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Notícies :: criminalització i repressió |
El caso Varela por él mismo
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per Reinhard Heydrich |
24 des 2004
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"En toda lucha de ideas o de sentimientos, cuando veáis que de una parte combaten muchos y de otra pocos, sospechad que la razón está en estos últimos. Noblemente, prestad vuestro auxilio a los que son menos contra los que son más" (José Ortega y Gasset).
"¡QUE QUEDE CONSTANCIA!"
La sentencia contra Pedro Varela ha sido dictada: 5 años de prisión, 750.000 Ptas. de multa, pago de las costas del juicio y de las acusaciones privadas, y la incineración de todo el material secuestrado y los 20.900 libros (cuyo importe podrÃa ascender a los 10 millones de pesetas). Entre ellos se encuentran tÃtulos que ni siquiera se hayan en el sumario y ejemplares de la biblioteca privada del acusado, incluyendo fotografÃas y objetos personales.
Dadas las tergiversaciones, las verdades a medias y las falsedades que se difunden sobre el acusado, se hace necesario ofrecer una visión propia.
¿GENOCIDIO?
Se afirma que Varela es culpable de genocidio.
Pero no se añade que se trata de una perversión del lenguaje llena de mala fe.
Se ha creado una ley polÃticamente correcta por la que debe ser condenado todo aquel que cometa un genocidio, lo que encuentro justo, o a quien incite a que se cometa, lo que también es lÃcito.
Pero se añade bajo el mismo epÃgrafe a aquellos que duden (minimizen) o nieguen que en algún momento histórico alguien haya perpetrado un genocidio hasta ahora aceptado como cierto. Se refiere, evidentemente, al denominado "Holocausto" de judÃos en Europa durante la II Guerra Mundial. Puesto que ningún otro "Holocausto" será denunciado (los 60 millones de cristianos vÃctimas del Gulag soviético os saludan, los millones de alemanes vÃctimas del fuego y la persecución de postguerra claman por un recuerdo y los holocaustos de Dresde, Hamburgo, Hiroshima y Nagasaki están ahÃ, por no hablar del exterminio masivo de los indios de las praderas por los liberales norteamericanos), ni ningún comunista español será perseguido por lo que pudiera haber hecho Stalin en Siberia hace unas décadas.
Existen historiadores de la escuela denominada revisionista que dudan seriamente y con argumentos más que sólidos de las cifras y el volúmen de la persecución contra los judÃos. No niegan los campos de concentración, como se ha dicho en la prensa. Tampoco niegan la persecución de los judÃos, como afirma la misma sentencia contra Varela. Pero sà niegan que se llegara a la cifra mÃtica de 6 millones a la que nos parece querer obligar la sentencia dictada. Pero es que incluso la historiografÃa oficial no revisionista ha dejado de aceptar hace tiempo esa cifra como válida, barajándose las más variadas, pero que en cualquier caso reducen el número de vÃctimas sustancialmente. Algunos libros de estos autores son los que ofrecÃa la LibrerÃa Europa, como el reciente de Roger Garaudy, "Los mitos fundadores de la polÃtica israelÃ" ¿Habrá que calificar a Pedro Varela de genocida por ofrecer esos libros a la curiosidad del lector o el investigador?. He ahà su único crimen. Y he ahà el verdadero motivo de la intervención policial y el vapuleo mediático y el deseo de quemar 21.000 libros.
Ha habido voces inteligentes y libres que han detectado la falsificación del lenguaje y jurÃdica. El dÃa de la sentencia, lunes 16 de noviembre de 1998, en un programa de la cadena de radio COPE en el que participa Federico Jiménez Losantos ("La Linterna" y participaron A. Delgado Gal, A. Recarte y José MarÃa Marco, se arremetió con dureza contra la sentencia.
Se vino a decir que el juez como mÃnimo se equivocaba. "Ahora resulta que los jueces dictaminan en función de una verdad revelada". "¿Quién es este juez para prohibirle a alguien leer libros?".
Se estimó que era una sentencia peligrosÃsima por establecer un régimen dictatorial que impide la pluralidad.
Uno de los contertulios dijo que un juez al que le cayesen mal los comunistas podrÃa decir que éstos mataron 100 millones de personas y, por lo tanto, todas las librerÃas comunistas habrÃan de ser cerradas.
Se preguntaron también que quién es el autorizado para decir cuándo una ideologÃa es criminal y cuándo no lo es.
Asimismo se dijo que lo que debe perseguirse es el delito, no el pensamiento, aunque no nos guste.
También dijeron que cómo iba a poder saber un ciudadano lo malos que eran los nazis si no se le permite ir a una librerÃa y comprar sus escritos. En cualquier caso, continuaban, ¿a quién tenemos que dar explicaciones y de qué?, refiriéndose al afán fiscalizador de la historia y de los españoles de la asociación hebrea ATID y sus adláteres.
Se dijo también que era penoso y triste cómo se iba poco a poco haciendo que todo el mundo pensara de la misma forma, penando con la cárcel la heterodoxia. "Mucha gente ya no se atreve ni a decir lo que piensa". Añadieron que no es cierto que la venta de libros de LibrerÃa Europa haya producido un peligro inmediato - como pretende el juez Santiago Vidal - que nunca se ha producido (la librerÃa existe hace años). Los libros no eran clandestinos y la gente los compraba porque querÃa. Una cosa aceptable es el combate ideológico y otra nada aceptable la persecución penal de quienes en un momento dado nos parece enemigo. Después de equiparar esta sentencia a un cierto complejo de inferioridad se habló de miedo a la libertad. Siempre se ha dicho en el pasado que el contenido de los libros era peligroso para alguien y otros los leÃan en su nombre. Este juez hace lo mismo . "¡Ahora nos dirán la historia que se puede investigar!"
Por último, los contertulios hicieron votos para que en la apelación se corrija esta locura y se absuelva a Varela.
Los intelectuales allà reunidos criticaron igualmente la condena, añadiendo que si alguien defendÃa que la luna era cuadrada, tenÃa todo el derecho a afirmarlo, por mucho que esa opinión contrarÃe las generalmente aceptadas. Otra cosa serÃa que se incite a robar bancos o asaltar a los transeúntes y a cometer asesinatos, cosas que evidentemente el Sr. Varela no hace.
Parecida fue la posición que defendió Alfonso Rojo en la emisión del programa de Luis del Olmo ("Protagonistas" del 17.11.98) en Onda Cero, a quien se sumarÃa José Onet, afirmando que "¡Es un disparate ; mañana habrá que quemar "El Poema del MÃo Cid" y "El Quijote", mete en prisión al 80% de los libreros porque venden libros del Marques de Sade y los autores de La sonrisa vertical..." Respondiendo a otros contertulios, Rojo afirmó que "No se pueden penalizar las ideas", "No se puede penar el hecho de vender libros". Se confirmó que el "Mi Lucha" es un libro traducido al hebreo ( y a todos lo idiomas del planeta) y que se vende incluso en Israel. Al inquirirle que se condenaba a Varela por difundir el Nacionalsocialismo, Oneto apuntó que "Eso es Inquisición". "Las ideas no delinquen", insistió Rojo. Juan Moreno, a pesar de no estar de acuerdo con Rojo, dudó de la fundamentación jurÃdica de la sentencia, afirmando que en la LibrerÃa Europa nadie obliga a comprar libros al publico, que los compraba voluntariamente. Ante la insistencia de Luis del Olmo contra Varela, Rojo les acusó de "inquisidores", añadiendo "estáis como cabras" y "por vender libros no puede ir a la cárcel nadie" después de solicitar "una camisa de fuerza para el juez" (El Periódico, 18.11.98). Por su parte, un fanático como Marius Carol demostró su incultura al afirmar, refiriéndose a Varela, que "¡no se puede decir que Anna Frank murió de tifus !", justificando con ello la sentencia. Sin embargo esta niña murió de tifus, lo que el señor Marius Carol sabrÃa leyendo las páginas introductoras al famoso diario y no sólo los titulares de los periódicos. Ahora resulta que los jueces y los malos periodistas van a determinar lo que es la historia.
En ese mismo sentido se expresaban sendos artÃculos de Jiménez Losantos y Jaime Campmany en los diarios El Mundo y ABC del 18.11.98 respectivamente.
Campmany afirma con razón que "... las ideas sólo se pueden y deben combatir con otras ideas. No vale tipificar las ideas como delitos, porque las ideas no delinquen. Ni delinquen aquellos que las exponen, predican o defienden, siempre que lo hagan sin abandonar el terreno de las ideas para pasar al campo de la acción. El pensamiento es libre y no cabe en los códigos. Los códigos penales tipifican conductas, y no deben tipificar creencias, doctrinas, teorÃas, ideas". Añadiendo que "a mi me parece que meter en la cárcel a un librero, a un editor, a un pensador o a un predicador, es igual que quemar a un hereje. ¿Quién será capaz de dictar sentencia sobre las ideas : el Tribunal que condenó a Savonarola, el inquisidor que encarceló a Fray Luis de León, los que intentaban detener el movimiento de la Tierra sellando la boca de Galileo Galilei, los jueces que condenaron a Jesús a morir en la Cruz ? Continua, refiriéndose a la decisión del juez Santiago Vidal de quemar los 21.000 libros de Varela, que ahora que "el Ãndice se ha convertido en un anacronismo histórico, vamos a poner a la justicia de nuestra democracia a hacer "donosos escrutinios" como el del cura y el barbero en la biblioteca de Don Quijote. Hay hombres catones que pretenden arreglarlo todo quemando libros".
El valiente artÃculo de Jaime Campmany finaliza afirmando que "Cuando la democracia encarcela, destierra o amordaza a los que predican la dictadura y el despotismo, se convierte ella misma en un despotismo. Más o menos ilustrado, pero despotismo". Dedicando una coletilla al juez que condena a Pedro Varela, Santiago Vidal : "En la democracia española... de vez en cuando aparece algún energúmeno, legislador, gobernante o juez, queriendo repartir mordazas como si fueran preservativos. Póntela, pónsela".
Ya con anterioridad a la celebración del juicio, se alzaron voces desde posiciones claramente democráticas, como por ejemplo el historiador antinazi Xavier Casals (El Temps y Avui del 15.10.98) que cuestionaban la eficacia de una condena a Varela y argumentaban que la libertad de expresión está para todos, incluso para aquellos que piensan que el holocausto no existió y que en los campos de exterminio no se asesinó a millones de judÃos.
El periodista Xavier Rius-Sant (El PaÃs, 18.11.98), quien por cierto se felicita de que Varela ingrese en prisión, porque, según él, en los libros que vendÃa "se llama al exterminio de los seres humanos", lo que es absolutamente falso, temÃa que Varela se convirtiera en un mártir venerado por los nacionalsocialistas de medio mundo, dudando que "rectificara sus opiniones sobre Anna Frank o la existencia de las cámaras de gas". "Al menos ahora, - continuaba el irónico "especialista en derechos humanos" -, Varela, aunque piense que tiene la verdad, ya no podrá difundir desde ese local de Barcelona a los cinco continentes ciertos libros...".
Y MartÃn Prieto, en su artÃculo de opinión en El Mundo (20.11.98) se podrÃa hacer reo de difusión del genocidio, al recomendar la lectura nocturna del "Mein Kampf", enmarcando el libro en su contexto : la República de Weimar, el Tratado de Versalles, la revolución comunista y la hiperinflación. Anuncia su intención de comprar en la LibrerÃa Europa "Los Protocolos de los Sabios de Sión" y "La Mentira de Ulises" de Paul Rassinier (antes de que sean enviados al fuego democrático, al parecer el único licito). Confiesa la posesión de las memorias del SS Otto Skorzeny, libertador de Mussolini ("Vive peligrosamente"). Puesto que, como afirma, "la curiosidad intelectual no es delictiva ni pecaminosa, hay que conocer al adversario para poder rebatirle". Y continua : "la misma vergüenza ajena siento ante la condena de un neonazi español por distribuir la literatura de lo suyo... " "O se pasa el nuevo Código Penal o el juez ha confundido el nabo con los pámpanos porque el pensamiento no delinque aunque esté escrito y se venda por menudo". Y finaliza afirmando que "Lo peor de esta sentencia es que ha sido recibida de buen grado como polÃticamente correcta, ese extraño código de conducta occidental... Pensar es introducir la duda en lo que se observa".
El domingo 22.11.98 Juan Bonilla escribe una valoración más neutral que la de otros medios en El Mundo y en ese sentido habrÃa que añadir a VÃctor de la Serna del mismo periódico (20.11.98).
Y Josep Ramoneda es taxativo (El PaÃs, domingo 22.11.98) al hacer un resumen de las noticias de la semana y valorar esta peligrosa sentencia, que critica severamente : "Y ahà está la clave. Las ideas no matan. Sólo cuando se pueda establecer una relación directa entre las actividades de difusión de ideas y doctrinas y acciones criminales concretas pueden hacerse prevalecer otros valores sobre la libertad de expresión. ¿Es este el caso? de no ser asÃ, el camino abierto por esta primera sentencia podrÃa resultar peligroso. Precisamente porque las ideas no matan se pueden atribuir consecuencias criminales a muchas ideas".
Escribe el historiador Le Roy Ladurie : "Existe una amnesia hacia el pasado del comunismo, mientras que sobre el nazismo y sus secuelas, tan reales como suspectas, es la hiperamnesia la que domina". "La extrañeza surge, cuando se compara la escasa memoria de una parte y la mucha de la otra : aún hoy no preocupa ridiculizar el anticomunismo primario de alguien, mientras que nadie - y no se le podrÃa reprochar - osarÃa burlarse del antifascismo o antinazismo primario del señor tal". (Baltasar Porcel en La Vanguardia, 8.11.98).
INCITACION AL ODIO RACIAL
La dictadura de los medios de comunicación y la nueva y pésima ley que defiende el juez Santiago Vidal que ha condenado a Varela (irónicamente socio de "Jueces para la democracia", asociación "progresista" de evidente carácter polÃtico), tergiversan nuevamente el lenguaje deduciendo que si alguien vende el "Mi Lucha" de Hitler, forzosamente lo que está haciendo es incitar al odio racial. Contestar a semejante barbaridad supone un insulto a la inteligencia de mi amable lector y le dejo el trabajo a sus propias neuronas.
APOLOGÃ?A DEL GENOCIDIO
Una persona medianamente inteligente comprende que bajo este epÃgrafe se engloba a alguien que no es genocida en sÃ, pero que propone, difunde o incita, mediante la palabra o el escrito, a que se asesine y mate a un grupo humano. Por ejemplo ¡mueran todos los castellanos! podrÃa entenderse como un cabreo de alguien o como apologÃa del genocidio, porque se incita al asesinato de ese colectivo. En el caso de Pedro Varela no se ha podido encontrar ni un sólo texto hablado o escrito donde se propusiera semejante barbaridad. Es más, siquiera entre todos los libros históricos encontrados en la LibrerÃa Europa se ha podido demostrar que alguien pidiera el asesinato tácito de nadie, y aún asà no habrÃa sido responsabilidad del librero.
Pero la mala fe se hace nuevamente patente, porque ellos consideran que dudar de la historia tal y como nos la cuentan es lo mismo que hacer apologÃa del genocidio. Y la dictadura mediática se desgañita sin cesar, reproduciendo lo mismo, hasta que una afirmación demencial se convierte en verdad absoluta por mera repetición ad absurdum.
LA NUEVA CENSURA
En el espÃritu de la nueva ley, de todo el proceso y de la campaña de prensa existe un clarÃsimo espÃritu censor, caracterÃstico de enanos intelectuales ¿que ha habido, hay y habrá siempre en todos los sistemas polÃticos?. Pero antes no se apuntaban a "Jueces para la democracia", ni pasaban por progresistas. EspÃritus pequeños, en fin, que sin embargo no tienen el carácter necesario para pringarse y decidir cuál es el nuevo Ãndice de libros prohibidos, lo que facilitarÃa el trabajo a las librerÃas y a los lectores. Simplemente envÃan a las fuerzas del Estado a que se lleven de forma arbitraria lo que les de la gana y luego, muy democráticamente, deciden echar al fuego los cerca de 21.000 libros. Admirable!
A estas alturas, sin embargo, se sigue sin saber qué libros están prohibidos en España y dónde se sienta el Gran Inquisidor a quien consultar qué libros vender y cuáles no, para evitar que inopinadamente uno quede convertido en genocida.
¿LIBROS PROHIBIDOS?
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión y a buscar, recibir y difundir las informaciones y las ideas (Art. 19 Declaración de los Derechos Humanos).
Algunos tÃtulos de los ejemplares secuestrados en la LibrerÃa Europa podrÃan contener opiniones contrarias a los principios básicos del ordenamiento constitucional, como por ejemplo el Mi Lucha de Adolf Hitler. Pero eso no supone incitar a nadie a que cometa crÃmenes de ningún tipo o incitación al odio racial y la discriminación. Nos encontramos nuevamente ante una inequÃvoca mala fe en la interpretación de la ley. Con su venta no es nuestra intención hacer apologÃa de las ideas que en los mismos se contienen, sino únicamente facilitar su estudio por los especialistas o satisfacer la curiosidad intelectual del lector.
La LibrerÃa Europa pide al estimado comprador, una asimilación responsable del contenido del libro y NO SE HACE RESPONSABLE del mismo, lógicamente. Es un problema con su autor y con la historia.
Se dispone de ejemplares para la investigación y el estudio.
Dado que NO EXISTEN LIBROS PROHIBIDOS en España, NO EXISTE UN INDICE DE LIBROS A PERSEGUIR, NO EXISTE UNA CENSURA, NO EXISTE UNA OFICINA DE CONSULTA de libros que pueden o no pueden ser vendidos, nos consideramos sin el derecho a impedir el conocimiento de la existencia de estos tÃtulos al público
En definitiva se nos prohibe dudar. Y si no obedecemos se nos envÃa a la cárcel por un lustro como a vulgares criminales. Es un argumento brutal pero nada convincente.
Cuando se me prohibe dudar, me asalta la duda.
¿COMO ES POSIBLE?
La pregunta decisiva es, ¿cómo es posible que se acuse y condene a alguien inocente de algo tan terrible como es un genocidio? La respuesta la encontramos en un análisis amplio y profundo de la verdadera situación polÃtica e ideológica del mundo.
Los medios de comunicación no son libres. Y dejo la investigación que fundamenta mi aserto al amable lector. La prensa, la TV y la radio proporcionan un acceso a cierta información, pero no a otro (la idea de quemar 21.000 libros corrobora que estos no deben ser leÃdos). Pero además, la información no es conocimiento. La falta de información no es el problema de la población intelectualmente subdesarrollada. El problema es la falta de entendimiento, decÃa Noam Chomsky en una reciente entrevista (El PaÃs, 3.11.98). Lo importante son los principios.
La justicia está politizada. Lo ha estado con los romanos - Pilatos no hizo sino obedecer al griterÃo de los mismos que hoy gritan crucificad a Varela -. Lo estuvo con los reinos católicos medievales, con el Absolutismo, con la Revolución Francesa, con Hitler, con Stalin, con Clinton, con Pujol y con Aznar. Hay magistrados y fiscales que buscan perseguir a gobernantes de otros paÃses o a libreros discutidos para segur chupando cámara cada dÃa (Garzón, Mena, etc.) y "jueces para la democracia " que actúan según sus criterios de grupo y no según un más elevado sentido de la justicia.
Es el poder polÃtico el que establece lo que debe y no debe ser condenado. Hoy le llaman "polÃticamente correcto". Pero no es sino un mal disfraz para lo de siempre, pero con hipocresÃa. Ningún rey o emperador del pasado pretendÃa que la "libertad de expresión" era el fundamento del Sistema.
Y es el poder económico en la sombra quien decide el poder polÃtico y manipula los medios de comunicación.
El principal instigador y beneficiario de todo este asunto ha sido, es y será el Sionismo.
Y esto ya es otra historia.
¿CUAL SER� LA SOLUCIÓN?
Lo que los jóvenes tienen que aprender ante la dictadura cibernética que se avecina a nivel planetario, es a relacionarse con los demás seres humanos. Esto implica estar cara a cara con la gente. Cara a cara :¡es muy importante ! No somos marcianos. Cuando los jóvenes se cuelgan de Internet están participando en mundos imaginarios, donde se relacionan con gente imaginaria. Cuando la gente queda inmersa en el maremagnum de noticias, prensa, televisión y ruido mediático lleno de eslóganes por todas partes, se relacionan con una realidad imaginaria. Es la que el Sistema quiere que creamos. Apenas podemos enfrentarnos con argumentos serios y trabajados a los eslóganes de la prensa. Es asÃ. La dictadura mediática es peligrosa porque crea la ilusión de que estamos muy bien informados. Pero en los asuntos esenciales se nos desinforma bien, continuaba Chomsky en la citada entrevista.
CONCLUSION
Siendo cristiano convencido, las decisiones de los hombres me afectan sólo superficialmente. Dar testimonio de la verdad es a lo más que podemos aspirar como tales, aunque para ello tengamos que pagar un alto precio. Existe un más alto tribunal ante el que todos habremos de comparecer algún dÃa y al único que hemos de temer.
Paz a los hombres de buena voluntad, después de poner en evidencia a los hombres de mala voluntad. |
 This work is in the public domain |
Comentaris
Re: El caso Varela por él mismo
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per - |
24 des 2004
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cojonudo, ahora también sabemos que lossantos y capmany defendieron al neonazi varela
¿defendieron a Pepe Rei cuando lo metieron en la cárcel por publicar Ardi Beltza |
Re: El caso Varela por él mismo
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per Ana Frank |
24 des 2004
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Jodete !!! |
Re: El caso Varela por él mismo
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per Tener miedo de un libro es tener miedo de las ideas |
13 gen 2005
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Los nazis quemaban los libros... no sé porqué veo bastante similitud con lo que se hace al libro de Hitler... Que quede claro de antemano que soy contraria al 100% a los nazis, pero estoy mucho más en contra de lo que se está haciendo en esta sociedad "tan democrática" (una democrácia que, perdonenme, algunos se deben meter por el culo porqué yo no la veo por ninguna parte...). A lo que iba... el Mein Kampf no se debería vender (en Alemania ya es una realidad... bastante estupida la verdad, porqué a saber en cuantas casas se conservan todavia antiguos ejemplares...) pero sí los libros en contra de los nazis??? Alguien me puede decir porqué? Acaso se está creyendo que un idealismo es superior a otro? si es así, se equivocan... NADA ni NADIE es superior a otras cosas y mucho menos cuando se trata de ideas. Podria decir que me dan rabia las situaciones como ésta, podria decir que es vergonzoso llegar al punto de querer prohibir la venta de un libro... pero en realidad todo esto da mucha lástima y un asco increíble, porqué aquellos que más gritan a los 4 vientos "Libertad y democrácia" son los que menos lo cumplen (también llamados: hipocritas). Para acabar sólo añadiré la famosa frase de Voltaire, con la que no puedo estar más de acuerdo: "Detesto lo que dices, pero defendería a muerte tu derecho a decirlo". |
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