Israel: La Pesadilla se ha cumplido
Uri Avnery
Pensaba que era terrible. Estaba equivocado. ¡Es mucho, pero que mucho, peor!. Estas palabras resumen mis sentimientos en ése momento.
Permanecía de pie en una colina divisando el infame control militar de Kalandia.
Por debajo de mí transcurría una estrecha carretera, atestada de palestinos bajo el sol resplandeciente, 30 grados centígrados a la sombra (pero no había sombras) caminando con dificultad hasta el puesto de control militar. Muy pronto esta carretera será transformada. Será ensanchada a tres carriles y reservada para los israelíes: a ambos lados de ella, un muro de 8 metros de altura será levantado. Permitirá a los colonos del valle del Jordán llegar a Tel-Aviv en, aproximadamente, una hora. Los palestinos que vivan a uno y otro lado de ella quedarán separados.
Esta es una parte de la nueva realidad que esta siendo creada rápidamente en Cisjordania y que está cambiando el país que conocimos y amamos más allá de cualquier reconocimiento.
Permanecía de pie en los límites de a-Ram. Una vez fue una pequeña aldea en las afueras de Jerusalén, en la carretera norte que va a Ramallah. Desde que los sucesivos gobiernos israelíes han impedido a los palestinos de Jerusalén Este construir nuevas casas, la severa aglomeración ha forzado un éxodo masivo hacia a-Ram, la cual ha crecido hasta convertirse en una ciudad de sesenta mil habitantes. La mayoría de ellos todavía son oficialmente residentes de Jerusalén, portadores del documento de identidad azul de los habitantes de Israel. Esto les permitía ir a Jerusalén, a 10 minutos en automóvil, trabajar allí, atender sus asuntos, ir al hospital o a la universidad allí.
Esto va a acabarse. A lo largo de la vieja carretera de Jerusalén a Ramallah (que lleva entre otras ciudades a Nablus y a Damasco) el inicio de la construcción del Muro de 8 metros de altura va a comenzar de un momento a otro. No cruzando la carretera, sino por el medio de la misma en toda su longitud. Los habitantes de a-Ram, al este del Muro, no solamente serán separados por completo de Jerusalén, sino de todos los pueblos y aldeas por el oeste; de sus familiares, de sus puestos de trabajo, de las escuelas a las que asisten miles de sus niños y de su cementerio. Una pequeña parte de a-Ram permanecerá fuera del Muro y será separada de la parte principal de la ciudad a la que pertenece.
Pero esto solo es una parte de la historia. A consecuencia del Muro(o en algunas partes una barrera consistente en vallas, zanjas y pistas) a- Ram quedará completamente rodeada por todos los lados. La única salida de esta área cercada será un estrecho puente conectado a su área adyacente por el este, que consiste en varias aldeas palestinas, las cuales serán a su vez rodeadas por otra barrera. Este enclave tendrá una estrecha salida al enclave de Ramallah. Aunque fuera posible para una persona de a-Ram llegar a Ramallah, Dios lo quiera, lo hará por una circunvalación de unos 30 kilómetros, en lugar de los diez minutos aproximadamente que costaba antes de la ocupación.
A pocos kilómetros al oeste de a-Ram hay un grupo de aldeas alrededor de Bidou (donde 5 palestinos han sido muertos hasta ahora en el transcurso de las protestas contra el muro). Esa área se está convirtiendo rápidamente en otro enclave, completamente rodeado, por otra barrera aparte. La única vía de salida será un túnel que se construirá en la carretera No. 443; la carretera de los colonos cuya sección que he mencionado antes formará parte. Todas las carreteras existentes en Bidou ya han sido cortadas por zanjas, o montones de escombros, solamente es posible acceder por un lugar controlado por un puesto militar de paso. Este impedirá la salida.
Si un aldeano de Bidou tiene algún asunto en a-Ram, tendrá que ir a través del túnel a Ramallah, volver al enclave al este a-Ram y entrar en a-Ram por el estrecho puente, un semicírculo de unos 40 kilómetros en lugar de conducir escasos minutos.
En a-Ram será especialmente un golpe duro. Debido a su emplazamiento, se había desarrollado en los últimos años como una especie de punto de transbordo para las mercancías que iban desde Israel a Cisjordania y viceversa. Israelíes y palestinos hacían allí sus negocios. Todo ello se acabará con el Muro. Los medios de supervivencia para muchos de sus sesenta mil habitantes desaparecerán.
Esto es solo un ejemplo de lo que está sucediendo por toda Cisjordania, convertida en un loco tapiz de enclaves cercados, "conectados" por puentes, túneles o carreteras especiales, las cuales pueden ser cortadas en cualquier momento al antojo del gobierno israelí o del jefe local del ejército y rodeados por todas partes por carreteras para uso exclusivo de israelíes, asentamientos en expansión e instalaciones militares. Cada ciudad palestina - Jenin, Nablus, Tulkarem, Kalkilia, Belén, Hebrón entre otras - se convertirá en la "capital" de su pequeño enclave, separado de todos los demás, de su "interior" y aldeas, excepto por tortuosas e indirectas rutas. El cincuenta y cinco por ciento (55%) de Cisjordania será israelí, los enclaves palestinos representarán el cuarenta y cinco por ciento(45%): un diez por ciento (10%) de la Palestina histórica.
Esto no es sólo una perspectiva de pesadilla para el futuro: está pasando ahora, evidente a simple vista, mientras que Sharon balbucea sobre una "desconexión" que ocurrirá alguna vez en una pequeña parte de los territorios ocupados.
Prácticamente ningún israelí tiene idea alguna de todo ello. Esto está sucediendo posiblemente a un kilometro de sus casas (en Jerusalén, por ejemplo) pero es como si ocurriera en la cara oculta de la luna. Los medios de comunicación no están interesados, ni el mundo tampoco lo está.
Esta es la paz que Sharon había soñado. Este es el "Estado Palestino" que George Bush prometió. Esto es la piedra angular del nuevo y democrático Medio Oriente.
Conducirá, por supuesto, a un derramamiento de sangre a escala increíble. Ningún pueblo de la tierra se sometería a semejante vida. Para miles y miles de jóvenes palestinos, una muerte mártir será preferible. Y alguna vez en el futuro esta horrenda estructura será derribada, como el muro de Berlín, el cual, nefasto como fue, fue mucho menos inhumano.
Como siempre, tras mucho sufrimiento, el espíritu humano prevalecerá.
Traducido para Gush Shalom: Carlos Sanchis
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