informaciones que circulan por Bagdad desde hace meses, dan cuenta que los servicios de inteligencia anglo- estadounidenses e israelíes, utilizando de cobertura a empresas privadas de seguridad, se infiltran y reclutan jóvenes en el submundo del hampa y de las drogas que se instaló tras la ocupación del país por los marines estadounidenses.
La figura del "marginal" o lúmpen surgió como consecuencia de la desocupación que afecta masivamente a la población iraquí, y está alimentada por el precepto individualista del "sálvese quien pueda" que torna vulnerables y pasibles de ser corrompidos por los dólares estadounidenses a amplias franjas de la población iraquí, sobre todo a los más jóvenes.
Drogas, armas, prostitución, dinero negro, los clásicos condimentos de infiltración de la CIA en el mundo islámico, estarían jugando un papel fundamental para la constitución de nuevos grupos operativos que, disfrazados de organizaciones fundamentalistas dedicadas al "secuestro terrorista", sirven a los objetivos de la CIA y el Mossad en Irak.
En este contexto, los "robos de prisioneros" , las "mejicaneadas", las venganzas y los ajustes de cuenta son constantes y forman parte de las leyes del juego que se han establecido a partir de la industria del secuestro.
Escribía la propia Giuliana Sgregna en noviembre de 2003: "En un país sin ley, la violencia se extiende: robos, homicidios, violaciones, secuestros son sucesos diarios. Falta añadir el ajuste de cuentas con los militantes del ex partido único, el Baath, y los asesinatos de tintes religiosos o causados por rivalidades político-religiosas".
El entonces subdirector de operaciones de la CIA, James L. Pavitt, señaló el año pasado que "Bagdad es el hogar de la mayor base de la CIA desde la guerra de Vietnam", con 500 a 600 agentes.
Tras el secuestro de los periodistas franceses, cuando en Irak se habla de secuestros extorsivos económicos todos las miradas se dirigen hacia el primer ministro iraquí, Iyad Allawi, un ex doble agente operativo de la CIA y del M-16 británico.
El hoy primer ministro interino iraquí, durante su exilio en Londres y en Estados Unidos, trabajó con el M-16 y la CIA en operaciones especiales para asesinar o derrocar a Saddam Hussein, y tras la ocupación de Irak se convirtió en el enlace clave entre la inteligencia militar estadounidense y los grupos operativos que trabajan en la detección y el asesinato de los dirigentes de la resistencia iraquí.
Los expertos señalan que desde el bunker del gobierno iraquí, situado en la amurallada Zona Verde de Bagdad, se manejan todas las líneas de control operativo de los secuestros extorsivos "comerciales", por medio de los cuales grupos marginales infiltrados por la inteligencia estadounidense, británica e israelí, lanzan diferentes demandas de dinero a gobiernos y empresas extranjeras para la liberación de los rehenes.
En algunos medios se señala que, además de las decenas de secuestros políticos conocidos, más de un centenar de capturas de rehenes con pedidos de dinero a cambio de su liberación se han realizado en la misma fecha, y sin que trascendiera a la prensa.
De acuerdo a estas versiones esos secuestros (generalmente de familiares de empresarios o ejecutivos residentes en Bagdad) se realizan en "zonas liberadas" por las fuerzas norteamericanas e iraquíes.
Escribía Giuliana Sgregna en noviembre de 2003: "Un alto muro ha encerrado al Hotel Bagdad (en la Zona Verde) que hospeda a la mayoría de agentes de la CIA y del Mossad, y a otros hoteles, como el Palestina y el Sheraton, todos posibles blancos a causa de la presencia extranjera.
El otro punto de convergencia de los secuestros extorsivos, los secuestros "oficiales", se manejan, según los expertos, desde la también súper-amurallada embajada norteamericana situada en el complejo de la Zona Verde, hasta ahora conducida por el recientemente nombrado director nacional de Inteligencia de EEUU, John Negroponte.
Por ejemplo: se señala que el secuestro de dos periodistas franceses, en septiembre del año pasado, fue realizado originalmente por un grupo infiltrado por la CIA, cuyo objetivo apuntaba a obligarlo a Chirac a "negociar con el terrorismo" y a apoyar militarmente la política de Washington en ese país petrolero.
Días después, los secuestrados fueron "mejicaneados" (robados) por un grupo infiltrado por la inteligencia israelí, quien tomó contacto con los servicios secretos franceses y negoció su liberación a cambio de una millonaria cifra en dólares con el gobierno de Chirac, según trascendió en medios árabes citando fuentes de la estación local de la CIA en Irak.
Esto explica porqué el gobierno de Bush no pudo utilizar el secuestro para presionar al gobierno de Chirac, quien se mantuvo "crítico" a la política de EEUU en Irak.
El caso Sgrena
El cuerpo del agente a su llegada a Roma
El cuerpo del agente Calipari permanecerá en
la capilla ardiente en el complejo del Vittoriano. (AP)
En el caso de la periodista italiana, Giuliana Sgrena, del secuestro no habrían participado las instancias oficiales de la inteligencia norteamericana, sino un grupo operativo que actuó bajo imperativos del secuestro extorsivo comercial, que entabló negociaciones con el gobierno italiano al margen de las autoridades estadounidenses.
Fuentes árabes señalaban que, horas después del secuestro, la CIA local detectó la operación y las negociaciones cuyo desarrollo y prolegómenos fueron comunicados -vía jefatura- a Washington y al Pentágono.
Por orden superior, la CIA local no intervino y se dedicó a monitorear los desplazamientos de las negociaciones orientadas a rescatar a la periodista de Il Manifesto, que en estos momentos se encuentra herida de bala en el hospital militar Celio de Roma, tras ser salvada de la muerte por el agente de los servicios secretos italianos Nicola Calipari.
Posteriormente el gobierno de Berlusconi y su par de Washington, habrían acordado la operación para rescatar a la periodista italiana sin el pago de ningún rescate al grupo que la tenía de rehén, conviniendo en presentar el caso a la prensa como un triunfo conjunto en la guerra contra el "terrorismo islámico"
Según esta versión, el veterano agente de los servicios secretos italianos Nicola Calipari, y dos compañeros más, habrían ingresado a Bagdad con pleno conocimiento de la CIA y de las autoridades militares norteamericanas.
Calipari, con luz verde de EEUU, ya había actuado como mediador durante el secuestro de Simona Torretta, la cooperante humanitaria que finalmente fue liberada en Irak, y era perfectamente conocido tanto por la CIA local como por la inteligencia militar en Irak, por lo que su presencia no pudo pasar desapercibida.
A contramano de lo que sostienen las autoridades de Washington, el mando militar norteamericano habría tenido pleno conocimiento del desarrollo de las negociaciones. Las autoridades estadounidenses, incluidas las militares, apuntaron sus declaraciones hacia una responsabilidad de Italia en la muerte de Calipari.
Según un responsable del Departamento de Estado citado por el diario The Washington Post, las autoridades italianas no informaron ni a la Embajada ni al mando militar estadounidense en Irak de la liberación de Sgrena, pese a que un coordinador estadounidenses para secuestros había trabajado estrechamente con ellos en el caso.
Fuentes del gobierno italiano desmienten rotundamente esas afirmaciones sosteniendo que la CIA local y el mando militar norteamericano estaban al tanto de las negociaciones que durante un mes realizaron sus agentes para rescatar a la reportera italiana.
La estrategia -según las fuentes- era dilatar lo más pposible las conversaciones hasta que un grupo especial estadounidense estuviera en posición para asaltar el lugar de detención y matar a los secuestradores sin comprometer la vida de la rehén.
El punto de quiebre en la relación se habría producido tras el último video grabado por la rehén italiana, cuando los secuestradores detectaron la maniobra y exigieron de inmediato el pago del rescate, bajo amenaza de ejecutarla.
Presionado por las necesidades políticas de Berlusconi, el gobierno italiano resolvió pagar el rescate ocultando la información al gobierno norteamericano.
Esta situación, según fuentes árabes en la capital iraquí, enrareció y complicó la operación que tenía como objetivo político principal presentar la liberación de la rehén italiana como un triunfo del gobierno de Berlusconi con la mediación de Washington.
Fuentes ligadas a la resistencia suní en Bagdad, coinciden en que Giuliana Sgrena (especializada en Medio Oriente) tiene conocimientos de la lengua árabe, y que su experiencia en Afganistán y en la guerra de Argelia le habrían permitido una buena relación y comunicación con el grupo de los secuestradores.
También permite inferir -señalan- que la rehén estaba al tanto de las negociaciones y el monto del rescate pagado, lo que habría resuelto la orden de su eliminación por parte de la inteligencia militar norteamericana que había quedado "desacomodada" y burlada tras la concreción de la liberación de la reportera.
Tampoco se descuenta que -durante su cautiverio de un mes- Giuliana hay tenido acceso, o se haya percatado de la identidad del grupo que la tenía secuestrada.
Hay un dicho famoso en Bagdad: todos los secuestros conducen al gobierno de Allawi, y Giuliana lo conoce muy bien como periodista especializada.
La perspicacia de la veterana reportera, su sapiencia del mundo árabe, puede haber detectado "señales" de la procedencia del grupo de secuestradores y sus vasos comunicantes con el poder, tanto iraquí como norteamericano.
De cualquier manera -sostienen las fuentes de Bagdad- la inteligencia militar norteamericana captó algo irregular en la relación de la periodista con sus captores, lo que la tornó "peligrosa" para la operación
De ahí que tanto Giuliana como su compañero italiano en Roma destacaron como causa del ataque al vehículo de la periodista: "la información que los militares estadounidenses querían que no se supiera".
Los grupos especiales que tenían rodeados a Giuliana Sgrena y a sus secuestradores los habrían dejado escapar para posibilitar una eliminación "legal" de la periodista casi al llegar al aeropuerto de Bagdad, simulando una operación de "rutina" de una patrulla militar contra un auto que había "violado la barrera de control".
La muerte por "accidente" de Giuliana borraría toda huella del fracaso de la inteligencia norteamericana y permitiría a la administración Bush manipular su propia versión de los hechos.
De no mediar la intervención del agente italiano para protegerla de la andanada de balas, hoy la operación no contaría con ningún testigo y el gobierno italiano -socio privilegiado de Washington en Iraak- seguramente habría ocultado el hecho sumándose a la versión oficial de EEUU.
La reportera, que permanece internada en un hospital de Roma recuperándose de una operación por las heridas de bala que sufrió en un hombro, publicó este domingo su visión de lo acontecido en el periódico en que trabaja, Il Manifesto.
En un artículo titulado "Mi verdad", Sgrena insiste en que el coche en que iba junto a Calipari no iba a gran velocidad, como afirma la versión oficial de EEUU.
También cuenta que antes de que comenzaran los disparos, los soldados no lanzaron ninguna advertencia.
La frustrada operación de matar a la periodista creó una fisura importante en la relación de Berlusconi con Bush, y el escándalo político-diplomático que desató pone en riesgo la permanencia de las tropas italianas en Irak, a la vez que potencia a los sectores que se oponen a la alianza con EEUU.
Berlusconi, sobrepasado por el escándalo, se encuentra cada vez más presionado políticamente y trata de descargar todas las culpas en Washington.
De todas maneras, en el mundo de la inteligencia, y a la luz de la experiencia con otros rehenes, se cree que Giuliana Sgrena, pasado el rapto emocional del episodio que le tocó vivir, difícilmente abra la boca frente a un tribunal.
Por otra parte, si Giuliana resolviera contar lo que sabe, es probable que sea eliminada por los que fallaron en asesinarla camino al aeropuerto de Bagdad. La reportera lo sabe.
Lo que todavía no queda claro para ninguna fuente de inteligencia, es si la orden de eliminar a Giuliana contaba con la aprobación del Pentágono, o si fue realizada por exclusiva decisión del mando militar en Irak.
A esta altura de los hechos, un detalle insignificante. |
Mira també:
http://iarnoticias.com/secciones_2005/irak/0025_cia_y_ataque_a_reportera_italiana_07mar05.html http://iarnoticias.com/secciones_2005/irak/0025_cia_y_ataque_a_reportera_italiana_07mar05.html |
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