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Notícies :: corrupció i poder |
Sobre la mentira y el bien común en el imperio
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per jr |
20 ago 2004
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Manuel RamÃrez, catedrático de Derecho PolÃtico de la Universidad de Zaragoza, escribe hoy en El PaÃs “Sobre el “lobbyâ€? y la medallaâ€?. |
Sobre la mentira y el bien común en el imperio
Manuel RamÃrez, catedrático de Derecho PolÃtico de la Universidad de Zaragoza, escribe hoy en El PaÃs “Sobre el “lobbyâ€? y la medallaâ€?.
JR
Es más interesante el artÃculo por poner sobre el tapete una cuestión que viene recorriendo subliminalmente el penÂsamiento hispánico y europeo, que por la intención pedagóÂgica e implÃcitamente relativizadora del feo asunto de la meÂdalla de Aznar; medalla, por cierto, que todavÃa no se la ha concedido el ConÂgreso norteamericano pero de la que sà ha pagado el Estado español buena parte de su precio...
Destaco del artÃculo de RamÃrez dos frases expresivas de lo que quiere decir, aunque, como comento, es bien dudoso su propósito al referirse a la filosofÃa polÃtica del “sistemaâ€? ameÂricano en contraposición a la esÂpañola y la europea, pues no se sabe si lo que pretende en el fondo con esta lección es minimiÂzar la gravedad y el ridÃculo del asunto de la meÂdalla aznaÂrista. Eso es lo que suele hacer quien, sin añadir la crÃtica de su magisterio, “enseñaâ€?, refiere, informa o ilustra sobre lo que hace y dice el más fuerte: si asà piensan y acÂtúa, debe ser bueno y por algo será...
La primera es: “Y, repito, el hecho de mentir está en aquel paÃs a la cabeza de los valores de una cultura cÃvica bien asumida. Ni se miente a la sociedad ni se perdona mentir al Estadoâ€?.
Pues o eso no es verdad, o no funciona. En todo caso pudo funcionar para destituir social y polÃticamente a Clinton en un tema de por sà intrascendente y anecdótico, como es la relación privada entre un presidente y una becaria. Pero no funciona en absoluto eso de la condena pública de la menÂtira cuando se trata de un asunto gravÃsimo, como esÂtamos viendo. Puesto que, en luÂgar de recurrir a algún meÂcanismo institucional en cuya virtud la sociedad norteameriÂcana hubiera debido fulminar a Bush una vez proÂbada y comproÂbada la inexistencia flagrante de las arÂmas de desÂtrucción masiva en Irak -afirmación que fue el fulcro sobre el que se apoyó para desencadenar la ignomiÂniosa ocupación del paÃs iraquÃ-, esa misma sociedad todaÂvÃa titubea y está cercana a renovar su confianza al mayor mentiroso público, convicto y confeso, del Estado norteameriÂcano que conoce el mundo,.
La segunda, “Cada uno (cada congresista) representa un interés particular porque la beatÃfica concepción de portadoÂres de parcelas del bien común no existeâ€?.
Es decir, para expresarlo sin la acostumbrada voluta del retórico: en Estados Unidos el concepto de bien común no existe. Allá cada paÃs con su sentido de la vida, si no fuera porque lo que se estila allà se proyecta rápidamente hacia fuera. Asà es que, para muchos polÃticos del nuestro y de nuestro continente aquella moda es la obligada referencia. Y asà es también cómo el nepotismo, el cesarismo y el recurso de ir a la polÃtica para apropiarse del poder en beneficio exÂclusivo de unos cuantos, se van instalando poco a poco en el sentir común de la PolÃtica. Y todo en detriÂmento de los de siempre: de los más débiles y de los más pobres. Además, si en un paÃs se suprime de un trazo el ideal del bien común, desaparece la razón moral que conÂdena la intentona de un golpe de Estado para favoÂrecer diÂrectamente, sin cortapisas ni apariencias, a los que lo apoÂyen. Es decir, el poder acaba siendo una cuestión de lucha gremial o tribal como se ventila en más de un territorio cenÂtroafricano todavÃa en la edad del bronce. Ahora es a través del dinero. Dentro de poco, y aunque ahora nos parezca absurdo, será de nuevo por las armas...
En realidad no nos extraña. El panorama del mundo que está preparando esa filosofÃa neocons es ése, el de la vuelta a los orÃgenes, a la caverna, a la horda, a la barbarie. Pues si desaparece el bien común, fundamento de todo el Derecho PolÃtico y de la PolÃtica en su sentido tradicional más noble, con teorÃas como la doctrina anticipatoria y demás artimaÂñas de depredadores, caerán con él todas las demás norÂmas que los sustentan.
Dispongámonos para recibir pronto este “idealâ€? polÃtico de los neocons también en España aunque estén los socialisÂtas a fin de cuentas bien conservadores... España, tan proclive al papanaÂtismo y actualmente tan inclinada a embobarse con el moÂdelo ameÂricano... Si hemos de hacer caso a Manuel RamÃÂrez, ya saÂbemos que el bien común, dentro de poco, tampoco será aquà el norte del quehacer polÃÂtico. Asà es que prepaÂrémonos para el ¡sálvese quien pueda!. |
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Re: Sobre la mentira y el bien común en el imperio
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per Jm |
20 ago 2004
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Por un momento pensé que en el cristianísimo País, iban a hablar mal de la "medalla" pero no la insignificante de Aznar, sino la que motu propio, concedió BUsh a Woytila como "adalid de la libertad".
A diferencia del secundario Aznar, Woytila no tuvo que desplazarse al Congreso Americano a soltar ningún discursito: Bush vino a la capital de su Estado a condecorarle por haber contribuído, más que nadie, a terminar con el comunismo y dejar así el campo franco para el capitalismo salvaje imperante. |