“Las cinco reglas del Islam son el ayuno, la caridad, la jihad…â€?. Lección número uno: como aplicar las leyes del Islam en lo cotidiano. "La vida fuera de la religión es un fracaso". Las estudiantes escuchan atentas, en un silencio tenso. La habitación está vacÃa, en penumbra. Veinte mujeres entre 15 y 50 años, cubiertas con vestidos negros y con el velo, están sentadas sobre sillas de plástico blanco de jardÃn. La enseñante, una de las mujeres de los jeques más influyentes de la mezquita, lee los textos de Al-Sadar. En un rincón está uno de los jeques. Da la espalda al resto de la clase. Mira a la pared. De repente se levanta y abandona la habitación. La enseñante se relaja. "Perdonads, me he equivocado, pero estaba emocionada, el jeque estaba aquà para averiguar si puedo seguir enseñando". Las alumnas se rÃen.
Al-Mansur, barrio acomodado de Bagdad. Mezquita A. el Raqman. La que Saddam estaba construyendo, antes de la guerra. HabrÃa sido la mezquita más grande de Medio Oriente. Ha quedado incompleta. Ahora es un esqueleto de cemento, cubierto por una cúpula monumental. Desde mayo, el edificio que hospedó a los obreros de la obra se ha convertido en una mezquita chiÃta, llamada Al Marja Mohammed Baquer Al-Sadar, máximo estudioso de la ley y la religión, fundador en 1959 del partido Dawa y asesinado en 1980 por el régimen de Saddam. Sus imágenes, mirada hierática hacia el infinito, barba larga y blanca, está en todos los sitio. AquÃ, además de la mezquita, se encuentran la escuela religioso masculina y el centro de comunicación, dónde también hay una cadena de televisión.
Generalmente esta mezquita está llena de hombres. Pero ha habido una pequeña revolución la semana pasada. Ha sido abierta la primera Hawza para mujeres de Bagdad. Esta escuela de estudios islámicos está afiliada a la Hawza de Najaf, la academia religiosa más acreditada, para los chiÃtas, fundada al menos hace 1300 años.
Desde el fin de la guerra, al menos una decena de mezquitas chÃitas han sido abiertas para las mujeres. Enseñan los principios del Islam. Como afrontar la cotidianidad. Como administrar las relaciones matrimoniales. Pero aquà los estudios son mucho más rigurosos. "El curso dura cuatro años, la frecuencia es de cinco tardes a la semana-Adel A. el Saadi explica, el miembro más influyente de la mezquita: turbante, túnica, El Corán apoyado en el escritorio vacÃo- nuestro objetivo es instruir a las mujeres para reforzar su papel en la sociedad. Las lecciones prevén teologÃa, lógica, ley, moral, o bien como gestionar las relaciones entre hombres y mujeres. La escuela es gratuita y, vista la poca seguridad, nuestra mezquita también ofrece el transporte. Al final del curso, las estudiantes pueden decidir profundizar los estudios en Najaf. Para el futuro prevemos que se darán cursos de ordenador y una escuela religiosa para niñosâ€?.
Las solicitudes de inscripción, aseguran en la mezquita, son decenas. La selección de las primeras veinte estudiantes ha sido en base "al status religioso de las familias". Ellas, las estudiantes, están orgullosas de su nueva carrera académica. Beja A. el Zubeidi explica, 50 años, que hasta hace poco trabajó en la estación ferroviaria: "Es la primera vez después de décadas podemos participar libremente en actividades religiosas, entender el Islam y sus reglas. Expresar nuestros sentimientos". Alia Hussein, la segunda enseñante de la tarde, viste el burkqa negro, tiene guantes, se descubre el rostro solo cuando los hombres salen de la habitación. Da clase con la hija Um A. El Mueminin ["Madre" de los creyentes] sobre las rodillas: "Queremos informar a todo el mundo sobre el verdadero Islam, no lo que se cuenta de modo falso en Occidente", dice.
Las niñas salen
La lección es interrumpida por Ali, el hijo de diez años, que abre la puerta y anuncia: papá está llegando. El marido llega, un jeque, que toma su sitio, mientras Alia corre a casa a hacer los preparativos para los husseynia, los festejos por el mes sagrado del Muharram. "No sé si mi mujer podrá seguir enseñando, tiene mucho que hacer en casa. Lo que querÃa deciros hoy es que creer no significa sólo rezar, si no ver el bien en todo. La relación con mis hijos y con mi mujer tiene a Dios como fin último". Hurud Saleh, 16 años, escucha atenta. “He acabado la primaria -cuenta-luego mis padres me han retirado de la escuela. Mi tÃo estudia en la Hawza para hombres y me ha encomendado a la mezquita."
Hurud es una de los miles de niñas que en Irak dejan la escuela con 12 años. O también antes. El Ministerio de Educación ha declarado recientemente que se tratarÃa del 50 por ciento de las niñas en edad escolar. Unicef habla de más del 30 por ciento. El fenómeno es sobre todo muy difuso en las áreas rurales. Si en Bagdad los padres prefieren tener a los niños en casa por motivos de seguridad, especialmente por miedo a los secuestros, en las zonas del sur y fuera de las ciudades las niñas se quedan en casa en espera de casarse. Las bodas precoces todavÃa están muy difundidas. Se casan a los14 o 15 años. Los varones, en cambio, dejan la escuela para ir a trabajar. Arrastran carritos al mercado, venden bombonas de gas, cigarrillos, cacahuetes. Con ellos, un ejército de niños y niñas que piden limosna y duermen en la calle. Expuestos a los abusos más graves, entre estos los sexuales, son los hijos de un paÃs en el caos.
El abandono escolar es una consecuencia del pésimo estado de la educación en Irak. 13 años de embargo y más que veinte de guerras y conflictos han dañado seriamente el sistema educativo publico. Mientras en los años ochenta la casi totalidad de la población sabÃa leer y escribir, hoy el 55 por ciento de las mujeres [que constituyen al menos la mitad de la población] entre los 15 y los 49 años es analfabeta. Si en el 1989 Irak gastaba cada año unos 620 dólares para cada estudiante, entre el 1993 al 2002 el gasto se desplomó a 47 dólares. Hace algunos, el Ministerio de Educación ha publicado ebn la prensa local una estimación de los costes de las inversiones educativas de aquà al 2007: hacen falta más de 4 mil millones de dólares.
Entrar hoy en una escuela de Bagdad es como atravesar la historia reciente de las injusticias que han herido a Irak. De una parte los murales con los tanques y la propaganda del régimen, de la otra parte las señales imborrables del embargo. Por ejemplo, la escuela elemental Obta Bin Ghazwan en Fdhalia, un suburbio pobre en Bagdad, dónde la gente vive de la pequeña ganaderÃa y de alguna industria. Faltan los vidrios a las ventanas, el edificio es ruinoso, hay montones de basura en todo sitio, los estudiantes son más que mil. "En los últimos meses, al menos 43 niños han dejado la escuela para ir a trabajar -cuenta desconsolado el director, Foad Email Ashour- hemos tratado de implicar los padres y toda la comunidad porque los niños vuelvan a frecuentar las clases. Pero la gente no invierte en educación."
Los libros de texto "purgados"
TodavÃa los niños dan clase apretujados en aulas de 50-60 alumnos. Muchas escuelas, a falta de aulas, hacen doble turno por la tarde. Los materiales son pocos: cada niño tiene en su pupitre el banco un cuaderno y una boli. Hoy, acerca de dos tercios de las 16 mil escuelas iraquÃes necesitan alguna forma de arreglo. Al menos tres mil han sido perjudicadas por los saqueos de después de la guerra. Otras, durante el conflicto, han sido utilizadas como depósitos de municiones. Al menos la mitad no tienen un sistema del alcantarilla, igualmente no tienen agua potable. Los enseñantes están desmotivados: durante años su sueldo estaba en los 2 dólares al mes. En Fdhalia cobraban 5, porque fue prevista una indemnización por "zona incómoda, off limits". Estos sueldos han empujado a la mayor parte de ellos a abandonar la enseñanza. Durante años, los maestros no han tenido la posibilidad de ponerse al dÃa sobre didáctica y metodologÃas. La consecuencia, todos los enseñantes lo dicen, es que los niveles de aprendizaje han caido.
La prometida reconstrucción norteamericana está retrasandose. Bechtel, la empresa contratista que deberÃa ocuparse de la reestructuración de las escuelas, ha limitado sus intervenciones a la pintura de las paredes. El resultado es que hay escuelas con rasgones en el techo dónde se da clase bajo la lluvia y escuelas inundadas por las alcantarillas, dónde los muros perfuman de pintura fresca. Los norteamericanos, luego, han distribuido para todas una contribución de. 750 dólares. Demasiado poco, para intentar sólo taponar la situación desastrosa en la que están la mayor parte de las escuelas. Con estos dinero los directores han comprado alfombras, cortinas y acondicionadores por su despacho. La sostenibilidad no parece para nada una prioridad para el Us Agency for Internacionales Development [Usaid].
"Contractor" nosteamericanos, como Creativos Associates Internacional, están trabajando con el Ministerio de Educación para revisar los programas escolares, y están dando cursos de actualización para más de 33 mil profesores de las escuelas superiores. Muchos profesores se quejan del proceso "desde arriba" en que se basan los cursos. Revisados, para este año escolar, también los libros de texto. En realidad, han sido eliminadas las fotos de Saddam y quitadas las referencias a los últimos 35 años de historia del paÃs. En su lugar, en los textos recientes editados, hay páginas blancas. Como confirman los directorios, la distribución de los nuevos libros sólo ha alcanzado a la mitad de los niños de las escuelas elementales. Nasrin, de 8 años, el velo en la cabeza, exhibe su libro de texto. No es al nuevo. Por eso la maestra le ha hecho borrar con el lápiz las partes que se refieren a Saddam. Obviamente, son las que se ven más, como si fueran subrayadas.
Las escuelas en Irak son microcosmos en que la inestabilidad polÃtica y social y la falta de seguridad repercuten con consecuencias graves. En una escuela elemental en la periferia de Bagdad los niños tienen sobre su cara las señales de las infecciones causadas por la falta de vitaminas. Algunos de ellos visten camisetas negras con la imagen del ayatollah Ali Al-Sistani. En las paredes de las aulas, grises por el tiempo y el olvido, las imágenes de los lÃderes polÃticos y religiosos chiÃtas. La escuela está inundada: el olor es el del moho y de las alcantarillas.
Los profesores huyen
La directora no aguanta más. "Acabo este año escolar y me voy -cuenta resignada- la situación es demasiado grave. En el último mes cien niños se han ido, sin pedirnos el certificado de traslado. Presumiblemente, en este momento no van al colegio. Una tribu se ha trasladado, porque las luchas estaban poniéndose demasiado peligrosas. Han peleado por un saco de harina. Aquà disparan continuamente. Han matado a hombres y heridas mujeres. Esta mañana han matado al marido de una de las enseñantes". La falta de leyes, la ambigüedad en la gestión del paÃs, los vacÃos de poder de la posguerra están alimentando el conflicto. Sufriendo las consecuencias, los niños.
La educación es una de los derechos fundamentales del menor, tal como está previsto por la Convención de la Onu de los Derechos del Niño del 1989 [sólo Somalia y Estados Unidos no la han ratificado]. Sin embargo, en Irak parece un lujo. Fátima, una mamá de la Ciudad de Sader, cuenta: "Tengo ocho hijos, seis niñas y dos niños. Mi marido se ha casado de nuevo. Habitamos todo en la misma casa, pero él comparte la habitación con la segunda mujer. No se ocupa de nosotros. Y el dinero no basta nunca. Mis dos hijos mayores, de 12 y 14 años, han dejado de ir al colegio. Ahora trabajan para mantenernos". Fátima no puede preguntarse porqué. Mueve la cabezae, la mirada firme, dice: "Ésta es la vida�. |