Euskadi - Plan Ibarretxe. Perspectivas andaluzas.

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Euskadi - Plan Ibarretxe. Perspectivas andaluzas.
per Andalucía Libre	02 feb 2005
Analisis - El 1 de Febrero el Parlamento español rechazó en sesión sumarísima el Proyecto de nuevo Estatuto Político para la Comunidad de Euskadi, también conocido como Plan Ibarretxe, aprobado por mayoría absoluta por el Parlamento vasco el pasado 30 de Diciembre.
Euskadi a la hora del Plan Ibarretxe. PERSPECTIVAS ANDALUZAS. AndalucÃa Libre El 1 de Febrero el Parlamento espaÃ±ol rechazÃ³ en sesiÃ³n sumarÃsima el Proyecto de nuevo Estatuto PolÃtico para la Comunidad de Euskadi, tambiÃ©n conocido como Plan Ibarretxe, aprobado por mayorÃa absoluta por el Parlamento vasco el pasado 30 de Diciembre. El Parlamento espaÃ±ol despreciÃ³ la decisiÃ³n del Parlamento vasco con una votaciÃ³n de 29 votos a favor de su toma en consideraciÃ³n, 313 en contra y 2 abstenciones. Su tratamiento parlamentario se produjo tras una campaÃ±a espaÃ±olista sostenida de ocultaciÃ³n, difamaciÃ³n y manipulaciÃ³n desaforada que se condensÃ³ finalmente en los 315 votos espaÃ±olistas contra el derecho a la autodeterminaciÃ³n. En esa hora se escenificÃ³ para la historia, de forma nÃtida y sin confusiÃ³n ni excusa posibles, el conflicto de soberanÃas y legitimidades nacionales: EspaÃ±a se impuso a Euskadi en un ejercicio evidente e incontestable de opresiÃ³n nacional; la mayorÃa espaÃ±ola predominÃ³ sobre la mayorÃa vasca. El Estado espaÃ±ol -sostenido por la fuerza, que no por los votos- anulÃ³ legalmente en Madrid la legitima propuesta polÃtica aprobada en Euskadi por la mayorÃa vasca de forma impecablemente democrÃ¡tica, negÃ¡ndose al tiempo a reconocer el derecho de la naciÃ³n vasca a decidir libremente su destino. El dÃa antes, por su parte, las cuatro fuerzas representadas en el Parlamento andaluz -las sucursales andaluzas del PSOE, PP y PCE/IU mÃ¡s el regionalista PA- en un despreciable ejercicio de sucursalismo y seguidismo polÃtico a sus jefes espaÃ±oles acordaban una nueva declaraciÃ³n conjunta contra el Plan Ibarretxe -que formalizaran prÃ³ximamente en sede parlamentaria- revalidando con ello, para vergÃ¼enza de AndalucÃa, su condiciÃ³n compartida de mamporreros de EspaÃ±a. La infamia se ejecutÃ³ entre repulsivas declaraciones que rezuman cobardÃa e hipocresÃa, ocultÃ¡ndose por enÃ©sima vez tras el "agravio comparativo" para reafirmar de hecho su lacayuna lealtad espaÃ±ola y su servilismo constitucional y perpetrar asÃ una nueva traiciÃ³n a los intereses nacionales de AndalucÃa. RecapitulaciÃ³n de recorrido El texto conocido como Plan Ibarretxe es el resultado final de una coyuntura polÃtica sumamente compleja en la que el PNV buscÃ³ alcanzar simultÃ¡neamente tres objetivos: 1Âº. Salir con una iniciativa propia de una contingencia histÃ³rica en la que la ilegalizaciÃ³n de Batasuna por el Estado espaÃ±ol -apoyada por PP/PSOE/IU- amenazaba con emparedarlo con riesgo cierto de rebajarlo a la condiciÃ³n de Quisling vasco, aprisionÃ¡ndolo entre los empujes opuestos del Estado espaÃ±ol que le imponÃan de una parte el colaboracionismo y de la izquierda abertzale que le reclamaba, de otro, resistencia y dignidad nacional. La oferta concreta de elaboraciÃ³n de nuevo Estatuto permitÃa al PNV zafarse de la presa y recuperar protagonismo y centralidad polÃticas al proponer un nuevo proceso constituyente vasco en tÃ©rminos positivos. El Ã©nfasis en el proceso le facilitaba, ademÃ¡s, eludir la vÃa de asunciÃ³n unilateral de competencias a la que se habÃa comprometido, dilatando con ello el momento de una confrontaciÃ³n frontal con EspaÃ±a nunca realmente deseada por la fracciÃ³n dominante del aparato peneuvista. 2Âº. Ante el agotamiento evidente de la formulaciÃ³n estatutaria vigente -tanto por la actuaciÃ³n espaÃ±ola como por las consecuencias de la construcciÃ³n neoliberal europea- la propuesta de nuevo Estatuto polÃtico permitÃa al PNV trascender su responsabilidad histÃ³rica en la imposiciÃ³n del modelo vigente, situÃ¡ndose en vanguardia en un escenario polÃtico actualizado creado de su mano y bajo su direcciÃ³n. Su desmarque y avance le posibilitaba igualmente presentar y fijar nuevos contenidos programÃ¡ticos para Euskadi con los que estructurar y adoctrinar a su masa social, justificar sus alianzas con EA y EB-IU y ofertar un renovado proyecto nacional vasco que superara limites y debates recurrentes, sorteando -al menos aparentemente- obstÃ¡culos sobradamente conocidos. Las previsiones sobre su curso institucional posible, dada la correlaciÃ³n de fuerzas, incluÃan obviamente utilizarlo como justificaciÃ³n y reclamo para una renovada mayorÃa absoluta en el Parlamento vasco, dejando implÃcitamente abierta la puerta a un posterior reencuentro negociador posibilista con el PSOE. 3Âº. En el diseÃ±o polÃtico previsto, ademÃ¡s, el Plan Ibarretxe deberÃa servir destacadamente para la absorciÃ³n paulatina por el PNV de la base electoral de la izquierda abertzale, de tal forma que la actuaciÃ³n combinada del Plan como propuesta polÃtica de un lado, sumados a los efectos del colapso de la estrategia de ETA y a los derivados de la represiÃ³n espaÃ±ola (ilegalizaciÃ³n de Batasuna; arbitrariedades judiciales y penitenciarias; etc) de otro, cuarteara la cohesiÃ³n de la izquierda abertzale, dejÃ¡ndola huÃ©rfana de referencias y propuestas polÃticas operativas, permitiÃ©ndole al PNV avanzar hacia la recuperaciÃ³n de la plena hegemonÃa polÃtica sobre el conjunto del nacionalismo vasco. La respuesta que articulÃ³ el Plan Ibarretxe se demostrÃ³ extremadamente inteligente para resolver conjuntamente estos desafÃos polÃticos, facilitÃ¡ndole al PNV avanzar un significativo trecho con sus dos almas -la autonomista y la independentista- aparentemente conciliadas. El Plan Ibarretxe se sostuvo no en la reclamaciÃ³n aislada de controvertidos principios abstractos de difÃcil aprehensiÃ³n y plasmaciÃ³n sin disponer previamente de poder nacional propio (autodeterminaciÃ³n, territorialidad vasca...) sino en la proposiciÃ³n y codificaciÃ³n de todo un modelo institucional completo viable que resultara de una aplicaciÃ³n desarrollada de esos principios, condensados en un ejercicio articulado y unilateral de SoberanÃa Nacional vasca; sin constreÃ±irse ni someterse a las imposiciones del marco constitucional espaÃ±ol resultado de la Reforma del franquismo, aunque aceptando su curso procedimental como plataforma para sostener una negociaciÃ³n bilateral posterior. No se instalaba en la espera o a expensas de una hipotÃ©tica negociaciÃ³n para iniciar su recorrido sino que, aprovechando la existencia del Parlamento vasco y de una mayorÃa democrÃ¡tica en su seno, comenzaba desde el primer momento a construirse como referencia y nueva situaciÃ³n. Su resultado definÃa una relaciÃ³n bilateral entre Euskadi y EspaÃ±a a partir de una determinada aplicaciÃ³n de lo que el PNV entendÃa por derechos vascos: una suma doctrinal -marca de esa casa- del incuestionable derecho nacional democrÃ¡tico de Euskadi a la autodeterminaciÃ³n y de una lectura ideolÃ³gica interesada de los privilegios histÃ³ricos de los territorios vascos en el seno de la MonarquÃa espaÃ±ola. Su producto final se manifestaba, ciertamente, con la formulaciÃ³n mÃ¡s adecuada a los intereses sociales que encarna su principal factor pero, a la vez e inobjetablemente, implicaba tambiÃ©n un avance democrÃ¡tico cualitativo y una protecciÃ³n reforzada de las potencialidades y expectativas de progreso y mejora del conjunto de la sociedad vasca. El modelo resultante no era "secesionista" ni "independentista" -pese a las afirmaciones de la propaganda espaÃ±ola- sino una especie de resurrecciÃ³n de la relaciÃ³n pactada que creÃ³ Austria-HungrÃa en 1867; en la que, bajo el paraguas de la "libre asociaciÃ³n", la soberana Euskadi proyectada por el PNV asumiera los beneficios y ventajas de la histÃ³rica posiciÃ³n magiar en un dualismo contractual con EspaÃ±a adaptado a los intereses y circunstancias nacionales vascos; sin por ello abdicar ni un segundo de su derecho a posteriores desarrollos. El proyecto contÃ³ desde un principio con la persistente descalificaciÃ³n y el boicot del bloque espaÃ±olista PSOE-PP, tanto en Euskadi como en EspaÃ±a. El motivo esencial de esta oposiciÃ³n no radicaba, claro estÃ¡, en que el nuevo Estatuto confiriera privilegios a Euskadi. Es evidente que los espaÃ±olistas tienen a su espalda toda una tradiciÃ³n histÃ³rica acreditada de favorecer a Euskadi a la vez que le niegan derechos polÃticos nacionales efectivos -como tambiÃ©n a CataluÃ±a- aunque siempre en abultadÃsima menor proporciÃ³n que a Madrid, parÃ¡sito creado artificiosamente de la nada en medio del pÃ¡ramo por la Corte y engordado al calor y amparo del Estado espaÃ±ol hasta el dÃa de hoy. Sin necesidad de hacer extensa referencia a la situaciÃ³n privilegiada de los territorios vascos bajo las MonarquÃas espaÃ±olas -que tanto contrasta con la anexiÃ³n y persecuciÃ³n inquisitorial posterior que marcaron la conquista e incorporaciÃ³n de AndalucÃa- baste recordar al respecto la concesiÃ³n por Canovas de los Conciertos EconÃ³micos a la oligarquÃa vizcaÃna en 1878, proporcionÃ¡ndole un rÃ©gimen tributario y fiscal singular hecho a su medida, que bien le nutriÃ³ en espaÃ±olismo. O citar como la dictadura franquista, incluso cuando se los suprimiÃ³ en 1937 a GuipÃºzcoa y Vizcaya -consideradas "provincias traidoras" por su soporte al Gobierno Vasco en la Guerra civil- los mantuvo operativos ininterrumpidamente en Ã?lava y Navarra -sin que ello fuera incompatible con una feroz persecuciÃ³n sobre la lengua y cultura vascas- hasta que los pactos de los postfranquistas con el PNV en 1978-1980 los hicieron nuevamente extensivos al conjunto de Euskadi sur, recuperados en el mismo paquete que la aprobaciÃ³n del Estatuto de Guernica a cambio de no batallar por la autodeterminaciÃ³n (como siguiÃ³ haciendo en solitario la izquierda abertzale). Como es notorio, la razÃ³n nuclear de la oposiciÃ³n espaÃ±olista, sea de derecha reconocida o de pretendida izquierda, al nuevo Estatuto se ha motivado en que el nuevo Estatuto se sustenta y legitima en la SoberanÃa Nacional vasca -sea ejercida y concretada como fuese- y no en una concesiÃ³n otorgada por EspaÃ±a, desde una legalidad construida bajo su interÃ©s y supervisiÃ³n. Ni mÃ¡s ni menos. El apoyo de EB-IU al nuevo Estatuto, fundado en su inesquivable necesidad polÃtica como condiciÃ³n para integrarse en el Gobierno vasco y para consolidarse como marca vasca, se asentaba precisamente en sus limites -el hecho de no ser independentista- y especialmente en su voluntad conciliadora con EspaÃ±a, aÃºn desde el privilegio; argumentos y presupuestos que en su momento compartiÃ³ expresamente incluso el mismo Llamazares. El sostÃ©n de EB-IU se complementÃ³ con la presentaciÃ³n durante su proceso de elaboraciÃ³n en el Parlamento vasco de unas esotÃ©ricas enmiendas, hechas exclusivamente a efectos de preservaciÃ³n de imagen y predestinadas para decaer y ser olvidadas, cuya aportaciÃ³n mÃ¡s significativa era remitirse frÃvolamente con insistencia digna de mejor causa a una inexistente e inviable "ConstituciÃ³n de la RepÃºblica Federal EspaÃ±ola". AcompaÃ±aban a estas de fondo, otras sectoriales de muy diversa entidad y suerte: unas de mayor profundizaciÃ³n democrÃ¡tica en el funcionamiento interno de Euskadi; otras de reiteraciÃ³n europeÃsta y otras de hecho mÃ¡s "separatistas" que la inicial propuesta peneuvista, ahora convenientemente difuminadas fuera de Euskadi para no entorpecer el pacto interno en IU. El tan cacareado "federalismo de libre adhesiÃ³n" de EB-IU -autoproclamado pretenciosamente como "tercera vÃa"- se demostrÃ³ en Euskadi, a la hora de la verdad, conceptualmente arbitrista y desvertebrado y del todo insustancial en la practica. De hecho, el vocinglero rechazo espaÃ±olista de IU al Proyecto -que se encargÃ³ de demostrar lo infundado del apellido adjudicado a su federalismo espaÃ±olista-acabÃ³ eliminando incluso su justificaciÃ³n instrumental al evidenciar que al oportunismo polÃtico de EB-IU al apoyar al Proyecto correspondÃa un simÃ©trico oportunismo -eso si, este de carÃ¡cter reaccionario- de la IU espaÃ±ola al rechazar incluso su toma en consideraciÃ³n parlamentaria, dejando en contradictoria evidencia y orfandad a su federaciÃ³n vasca (que tras la experiencia, por cierto, difÃcil tiene aducir algÃºn dÃa en Euskadi que sus "hermanos espaÃ±oles" son un valor como defensa exterior solidaria de los derechos vascos). No obstante, a la orientaciÃ³n de EB-IU cabe reconocerle que conllevÃ³, en esa coyuntura concreta y al margen de cuales fueran sus intenciones, la consecuencia positiva de facilitar la gestaciÃ³n y aprobaciÃ³n de la Propuesta que, desde presupuestos obviamente mÃ¡s serios, abrÃa una nueva etapa polÃtica en la lucha de Euskadi por sus derechos nacionales. Un accidente polÃtico imprevisto -el medido voto favorable de Batasuna que permitiÃ³ su aprobaciÃ³n parlamentaria en Vitoria- alterÃ³ decisivamente el guiÃ³n sobre el papel polÃtico del nuevo Estatuto casi a final de obra. La inesperada y sorpresiva aprobaciÃ³n cargÃ³ irreversiblemente de nuevos contenidos polÃticos en fondo y forma a la propuesta, mÃ¡s allÃ¡ de la voluntad de sus mismos impulsores iniciales. La Propuesta, aprobada gracias a Batasuna, quedÃ³ inhabilitada como recurso absorbente por parte del PNV en direcciÃ³n a la izquierda abertzale. Los hechos sobrevenidos implicaban la imposibilidad objetiva para el Gobierno PNV-EA-EB tanto de achacar en adelante la frustraciÃ³n de su estrategia a ninguna fuerza de obediencia vasca como de excusarse ante su bloqueo adjudicÃ¡ndolo a algÃºn conflicto interno vasco, para explicar asÃ un giro posibilista mantenido en reserva. Al ser ya la propuesta del Parlamento vasco (y no sÃ³lo de un Gobierno) el escenario resultante dejÃ³ nÃtidamente situado el nudo gordiano del conflicto: la confrontaciÃ³n de SoberanÃas y legitimidades nacionales mutuamente incompatibles. La mayorÃa vasca hacÃa tambiÃ©n inocultable el autoadjudicado derecho de veto reclamado por el bloque espaÃ±olista PSOE-PP -minoritario en Euskadi pero mayoritario en EspaÃ±a- para la determinaciÃ³n del futuro vasco y como este operaba amparado en una legalidad constitucional que actÃºa como instrumento de preservaciÃ³n del RÃ©gimen -cumpliendo asÃ los objetivos polÃticos reaccionarios para los que fue instaurada en 1978- y sobre todo respaldado en la fuerza coactiva del Estado. El inolvidable portazo a la Propuesta por el arco vertebrado por el eje espaÃ±olista PSOE-PP, escenificado con toda solemnidad en el Parlamento espaÃ±ol, no facilita precisamente la reorientaciÃ³n del PNV para adoptar una "vÃa catalana" (mayores competencias pero limitadas, algÃºn eufemismo simbÃ³lico y mÃ¡s dinero); ya de por si dificultada por la presencia de la izquierda abertzale en el escenario vasco. El NO terminante de Madrid a la propuesta vasca, sin siquiera darle espacio alguno a una negociaciÃ³n incluso a la baja con las instituciones vascas, implica objetivamente que al Gobierno Ibarretxe le resulte mucho mÃ¡s difÃcil dar por saldada y archivada su propuesta y converger, como si no hubiera pasado nada, con la propuesta "a la catalana" recientemente enarbolada por el PSOE vasco, sin que ello resulte visualmente demasiado cercano a una capitulaciÃ³n en toda regla. El curso avanzado hasta el que ha llegado la Propuesta y su rechazo por el Parlamento espaÃ±ol denotan, asimismo, tanto las fuerzas como los limites de una estrategia de satisfacciÃ³n de las demandas nacionales de base democrÃ¡tica como la asumida por PNV-EA que no contemple indisociablemente, junto al uso de la legitimaciÃ³n parlamentaria, el recurso a la confrontaciÃ³n civil, la insumisiÃ³n y movilizaciÃ³n social y la utilizaciÃ³n de todos los resortes, recursos y soportes institucionales y populares nacionales para defender una decisiÃ³n propia frente a la imposiciÃ³n y la agresiÃ³n espaÃ±olas. Repaso de contenidos El Proyecto de nuevo Estatuto ha ido perfilÃ¡ndose a lo largo de su elaboraciÃ³n como una propuesta de federaciÃ³n Euskadi-EspaÃ±a respaldada formalmente en "las posibilidades de desarrollo de un Estado compuesto, plurinacional y asimÃ©trico", basada en la voluntad vasca y con clara delimitaciÃ³n dual de competencias legislativas y ejecutivas, desde el sostÃ©n y la reserva de SoberanÃa vascas, sin admitir posibilidades de intromisiÃ³n arbitraria y veto espaÃ±ol en su Ã¡mbito de decisiÃ³n pactado (que incluye la estructura judicial aunque no cÃ³digos civiles y penales completos propios). La propuesta no se restringe al marco constitucional espaÃ±ol -ni cabe en su seno- porque aspira a un poder democrÃ¡tico vasco realmente actuante, capaz de proponer y ejecutar polÃticas especificas completas efectivamente alternativas decididas en Euskadi y no meramente un repertorio funcional para la aplicaciÃ³n o gestiÃ³n de polÃticas estructurales y determinantes dictadas en Madrid. Tambien garantiza la protecciÃ³n de los derechos democrÃ¡ticos y libertades individuales en Euskadi frente a agresiones aprobadas en EspaÃ±a. Aunque inserto expresamente en el marco de la UniÃ³n Europea y por tanto condicionado por su contexto neoliberal -aunque fuera parcialmente compensado por una capacidad de presencia directa en la UE- el nuevo Estatuto diseÃ±a competencias y orientaciones -en lo que puede caber en un texto constituyente- indiscutiblemente beneficiosas para la poblaciÃ³n vasca y mucho mÃ¡s receptivas que el marco espaÃ±ol actual para recibir una reorientaciÃ³n social que cuestione las lÃneas habituales del orden neoliberal. El proyecto de Estatuto mantiene y desarrolla la soberanÃa fiscal que instituye el sistema de Concierto econÃ³mico -del que hoy tambiÃ©n disfrutan cÃnicamente los gobernantes ultraespaÃ±olistas de Navarra y que ahora se reclama en CataluÃ±a en forma expresa o equivalente y en todos los sitios donde se plantea ejercer un autogobierno que merezca tal nombre- y la extiende a la Seguridad Social, dejando en manos vascas su control y gestiÃ³n; como lÃ³gico anexo al ser una parte fundamental de la polÃtica econÃ³mica y social. El nuevo Estatuto vasco contiene una referencia explicita al derecho a la autodeterminaciÃ³n como su sustento (Art. 12); una posibilidad abierta a la reuniÃ³n democrÃ¡tica de todos los territorios vascos (Art.s 2, 6 y 7) y una vÃa para plantear la secesiÃ³n (Art. 13-3). Respuestas espaÃ±olistas y DefiniciÃ³n de situaciÃ³n Los partidos centrales del RÃ©gimen espaÃ±ol (PSOE-PP) han pactado y desarrollado -bajo el patronazgo de la MonarquÃa- una respuesta comÃºn a la propuesta de nuevo Estatuto vasco (y que muy posiblemente incluye tambiÃ©n algÃºn acuerdo reservado sobre el nuevo Estatuto catalÃ¡n en proceso de elaboraciÃ³n), a la que se han incorporado desde fuera como meritorios los neosocialdemocratas espaÃ±oles y catalanes de IU-IC y dos regionalismos espaÃ±oles: la insularista CoaliciÃ³n Canaria y el aragonÃ©s Labordeta y su Cha. La posiciÃ³n espaÃ±olista acordada se asentaba en el rechazo rÃ¡pido, contundente y pretendidamente irreversible a la propuesta vasca. El PP, en un principio, no querÃa siquiera que se diera un debate plenario en el Parlamento espaÃ±ol sino que el proyecto fuera descartado a priori por inconstitucional, evidenciando asÃ un desprecio expreso a la iniciativa como ejercicio de autoridad espaÃ±ola. El PSOE, por su parte, querÃa atenuar la forma del rechazo sin disminuir su impacto, camuflando en lo posible su coincidencia de fondo con el PP para no afectar sus equilibrios catalanes y sus pactos con ERC y por ello optÃ³ por respaldarse bajo la imagen televisiva de una mayorÃa parlamentaria -expresiÃ³n de la soberanÃa espaÃ±ola- que se impone a la mayorÃa vasca y rechaza en sesiÃ³n Ãºnica incluso la toma en consideraciÃ³n del proyecto, sin abrir fase de negociaciÃ³n parlamentaria alguna. La marginal IU, acogotada por sus contradicciones y buscando diluir en lo que estuviera en su mano el bochornoso espectÃ¡culo de su alineamiento reaccionario con EspaÃ±a y su oposiciÃ³n practica al ejercicio del derecho a la autodeterminaciÃ³n, pugnaba por su parte, sin Ã©xito, por oponerse a la SoberanÃa vasca a plazos, dilatando el acto en el tiempo y a ser posible fuera de los focos pÃºblicos y de ahÃ su interÃ©s porque el proyecto pasara primero a ComisiÃ³n parlamentaria antes de llegar a Pleno. Tras el 1 de Febrero el PNV-EA queda emplazado a cumplir su compromiso de convocar una consulta popular especifica sobre el nuevo Estatuto y a buscar la forma de sortear la imposiciÃ³n espaÃ±ola. Si ETA declarara ahora una tregua, el Gobierno Ibarretxe se encontrarÃa de inmediato en una difÃcil posiciÃ³n, sin excusas para plantearse de una vez el paso del RubicÃ³n en la confrontaciÃ³n con EspaÃ±a en defensa de los derechos de Euskadi. Incluso de no producirse esta iniciativa los efectos del 1 de febrero son tambiÃ©n inevitables sobre el discurso, cohesiÃ³n y fundamentaciÃ³n de la estrategia del llamado "nacionalismo democrÃ¡tico" a medio plazo, una vez cubierta la etapa de lucha por renovar la mayorÃa absoluta en las inmediatas elecciones vascas de la primavera de 2005. Nadie puede dejar de tomar nota de que como consecuencia del rechazo espaÃ±ol del 1 de Febrero ya no es sÃ³lo la vieja estrategia de la izquierda abertzale la que tiene notorios y serios problemas... porque tambiÃ©n la del PNV -valÃ³rese como se quiera su nivel de sinceridad- ha llegado a sus limites. La izquierda abertzale por lo que le toca, estÃ¡ embarcada en el desarrollo de la propuesta de Batasuna "Ahora el Pueblo, Ahora la Paz", desarrollada en su Carta Abierta a Zapatero, que parece representar un reconocimiento de la necesidad de resituarse, intentando acabar de forma presentable con la acciÃ³n de ETA. Unas ofertas que pueden leerse como una propuesta al Estado espaÃ±ol en tÃ©rminos mÃ¡s moderados e integrables que la misma propuesta Ibarretxe. La izquierda abertzale comparte una desconfianza profunda y fundada en la disposiciÃ³n del PNV-EA para confrontarse seriamente con el Estado espaÃ±ol, viÃ©ndolos proclives a alcanzar acuerdos con el PSOE. ETA, por su parte, mantiene desde hace algÃºn tiempo una lÃnea de actuaciÃ³n atenuada, concretada en la colocaciÃ³n de bombas y petardos con escasa potencia y previo aviso, lo justo para hacer proclamaciÃ³n de su existencia y continuidad pero sin mayores alardes. El PSOE mantiene, por su lado, la ilegalizaciÃ³n de Batasuna y la continuidad del discurso y practicas diseÃ±adas por el anterior Gobierno del PP. A modo de ejemplo, las ultimas actuaciones amparadas por el Gobierno Zapatero son negarle a posteriori derechos penitenciarios a los presos de ETA para mantenerlos en prisiÃ³n incluso tras cumplir su condena y enjuiciar a 35 dirigentes polÃticos abertzales de una tacada. En ese contexto y con la correlaciÃ³n de fuerzas existente no parece fÃ¡cil el avance. Se rumorea que los tÃ©rminos de un posible acuerdo serÃan que a cambio de una declaraciÃ³n de la presidencia del Gobierno espaÃ±ol sobre el "derecho a decidir de los vascos" en tÃ©rminos inconcretos y con aplicaciÃ³n aplazada, ETA anunciarÃa un alto el fuego definitivo y Batasuna (o su sustituto) seria legalizada permitiÃ©ndole concurrir a las elecciones y que luego, al tiempo que se restablecÃa la legalidad penitenciaria, se acercaban los presos a Euskadi y se excarcelaban paulatinamente se comunicarÃa por ETA la destrucciÃ³n de sus arsenales. Lo que no estÃ¡ nada claro es que el PP permitiera apuntarse un tanto asÃ al PSOE, incluso limitando la cuestiÃ³n a un pacto "Paz por Presos" ni aÃºn mucho menos que Zapatero estÃ© en disposiciÃ³n polÃtica de difundir una declaraciÃ³n sobre el respeto a los derechos vascos, por nebulosa que sea su formulaciÃ³n, que permita darle alguna envoltura polÃtica general al hipotÃ©tico acuerdo. AsÃ pues, cabe el riesgo de que, atenazada por la comprensible urgencia para solucionar "su problema" y salir de su particular laberinto, la izquierda abertzale no enfatice lo suficiente ni articule una estrategia de presiÃ³n polÃtica y social sobre el PNV-EA, para que estos apliquen unilateralmente el Plan Ibarretxe, como parecerÃa lÃ³gico prever de no darse todo este cÃºmulo de circunstancias. En resumen y cara al futuro, demasiadas cuestiones abiertas aÃºn haciendo equilibrios en el tejado vasco y demasiados violinistas que aÃºn deben escoger su partitura... Derivaciones andaluzas El 1Âº de febrero lo que se votaba en Madrid era el derecho de una naciÃ³n -de cualquier naciÃ³n- a dotarse soberanamente de su propio ordenamiento polÃtico y social y en todo caso a decidir libremente su destino sin restricciÃ³n ajena. La definiciÃ³n se planteaba como cuestiÃ³n previa y precedente a la valoraciÃ³n de la articulaciÃ³n concreta propuesta y sus posibles consecuencias para las otras naciones del Estado. Pese a las intenciones de la mayorÃa espaÃ±olista, su propia opciÃ³n procedimental al imponer una sesiÃ³n Ãºnica para aprobar o no la toma en consideraciÃ³n de la propuesta vasca situaba asÃ de forma incuestionable el nÃºcleo conceptual y polÃtico del pronunciamiento requerido. De esta forma, el SI era un SI a la democracia, al derecho a la autodeterminaciÃ³n, al poder constituyente de cada naciÃ³n y a la dignidad de todas las naciones oprimidas del Estado espaÃ±ol. El NO o la AbstenciÃ³n eran, por contra, un apoyo expreso o vergonzante a la opresiÃ³n nacional, a EspaÃ±a y al Estado espaÃ±ol y a su rÃ©gimen polÃtico y social, representado formalmente por la ConstituciÃ³n que asegura su perpetuaciÃ³n. Esta era exactamente la misma cuestiÃ³n planteada como eco previo en ayuntamientos y parlamentos autÃ³nomos como el andaluz. El PNV, EA, ERC, CiU y BNG -cada cual, lÃ³gicamente, con su especificidad, discurso e intereses- se ubicaron en esta tesitura definitoria en el lado democrÃ¡tico; PSOE, PP, IU-IC, CC y Cha (mÃ¡s el PA, que no pudo hacerlo en Madrid por falta de representaciÃ³n, pero que bien que lo manifestÃ³ en AndalucÃa para no dejar lugar a dudas sobre su ubicaciÃ³n en el lado espaÃ±ol) se situaron por su parte juntos en el lado reaccionario. En AndalucÃa -por enÃ©sima vez- las sucursales andaluzas del PSOE, PP y PCE-IU mÃ¡s el PA, coincidieron en oponerse a la SoberanÃa vasca porque conculcaba la soberanÃa espaÃ±ola y no se atenÃa a su ConstituciÃ³n. Todas sus referencias a los "intereses andaluces" para justificar esta posiciÃ³n antidemocrÃ¡tica sÃ³lo eran recursos demagÃ³gicos utilizados como cobertura ya que las manifestaciones espaÃ±olistas de las cuatro fuerzas citadas no se hacÃan en nombre de la SoberanÃa Nacional de AndalucÃa y su derecho a la autodeterminaciÃ³n -lo que hubiera sido contradictorio en sus propios terminos- sino de la defensa de EspaÃ±a y del marco jurÃdico-polÃtico y social que EspaÃ±a impone tanto a Euskadi como a AndalucÃa. Para mayor desfachatez, criticaban envolviÃ©ndose en la bandera verdiblanca un texto y un modelo como el vasco propuesto que bastaba comparar con el Estatuto de Carmona vigente para comprobar su mayor adecuaciÃ³n a las demandas y necesidades populares andaluzas (por ejemplo, con un texto como el vasco en AndalucÃa podrÃa hacerse la Reforma Agraria histÃ³rica al margen de cual fuera la decisiÃ³n de Madrid, mientras que el actual impide acometerla en la practica, dejÃ¡ndola como mera referencia ritual; por no extender la comparaciÃ³n a otros mÃºltiples campos y ejemplos). Al hilo del debate vasco hubimos de soportar en AndalucÃa una nueva entrega de las manipulaciones y estupideces consustanciales al discurso paralizante, hipÃ³crita y dependentista del "agravio comparativo" que comparten los que hoy ocupan los 109 escaÃ±os del Parlamento andaluz. Especialmente repulsivos, de una parte, el empeÃ±o por parte del PCE-IU -crÃticos incluidos- por esconder tras invocaciones litÃºrgicas a una "izquierda" inaprensible y jesuÃtica su fe espaÃ±olista y su sometimiento estricto al Estado, los intereses y el modelo de la derecha espaÃ±ola o, de otra, los desvergonzados intentos regionalistas del PA de Ã?lvarez para travestir su reaccionaria lealtad espaÃ±ola en posiciÃ³n pretendidamente andaluza, insultando con ello expresamente a la memoria de Blas Infante. Singularmente patÃ©ticos fueron los reiterados cantos a coro por los cuatro tenores partidarios -Chaves, Arenas, Valderas y Ã?lvarez- a la "simetrÃa" -sea adjetivada o no como federal- que se prodigaron estos dÃas, olvidando que para ejemplo de "simetrÃa", la de la RestauraciÃ³n decimonÃ³nica y el franquismo -por no remontarse mÃ¡s atrÃ¡s- y que esta no fue obstÃ¡culo, sino al contrario, soporte y Ãºtil histÃ³ricamente comprobados para el empobrecimiento, la alienaciÃ³n y la marginaciÃ³n de AndalucÃa. Sin sentido del ridÃculo alguno, envalentonados por su coincidencia y considerÃ¡ndose impunes a la lÃ³gica y la decencia por su monopolio informativo, las cuatro fuerzas parlamentarias se engolfaron en loas provincianas a la ConstituciÃ³n espaÃ±ola vigente (sea intacta o reformada) y a su pretendida "simetrÃa" presuntamente protectora de AndalucÃa, ocultando la discriminaciÃ³n antiandaluza impresa originariamente en el propio texto constitucional que apoyaron y que condujo al 28-F, el engaÃ±o del Fondo de CompensaciÃ³n Interterritorial, el impago espaÃ±ol de la deuda histÃ³rica y la deuda autonÃ³mica o el incuestionable mantenimiento de AndalucÃa como paÃs subordinado y dependiente bajo el orden constitucional que impide a nuestra naciÃ³n disponer de poder suficiente para compensar, resarcirse y protegerse del expolio espaÃ±ol y el modelo neoliberal que difunde Bruselas. Todo ello, cuando si alguna naciÃ³n del Estado espaÃ±ol -desde la desigualdad histÃ³ricamente impuesta a AndalucÃa por EspaÃ±a- tiene derecho y necesidad objetiva de SoberanÃa Nacional y asimetrÃa e interÃ©s vital en su singularidad en una hipotÃ©tica relaciÃ³n bilateral con EspaÃ±a y alguna ha de considerar la "igualdad" como agresiÃ³n nacional, es precisamente AndalucÃa. Preocupados esencialmente por trincar sus abultados sueldos institucionales cada mes, los representantes andaluces en lugar de plantear valientemente que lo que AndalucÃa ha de reclamar es SoberanÃa Nacional y capacidad polÃtica y jurisdiccional para hacer su polÃtica en funciÃ³n de sus exclusivos intereses y necesidades y exprimir a EspaÃ±a hasta extraerle todo lo que nos debe -y a partir de ahÃ entender y organizar su relaciÃ³n contractual con la otra parte- reiteraron cansinamente sus retÃ³ricas referencias a una "solidaridad" que, de hecho, es sÃ³lo eufemismo de caridad y que condena a AndalucÃa a la dependencia, el desprecio y el subdesarrollo. El cinismo derrochado estos dÃas resultaba particularmente provocador sabiendo que mientras aquÃ PSOE, PP y PCE-IU decÃan lo que decÃan, sus tres secciones respectivas en CataluÃ±a estÃ¡n ya de acuerdo -otra cosa es cÃ³mo terminan ajustando los tÃ©rminos porcentuales concretos del trato y el Ã¡mbito de competencias de gestiÃ³n- justo en una propuesta que hace Ã©nfasis en lo contrario -asimetrÃa espaÃ±ola y resoluciÃ³n del llamado dÃ©ficit fiscal- como terreno compensatorio sobre el que pactar con ERC y CiU una nueva renuncia a la SoberanÃa Nacional catalana y a la oficialidad exclusiva del catalÃ¡n en CataluÃ±a. A la vez que los cuatro espadas mantienen su silencio histÃ³rico sobre el injustificable engorde por parte del Estado espaÃ±ol de Madrid, cuyo ultimo exponente es todo lo que rodea a su candidatura olÃmpica para 2012. Instalado en la impotencia polÃtica y la subsidiariedad, el discurso espaÃ±olista andaluz -sea "simÃ©trico" o sea "asimÃ©trico" como copia de la "vÃa catalana"- resulta claramente inoperante para resolver las carencias andaluzas y plantear una orientaciÃ³n nacional coherente. La realidad polÃtica descrita impidiÃ³ pues siquiera la posibilidad de planteamiento de las legitimas reservas andaluzas ante la Propuesta vasca, fuese por ejemplo en el Parlamento andaluz o en la explicaciÃ³n de un voto positivo andaluz en el Parlamento espaÃ±ol el 1 de Febrero a la propuesta vasca. Porque sÃ³lo desde el nÃtido y previo reconocimiento expreso del derecho vasco a la autodeterminaciÃ³n e independencia cabÃa a continuaciÃ³n -tanto en uno como en otro foro- afirmar que desde AndalucÃa no era aceptable -con todo lo que ello hubiera implicado en un futuro de seguir adelante la propuesta- un pacto vasco-espaÃ±ol que diluyera a nuestra naciÃ³n en EspaÃ±a y que implicara no reconocer paritariamente la entidad nacional de AndalucÃa como sujeto polÃtico soberano o adelantar nuestro rechazo como naciÃ³n a que los privilegios fiscales y tributarios vascos se mantuvieran y desarrollaran sin automÃ¡tica e inmediata compensaciÃ³n a AndalucÃa en forma de Concierto propio; todo dicho siempre desde el apoyo expreso a la potestad vasca de que si esas condiciones andaluzas le parecieran inconvenientes pudiera declarar unilateralmente al punto su independencia nacional. No hubo, desgraciadamente, voz andaluza que defendiera esta estrategia de dignidad nacional por la debilidad de nuestra izquierda independentista (expresiÃ³n esta, por cierto, conceptualmente redundante porque no hay ni puede haber izquierda en AndalucÃa que merezca tal nombre que no sea independentista). Como histÃ³ricamente viene ocurriendo siempre en las grandes ocasiones, AndalucÃa estuvo ausente. CÃ³mo resolver esta omisiÃ³n que nos deja inermes e indefensos como naciÃ³n; especialmente en lo tocante al futuro de esa izquierda, los desafÃos a resolver y las tareas a cumplimentar, es cuestiÃ³n clave para nuestro futuro nacional. Y asunto de otro articulo. [AndaluciaLibre] nÂº 256 - Euskadi: Perspectivas andaluzas (3)- miÃ©rcoles, 02 de febrero de 2005 19:33
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Comentaris

Re: Euskadi - Plan Ibarretxe. Perspectivas andaluzas.
per ANDALUCIA LIBRE	02 feb 2005
1. Sumarios de nÃºmeros editados en Enero de 2005. 2. DescripciÃ³n. 3. Recibir en el buzÃ³n Correos publicados. 4. Otros servicios de ANDALUCÃ?A LIBRE. 1. Sumarios por orden cronolÃ³gico. Andalucia Libre nÂº 253 - Euskadi: Efecto Ibarretxe (1) viernes, 14 de enero de 2005 18:58 En este correo: AndalucÃa: El debate institucional sobre el Plan Ibarretxe - Chaves propone acordar "posiciÃ³n comÃºn" contra Plan Ibarretxe - IU-AndalucÃa insiste en votar "no" al Plan Ibarretxe - Partido Andalucista reclama movilizaciÃ³n contra Plan Ibarretxe por anticonstitucional y discriminador - El PP presenta otra iniciativa contra el plan Ibarretxe - Antecedentes 2003. 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