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Notícies :: criminalització i repressió |
testimonio de Bilbaina Amaia Urizar
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per yo |
09 gen 2005
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Reenviado De: santurtzi-tkt ARROBA euskalerria.org
>
> > Kaixo desde Torturaren Kontrako Taldea de Santurtzi
> > (santurtzi-tkt ARROBA euskalerria.org) os mandamos el testimonio de la
joven
> > Bilbaina Amaia Urizar, detenida en octubre de 2004 y salvajemente
torturada
> > por la Guardia Civil, intentar dar la mayor difusión posible a esta
info
> > dentro de vuestras posibilidades, Eskerrik asko desde Euskal
Herria.
> >
> > Amaia Urizar denuncia que fue violada en dependencias de la Guardia
Civil
> >
> > Tal como han denunciado hoy en conferencia de prensa miembros de
TAT y
> > familiares de Amaia, la joven fue violada durante su incomunicación
en
> > dependencias de la Guardia Civil.
> >
> >
> > " Me detuvieron el 29 de octubre, viernes, a las tres de la mañana,
estando
> > en casa de mis padres. En el momento de la detención mis padres se
> > encontraban en casa. Golpearon la puerta, mientras gritaban que era
la
> > Guardia Civil y que abriésemos la puerta. Me puse muy nerviosa y me
entró
> > el pánico, asà que fui corriendo a la habitación de mis padres
buscando
> > resguardo.
> > Fue mi madre quien abrió la puerta, y nada más hacerlo entraron en
casa
> > muchos agentes de la Guardia Civil en tropel, con las armas en las
manos,
> > apuntando hacia todas partes y preguntando por mÃ. En aquel
momentote di
> > cuenta que no habÃa escapatoria y se me cayó el mundo a los pies…
me
> > presenté ante ellos y les dije que yo era Amaia.
> > Me obligaron a sentarme en una silla de la entrada de casa, una
mujer
> > guardia civil me leyó la orden de detención en presencia de mis
padres,
> > mientras me decÃa que se me detenÃa por mi colaboración con ETA.
> > Al principio empezaron a gritarme, pero se fueron tranquilizando.
Yo
tenÃa
> > miedo por mis padres, puesto que ellos suponÃan lo que me iban a
hacer
> > durante aquellos cinco dÃas... y en aquel momento me mareé, creo
que a
> > causa de lo fuerte que era la situación.
> > Me dijeron que me llevaban a mi habitación para comenzar con el
registro.
> > Una vez allÃ, desmontaron todos los armarios, sacaron toda la ropa,
> > movieron los libros de su sitio… mientras tanto, iban cogiendo las
cosas
> > que ellos creÃan que eran importantes: cartas de presos y presas,
cuadernos
> > de estudio, fotografÃas de amigos y familiares, mapas, agenda de
teléfonos…
> > Estaban unos seis guardias civiles haciendo el registro, los demás
estaban
> > con mis padres en la puerta y también habÃa más en las escaleras
del
> > edificio. Dejaron mi habitación patas arriba, todo fuera de su
sitio.
> > Cuando acabaron, entraron en la habitación de mi hermano mayor, que
se
> > encuentra en prisión, y la miraron por encima. Yo les dije que no
tenÃan
> > derecho a registrar su habitación porque era la habitación de mi
hermano
y
> > que allà solo habÃa cosas suyas, que no era un habitáculo común del
> > domicilio. No se llevaron nada de allÃ. Después me llevaron al
salón.
> > Mientras lo registraban todo, se me hacÃa imposible controlar lo
que
cogÃan
> > puesto que estaban los seis agentes por todas partes registrando y
moviendo
> > todo a la vez.
> > Me encontraba nerviosa, pero a la vez estaba tranquila, estaba
> > completamente aterrorizada porque me impresionaba mucho ver a todos
> > aquellos agentes de la Guardia Civil encapuchados y armados, en la
casa
de
> > mis padres. De vez en cuando les miraba a mis padres, igual era
para que
me
> > viesen tranquila y a la vez para comprobar que el trato hacia ellos
era
> > correcto.
> > Cuando acabaron en la sala, me llevaron a la habitación de mis
padres,
les
> > dije lo mismo que cuando me habÃan llevado al cuarto de mi hermano,
pero
me
> > di cuenta que cuando entraron en casa me habÃan visto salir de
allÃ.
> > Registraron toda la habitación, todos los rincones y todos los
armarios,
y
> > se llevaron algunos papeles.
> > Mientras estaban registrando el domicilio sufrà un pequeño mareo, y
la
> > mujer guardia civil que he comentado me llevó a la cocina para que
tomase
> > un poco de azúcar. Cuando me encontré mejor, me llevaron a mi
habitación.
> > Me obligaron a vestirme y a coger algo de ropa en una bolsa
(bragas,
> > camiseta, pantalones y unos támpax). Estaba muy nerviosa y no sabÃa
muy
> > bien qué coger, no querÃa salir de casa, no querÃa quedarme sola
con
ellos…
> >
> > Me llevaron a la puerta y me colocaron unas esposas de metal a la
espalda.
> > Mientras me decÃan que estuviese tranquila, me bajaron por las
escaleras.
> > Antes de llegar al portal me ordenaron bajar la cabeza y mientras
me
decÃan
> > que ni se me ocurriese mirar, me dejaron en manos de otros dos
hombres.
Me
> > agarraron de los brazos, me dijeron “ahora calladita� y me sacaron
del
> > portal y me metieron en un coche oscuro. OÃ los gritos de mi madre
dándome
> > ánimos, estaba aterrorizada, me encontraba en sus manos y no podÃa
hacer
> > nada para salir de aquella situación. No podÃa creer que fuese
cierto,
> > aquello tenÃa que ser una pesadilla…
> > En el coche iba en medio de dos hombres, llevaba la cabeza
agachada. Nada
> > más entrar en el coche, el que iba a mi derecha me quitó las
esposas y me
> > esposó las manos adelante. Me empezó a hablar “has caÃdo Amallita y
eso
lo
> > tienes que asimilar; a nosotros nos da igual porque sabemos todo
pero ten
> > claro que nos lo tienes que contar tú, y tienes dos formas de
hacerlo,
por
> > las buenas o por las malas y creo que esto no te lo tengo que
explicar,
> > no?!! Asà que ahora piénsatelo porque te voy a dar la oportunidad
de que
> > empieces a hablar ahora, si no, me quedo dormido todo el viaje y
cuando
> > lleguemos ya estaré descansado y entonces como no hayas dicho nada
te
vas a
> > cagar…�. Estaba temblando y me mareé, le pedà azúcar porque ya
sabÃa que
la
> > mujer que habÃa estado en casa le habÃa dado un par de sobres.
Empezaron
a
> > reÃrse los cuatro agentes que iban en el coche y uno de ellos me
enseñó
el
> > paquetito de azúcar y me dijo que habÃa abierto la ventanilla y que
lo
> > habÃa tirado.
> > Una y otra vez me repetÃan lo mismo, que empezase a hablar o que si
no él
> > mismo tomarÃa la decisión de empezar a golpearme, que iba a
permanecer
> > durante cinco dÃas en sus manos y que aquello no tenÃa vuelta
atrás…
Estaba
> > perdida, no sabÃa qué era lo que ellos querÃan oÃr y decidÃ
permanecer en
> > silencio, porque suponÃa que me iban a golpear lo mismo tomase la
decisión
> > que tomase.
> > Les decÃa que yo no sabÃa nada y ellos me decÃan que de aquella
forma
> > empezaba mal, siempre que se dirigÃa a mà me llamaba Amallita, como
lo
hace
> > la gente cercana a mÃ. Aquello me dolÃa, porque me hablaba con
confianza, y
> > que jugase como si fuese una persona cercana y con confianza me
dejaba
> > fuera de lugar.
> > Como el viaje fue largo y como la persona que habÃan detenido
anteriormente
> > habÃa sido trasladada a Madrid, pensé que a mi me llevarÃan también
allÃ. Y
> > asà fue. Estaba convencida que estábamos en Madrid cuando se paró
el
coche
> > por segunda vez. Anteriormente se habÃan parado en una gasolinera,
lo sé
> > por el olor que allà habÃa.
> > Nada más llegar a las dependencias de la Guardia Civil en Madrid, y
antes
> > de bajarme del coche, me cubrieron los ojos con un antifaz. El que
durante
> > el trayecto me fue hablando me dijo “ya hemos llegado puta, y no
nos has
> > dicho nada�, mientras me dejaba en manos de otros guardias civiles.
Estos,
> > entre ellos habÃa una mujer, me llevaron aun baño que estaba
bajando unas
> > escaleras; me dijeron que me quitase la ropa y me ordenaron ponerme
bajo
> > una ducha que allà habÃa. Me mojaron entera con agua frÃa, después
me
> > devolvieron el tanga y el sujetador mientras me ordenaban que me
los
> > pusiera. Me quitaron los pendientes, las pulseras, los anillos etc.
> > De nuevo me cubrieron los ojos y me metieron en un calabozo,
entonces la
> > mujer me explicó cómo tenÃa que actuar cada vez que ellos tocasen
la
puerta
> > (al oÃr su voz me di cuenta que era la misma mujer que habÃa estado
en
casa
> > durante mi detención y el registro): tenÃa que permanecer en la
pared
> > opuesta a la puerta, dando en todo momento la espalda a la puerta,
con
las
> > piernas un poco flexionadas y los brazos detrás. Me dijo esto y
cerró la
> > puerta del calabozo. El calabozo tendrÃa las medidas más o menos
iguales
a
> > la celda de aquÃ, de Soto, estaba pintado de blanco, habÃa una cama
con
dos
> > sucias mantas y habÃa una luz que estaba incrustada en la pared
dentro de
> > una rejilla metálica. La puerta tenÃa una ventana pequeña que ellos
abrÃan
> > y cerraban constantemente. Por decirlo de alguna manera, me
encontraba
> > tranquila, aterrorizada por lo que pasarÃa durante los siguientes
dÃas,
> > pero tranquila. En la cabeza me rondaba el momento de la detención,
la
> > preocupación por cómo se encontrarÃan mis padres…
> > Al cabo de unos diez minutos de que me hubieran metido en el
calabozo,
> > golpearon en dos ocasiones en la puerta, e hice lo que ellos me
habÃan
> > ordenado; me puse de espalda a la puerta contra la pared, me
temblaba
todo
> > el cuerpo del miedo que tenÃa. Nada más se abrió la puerta oÃa la
voz del
> > guardia civil que habÃa ido en el coche hasta Madrid, diciéndole a
otro,
al
> > que llamó Garmendia, que hiciese lo que tenÃa que hacer. Se tiró
sobre
mÃ,
> > me echó a la cama y me agarro muy fuerte de los brazos. Empecé a
gritar
que
> > me dejase y ellos me gritaban “¡cállate puta!�. Entonces les vi,
estaban
> > encapuchados y el que habÃa ido en el coche tenÃa bajados los
pantalones
y
> > los calzoncillos, y venÃa hacia mà mientras me decÃa entre risas
“nos
vamos
> > a follar a la novia del jefe�. Se tiró sobre mà mientras restregaba
su
> > cuerpo contra el mÃo. Notaba su pene entre mis piernas, yo estaba
llorando
> > y forcejeaba para quitármelo de encima mientras ellos me gritaban
que me
> > iban a violar. La puerta del calabozo estaba abierta y allà habÃa
no sé
> > cuantos guardias civiles más que gritaban, entre carcajadas, que
ellos
> > serÃan los siguientes. Yo les gritaba, estaba llorando, pero les
daba
> > igual. El que estaba sobre mÃ, me sobaba todo el cuerpo con sus
manos y
> > cada vez se apretaba con mas fuerza contra mi entrepierna mientras
me
> > gritaba “¡Qué te dice tu pareja mientras te folla, gora ETA? Seguro
que
> > estás poniendo cachonda, puta, te vamos a follar todos y le vas a
dar
asco
> > porque nos lo vamos a pasar muy bien contigo…!�. Los que estaban en
la
> > puerta estaban pidiendo su turno y entre risas me decÃan “te va a
follar
> > hasta la tÃa que está aquà con nosotrosâ€?. Siguieron durante
bastante
tiempo
> > asÃ, yo me encontraba completamente perdida, porque aquello solo
era el
> > principio y tenÃan cinco dÃas para tener aquella actitud conmigo.
Estaba
> > completamente aterrorizada, estaba sola en sus manos…
> > Cuando se fueron tenÃa todo el cuerpo completamente dolorido, me
sentÃa
ya
> > sin fuerzas y estaba llorando sin parar, estaba completamente
mojada y
> > tirada en una esquina tapada con una manta.
> > No sé el tiempo que transcurrió hasta que de nuevo golpearon la
puerta
del
> > calabozo; estaba temblando, completamente aterrorizada, no tenÃa ni
fuerzas
> > para levantarme y empezaron a gritarme “¡Levántate zorra que ahora
es la
> > buena, ponte en tu posición!�. Cuando hice lo que me ordenaron se
abrió
la
> > puerta y, entre risas, me cubrieron los ojos. Me sacaron del
calabozo,
> > esposada y con la cabeza agachada. Bajamos unas escaleras, subimos
más
> > escaleras, dimos vueltas hacia un lado, al otro y me metieron en
una
> > habitación, poniéndome en una esquina contra la pared. Me empezó a
hablar
> > un hombre cuya voz no habÃa oÃdo hasta aquel momento. Me dijo que
ya
sabÃa
> > que hasta aquel momento no habÃa dicho nada interesante y que a
partir de
> > aquel momento comenzaba el infierno para mÃ; que tenÃa dos opciones
y que
> > al parecer habÃa aceptado la más dura, que todo lo que me harÃan a
partir
> > de aquel momento serÃa culpa mÃa… mientras me preguntaba si querÃa
cambiar
> > de idea. Yo no podÃa dejar de llorar, estaba temblando y le dije
que no
> > sabÃa nada, que no sabÃa porqué motivo me habÃan detenido. Entonces
aquel
> > hombre me dijo “tú has elegido� y diciéndome que se iba y me dejaba
en
> > manos de sus hombres, que a ver si cuando volviese tendrÃa valor
para
> > seguir diciendo lo mismo. Acto seguido otro me agarró del brazo y
me
> > sacándome de allà me llevó a otra habitación. Esta habitación era
toda de
> > baldosas. Cuando me metieron allà me quitaron el antifaz y pude ver
que
> > habÃa cinco hombres, todos encapuchados. La luz que habÃa era
blanca y me
> > producÃa dolor. Me sentaron en una silla y me enseñaron un paquete
de
> > bolsas de basura, mientras me preguntaban si sabÃa para qué eran.
Les
dije
> > que sÃ, y me obligaron a explicarles para qué las utilizaban.
Estaban
venga
> > reÃrse hasta que uno de ellos golpeó la silla con la mano. Me
dijeron que
> > habÃa perdido toda oportunidad y que de allà en adelante conocerÃa
lo que
> > ellos llaman tortura. Me gritaban los nombres de amigos y conocidos
y
> > querÃan que les dijese de qué les conocÃa y en qué trabajaban. Les
decÃa
> > que a muchos les conocÃa pero que no tenÃan ninguna relación con la
> > organización, por lo menos que yo supiera; en aquellos momentos me
gritaban
> > y me insultaban puta, zorra, mentirosa, y me colocaban una bolsa
por la
> > cabeza mientras me la apretaban por detrás. Al principio sentÃa
calor,
> > tenÃa la cara empapada en sudor, intentaba moverme cuando la bolsa
me
> > tapaba la boca, no podÃa respirar y comenzaba a marearme; conseguÃa
romper
> > la bolsa con los dientes, y en aquellos momentos, cuando empezaba a
> > respirar de nuevo, me golpeaban en los oÃdos sopapos con la mano
abierta.
> > La cabeza me daba vueltas, casi no les oÃa, me encontraba
completamente
> > perdida, pero de nuevo me gritaban nombres y como mis respuestas
eran las
> > mismas me ponÃan otra bolsa nueva por la cabeza.
> > No sé cuántas veces me la hicieron durante esta primera sesión de
tortura.
> > En una ocasión me caà con la silla y todo al suelo medio mareada y
entre
> > carcajadas me decÃan “levántate puta, ¿Eso es lo que aguantas?â€?,
mientras
> > tanto pegaban patadas al respaldo de la silla… Me obligaban a beber
agua
> > continuamente, diciéndome que eran botellas que las habÃan abierto
> > expresamente para mÃ.
> > Cuando veÃan que me encontraba algo mejor comenzaban de nuevo con
el
> > interrogatorio, gritándome una y otra vez nombres y más nombres,
> > golpeándome con las manos abiertas en los oÃdos y poniéndome bolsa
tras
> > bolsa. De repente pararon, me soltaron las esposas y de nuevo me
levantaron
> > a la vez que me cubrÃan los ojos. OÃa la puerta y agarrándome de
los
brazos
> > de nuevo me llevaron al calabozo.
> > Cuando estaba en el calabozo, como sentÃa mucho frÃo, me tapaba con
una
> > manta de las que allà habÃa. Yo estaba en tanga y en sujetador. OÃa
golpes
> > contra la pared asà como golpes contra la puerta, y temblando, me
colocaba
> > en la posición que me habÃan ordenado pensando que iban a entrar,
pero no
> > entraban y cuando de nuevo iba a sentarme, otra vez comenzaban a
golpear…
> > Estaba cansada, asustada, temiendo lo que me irÃan a hacer, tenÃa
ganas
de
> > devolver, asà que una de las veces que abrieron la ventanilla de la
puerta
> > aproveché para pedirles ir al baño. Entonces uno de ellos me
respondió “si
> > vomitas, te jodes, y como se te ocurra te lo comes�. Al cabo de
poco
tiempo
> > de nuevo golpearon la puerta, me puse en mi posición, y entró la
mujer
que
> > me dio un botellÃn de agua a la mano para que bebiese, cerrando la
puerta.
> > No sé cuanto tiempo pasó hasta que de nuevo vinieron a por mi, pero
estaban
> > constantemente golpeando la puerta, la ventanilla estaba abierta,
de
forma
> > que no podÃa tranquilizarme.
> > De nuevo me sacaron del calabozo y me llevaron a la sala de
> > interrogatorios. Allà estaba el guardia civil que habÃa ido en el
coche
> > hasta Madrid, me empezó a hablar. Estaba muy nerviosa, porque no
podÃa
> > olvidar lo que me habÃa hecho nada más llegar, su voz, su olor…
todo
> > aquello me recordaba lo que habÃa ocurrido anteriormente. Me
pusieron
> > contra una esquina dándoles la espalda, me obligaban a tener las
piernas
un
> > poco flexionadas. Notaba un gran cansancio, como me mareaba me caÃa
hacia
> > atrás, en aquellos momentos el que estaba detrás de mà me empujaba
hacia
la
> > pared. Las preguntas me las hacÃa el del coche. Me dijo que hasta
aquel
> > momento no habÃa dicho nada y que supiese que aparte de la bolsa,
tenÃan
> > otros métodos para hacerme hablar, que si decÃa lo que ellos
querÃan, no
me
> > pondrÃan una mano encima que era decisión mÃa pero que no me iba a
dar
> > ninguna otra oportunidad. Me decÃan que el anterior detenido no se
habÃa
> > comportado como yo, que habÃa hablado y que por aquella razón
estaba yo
> > allÃ, porque me habÃa vendido y que yo tenÃa que actuar de la misma
manera
> > para aguantar bien aquellos dÃas, que todo el mundo hacÃa lo mismo,
pero,
> > para que fuera la gente no se enterase, denunciaban torturas, que
solamente
> > tenÃa que declarar todo lo que ellos me dijesen, que fuese lista o
que,
si
> > no saldrÃa de allà a cuatro patas. Que llevaba mucho tiempo sin
dormir y
> > que no habÃa conseguido nada, que empezase a asumirlo todo. HacÃan
muchas
> > veces comentarios acerca de mi compañero, que si yo sabÃa que
andaba con
> > otras mientras yo estaba como una tonta esperándole… me decÃan los
nombres
> > de amigas diciéndome que habÃan mantenido relaciones sexuales con
mi
> > compañero, estaban muy pesados con este tema, querÃan hacerme daño.
En
este
> > interrogatorio solo me decÃan cosas del estilo, echando la culpa de
que
yo
> > estuviese allà a mi compañero. Estuvieron durante mucho tiempo asÃ,
yo ya
> > no me podÃa sostener en aquella postura, estaba temblando, llorando
y
> > sudando. Me decÃan que les gustaba mi cuerpo, no sé cuántos
estarÃan,
tres
> > o asÃ, me decÃan que me quedaba muy bien el tanga, que estarÃa
mejor sin
el
> > sujetador. Empecé a llorar de nuevo porque tenÃa miedo de que me
hiciesen
> > lo mismo que anteriormente me habÃan hecho, o que fuesen aún más
allá.
> > Intentaba mantener el cuerpo firme pero no me dejaban y me
obligaban a
> > seguir en la misma postura en que me habÃan obligado a permanecer.
De
nuevo
> > me llevaron al calabozo.
> > Las paredes del calabozo eran de “goteléâ€? y no sé cual serÃa la
razón,
pero
> > veÃa dibujos en ella, y éstos se movÃan. TenÃa miedo de salir de
allÃ
loca,
> > el calabozo se hacÃa grande y se empequeñecÃa, la puerta se me
acercaba y
> > se me alejaba, el suelo también se movÃa… No sabÃa (no sé) si era
mi
cabeza
> > o era porque me habÃan obligado a beber e igual me habrÃan dado
algo en
el
> > agua… me encontraba muy mal… notaba que se me iba la cabeza y si
cerraba
> > los ojos, me mareaba. De nuevo abrieron la ventanita y uno que
llevaba
una
> > capucha blanca comenzó a gritarme que no podÃa mirar hacia allà y
que si
> > volvÃa a hacerlo me iba a dar una paliza. Me dijo que iba a entrar
y me
> > coloqué en mi sitio. Pensaba que me iba a dar una paliza, y yo, no
podÃa
> > dejar de llorar. Me cubrió los ojos y me llevaron de nuevo a la
habitación
> > de baldosas blancas. Al entrar allà oà ruido de agua, era como si
> > estuviesen llenando algo, y ellos se reÃan mientras me susurraban
al
oÃdo,
> > “Amallita, Amallita�. No sé si fue a causa del terror o porqué
razón,
pero
> > en aquellos momentos me oriné encima. Algunos comenzaron a reÃrse
de mÃ,
en
> > cambio otros se enfadaron y me dijeron que tendrÃa que limpiar toda
la
> > habitación con la lengua. Se cortó el chorro de agua, me obligaron
a dar
un
> > par de pasos hacia delante y a ponerme de rodillas. Me quitaron el
antifaz.
> > Me apretaron las esposas, estaba esposada a la espalda. Ante mi
estaba la
> > bañera… me puse muy nerviosa e intentaba echarme para atrás, pero
no
habÃa
> > escapatoria, estaba rodeada. Ya sabÃa lo que me iban a hacer, uno
de
ellos
> > me gritaba nombres que iba atando con “taldes� diferentes; solo
querÃan
que
> > asumiese lo que me decÃan, que asumiese que aquella gente hacÃa lo
que
> > ellos me decÃan. Yo les repetÃa que no sabÃa nada, que era verdad
que no
lo
> > sabÃa, que solo eran amigos o gente conocida, y que lo que ellos me
estaban
> > diciendo no era verdad, o por lo menos que yo no lo sabÃa. Entonces
entre
> > dos hombres, uno agarrándome del cuerpo y el otro estirándome del
pelo,
me
> > metÃan la cabeza en la bañera muy bruscamente, de forma que me
golpeaba
el
> > pecho contra la bañera: sentÃa que me ahogaba, intentaba echarme
para
atrás
> > con las piernas, a los lados, pero no podÃa; movÃa la cabeza con
todas
mis
> > fuerzas para sacarla del agua pero era imposible mientras ellos no
querÃan.
> > Tragué demasiada agua, tanto por la boca como por la nariz, tenÃa
la
cabeza
> > mareada, estaba sin fuerzas, pero a ellos les daba igual y seguÃan
gritando
> > y diciendo nombres y más nombres, que lo asumiera, que lo asumiera.
El
> > llanto no me dejaba decir nada y me metÃan la cabeza una y otra vez
en el
> > agua. Ya no esperaban ninguna respuesta puesto que no daban opción
a
> > responder entre una y otra vez, solo me daban tiempo a que
respirase un
> > momento. No podÃa más, en aquellos momentos pensaba que no iba a
salir
viva
> > de allÃ, que no podÃa hacer nada, y dejé mi cuerpo como si se
tratase de
> > una marioneta. No hacÃa fuerza en contra de lo que me estaban
haciendo,
> > solo querÃa que aquello se acabase, si su objetivo era matarme, que
lo
> > hiciesen cuanto antes… Pero controlaban muy bien lo que hacÃan
porque me
> > dejaban el tiempo justo para que pudiese respirar, no querÃan tener
ningún
> > susto, y aquello, en aquellos momentos, me tranquilizaba. Para
salir de
> > allÃ, asumà lo que ellos quisieron, les dije que sÃ, que lo iba a
asumir, y
> > me llevaron al calabozo. No tenÃa fuerzas ni para andar, estaba
reventada y
> > me llevaron a rastras. Me dejaron bastante tiempo allÃ, envuelta en
una
> > manta porque tenÃa frÃo y estaba mojada. Me quedé encima de la
cama, en
una
> > esquina, llorando.
> > De repente golpearon de nuevo la puerta y me puse en mi posición,
nerviosa.
> > Pero ellos estaban tranquilos, me taparon los ojos y me dijeron que
me
iban
> > a llevar a la sala de interrogatorios, para que me tranquilizase.
Cuando
> > llegamos a la sala aquella, me pusieron contra la pared, en una
esquina,
> > con las manos sin esposar (estaba casi todo el tiempo esposada).
Entonces
> > oà la voz del guardia civil del coche, estaba tranquilo y me dio
opción a
> > sentarme, pero me negué porque no querÃa que pensase que le daba
algo de
> > confianza, porque no querÃa que pensasen que hacÃa “diferenciasâ€?
entre
> > ellos. Me decÃa que era muy lista, un poco cabezota, pero que al
final,
> > aunque fuese entre golpes, aprenderÃa a tener buena actitud, que
sus
> > hombres le habÃan dicho que tenÃa noticias buenas para él y que
aquello
> > significaba que iba a asumirlo todo, que empezase a hablar. Me
quedé
> > callada, estaba temblando. Entonces me dijo que me iba a decir qué
era lo
> > que tenÃa que repetir arriba, y que si no aparecÃan en la
declaración las
> > cosas tal y como me las habÃa dicho, ya sabÃa lo que me esperarÃa a
la
> > vuelta mientras me decÃa que lo aprendiese bien. Después,
comenzaron a
> > leerme las preguntas que me iban a hacer en la declaración y lo que
yo
> > tenÃa que contestar. Asà estuvieron durante mucho tiempo hasta que
aprendÃ
> > de memoria las respuestas.
> > Me dieron los pantalones y el jersey para que me los pusiera, y una
toalla
> > para que me secara la cabeza. Me dijeron que en la declaración
también
iban
> > a estar ellos oyendo, y que si no les gustaban mis respuestas, ya
sabÃa
la
> > que me esperaba. También me dijeron que iba a estar con el forense
pero
que
> > no le podÃa decir nada de las torturas, que si no, si que sufrirÃa
torturas
> > y mucho más duras. De nuevo me cubrieron los ojos y me
llevaron “arriba�, a
> > una sala pequeña. Allà habÃa tres personas; una estaba delante del
> > ordenador escribiendo, otro me hacÃa las preguntas y detrás estaba
la
> > persona que cumplÃa el papel del abogado de oficio. Nada más
entrar, uno
me
> > leyó mis derechos, me dijo que la persona que estaba sentada detrás
de mÃ
> > era el abogado de oficio y que no podÃa ni mirarle ni hablar con
él. Me
di
> > la vuelta y vi que era una mujer sentada en una esquina de la sala.
Vi
que
> > detrás habÃa un espejo y nada mas mirar, oà dos golpes desde la
parte de
> > atrás del espejo. TenÃa claro que mis torturadores se encontraban
detrás
> > del espejo oyendo mi declaración. El que me leyó los derechos tenÃa
unos
> > folios entre sus manos en los que aparecÃan las preguntas y las
respuestas.
> > Estaba completamente aterrorizada, tenÃa mucho miedo de que si no
decÃa
lo
> > que me habÃan dicho me volviesen a torturar. Ya sabÃa que aunque
dijese
lo
> > que ellos me habÃan ordenado decir, no me dejarÃan en paz, pero
pudo el
> > miedo, e intenté contestar a las preguntas. Estaba muy nerviosa, y
no
> > querÃa denunciar a mis amigos y conocidos, siendo además todo
aquello
> > mentira. Me trababa al contestar en casi todas las preguntas, no
podÃa
> > soportar el pensar que aquella gente serÃa torturada como lo estaba
siendo
> > yo, y empezaba a llorar. En aquellos momentos de nuevo oÃa los
golpes del
> > otro lado del espejo. Los dos hombres que estaban en la sala hacÃan
como
> > que no oÃan los golpes, y me ofrecÃan agua y tabaco, pero yo no los
cogÃa.
> > Cuando acabaron con las preguntas imprimieron la declaración y me
la
dieron
> > para que la leyese y firmase. En aquella declaración aparecÃa todo,
incluso
> > cosas que se me habÃan olvidado decir. Entonces me di cuenta que
tenÃan
la
> > declaración preparada desde antes, porque allà estaba lo que ellos
querÃan
> > que dijese, porque aparecÃan cosas que no las habÃa dicho en
aquellos
> > momentos. Firmé la declaración.
> > Me dijeron que me levantase y me cubrieron de nuevo los ojos
mientras me
> > decÃan que me llevaban donde el forense. De allà me llevaron a otra
> > habitación, donde nada más entrar me quitaron el antifaz. Esta
habitación
> > era muy pequeña, en la pared habÃa un botiquÃn de la cruz roja y
también
> > habÃa una mesa. Allà habÃa un hombre, me enseñó el carné un
momento, y yo
> > le notaba como con desconfianza. Lo primero que me preguntó fue si
habÃa
> > sufrido malos tratos, y yo entre sollozos le contesté que no, me
preguntó
> > si estaba con el periodo, si me dolÃa el cuerpo y yo le dije que me
mirase
> > los ojos, porque tenÃa hinchado y rojo el ojo izquierdo. Me echó un
vistazo
> > y me dijo que aquello no era nada, que seguramente se me habrÃa
infectado
> > al hacerme la bañera y me preguntó si querÃa un colirio. No me lo
podÃa
> > creer, me preguntó si habÃa sufrido malos tratos y luego él me dijo
lo de
> > la bañera... no quise el colirio, querÃa seguir teniendo el ojo
rojo
cuando
> > me pusiesen a disposición judicial. Me tomó la tensión porque los
guardias
> > civiles le habÃan dicho que tenÃa bajadas de azúcar. Me preguntó
qué dÃa
> > era, donde estábamos, le contesté que no lo sabÃa; aparte de
comentarme
lo
> > del agua, a la pregunta de si me habÃan dado de comer y de beber
también
le
> > respondà que no. Nada más acabar, un guardia civil me cubrió de
nuevo los
> > ojos con el antifaz y mientras me llevaba al calabozo me dijo que
habÃa
> > hecho muy bien tanto la declaración policial, como la visita del
forense.
> > De nuevo me llevaron al calabozo. Me dijeron que aprovechase para
dormir
> > algo, pero en pocos minutos volvieron a golpear la puerta. Me puse
en mi
> > sitio y entraron dos agentes encapuchados. Me dijeron que me
acercase a
> > donde habÃa luz, que me iban a echar colirio al ojo, mientras me
enseñaban
> > un frasco grande. Les dije que no querÃa que me echasen nada al
ojo, pero
> > uno de ellos me contestó que le daba igual lo que yo quisiera, que
de
todas
> > formas me lo iban a echar, que decidiese si serÃa por las buenas o
por
las
> > malas. No sé qué era aquel lÃquido, pero me echaron un chorro en
cada
ojo,
> > y se fueron. Estuve durante bastante tiempo en el calabozo,
mientras
ellos
> > encendÃan y apagaban la luz y golpeaban la puerta. No me podÃa
tranquilizar
> > y me daban pequeños mareos. Pero no querÃa que entrasen de nuevo y
> > permanecà sentada en el suelo con la cabeza entre las piernas,
hasta que
de
> > nuevo vinieron en mi busca.
> > Y otra vez me sacaron del calabozo con los ojos tapados y me
llevaron a
la
> > sala de interrogatorios. Me pusieron en el sitio de siempre y uno
de
ellos
> > comenzó a hablarme. Me dijo que en la declaración policial me habÃa
portado
> > bien, pero que como en otra ocasión se me ocurriese mirarle al
abogado de
> > oficio, sabrÃa lo que me acarrearÃa el no hacerles caso. Aunque al
> > principio me hablaba con un tono tranquilo, iba poniéndose más
nervioso
> > cada vez. Me dijo que me iban a enseñar unas fotografÃas y que les
tenÃa
> > que dar los nombres y apellidos de la gente que en ellas aparecÃan,
asÃ
> > como las direcciones de sus puestos de trabajo y de sus domicilios,
y que
> > como se iba a prolongar en el tiempo, me obligaron a sentarme en
una
silla.
> > TenÃa los brazos atados al respaldo de la silla, y los tobillos me
los
> > sujetaron a las patas de la silla con una especie de esposas de
cuerda.
En
> > aquella posición, me sentÃa aún más débil porque no tenÃa ninguna
> > oportunidad de moverme, y aquello me asustó. Uno de ellos me quitó
el
> > antifaz, estaba contra la pared, en aquel momento uno que estaba
> > encapuchado me puso delante un folio donde habÃa una fotografÃa, no
sé
> > cuántas fotografÃas me enseñaron… pero cuando les respondÃa algo
que no
les
> > gustaba me amenazaban con la bolsa y la bañera, y en ocasiones me
golpeaban
> > en los oÃdos con las manos abiertas, dejándome medio mareada. Casi
toda
la
> > gente que aparecÃa en las fotografÃas les dije que era gente que
conocÃa
> > del bar, pero que no sabÃa ni por donde andaban ni donde vivÃan. De
esta
> > forma, enseñándome fotografÃas y más fotografÃas, estuvieron hasta
que se
> > cansaron, y en aquel momento el que hacÃa el papel de jefe empezó a
> > gritarme “¡Puta zorra, si no has aprendido nada estos dÃas lo vas a
> > aprender!� y cosas del estilo. Me dijo que en aquel momento le daba
igual
> > pegarme dos tiros, y me puso de nuevo el antifaz. Me preguntó si lo
que
les
> > habÃa dicho sobre la gente que aparecÃa en las fotografÃas era
verdad y
si
> > les habÃa dicho todo lo que sabÃa. Le respondà que sÃ, que no sabÃa
nada
> > más sobre ellos. Estaba completamente aterrorizada, llorando… me
gritó
que
> > no llorase que él lo sabÃa todo y que aún no le habÃa dicho ni la
mitad,
y
> > que serÃa mucho peor para mà si lo decÃa él en vez de ser yo quien
lo
> > dijese. Que el juego se habÃa acabado. Me levantó un poco el
antifaz, me
> > enseño una pistola, era de metal. Yo intenté revolverme, estaba
> > aterrorizada pensando que me iban a pegar dos tiros… Entre risas me
> > preguntaron si la querÃa coger con las manos, a ver si tenÃa
“cojones�
como
> > mi hermano y mi compañero para dispararles; yo les decÃa que no,
entre
> > sollozos, temblando y ellos entre risas me decÃan cosas del estilo
de “puta
> > traidora�. Entonces sentà el metal entre mis piernas y un guardia
civil
me
> > susurró que no me moviese, yo lloraba, y empecé a gritar como una
loca,
> > mientras hacÃa fuerzas por juntar mis piernas, pero no podÃa porque
tenÃa
> > atados los tobillos a las patas de la silla… Me puso la pistola
entre las
> > piernas y con su mano me apartó el tanga, yo le gritaba que me
dejase en
> > paz, pero él comenzó a golpearme en los oÃdos con las manos
abiertas a la
> > vez que me gritaba que estuviese quieta o que se le iba a escapar
un tiro
> > porque la pistola estaba cargada. OÃa las carcajadas de los demás
diciendo
> > cosas del estilo de “zorra, guarra, puta, si te va a gustar…�. Me
introdujo
> > el cañón de la pistola en la vagina mientras me gritaba al oÃdo una
y
otra
> > vez “Que te dice (por mi pareja) cuando te folla? Gora ETA?!!� no
podÃa
> > parar de llorar y ya no tenÃa fuerzas para gritar. Empezó a
introducirme
y
> > a sacarme la pistola de forma más violenta, lo que me provocaba
dolor,
> > mientras el que me estaba violando me susurraba “si te gusta puta�,
“no
vas
> > a tener un hijo de puta porque te voy a pegar dos tiros�; su olor
se me
> > metÃa hasta dentro, me daba asco, no sé si alguna vez se me irá ese
olor
de
> > la cabeza… Todos estaban riéndose, uno me sujetaba por el cuello
mientras
> > el otro una y otra vez me metÃa y me sacaba el cañón de la pistola
en la
> > vagina y me sobaba el pecho de forma muy brusca, apretándome el
pecho con
> > las manos. Notaba dentro de mà el frÃo del metal, ellos me repetÃan
que
la
> > pistola estaba cargada y que si disparaban serÃa mi culpa… No sé
durante
> > cuanto tiempo se prolongó la violación, pero me quedé muda, estaba
como
> > perdida; en aquella habitación estaban violando mi cuerpo pero por
un
> > momento yo conseguà huir de allÃ, entre sollozos, pero conseguÃ
huir de
> > allÃ; me acordaba de la gente de mi entorno, estaba con ellos y con
ellas,
> > estaba protegida… De repente sacó muy bruscamente el cañón de la
pistola
de
> > dentro de mÃ, mientras les decÃa a los demás “mirar si se ha
corrido la
> > puta esta�, “habrá que repetir que a la guarra le ha gustado…�.
Volvà a
la
> > realidad, me encontraba completamente dolida… De nuevo me enseñaron
las
> > fotografÃas, de una en una y me decÃan respecto de cada persona lo
que yo
> > les habÃa dicho (el pueblo del que eran…) más lo que ellos les
querÃan
> > imputar; me decÃan que tenÃa que aprenderlo todo de memoria para
repetirlo
> > todo, cuando me subiesen a declarar… Lo repitieron en muchas
ocasiones,
yo
> > tenÃa que repetirlo todo una y otra vez, y si me confundÃa en algo,
de
> > nuevo empezaban a golpearme en los oÃdos con las manos abiertas y a
> > amenazarme diciéndome que iban a violarme de nuevo.
> > Me llevaron otra vez al calabozo. Me echaron aquel “suero� en los
ojos y
me
> > dejaron allà un rato hasta que de nuevo golpearon la puerta; me
coloqué
en
> > mi lugar y me dieron los pantalones y el jersey para llevarme a
realizar
la
> > declaración policial.
> > Estaba en la misma habitación que antes, con los mismos agentes,
pero en
> > esta ocasión el “abogado� era un hombre (no le vi pero oà su voz).
En
esta
> > ocasión me enseñaban fotografÃas, en cada folio habÃa seis o siete
fotos, y
> > tenÃa que firmar sobre las fotografÃas que conocÃa, y decir de qué
les
> > conocÃa. Estaba muy nerviosa no recordaba la mayorÃa de los datos,
cada
vez
> > que me trababa oÃa los golpes desde el otro lado del espejo, como
en la
> > declaración anterior, para presionarme. Asà estuve hasta que
repasamos
> > todas las fotografÃas; cuando acabamos, me dijeron que me iban a
hacer la
> > prueba del ADN, a ver si les daba permiso. Como estaba aterrorizada
y no
> > tenÃa ya fuerzas para negarme, dije que sÃ. Me hicieron eso que se
llama
> > frotis, metiéndome en la boca un par de bastoncillos de esos para
limpiarse
> > los oÃdos. Para sacarme de allà me taparon de nuevo los ojos, y me
llevaron
> > al forense, que me hizo las mismas preguntas que me habÃa
anteriormente,
si
> > estaba con el periodo, si habÃa sufrido malos tratos, etc.… Pero
como
> > anteriormente, no escribió nada en su cuaderno.
> > De nuevo me sacaron de allÃ, con los ojos tapados, y me llevaron al
> > calabozo. Allà permanecà durante unas horas, dirÃa que “tranquilaâ€?,
aunque
> > golpeaban la puerta y abrÃan la ventanilla que esta tenÃa, pero no
entraban
> > en mi busca. No podÃa conciliar el sueño porque estaba aterrorizada
y
> > nerviosa, sin poder quitarme de la cabeza lo que me habÃan hecho
antes…
> > habÃan llegado incluso a violarme, no podÃa pasar nada peor, me
sentÃa
> > sucia, me daba asco el mero hecho de pensarlo, no sabÃa la razón
por la
> > cual me habÃan violado y no podÃa dejar de llorar. Cuando entraron
a
> > buscarme me dio un pequeño mareo, seguramente a causa del miedo que
tenÃa,
> > y antes de que me llevasen de nuevo a la sala de interrogatorios
les pedÃ
> > que me dejasen ir al baño. La voz de una mujer me dijo que me diese
prisa,
> > nada más entrar en el baño me quité el tanga para comprobar si me
habÃan
> > causado un desgarro o algo del estilo, porque me dolÃa mucho, pero
estaba
> > “bienâ€?… En la placa de metal que tenÃa la calefacción de agua, me
miré el
> > ojo, pero ya no lo tenÃa rojo, no tenÃa más que lágrimas que me
caÃan,
pero
> > lo tenÃa mejor que antes…
> > Me dijeron que me llevaban a la sala de interrogatorios, me
pusieron en
el
> > mismo sitio de siempre. El mismo agente me decÃa que llevaba ya dos
dÃas
> > allà y que como tenÃa que saber, mis compañeros ya habÃan tenido
tiempo
> > para huir, que ya sabÃa lo que eran capaces de hacer, que empezase
ya a
> > hablar… Les repetÃa, entre sollozos, que no sabÃa nada, y él
empezaba a
> > gritarme; me hablaban de cualquier cosa, de mi compañero, de la
familia,
> > del trabajo, de los estudios… Hasta que se cansaban y me amenazaban
con
que
> > me iban a volver a violar, también que me iban a pisar la cabeza…
> > De aquà en adelante de alguna manera todo fue algo más tranquilo;
me
> > pusieron la bolsa por la cabeza en dos ocasiones, como si de un
juego se
> > tratase, cuando no me lo esperaba y aquello me asustaba más aún… Me
> > llevaron una vez más a la habitación donde tenÃan la bañera,
> > introduciéndome la cabeza una vez más. Lo que más padecà fueron
amenazas,
> > con la violación, con la bolsa, la bañera etc. diciéndome tanto que
me lo
> > harÃan a mÃ, como que a mis familiares les harÃan lo mismo. Estaban
muy
> > pesados con mi compañero, y mientras tanto me hacÃan muchas
preguntas. Me
> > dijeron que tenÃa que hacer una nueva declaración y que en ella me
harÃan
> > preguntas solamente sobre mi compañero. Las que hicieron en un
corto
> > espacio de tiempo.
> > Me llevaron al calabozo de nuevo con los ojos tapados. Al entrar en
él
> > comencé a llorar… De repente oÃa la voz del guardia civil de
siempre,
> > diciéndome que me colocase contra la pared. Estaba temblando,
aterrorizada,
> > no me podÃa quitar de la cabeza lo que aquel tipo me habÃa hecho al
entrar
> > en el calabozo… Pensaba que me iba a hacer lo mismo. Cuando hice lo
que
me
> > ordenó, entró en el calabozo, y abriendo la puerta comenzó a
hablarme…
que
> > aprovechase para dormir, que pensase bien lo que iba a decir
delante del
> > juez y que fuese lista, porque tenÃa que saber que si no decÃa todo
lo
que
> > habÃa declarado allÃ, iba a volver a estar con él y que entonces no
saldrÃa
> > viva de allÃ. Que no le podÃa decir a nadie lo que allà habÃa
ocurrido,
por
> > un lado porque ellos lo sabrÃan, y por otro, porque si no le darÃa
asco a
> > la gente de fuera, sobre todo a mi compañero, porque, según él, ya
no
> > tendrÃa ganas de estar más conmigo. Después de decirme aquello,
cerró la
> > puerta y se fue.
> > Al poco rato la mujer guardia civil me ordenó que me pusiese contra
la
> > pared, porque me iba a dejar un bocadillo y un botellÃn de agua
sobre la
> > cama. Hice lo que me ordenó y cuando cerró la puerta, vi el
bocadillo
sobre
> > la cama; no probé ni la comida ni el agua porque tenÃa miedo de que
le
> > hubiesen puesto algo (alguna droga) y de nuevo entró a recogerlo.
> > En aquellos momentos, intentaba tranquilizarme pensando en los de
casa,
me
> > repetÃa a mi misma, que estaban a mi lado, puesto que sentÃa una
soledad
> > muy profunda… no sabÃa cuantos dÃas llevaba allà en manos de mis
> > torturadores y tenÃa miedo de que fuese mentira que me llevarÃan
pronto
> > ante el juez… De repente golpearon la puerta violentamente y me
puse
contra
> > la pared, aterrorizada, porque los golpes habÃan sido muy
violentos.
Cuando
> > oà que se abrÃa la puerta dos hombres se me tiraron encima mientras
que,
> > entre risas, me decÃan que en esta ocasión la violación iba a ser
de
> > verdad… Al principio utilicé todas mis fuerzas para liberarme de
ellos,
> > pero era imposible y uno de ellos me daba sopapos en la cara para
que
> > parase. La puerta estaba abierta y en la puerta habÃa otro mirando
hacia
> > afuera. Los que estaban dentro, uno de ellos me obligaba a
permanecer
sobre
> > la cama mientras me agarraba de los brazos y se bajaba los
pantalones; yo
> > estaba llorando, desesperada, pero me quedé completamente quieta,
porque
ya
> > no tenÃa fuerzas para hacerles frente, “Que te creÃas, ¿que ibas a
> > librarte?â€? me decÃa el que tenÃa los pantalones bajados, cuando se
me
echó
> > encima ni me movÃ, le miraba a los ojos con odio, y mientras tanto,
no
> > podÃa dejar de llorar. Restregaba su cuerpo contra el mÃo y me
decÃa
> > guarradas, pero de repente empezaron todos a reÃr, y se fueron
dejándome
en
> > una esquina de la cama, echa un nudo, mientras me decÃan que les
daba
asco.
> > Para entonces estaba ya desfasada, no podÃa aguantar más, querÃa
estar
con
> > mi familia, salir de allÃ, que acabase aquella pesadilla…
> > Cuando vinieron de nuevo a buscarme, habÃa pasado mucho tiempo,
vino la
> > mujer y me llevaron al baño, con los ojos tapados, me obligaron a
ducharme
> > y me dieron ropa limpia para que me la pusiera. Cuando acabé me
pusieron
de
> > nuevo el antifaz y me sacaron del baño y permanecimos allà durante
unos
> > minutos, quietas, hasta que vino el coche de la Guardia Civil. Me
dijeron
> > que ante el juez tenÃa que ratificar las declaraciones allÃ
realizadas,
que
> > si no ya sabÃa lo que me esperaba, y que no le dijese nada sobre
las
> > torturas si no querÃa volver allÃ… Cuando me dijo esto se fue.
Después me
> > metieron en un furgón quitándome el antifaz, me llevaban a la
Audiencia
> > Nacional, empecé a llorar, por fin estaba fuera de aquel infierno"…
> >
> > mas info: TAT (Torturaren Aurkako Taldea) y Behatokia:
www.stoptortura.com
> > www.behatokia.info |
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Comentaris
TRADUCE GUARRO¡¡¡¡¡
|
per anticatalà |
09 gen 2005
|
NO TENGO EL PROGRAMA INSTALADO EN EL ORDENADOR DE REBUZNO-ON LINE.
EUSKAL PRESOAK KAMARA DE GAS |
Re: testimonio de Bilbaina Amaia Urizar
|
per antiANTIS |
09 gen 2005
|
ahí ahí, esa argumentación inteligente y democrática :)) |
Re: testimonio de Bilbaina Amaia Urizar
|
per el otro |
09 gen 2005
|
EUSKAL PRESOAK A LA KAMARA DE GAS. |
Re: testimonio de Bilbaina Amaia Urizar
|
per Aitor |
29 oct 2005
|
La tortura terminará el dia en que los ejercitos de ocupación sean expulsados ó eliminados, en Irak, en Txetxenia, en Cataluña y en Euskadi. |
|
|