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Comentari :: globalització neoliberal
Homenaje: la sordidez del tango y el final de la globalización.
26 mai 2004
(*) Oscar Sánchez Fernández de la Vega (google) es autor del libro “Diez horas con la globalización� (google, yahoo, foro-los retos de la globalización, indymedia.org, elcorteingles, netbiblo, .........)

"Desde aquel lugar inmundo, enmohecido, profundo y sobre todo geométrico vio a sus deudos alineados a cada lado del lejano rectángulo de luz. Un chapoteo inesperado rompió las matemáticas y le hizo clavar la mirada en una cara sin rostro.
¿Quién era?. ¿Qué hacía allí?. Intuyo que era el único personaje que no es responsable de que algo tan común como es morirse no esté resuelto de una manera más elegante. "
Oscar Sánchez Fernández de la Vega (google)

Desde la otra orilla del Leteo, Carlitos ameniza con una milonga a un mundo que bosteza y desespera.
El día, como siempre, sofocante y embadurnado con su ocre metalúrgico insoportable.
A los monos desnudos nos continúa creciendo el pelo, mientras que con una lentitud inexorable la Tierra continuaba saliéndose de su órbita y su eje se desplazaba peligrosamente.
La poesía del movimiento ya no crea ilusión y la respuesta ya no está en el viento, porque su sombra ya no camina sobre la hierba.
Entregamos nuestra libertad a cambio de seguridad y lo que conseguimos fue la sustitución del mundo fetal por el mundo fecal, tumores cerebrales y anales generalizados, el ir de algo cuando lo elegante era no ir de nada, engaños, enfermedades, hambre, torturas, transgénicos, contaminación, hedor, más petróleo, ¡maldito petróleo! ¿quién decía que se había acabado? ¡Ojalá hubiese sido cierto!. Había en Siberia y China suficiente petróleo para chamuscar a mil planetas más.
¿Y qué me dicen de la tan manida productividad? Había que innovar para vender más, ganar más, producir más, a mejores precios y con más variedad, para volver a vender más, y ganar más, y producir más, y vender más, y más y más y más. ¿El viaje? : a ninguna parte. Los valores económicos no eran los únicos y universales y el consumo insaciable y absurdo menos. El progreso no solo no era el porvenir sino que era el regreso a la nada. La segunda modernidad y el nuevo humanismo : una carallada. ¿Los asiáticos? : son inocentes. Nadie les había explicado que el consumo de papel higiénico y las adicciones obsesivo compulsivas occidentales al consumo perverso eran prácticas con riesgo.
Por fin , las suturas transversales comienzan a abrirse y el fuego penetra y abrasa aquel lugar. Entre sus piernas, una de ellas de palo, se libera el esperado oxigeno purificador, ese bienvenido estracto, que nos hacen olvidar que el hielo y la fertilidad pertenecen al pasado.
Desde mi ventana. que hoy más que nunca, supura apestosas y variadas sustancias químicas, se puede ver como el Sol sangra como un recto roto.
A medida que sube el termómetro, el mundo se desdibuja y en la periferia las venas están todas varicosas. Pero a ellos ¿qué coño les importa?. Los epicentros: a buen recaudo, los desagües generales continúan funcionando, las esclusas están dispuestas, y en definitiva no existe temor alguno a que se interrumpa el tránsito.
Al mediodía, con puntualidad plomiza, el poder imperante elegido por vía democrática-cibernética el 42 de LIRBA de año 84 d. DC (2.086 d. J.C) y resultante de la coalición de diversos partidos poderofrénicos y partidos mesiánicos, desde las grandes explanadas de piedra, construidas después de la demolición de las catedrales, conmina a la blandomasa a asumir, sin condiciones, las normas establecidas, y que paradójicamente ya nadie duda en aceptar como actos paradigmáticos, excepto unos pocos jodidos fracasados a los que nos tenían que dar aceite de ricino y poner un buen mazo de bombas de palenque debajo del culo, incendiarlo y mandarnos a la oscuridad fecal de la que nunca deberíamos haber salido..
Llaman a la puerta. ¡Que sorpresa!. Es Max-James J.y está muy excitado.
Consigo que se tranquilice y me explica que le había pasado. Me cuenta que, en plena humedad de la aurora, el ruido de los rozamientos de las sogas cuando las subían los enterradores, lo devolvieron a la vida. Desde aquel lugar inmundo, enmohecido, profundo y sobre todo geométrico vio a sus deudos alineados a cada lado del lejano rectángulo de luz. Un chapoteo inesperado rompió las matemáticas y le hizo clavar la mirada en una cara sin rostro. ¿Quién era?. ¿Qué hacía allí?. Intuyo que era el único personaje que no es responsable de que algo tan común como es morirse no esté resuelto de una manera más elegante. Seguro que estaba allí para que supieras que le habías dado un quiebro y sobre todo para que no olvidases que al final a todos nos termina metiendo el estoque por el esfínter anal y nos lo saca por la boca
Max-James J. había sido exegeta local en un pequeño país que se llamaba Cataluña, que desapareció cuando unos ávidos y torpes comerciantes, curiosamente catalanes aunque afincados en la antípoda, no se les ocurrió otra genial idea que desecar el Mediterráneo para obtener agua dulce (el barril de agua estaba por las nubes y creían que era una buena solución). Max-James J. había sido un famoso contertulio radiofónico y televisivo, un tipo anal pero un fino analista orgánico, un buen profesional del lameculismo. Nunca había tenido problemas con los cambios políticos. Estuviese quien estuviese en el poder, lo necesitaban. Pero un día, Henry un novelista norteamericano herético y de mal vivir, le presentó a Germaine , una puta ignorante y sensual, que se entregaba a su trabajo con todo su corazón y con toda su alma, Era una puta de los pies a la cabeza y una gran mujer.
No se que tipo de poderes ejerció sobre el pobre Max-Joyce J. pero la realidad es que en poco tiempo no quiso saber más de la mamada política, y decidió sacar a la luz sus principios y valores subyacentes, que le pertenecían por legado de sus ancestros. Cuanto salió nuevamente a la calle, pudo comprobar que cuanto más se reafirmaba en sus buenos principios, más problemas tenía y más palos le caían. Desconcertado y abatido, la genética hizo el resto. Un brote esquizofrénico hizo acto de presencia en su vida, convirtiéndolo en un mártir de su propia visión y en un prisionero de los antipsicóticos. Los hospitales-beneficencia y los cibersociales remataron el trabajo.
Se despidió Max-James J. no sin antes dejarme su último legado: me afirmó que los patos vuelan con las patas hacia arriba, y asimismo, con gran solemnidad, me confesó que el era la encarnación del “poder activo con orientación natural�. Pocos días después me enteré que Max-James J. había decidido abandonar voluntariamente esta vida.
Cae la tarde y las nubes siempre enjabonadas, van cerrando el paso al Sol. Entonces , nos soltarán la espesa niebla que lo embadurna todo. Un sudor fétido nos taponará los poros y segundos después sentiremos un impulso reactivo, un éxtasis, un frenesí atómico. Ese es el alimento.
Las secuelas físicas del fenómeno no son importantes de momento: fístulas en las salidas principales, varicosidades, granulomas piogénicos y sobre todo pelos negros y gruesos en la cara y plantas de los pies y manos, y además a las mujeres se les sombrea el bigote, dándoles un aspecto que curiosamente y de momento no les resta belleza y si les da cierta sensualidad.
Los espíritus ávidos y desesperados interpretarán la sinfonía de los resuellos roncos y un clavo más apuntalará el ataúd de las emociones.
Después de dormir unas pocas horas, ya muy entrada la noche, podemos salir a pasear. A dos manzanas de mi residencia, después de renovar mi cartilla de racionamiento, me entero que Celestino F. de la Vega, hombre entero y sabio, había sido víctima de su propia lógica. Su vida la había puesto en manos del Río Miño, una ardiente mañana del mes de OYAM.
Celestino había descubierto cuatro cosas muy importantes: la diferencia entre humor y comicidad, que el humor lo habían inventado los españoles, con Cervantes a la cabeza y que por lo tanto Unamuno no tenía ni puta idea, y que Priciliano estaba enterrado en Santa Eulalia de Bóveda (Lugo). Su lógica era tan aplastante, la arquitectura de sus razonamientos tan brillante ,que en muy pocas ocasiones sus previsiones se cumplían. Había descubierto el humor pero su lógica no le permitía saberlo. Cuando España (estado-nación desaparecido en el 42 d.DC-2.044 d J.C)) estaba totalmente embrutecida por la dictadura del General Franco, se le ocurrió traducir el “Ser y el Tiempo “ de Martín Heidegger al gallego. Los españoles prácticamente ni lo conocían (al castellano se tradujo muchos años después).
El Río Miño había sentenciado que el tiempo debería acabar con el ser. En cualquier caso, me consta que Celestino está bien. Aún hablé ayer con él. Está de gallo en Madagascar y muy contento por cierto, según comentó.
Carlitos terminó la milonga y antes de dar la vara con la siguiente , me dice que quiere hablar conmigo Louis Philippe. Este pájaro, que no sé de donde salió, porque había muerto a mediados del XX, me recrimina porque entiende que miento como un bellaco. Dice que estoy confundiendo al lector, ya que está lejos la noche en que se acabará todo. Por lo visto, las mandíbulas que se han cerrado aún no son suficientes y las carnes que nos cuelgan aún no son masticables.
Carlitos asiente y puntilla que es falso que la vida sea un gran intestino que nos digiere a todos y que finalmente nos escupe a la oscuridad fecal.
Saco mi ojo de vidrio, le suelto un escupitajo, lo limpio con la gamuza azul que afané en Memphis y a la luz del aceitoso anochecer lo deposito en la cajita de estaño, mediada de agua y que me regaló Federico. Dejo las antiparras en la mesa y me dejo caer sobre mis médulas de polvo enamorado, y después de cerrar mi ojo, me pregunto: ¿qué vas a esperar de dos perdedores, que están muertos como todos nosotros, y que encima el argentino aún no se enteró que capotó el avión en que viajaba?.
Millares de calaveras me hacen muecas de aprobación. Todas ellas saben que, al final, nadie burla a la desgracia; que la llevas detrás, pero siempre en los últimos metros te adelanta y te gana. No se salvan, ni aquellos que nos torturan con sus alocuciones desde las grandes explanadas de piedra, de las que jamás sale una verdad y si mucho permanganato palanganero.

(*) Oscar Sánchez Fernández de la Vega (google) es autor del libro “Diez horas con la globalización� (google, yahoo, foro-los retos de la globalización, indymedia.org, elcorteingles, netbiblo, .........)

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Comentaris

Re: Homenaje: la sordidez del tango y el final de la globalización.
05 feb 2005
De puta madre - Esto es lo mejor que leí en los últimos años- Indecente, escatológico, ecológico y genial
Eres mi hombre

Germaine
Sindicato Sindicat