Recuerdo
el puesto de control en Jbarra desde el año pasado y el gran tajo sobre el paisaje para acomodar la cerca eléctrica
aún brillante como una herida expuesta. Ahora
la cerca eléctrica está terminada y para llegar a Tulkarem hay que ir por otro pequeño
camino al oeste. HabÃa un puesto de control
pequeño y un par de soldados pidieron ver nuestros pasaportes. HabÃa un aviso diciendo que no se permite a
ningún Israelà pasar al otro lado desde este punto.
Al principio los soldados no querÃan dejarnos pasar, pero nuestros
pasaportes no eran de Israel, y después de hesitar un rato, nos dejaron pasar,
informándonos en voz grave que era muy peligroso entrar a Tulkarem.
(foto:
Jbarra checkpoint, Julio, 2003)
Después,
una de nuestras colegas querÃa juntarse con nosotras, pero los soldados no la dejaban
pasar, diciendo que fue un error habernos dejado pasar.
Es
obvio que el gobierno Israelà no quiere que ni los extranjeros ni tampoco su propia gente
vean la realidad de lo que está pasando a la vida de los Palestinos en estas zonas
cercadas creadas por la muralla.
Llegamos
a la oficina de un sindicato y pasamos un rato escogiendo artÃculos de artesanÃa para
regalos. Nos juntamos con varias mujeras
cuyas vidas han sido alteradas por la muralla. Un
habitante de Nazlat ‘Isla, una pequeña aldea con una población de 1,500, nos
contaron de la casa de un novio que fue demolida la noche antes de su matrimonio para
construir la muralla. La pareja vive ahora en
un cuarto en la casa de su mamá. En total,
cuatro casas fueron destruÃdas, junto con mas de 200 tiendas. Ahora el pueblo está completamente cercado por la
muralla y el acceso para entrar y salir del pueblo está a merced de los soldados.
Visitamos
el pueblo de Al Jarushiya, población 1,400, a tres km de Tulkarem. Visitamos a la familia Sultan, que antes tenÃa
400 dunams de tierra donde crecieron árboles de citrus.
300 dunams ya están aisladas al otro lado de la muralla, 50 metros fueron
confiscados por la construcción de la muralla misma, y la familia queda con solamente 50
dunams de su tierra. Nos contaron como el
ingeniero hizo un “error� de 30 dunams, y más de 1,000 árboles de olivo fueron
desenterrados “por error�, muchos de ellos enterrados bajo tierra de la
excavación de su tierra para la muralla. No
ofrecieron ninguna compensación para la pérdida de los 1,000 árboles de olivo.
(fotos: Tierra vacÃa en Al Jarushiya donde antes
crecieron los arboles de olivo, muchos enterrados debajo de la tierra. Cerca eléctrica en el fondo. Algunas casas aisladas al otro lado de la cerca.)
Ahora
la muralla está terminada y está ubicada aproximádamente a 100 metros de la casa. (Vea foto a la derecha – la vista
desde la ventana de la casa de la familia Sultan.) Nos
contaron cómo los soldados patrullan la cerca durante la noche, tirando bombas de sonido,
anunciando toque de queda, tocando música por los parlantes y cantando para no dejarles
dormir. Los residentes del pueblo piensan que
es una manera de forzarles a abandonar su tierra, una forma de “traslado voluntario�
mas sutil que simplemente sacarles de su tierra.
Los
campesinos ahora tienen que caminar 5 km a un portalón en la muralla llamada “Bawab
al Kawak� en el pueblo de Deir Ghusun para entrar a sus tierras que están solamente
a 100 metros de su pueblo. No les permiten
entrar por vehÃculo. Además, cada familia
necesita obtener un permiso, que solamente es válido por un mes. De 120 personas que pidieron permisos, solamente
10 fueron otorgados. El abuelo y la abuela
recibieron autorización, pero no pueden caminar los 20 kilómetros para llegar a su
tierra y volver. Los soldados les dijeron que
necesitan otro permiso para su burro. Aunque
hay horas oficiales que se deben abrir los portones, en realidad abren las rejas a la hora
que les da la gana a los soldados, a veces haciendo esperar horas a los campesinos.
Hace
cuatro años, antes del comienzo de la Segunda Intifada, 70% a 80% de los residentes del
pueblo trabajaban en Israel. Ahora la
mayorÃa de la gente no tiene trabajo y dependen exclusivamente de las cosechas de su
tierra para sobrevivir. Las familias ganaban
suficiente de sus tierras para pagar la educación de sus hijos, casarse, y construir
casas. 25 familias compartieron la riqueza de
la tierra ganando aproximadamente 45,000 shekels por familia.
Previamente,
los agricultores exportaban sus productos al resto de la Cisjordania y a Israel. Recibieron entre 2 y 5 shekels por kg de tomates. Ahora se puede comprar una caja de 15 kg de
tomates en el mercado for 3 shekels. Se les prohibe a los Palestinos en Jerusalem
importar productos de la Cisjordania. La
multa por violación de esta prohibición es 48,000 shekels. De cualquier manera se empobrece a los Palestinos.
Una
fábrica de cocer con alrededor de 30 empleados estaba cerrada. Antes, los trabajadores hacÃan los productos
finales usando pedazos traÃdos de Israel, pero con el comienzo de la segunda Intifada,
habÃa largos perÃodos de toque de queda completa y toda la gente tenÃa que quedarse en
sus casas por semanas completas y solamente les permitÃan a salir de sus casa por dos o
tres horas a la semana a comprar comida. Eso
significaba el fin de la fábrica de cocer porque no podÃan recibir y mandar materiales.
También
visitamos a Irtah, un pueblo ubicado al lado de la “LÃnea Verdeâ€? (1967 frontera
entre Israel y Cisjordania). Durante el
último año, el pueblo ha recibibido muchas delegaciones de muchos paÃses, incluyendo un
asistente a Kofi Annan, según los pobladores. A
pesar de todo, la muralla fue construida. Preguntamos
a un campesino cómo se siente ahora, un año después.
Nos contó cómo antes no se habÃa dado cuenta del grado total del crimen
cometido contra ellos. Ahora los
agricultores no pueden llegar a sus tierras. Han
perdido su fuente de sustentación. Israel ha
creado esta separación entre los agricultores y sus tierras y los controla por medio de
los permisos requeridos para pasar por la cerca. En
algunos lugares, Israel quitó aún más
tierra que lo que mostraba en los mapas. Quitaron
400 dunams simplemente porque no habÃa ningún edificio contstruido en la tierra. Este pedazo de tierra fértil claramente no fue
tomado por razones de seguridad.
(foto: 400 dunams al lado del camino principal al este de
la LÃnea Verde ahora queda en el lado de Israel, julio, 2003)
(foto: la misma tierra bajo construcción, mayo, 2004)
Antes
de la construcción de la muralla, la cesantÃa en Tulkarem ya era muy alta, alrededor de
75%. Ahora es 88%-90%. El campesino nos preguntó, “ ¿Cómo podemos
vivir ahora sin ninguna esperanza? Siempre tenÃamos esperanza y pensábamos que las cosas
no eran tan malas porque aún tenÃamos nuestra tierra, pero ahora ya no podemos llegar a
nuestra tierra�.
Cuando
la muralla esté terminada, Israel tendrá todo el agua y 53% de la tierra de Cisjordania,
con lo que queda divido en cantones. “¿Cómo
podemos creer que Israel quiere la paz?� nos preguntó. Nos dijo que él no cree que la violencia es la
manera de resolver las cosas y asi ha enseñado a su hijo.
Pero ahora su hijo le responde que su manera no ha resultado y muestra las
fotos de los mártires. Piensa que Sharon ha
cambiado la forma de pensar de su hijo, que Sharon no quiere la paz, quiere la muralla y
la división de la Cisjordania en “Bantustans�.
Siente que están forzando a los Palestinos a abandonar su tierra o morir
lentamente.
Hubo
26 manifestaciones contra la muralla, con la participación de miles de personas, pero sin
resultado. “Antes habÃan algunos
recursos legales, pero ahora el mundo está dominado por la fuerza.�
Luego
fuimos a visitar a Qalqilya, pasando por la entrada angosta en forma de una botella que es
la única entrada y salida de Qaliqila, y que también es controlada por un “checkpoint�
militar al lado de una base militar. Muchas
personas de Qalqilya se han ido a otros paÃses para poder sobrevivir. Qalqilya antes era una ciudad próspera, donde
muchos IsraelÃes venÃan en los fines de semana a comprar verduras. Ahora es una ciudad que está muriendo.
Desde
el lado de Qalqilya, uno puede ver la altura completa de la muralla, de 8 metros, y las
dificultades que trae a los Palestinos. Desde
el lado de Israel, uno puede pasar rápidamente en auto y ver nuevas plantaciones de
árboles, flores y arbustos. La muralla
parece un metro de alto, y uno no puede imaginar las penurias que crea para los
Palestinos.
Texto
y fotos por Barbara |