En la ciudad de Náusa, al norte de Grecia, un paño blanco cuelga sobre la entrada de hiero de la fábrica textil Trikolán, situada en la calle Lanará. Con letras negras está escrita la palabra Ocupación. Los que llegan a la puerta de la fábrica llaman al timbre para avisar al turno de mañana de las trabajadoras que, protegidas del frÃo, están platicando en una pequeña habitación, esperando que su turno termine.
La fábrica fue ocupada a principios de Octubre, cuando la patronal anuncio su cierre, y desde entonces las trabajadoras – en su mayorÃa mujeres – permanecen allÃ. De las 98 trabajadoras son unas pocas las que no participan en esta lucha. Las demás, divididas en turnos de mañana, de tarde y de noche, simplemente rechazan los planes de la patronal. “Luchando hemos conseguido lo que tenemos y luchando vamos a continuarâ€?, dice EvdokÃa que lleva 22 años trabajando en la fábrica. El último año la producción fue disminuyéndose, a pesar de que la patronal, Tomás Lanarás, les pagaba a las trabajadoras el sueldo sin faltar. Sin embargo, no mandaba nuevos pedidos a la fábrica de Tricolán. “Se le veÃa el plumeroâ€? dicen las trabajadoras. “Es lógico que una fábrica cierre si dejas de hacer encargos, si la fábrica deja de funcionar pero tú sigues pagándoles a los obrerosâ€?. Hace un año uno de los órganos directivos, el señor Balogianis, anunció el despido de 47 trabajadoras. Al dÃa siguiente despidió a 10 personas. El mismo dÃa las trabajadoras ocuparon la fábrica exigiendo la readmisión de las despedidas. Las despedidas volvieron a su trabajo. El dÃa 7 de octubre del año presente, el señor Balogianis, viajó a Náusa otra vez con la intención de anunciar el cierre definitivo de la fábrica Trikolán. Las trabajadoras se prepararon para recibirlo. De los 30 huevos que consiguieron juntar, los 28 encontraron su meta y uno causó daños colaterales. El destino del último se desconoce. Las trabajadoras ruegan al que sepa algo sobre él, que les informe. En la entrada de la fábrica hay un cartel con la foto del señor Balogianis y la inscripción: SE BUSCA El anterior director de la fabrica, el señor Seragos, colocaba a obreras embarazadas o con problemas de salud en puestos difÃciles, u obligaba a obreras con niños y pesos familiares que trabajaran el turno de noche, y, como no podÃan aguantarlo mucho tiempo, se veÃan obligadas a renunciar. De esta forma evitaba pagarles indemnizaciones aplicando en la práctica su refrán favorito “clavar un cuchillo en el pecho del caballo viejoâ€?. “Durante todo este tiempo ninguno de los responsables ha aparecidoâ€? se quejan las obreras. “Estamos aquà esperando dÃa y noche. Nadie y nada –excepto las ocupas y la gente solidaria- entra y sale. “Pero, si llegan para recoger la maquinaria, les vamos a cantar las cuarentaâ€? dicen. Tricolán empezó a funcionar en 1973 produciendo ropa interior. El 1985 se funda el gremio de los y las obreras que en aquel año, en un total de 560 obreras contaba con 510 miembros. Con Tricolán estaban colaborando 150 pequeñas empresas de Náusa, creando trabajo para una buena parte de la sociedad de esa región. Hoy en Náusa – que en el pasado era una de las ciudades más prósperas del norte del paÃs, con una tradición en la producción de seda y de productos agrarios (vino, manzanas) y en el sector textil, el paro alcanza el 50% de la población. Enfrente de la fábrica ocupada está otra fábrica textil – de producción de mantas – cerrada desde hace unos años. “En aquel entoncesâ€? dicen las trabajadoras, “nosotras no estuvimos al lado de nuestras compañeras, si el problema no te toca a ti es difÃcil pensar en estas cosasâ€?. “Desgraciadamente, el problema en este momento no afecta sólo a las 98 trabajadoras sus familias, sino se expande y abarca a toda la ciudad. Las fábricas en la región cierran una tras otra y se trasladan a otros paÃses de los Balcanes. Hoy en dÃa la CompañÃa Lanará cuenta con 2500 trabajadores en los Balcanes. Con la ley económica “de desarrolloâ€? de 1998 se ha abierto el camino para que los empresarios trasladen sus fabricas a paÃses con salarios bajos y derechos laborales inexistentes. El sueldo en Bulgaria está a 50-100 euros al mes mientras el sueldo de una obrera de Tricolán en Grecia con 20 y 30 años de trabajo alcanzaba los 600-800 euros. Ya se está preparando otra fábrica en Bulgaria donde se va a trasladar la producción y la maquinaria de Tricolán. Desde hace un año la dirección de Tricolán obligaba a trabajadoras de Grecia que fueran a Bulgaria para capacitar a las obreras de allá. La fábrica se está construyendo, las obreras se están formando y el señor Lanarás parece que no tiene prisa, esperando hasta que las trabajadoras de Tricolán se cansen y renuncien, para hacer el traslado sin problemas. “Es tema es polÃticoâ€? dicen las trabajadoras. “La mayorÃa de nosotras somos mayores para encontrar otro trabajo y jóvenes para jubilarnos. Las polÃticas que nos han arrastrado hasta aquÃ, son polÃticas concretas, son las mismas que hacen más ricos a los ricos y más pobres a los pobresâ€?. El gobierno ofrece a las despedidas 300 euros al mes como prestación de desempleo, para un año. Las obreras viajaron hasta Atenas y se entrevistaron con el viceministro de Desarrollo, el señor Yakoumatos. En la pregunta de “cómo se puede vivir con 300 euros al mesâ€? y qué va a pasar cuando termine la prestación, el “honorableâ€? viceministro les respondió: “¿Y yo qué puedo hacer? Yo también vivo con la misma cantidad de dinero. Y además, si quieren cobrar más, deberÃan haberse hecho médicasâ€?. Y a continuación las despachó. Hace unos meses, el señor Yakoumatos les habÃa asegurado que nunca permitirÃa el cierre de la fábrica. Sin embargo hoy declara que el sector textil ya se ha muerto. Durante todo este tiempo que la fábrica está ocupada, periodistas de varias cadenas de televisión han visitado a las trabajadoras. Han concedido numerosas entrevistas pero “no aparece nada en las noticiasâ€? dicen. “Porque llegan hasta aquà y nos piden que hagamos que nos desmayamos, nos piden que abramos nuestras neveras para que los espectadores vean que están vacÃas, y hubo quien nos pidió que subiéramos a la chimenea de la fábrica para mostrar el grado de nuestra desesperaciónâ€?. “Sin embargo, nosotras somos orgullosasâ€? dicen. “A pesar de que nos cuesta mucho, hemos vivido con dignidad y asà vamos a continuar. No mendigamos, exigimos lo que nos perteneceâ€?. Y asà con la cabeza erguida, la esperanza no se apagará… |