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Notícies :: especulació i okupació : dones
11D. 18hMadrid: Manifestación contra el desalojo de la Eskalera Karakola y por una nueva presencia feminista
10 des 2004
La casa okupada de mujeres de Madrid La Eskalera Karakola convoca mañana domingo a una manifestación contra su desalojo y por una nueva presencia feminista no domesticada. Convocatoria: Sábado 11 de diciembre, 18h, pza. Antón Martín, Madrid.
MANIFIESTO POR UNA NUEVA PRESENCIA FEMINISTA

³UN PASO M�S HACIA LA IGUALDAD²Š Y CIENTO HACIA LA HIPER[in]VISIBILIDAD





Las políticas de género ­­contra la violencia, la discriminación, a favor de la conciliación de trabajo y familia, por la participación femenina, etc.­ nos han sacado finalmente de las cavernas. Son, efectivamente, «un paso más» en una carrera ascendente hacia el progreso, o la liberación, o la emancipaciónŠ sólo que la carrera ha dejado de ser lineal y ascendente, y las emancipadas sufren de estrés, vulnerabilidad y escepticismo. Estas políticas, casi siempre de carácter legislativo y carentes de recursos sociales, no han alterado los cimientos de la desigualdad: los principios de la reproducción social ininterrumpida. Han ayudado, en cambio, a disimular y amortiguar algunos de sus efectos más escandalosos. La llamada «perspectiva de género» oculta hoy lo evidente: la falta total de perspectiva, de otro género de perspectiva.



La conciliación, o cómo hacer más llevadera la sobrecarga femenina en la flexibilidad, no busca alterar los géneros en la familia. Su objetivo es, más bien, sofocar la tensión creciente en el cotidiano de aquellas con empleos estables y con derechos. El reparto de la carga global de trabajo no prospera y la crisis de los cuidados se hace cada vez más aguda, más privada. La auténtica conciliación pasa hoy por el trabajo desprotegido e invisible de miles de mujeres inmigrantes y por la angustia de quienes apenas alcanzan a sofocar la inseguridad, el riesgo y la incertidumbre, teniendo que renunciar al tiempo para sí y para la comunidad, para la cooperación y la ciudadanía. Las mujeres estamos al final de esta cadena global cada vez más tirante. Todo lo que hemos venido revolucionando: la familia, las asimetrías afectivas, la jerarquía sexual y doméstica, la discriminación laboral, el imperativo de la vida normalizada, todo cobra hoy un nuevo significado. El empleo no libera, se precariza; el hogar no se abre a lo social, se hace mercado; la intimidad no se interroga, se interviene.



La gestión de lo femenino, no obstante, es un buen lugar para el consenso y la legitimidad institucional. ¿Qué mejor decorado para una campaña electoral, de navidad, de promoción? «El plan ­les dirán­ no contempla la apertura de escuelas infantiles, lugares públicos para el cuidado, espacios comunitarios y de participación, permisos retribuidos, empleos en condiciones, incentivos para que cuiden los señores, servicios próximos para todas, reconocimiento y medios para las redes ya existentes, viviendas asequibles de alquiler, parques para el recreo, etc.» El plan no va de eso, pero es integral, transversal, tridimensional. Incluye un mapa de resursos sin recursos y un conjunto de buenas prácticas impracticables. En efecto, la lógica que lo dirige no está basada en la cooperación, en la participación, en la interdependencia, en la convivencia diversa. ¿Cabe extrañarse entonces de que las opciones sean la «vuelta al hogar» una vez constatado cómo es eso del empleo, la media jornada subalterna, el teletrabajo basura, la renuncia a la vida propia, la imposibilidad de independizarse? Definitivamente, nos fugamos de esta alternativa, nuestra elecciones apuntan hacia otro lado...



La perspectiva dominante sobre la violencia machista, en la actualidad un problema casi exclusivamente judicial, deja muy poco margen para pensar lo que ya pensaran otras mujeres en el pasado... ¿Cómo construir comunidad feminista? Imaginario de contrapoder y solidaridad entre mujeres, no aislamiento y mera asistencia. La intervención, tanto la de las instituciones como la de los medios de comunicación apuntan en otro sentido: individualización ­la que señala a las víctimas de forma aislada, ¿un perfil específico?­, victimización ­la maltratada que apenas puede sostenerse, desarraigada, siempre sola­ y finalmente asistencia, que es atención, escucha, pero no cuidado. Una vez más, confinamiento y desarraigo como única opción. Sólo en este recorrido, poblado de inseguridad, alarma y miedo, cobra sentido el interés que despierta hoy en muchos este tema. El respeto y reconocimiento de la organización de las mujeres, de las redes de apoyo como punto del que arrancar, del sentir colectivo desde otra mirada: mirada que potencie la autonomía, la reinvención de la comunidad... todo eso es marginal cuando se habla del poder, como lo es la reflexión de qué papel juegan las violencias contra las mujeres en estos momentos de escapada femenina hacia parajes más habitables.



Somos hiper[in]visibles. Ocupamos la totalidad del espacio público; un escaparate inmenso de cuerpos y deseos nunca colmados. Estamos en la pantalla; somos ventrílocuas competentes. Somos de una presencia ausente. Mujeres sí, pero como víctimas, asistidas, subvencionadas. Maltratadas de aquí o del Tercer Mundo. ¿Como sujetos?, ¿sujeto colectivo en el feminismo? entonces no. Autónomas no, saltando a lo público no, interlocutoras definitivamente no. Cuando hablamos y hacemos movimiento, entonces, los poderes públicos responden: invisibilización, instrumentalización, captación, recorte de subvenciones o desalojo. Cuando decimos: la dominación no desaparece, sino que cambia adoptando nuevas formas: precarización de la existencia, sobrecarga y pobreza femenina, racismo legal para el servicio doméstico y sexual sin dignidad y derechos, violencia como espectáculo de masas, normalización de la sexualidad en el consumo, guerras globales cotidianasŠ eso NO.



Pero el feminismo no es un mero instrumento institucional. Circula más o menos furioso o deprimido por las venas de todas, se junta y considera, apunta a objetivos parciales y se detiene, toma espacios e imagina. Su acción está diseminada en múltiples redes, organizaciones y proyectos que ahora, paradójicamente, ven recortado su campo de actuación en dineros, apoyos, espacios, reconocimiento o reivindicación. Ya sea por su orientación insumisa y anti-victimista, ya por revasar algún limite moral, sexual o de rentabilidad infranqueable.



La Eskalera Karakola, un centro social okupado de mujeres en el barrio de Lavapiés, es uno de estos grupos. Tras 8 años de reivindicación y autogestión en la precariedad de un espacio amenazado por la especulación, se enfrenta a un desalojo y a la falta de voluntad de un gobierno, el del Ayuntamiento de Madrid, que se niega a salvar la brecha entre la política de género y la realidad organizada de las mujeres: «Todo para las mujeres pero sin las mujeres». El próximo 11 de DICIEMBRE queremos construir un momento de agregación que saque a la calle lo absurdo de esta política que hiper[in]visibiliza y castiga. Que saque a la calle la pluralidad de nuestras reivindicaciones, que sea un momento de riqueza en la reflexión y de fuerza en las exigencias. Porque el desalojo de La Karakola es más que la Karakola; es la contradicción con la que nos encontramos cotidianamente en nuestro quehacer en pos de un nuevo protagonismo feminista.



MANIFESTACION: 18h Anton Martín (Madrid)

POR UNA NUEVA PRESENCIA FEMINISTA

No al desalojo del Centro Social Autogestionado La Eskalera Karakola



Todo cuerpo feminista continua su estado de movimiento mientras no haya ninguna fuerza bruta que lo frene o domestique



«...Y SIN EMBARGO SE MUEVE»
Mira també:
http://www.sindominio.net/karakola

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Comentaris

Re: 11D. 18hMadrid: Manifestación contra el desalojo de la Eskalera Karakola y por una nueva presencia feminista
10 des 2004
ejem, la convocatoria es el S�BADO, y no el domingo, como aparece en la primera parte del encabezado, y a ella están convocadas personas de todo el Estado y de Europa.
Sindicato Sindicat