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Notícies :: guerra
Los niños soldados
31 ago 2004
Entre 300.000 y 500.000 niños, son forza­dos a luchar en guerras , según Aministía Internacional. Cuando publicó estas cifras no había sobrevenido la tragedia de Irak y Afganistán.Pero se defienden mejor...
Los niños soldados

Entre 300.000 y 500.000 niños, son forza­dos a luchar en guerras , según Aministía Internacional. Cuando publicó estas cifras no había sobrevenido la tragedia de Irak y Afganistán.Pero se defienden mejor...


Jaime Richart



Es lamentable, muy lamentable, que los niños formen parte del juego macabro de la guerra. Pero mucho más la­men­ta­ble es que los mayores de esos niños la hagan, y so­bre todo que, indefensos, tengan que su­frirla. De todos mo­dos un niño o una niña de 12 años que ha visto morir a su padre o a su madre o a su hermano o a su tío o al vecino por una bala o la explosión de un misil, se convierte en hombre o mujer adulto en ese mismo instante.



Hacer la guerra en estos casos y a esa edad no es como trabajar en un taller de costura: es la consecuencia ne­cesa­ria de una terrible perturbación de quienes les han traído al mundo. Los culpables no añaden más culpa por el hecho de que “sus� niños vayan a la guerra: están en la guerra. In­tentar evitar que los 500.000 niños no participen activa­mente en ella es casi una monstruosidad, pues seguro que sufren mucho menos con un fusil entre las manos que viendo cómo se desarrollan, a edad tan temprana, en su entorno los horribles acontecimientos sin poder participar ni protegerse contra ellos. El per­manecer esos niños a la es­pera, manteniéndose al margen, huyendo o teniendo que esconderse para evi­tar la guerra inútilmente, tiene que ser una tor­tura mucho ma­yor que entrar en combate.



La denuncia de estas cosas, como de tantas otras, termina siendo un propósito tan testimonial como estúpido o incons­ciente para que todo siga igual. Denunciar estos hechos que forman parte del conflicto mayor, que es la invención de ra­zones o excusas para hacer la guerra, por más digna que sea la intención de amparar la causa del niño, es otra ma­nera como otra cual­quiera de atacar los efectos para que si­gan intactas las cau­sas. Ya se sabe que los de­nunciantes se limitan a apuntar al problema, a poner el dedo en la llaga para concienciar, pero sería mu­cho más efi­caz centrar la(s) lucha(s) contra la insensatez, los abusos y la fuerza bruta en una sola direc­ción que esparcir ener­gías en asuntos con­comitantes pero tangenciales, que además y por mu­cho que esté Aministía Inter­nacional por medio, es fácil pre­senten grietas, objeciones y argumentos como los que acabo de exponer; con lo que se debilita considerablemente la causa entera.

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