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Notícies :: ecologia
Transgénicos: ¿un avance o una amenaza para el planeta?
22 ago 2004
Liliane Spendeler
Amigos de la Tierra España

A pesar de que los cultivos y alimentos transgénicos estén ya muy presentes en nuestros campos y platos, existe todavía un gran desconocimiento de lo que son y de sus repercusiones en áreas tan diversas como la agricultura, la salud, la producción y distribución de los alimentos o la protección del medio ambiente.
Los organismos modificados genéticamente (OMG) – o transgénicos – se obtienen al insertar genes de otro ser vivo en su material genético, lo que implica que desarrollan propiedades que no presentarían naturalmente. Por ejemplo el maíz transgénico denominado Bt cuenta dentro de sus genes el gen de una bacteria y esto hace que la planta produce una toxina empleada para combatir los insectos plaga en el campo. Esta técnica crea de manera artificial seres vivos nuevos que no podrían desarrollarse en la naturaleza.

Los cultivos transgénicos han entrado en la agricultura hace una década pero su utilización se ha limitado a menos de 20 países, con tres grandes productores, EE.UU., Argentina y Canadá. España es un caso particular dentro de la Unión Europea, ya que es el único país que ha producido a relativamente gran escala unos cultivos modificados genéticamente para su posterior comercialización: viene sembrando entre 20.000 y 30.000 hectáreas de maíz Bt cada año desde 1998. Además importa grandes cantidades de soja y maíz transgénicos, que entran directa o indirectamente en los alimentos que consumimos.

Los cultivos transgénicos que se están utilizando en la actualidad son de dos tipos:

- los cultivos Bt, diseñados para controlar las plagas mediante la producción de una toxina;
- los cultivos tolerantes a herbicida que soportan grandes cantidades de un determinado producto químico utilizado para matar a toda la vegetación del campo salvo el cultivo.

Por lo tanto las propiedades provocadas artificialmente en los OMG comercializados hoy en día cumplen una función en el campo, en el control de plagas y malas hierbas, pero no aportan ningún valor añadido a los alimentos que se obtienen a partir de ellos.

Aunque a primera vista estas propiedades agronómicas puedan parecer interesantes para el agricultor, la experiencia de diez años de cultivo de OMG está demostrando que no se cumplen las expectativas de mejoras para la agricultura. En lo que se refiere a las plantas Bt, al cabo de unos años, la propiedad Bt de control de plagas empieza a fallar por la aparición de plagas resistentes, más fuertes y más difíciles de combatir. En cuanto al aumento de las producciones, en EE.UU., no se ha constatado que el rendimiento promedio es superior con las plantas transgénicas, sino que en muchos casos se da el fenómeno inverso. Por otro lado, se ha podido establecer una relación directa entre la introducción de los cultivos transgénicos y el incremento del uso de productos químicos en el campo, con las evidentes consecuencias para el medio ambiente, tanto de contaminación de suelos, acuíferos, etc., como de desaparición de biodiversidad.

Sin embargo, estos cultivos presentan riesgos para el medio ambiente. El aumento de productos químicos vertidos en la naturaleza a causa de los cultivos transgénicos es ya una realidad en algunos países. En cuanto a los cultivos Bt, son muchas las investigaciones que demuestran efectos de la toxina sobre microorganismos del suelo, insectos beneficiosos u otro tipo de animales. Uno de los fenómenos más preocupantes asociados al cultivo de variedades transgénicas es la contaminación genética. Por la dispersión del polen o por las semillas que caen de las maquinas o que permanecen en el campo después de la cosecha, las variedades transgénicas transmiten sus genes añadidos a variedades de cultivo no transgénicas o a especies silvestres. Al tratarse de seres vivos, esta contaminación genética tiene la capacidad de reproducirse y expandirse: una vez en el medio ambiente, no se puede “limpiar�.

La contaminación genética de los cultivos no transgénicos es un tema muy serio para el futuro de la agricultura y es ya una realidad. En EE.UU., se ha demostrado recientemente que más del 50% de las semillas convencionales de maíz y soja y más del 80% de las de colza están ya contaminadas por material modificado genéticamente. En España, se han detectado casos de contaminación en semillas, cultivos, cosechas, piensos y alimentos convencionales o ecológicos. Este fenómeno pone en entredicho la continuidad de una agricultura y alimentación libres de transgénicos, fundamental para poder dar marcha atrás ya que todavía son numerosas las incertidumbres acerca de la inocuidad de los alimentos transgénicos sobre la salud humana.

A los impactos negativos para el medio ambiente y la producción agraria, se añaden problemas sociales derivados del monopolio de muy pocas grandes empresas sobre la venta de semillas transgénicas. Esto hace que, tal y como se está planteando, la introducción de los transgénicos en la agricultura y alimentación presenta en la actualidad más riesgos que beneficios para el planeta y no responde satisfactoriamente a los grandes problemas sin resolver de la humanidad.

Liliane Spendeler
Coordinadora del Area de biotecnología
Amigos de la Tierra España

Para más info rmación, visite la página web de Amigos de la Tierra www.tierra.org o contacte Amigos de la Tierra por correo electrónico transgenicos ARROBA tierra.org o teléfono 91 847 92 48.
Mira també:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=3522

This work is in the public domain

Comentaris

Los intereses económicos detrás de los transgénicos
23 ago 2004
Liliane Spendeler
Amigos de la Tierra España

Las empresas biotecnológicas han invertido en los últimos años miles de millones en el desarrollo de cultivos modificados genéticamente - o transgénicos -, inventando así plantas con genes de otras especies y características nuevas. Estas variedades, que no se hubieran podido obtener con los métodos de cruzamiento naturales, se están empleando ya a gran escala en principalmente tres países: EE.UU, Argentina y Canadá. Otra docena de países han tenido alguna experiencia con los cultivos transgénicos desde que éstos fueron introducidos en la agricultura, hace diez años. Las plantas transgénicas que se utilizan en la actualidad son soja, maíz, algodón y colza. En España, se viene cultivando desde 1998 un tipo de maíz modificado genéticamente e importando aproximadamente 4 millones de toneladas de soja transgénica y entre 0,5 y 1 millón de toneladas de maíz transgénico cada año. Estas materias primas entran en la fabricación de piensos y alimentos.

En los diez años de existencia de los cultivos transgénicos, la resistencia de los ciudadanos ha ido en aumento en muchas partes del mundo, en particular en Europa. Encuestas oficiales de la Comisión Europea muestran que el 94,6% de los ciudadanos de la UE quieren tener el derecho a elegir, el 85,9% desea saber más acerca de los OMG antes de consumirlos y el 70,9% simplemente no quiere consumir alimentos transgénicos. Pero los intereses económicos de empresas y países son tan importantes que las presiones son enormes para conseguir una introducción masiva de los transgénicos en la producción agraria y de alimentos.

Las empresas que han desarrollado cultivos transgénicos son las que ya estaban en el mercado de semillas y productos químicos para la agricultura. En los últimos años, asistimos a varias fusiones y compras de empresas, lo que ha concentrado el mercado de las semillas transgénicas en las manos de cinco grandes multinacionales. Se trata de las cinco mayores empresas agroquímicas del mundo: Syngenta, Bayer CropScience, Monsanto, DuPont y Dow. Monsanto es de lejos la empresa que más semillas transgénicas vende con más del 90% del mercado.

Más del 70% de los cultivos transgénicos han sido desarrollados para ser tolerantes a un herbicida concreto, es decir que en el campo, pueden soportar grandes cantidades de este producto químico sin verse afectados. De esta manera, las empresas aprovechan este tipo de cultivos modificados genéticamente para incrementar sus ventas en productos químicos. La experiencia de Estados Unidos está demostrando que por ejemplo el uso de los herbicidas aumenta en un 5% en la soja transgénica comparado a la soja convencional. Así mismo un reciente estudio demuestra que la siembra de 220 millones de ha. de maíz, soja y algodón transgénicos desde 1996 ha tenido como consecuencia un aumento del uso de los herbicidas en torno a los 22 millones de kg.

También los intereses en juego para los países que cultivan variedades transgénicas son considerables. Por ejemplo desde que EE.UU. cultiva maíz transgénico, ha visto sus exportaciones a Europa caer en más del 99%.

Este contexto, en el que las empresas tienen que rentabilizar las inversiones y los países productores tienen que vender sus cosechas transgénicas, ha originado todo tipo de estrategias y presiones políticas para imponer los transgénicos al mercado mundial, desde la contaminación intencionada de cultivos no transgénicos o la amenaza a países para que retiren normas restrictivas hasta la eliminación de los excedentes agrícolas transgénicos mediante la ayuda alimentaria.

El episodio más grave de batalla comercial tiene lugar actualmente en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC). EE.UU., Canadá y Argentina presentaron en mayo de 2003 una denuncia en contra de la UE ante la OMC por el bloqueo de todas nuevas aprobaciones desde 1998. EE.UU. reclama una compensación de 1.800 millones de dólares por entender que el bloqueo de las aprobaciones daña a su economía. Si la OMC dictamina una sentencia en contra de la UE, los ciudadanos europeos tendremos que pagar una compensación millonaria a los países demandantes, con las nefastas consecuencias que esto pueda suponer para nuestra economía y empleo y probablemente la UE tendrá que abrir todavía más su mercado a los productos transgénicos en contra de la voluntad de la inmensa mayoría de los consumidores.

Los cultivos y alimentos transgénicos comercializados en la actualidad no presentan ventajas destacadas para el agricultor y ninguna para el consumidor, en cambio presentan riesgos para el medio ambiente y la supervivencia de una agricultura sin transgénicos. Sin embargo, los intereses económicos en juego hacen que se han introducido ya a gran escala en algunos países y se intenten imponer al resto del mundo. Llegar a este extremo resultaría muy peligroso para la humanidad, ya que la alimentación mundial recaería en manos de un puñado de grandes empresas.

Liliane Spendeler
Coordinadora del Area de biotecnología
Amigos de la Tierra España

Para más información, visite la página web de Amigos de la Tierra www.tierra.org o contacte Amigos de la Tierra por correo electrónico transgenicos ARROBA tierra.org o teléfono 91 847 92 48

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=3523
La lucha de los indígenas y campesinos por conservar las semillas heredaron de sus abuelos : No permitiremos que maten nuestro maíz
23 ago 2004
Aldo González Rojas
Ecoportal.net

Hoy cada uno de los indígenas y campesinos que hemos tomado conciencia del problema de la contaminación por transgénicos de nuestros maíces, podemos decir con orgullo: Hoy siembro y seguiré sembrando las semillas que nuestros abuelos nos heredaron y cuidaré que mis hijos, sus hijos y los hijos de sus hijos las sigan cultivando.
En 2001, el Instituto Nacional de Ecología, organismo dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales confirmó que existía contaminación por transgénicos en los maíces nativos de la Sierra Juárez. Desde entonces, el gobierno mexicano no ha informado a las comunidades indígenas cuál es la verdadera situación que prevalece en el campo mexicano en relación con la contaminación por transgénicos. Entendemos ese silencio como la garantía que necesitan las transnacionales para que se siga extendiendo la contaminación y en algunos años más el gobierno tenga elementos para decir: la contaminación es tan grande que no queda otra opción que permitir la siembra de semillas transgénicas en México. Entendemos esa complicidad como traición a la patria.

El silencio del gobierno nos ha obligado a realizar investigaciones por nuestra cuenta y hoy sabemos que existe contaminación en por lo menos nueve estados de la república mexicana, que estamos sembrando maíces contaminados por transgénicos que en los Estados Unidos están catalogados como insecticidas, para el consumo de animales o resistentes a herbicidas.

Hoy sabemos que algunas de esas plantas transgénicas son distintas físicamente a nuestras plantas nativas. Podemos ver que quienes las diseñaron, hicieron biopiratería de maíces de algunas comunidades indígenas. No podemos explicarnos de dónde sacaron otras de sus características; quizá sean deformaciones provocadas por la manipulación transgénica de que son objeto. Esta información nos permite establecer los saberes que se tienen en nuestras comunidades acerca del maíz, y que nos van a indicar cómo curar las enfermedades que le han metido. Somos nosotros los que sabemos cuáles son las características de nuestro maíz, lo que será una importante herramienta para detectar y erradicar las plantas que nos están contaminando.

A los gobernantes interesados en desaparecer a los habitantes de las zonas rurales del país, les decimos que ya no permitiremos que sigan enviando sus venenos a nuestras comunidades, sabemos que sus programas de alimentación están orientados a cambiar nuestros patrones alimenticios, para hacernos dependientes, para que despreciemos los alimentos que nos legaron nuestros antepasados. Aunque en sus centros de salud el gobierno no registre las nuevas enfermedades que están apareciendo en nuestras comunidades, concluimos que una de las causas de esas enfermedades es la alimentación que nos obliga soterradamente a consumir. Las papillas, la maseca y la soya texturizada que está "regalando", no lograrán vencer a nuestro maíz ni a los otros alimentos que nos dieron nuestros abuelos.

Sabemos que para resistir necesitamos seguir sembrando nuestro maíz y lograr, al menos, la autosubsistencia alimentaria. Nos percatamos que el gobierno no está dispuesto a dar un solo peso para ayudarnos realmente a rescatar nuestro maíz; que el dinero de los programas de gobierno que llegan a nuestras comunidades está envenenado, que quiere destruirnos, echarnos a pelear, dividirnos, hacernos dependientes, hacernos individualistas. Por eso estamos conscientes que somos nosotros solos los que tenemos que defenderlo; por eso hay que hacer un llamado a nuestros hermanos que fueron obligados a migrar a los Estados Unidos, a que nos ayuden a cuidar nuestro maíz, a que orienten a sus familias a no consumir los alimentos procesados que se venden en los supermercados que se instalan en nuestros lugares para que allí se gasten los dólares que ganan con el sudor de su frente. Que esos recursos sean utilizados para consumir los productos que se hacen en nuestras comunidades, que nos ayuden a fortalecer lo nuestro. A los que quedamos en nuestras comunidades nos toca también hacer lo propio. Tendremos que imaginar qué mecanismos nos serán útiles para elevar la producción de maíz. Tendremos que tomar acuerdos en nuestras asambleas comunitarias y regionales: allí está nuestra fortaleza, desde allí resistiremos.

Podrán aprobar las leyes que más favorezcan al capital en materia de bioseguridad o transgénicos. Así los legisladores y los gobernantes sólo demostrarán que no conocen al pueblo que dicen representar. Si lo hacen, desde ahora les decimos que no cuenten más con nuestra obediencia. Los pueblos indígenas hemos resistido por cientos de años diferentes formas de colonización, y seguiremos resistiendo desde nuestras comunidades. El maíz ha sido la base de nuestra resistencia y no nos lo van a quitar. No nos dejan otra opción que ejercer la autonomía de los pueblos indígenas en los hechos, pero queremos expresarles a todos, que ejerceremos la autonomía con pleno respeto a la soberanía del pueblo de México. Nosotros no vamos a decir en discurso o a los medios de comunicación que vamos a defender la soberanía nacional y a escondidas pactar cómo vender el país y entregar las decisiones a tribunales externos que sólo protegen el interés del gran capital.

Las corporaciones transnacionales del agronegocio (Monsanto, Novartis, Dupont, Pioneer, Archer Daniels Midland, Cargill, etcétera) y el gobierno mexicano que trabaja para ellas, estarían contentos de oírnos decir: soy indígena, soy campesino, soy pobre y quiero que me regalen maseca o me vendan maíz barato de Diconsa para hacer mis tortillas.

Los pueblos indígenas somos herederos de una gran riqueza que no se mide en dinero y de la que hoy quieren despojarnos. Por lo mismo, ya no es tiempo de pedir más limosnas al agresor. Hoy cada uno de los indígenas y campesinos que hemos tomado conciencia del problema de la contaminación por transgénicos de nuestros maíces, podemos decir con orgullo: Hoy siembro y seguiré sembrando las semillas que nuestros abuelos nos heredaron y cuidaré que mis hijos, sus hijos y los hijos de sus hijos las sigan cultivando.

Seguiré utilizando las técnicas tradicionales para el cultivo de la milpa, aunque los técnicos digan que son malas y que ellos tienen mejores. La práctica nos ha demostrado que sólo son portadores de la mentira oficial en turno.

Seguiré cultivando la milpa en nuestras tierras, para cuidar nuestros territorios, y a los seres naturales y sobrenaturales que en ellos viven y así evitar el despojo de la biodiversidad y otros recursos que están en la mira de los dueños del dinero.

No permitiré que maten el maíz. Nuestro maíz morirá el día en que muera el sol.

Aldo González Rojas
Miembro de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca (Unosjo)

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=3527
Informaos bien
23 ago 2004
Si supierais algo sobre el tema, sabriais que gran parte de la investigacion mundial sobre transgenicos la llevan a cabo en paises en desarrollo, que si han visto las grandes ventajas que representa esta tecnologia cuando sus poblaciones crecen al 2% anual.
A racional
23 ago 2004
es que ens queixem per tot oi?!. Cada cop hi han més proves irrefutables sobre la perillositat i el negoci mafiós dels trangenics i dels companyies que els produeixen:

(La Jornada)

Transgénicos en el estómago

Por primera vez se comprobó experimentalmente que el ADN transgénico ingerido en alimentos se puede recombinar en el estómago y el intestino humanos, transfiriendo a las bacterias de la flora intestinal propiedades de las plantas transgénicas, como por ejemplo la resistencia a antibióticos.
(...)

La transferencia de ADN transgénico a las bacterias del intestino en animales ya se había comprobado experimentalmente en varias otras oportunidades, por ejemplo el año pasado en ganado alimentado con forraje transgénico en la Universidad Agrícola de Wageningen, en Holanda, y por el doctor Kaatz de Alemania, en abejas que lo adquirieron por el polen de plantas transgénicas.
(...)

Sin embargo, esta es la primera vez que se hace un estudio basado en experiencias con humanos. Estas se hicieron en la Universidad de Newcastle, en el contexto de un proyecto de la Agencia de Estandares Alimentarios del Reino Unido, a su vez comisionada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de ese país.
(...)

Según el doctor Michael Antonio, genetista molecular de la King's College Medical School, entrevistado por The Guardian, "esto ha demostrado claramente que se puede transferir ADN transgénico de plantas a las bacterias intestinales. Todos decían que eso era imposible".
Re: Transgénicos: ¿un avance o una amenaza para el planeta?
24 ago 2004
Certament ens trobem davant d'un problema greu, i no obstant no s'informa al ciutadà. Un exemple més de que vivim en un món on el més important és el capital ¬¬
Transgenes encontrados en variedades convencionales de maíz, soja y colza
24 ago 2004
RAPAL-VE

La Unión de Científicos Preocupados (The Union of Concerned Scientists - USC) publicó los resultados de un estudio piloto en que se encontró contaminación genética de tres de los principales cultivos de los Estados Unidos: maíz, soya, y colza. Utilizando técnicas capaces de detectar secuencias especificas de ADN, dos laboratorios comerciales hicieron los análisis de muestras de semillas comerciales de seis variedades de cada uno de estos cultivos. En un laboratorio, se detectó ADN transgénico en 50% de las variedades de maíz, 50% de las de soya y 100% de las variedades de colza mientras en el otro, se encontró ADN transgénico en 83% de las variedades de cada cultivo. Los datos sugieren que 0.05%-1.0% de las semillas en el país estarían contaminadas lo que significa que, eventualmente, ningún cultivo estará libre de transgenes. Se resalta la necesidad de estudios más extensivos.

Niveles de contaminación de 0.05-1,0% constituyen grandes cantidades de semillas en términos absolutos: una contaminación del 1% de las semillas convencionales de maíz sembradas en los Estados Unidos corresponde a aproximadamente 6.250 toneladas de semillas de maíz que contienen transgenes.

En los cultivos transgénicos bajo ensayo, se ha introducido centenares de transgenes y, dado estas evidencias de la contaminación genética, es prudente asumir que esos transgenes también puedan llegar a contaminar las semillas convencionales, convirtiéndolas en transgénicas. Como se está ensayando cultivos modificados genéticamente para producir fármacos, vacunas y plásticos (entre otras cosas), estas sustancias pueden entrar la cadena alimentaria. Esto constituye una grave amenaza a la agricultura orgánica además de riesgos adicionales para la salud.

En cada generación, se reproducen los nuevos transgenes y se contamina otras plantas aumentando y perpetuando la contaminación, sustituyendo una base segura de semillas por semillas transgénicas riesgosas cerrando toda posibilidad de volver atrás a lo natural y segura si se demuestra que la creencia en la seguridad de la tecnología sea errada.

http://www.ucsusa.org/food_and_environment/biotechnology/seedreport_full.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=3686

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