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Notícies :: altres temes
Respuesta a Abel Ortiz a propósito de la CNT-FAI
18 mai 2004
Abel Ortiz se ha quejado («Anarquistas de derechas, libertarios con pistola», Indymedia, 15 mai 2004) de que, «en el libro sobre los amigos de Durruti, La revolución traicionada, de Amorós, publicado recientemente, centrado en la figura de Balius y los sucesos de mayo del 37, se acusa a la dirección de la CNT y de la FAI de contrarrevolucionario/as, de traidores/as».

Para sostener su escrito, Ortiz da por hecho que «la plana mayor de CNT-FAI» y «todos aquellos que se sentían representados por ella» «habían hecho» «la revolución»…

Lo que Ortiz no explica, en ningún lugar de su escrito, es en qué consistió concretamente esa “revolución� llevada a cabo por la CNT-FAI…

¿Quizás en permitir, tras el 19 de julio de 1936, mediante la reunión de todos los partidos y sindicatos reformistas en el Comité de Milicias Antifascistas, que la entonces inerme Generalitat burguesa de Companys y, con ella la República española capitalista a cuyos dictados aquélla obedecía, siguieran en pie?

Tomándole la palabra a Ortiz, «resulta muy difícil de creer» que eso fuera revolucionario…

¿Quizás “la revolución� que hizo la CNT-FAI consistió, acto seguido, en alejar de Barcelona, mediante la partida de la Columna Durruti, cuando aún ni siquiera se había constituido ningún frente militar, a miles de obreros combativos armados, mientras se dejaba aquí, intacto, en la retaguardia, ese Estado capitalista, explotador y represor, constituido por la Generalitat y la República?

La verdad, Ortiz, «resulta muy difícil de creer» que eso fuera revolucionario…

¿Quizás, sin embargo, “la revolución� de la CNT-FAI, que Ortiz da por hecha, tuvo lugar algo más tarde, cuando la Confederación y el partido que la dirige (la FAI) enviaron sus ministros al Gobierno republicano de Largo Caballero, en el que se sentaron, codo con codo, con los lacayos socialdemócratas y estalinistas del capitalismo?

¿O quizás esa “revolución� de la CNT-FAI despuntó cuando los ministros anarquistas más destacados de ese Gobierno republicano burgués –Federica Montseny y García Oliver– se trasladaron, a todo correr, a la Barcelona insurrecta de mayo de 1937, para llamar a los obreros a «abandonar las barricadas», «dejar las armas» y a lanzar «besos a los Guardias de Asalto», que, entrando, tras ellos, en la ciudad, restablecieron, mediante pelotones de fusilamiento, cárcel y represión de los proletarios alzados, el orden democrático-burgués amenazado?

Verdaderamente, Ortiz, es preciso ser un auténtico jefe faísta para «creer» que eso pudiera ser revolucionario…

¡Ah, bueno!…. Cuando hablas de «la revolución» que «habían hecho» «la plana mayor de CNT-FAI» y «todos aquellos que se sentían representados por ella», te debes referir, sin lugar a dudas, Ortiz, a las “colectividades�. ¡Haber avisado, hombre! Si nos lo hubieras dicho, ya de entrada, si nos hubieras confiado que esas “colectividades�, que coexistieron, en todo momento, con la República capitalista y que jamás se levantaron contra ésta (ni siquiera para apoyar a los obreros insurrectos de mayo de 1937 en Barcelona), sino que esperaron obedientemente el momento en el que, tras ya no ser necesarias, ni económica ni políticamente, serían liquidadas por el mismo partido estalinista con el que tu querida CNT-FAI había compartido Gobierno, nos hubieras ahorrado muchas palabras. Producir, en el campo y en la ciudad –producir cooperativamente mercancías que, para subsistir, deberán ser llevadas al mercado capitalista, o/y producir asalariadamente en las fábricas, sin patrón, autoexplotándose– bajo el dominio político, militar y económico del Estado capitalista, eso sí que es una auténtica “revolución�, ¿verdad, Ortiz? ¿O quizás, también, «resulta muy difícil de creer» que lo sea?…

Nos pides, Ortiz, respeto para «todos aquellos hombres y mujeres que creyeron en la unidad antifascista»… Y no podemos tenerlo, así, como tú pretendes, para todos, porque, aunque la mayoría de esos «hombres y mujeres» eran proletarios engañados que sinceramente creían defender a su clase dando la vida contra el fascismo, entre ellos también se hallaban los Ortiz de entonces, los partidos y sindicatos reformistas de todo tipo –desde la socialdemocracia y el estalinismo a la susodicha CNT-FAI anarquista, pasando por el trotsquismo, heterodoxo del POUM u oficial de Trotsky– que, precisamente bajo esa bandera («la unidad antifascista») que tú sigues levantando, condujeron a los proletarios y oprimidos de la zona republicana y de la zona franquista a matarse entre ellos, en el frente militar, en lugar de dirigir sus fusiles contra sus verdaderos enemigos, los burgueses republicanos y franquistas de sus respectivas zonas, o lo que es lo mismo, el Estado capitalista –democrático o dictatorial, pero al servicio, en cualquier caso, de la clase burguesa– de la República o de Franco. Los resultados, en fin, Ortiz, de esa “revolución� de la CNT-FAI, hecha realidad de la mano de «la unidad antifascista», son conocidos de todos: el aplastamiento del proletariado español y, a continuación –bajo el imperio de esa misma y mistificada polarización fascismo-antifascismo; léase, o fascismo o democracia burguesa, que niega la revolución propia de la clase explotada; léase, la revolución anticapitalista contra no importa qué tipo de Estado burgués–, el aplastamiento del proletariado del conjunto del planeta en la II Guerra Mundial imperialista, todo ello, como los hechos se han encargado de demostrar con absoluta claridad, en beneficio exclusivo del desarrollo del capitalismo.

No he leído, aún, La revolución traicionada, escrita por Miquel Amorós. Pero es indudable que, si el libro hace honor a su título, sus críticas a «la traición» de la CNT-FAI son infundadas, como lo eran, en su día, las de los Amigos de Durruti, por la sencilla y llana razón, sin necesidad, aquí, de remontarse más allá, de que no hubo revolución alguna en España, ni podía haberla, durante aquella guerra civil reaccionaria, en la que los trabajadores españoles fueron utilizados, en la escena estatal, como carne de cañón de los intereses, por igual burgueses, tanto de los capitalistas franquistas como de los democráticos y, a escala internacional, como peones del conflicto interimperialista, a punto de estallar, entre las grandes potencias capitalistas del globo.

No hubo revolución española, porque toda auténtica revolución empieza, señores Ortiz y cía., por la destrucción del aparato de dominación de la clase dominante, para el caso, del Estado capitalista, y fue precisamente ese Estado, bajo la forma republicana, el que, merced a esa política de «unidad antifascista», y con la colaboración decisiva de la CNT-FAI, fue preservado en todo momento, en julio de 1936, en mayo de 1937 y a lo largo de toda la masacre, de los estallidos de resistencia proletaria que, a todo ello, se produjeron, por esa Santa Alianza reformista de la que el partido y los cuadros anarquistas como Ortiz constituyeron, en permanencia, una pieza clave desde dentro y desde fuera del Gobierno.

Sí, no hubo revolución española, sino aplastamiento reaccionario del proletariado español, de su movimiento espontáneo de resistencia, en la antesala del aplastamiento de la clase explotada a nivel mundial. Prueba inequívoca de ello es que esos mismos Amigos de Durruti, que constituyeron el único movimiento de masas, digno de dicho nombre, que criticó a la CNT-FAI, jamás rompieron, en realidad, con ella, pese a la represión de que fueron objeto por los antiautoritarios Ortiz de entonces). Presos, por el contrario, del mismo y engañoso antifascismo, con el que se sepultó toda lucha proletaria independiente contra sus explotadores, no dejaron, en ningún instante, de sostener los frentes militares burgueses, la guerra civil reaccionaria, no levantaron, en momento alguno, la bandera derrotista revolucionaria de la transformación de esos frentes y de esa guerra, en guerra civil, tanto en el bando franquista como en el democrático, entre explotados y explotadores.

En suma, una auténtica revolución proletaria es y sólo es, en los hechos, la que destruye el Estado capitalista, tal como lo hicieron, en su día, la Comuna de París, en 1871, o la Revolución de Octubre, en la Rusia de 1917, por cierto, con el apoyo y la participación activa, en ambos casos, del anarquismo revolucionario que, todavía, por aquellas fechas, existía, en el cuadro de la política de unidad anticapitalista (en modo alguno de «unidad antifascista») desplegada por la Comuna y los Soviets, que reunieron a los proletarios en lucha por encima de sus diferencias partidistas, sindicales e ideológicas. Y en cuanto nos situamos en el terreno objetivo de los hechos, es la pura evidencia que esa revolución destructora del Estado burgués, la revolución proletaria, no existió, ni podía existir, en una España dominada por la guerra entre esas dos fracciones del capitalismo que eran, de un lado, los franquistas y, del otro, los republicanos. Así, pues, con toda probabilidad, Amorós, con La revolución traicionada, en el mejor de los casos, yerra el tiro, pues reconocer una «revolución» o «conquistas revolucionarias», en el seno de la República capitalista, en la que se mantuvo, en todo momento, por supuesto –más allá de los cuentos de hadas acerca de la abolición del dinero mediante las colectividades– la explotación del trabajo asalariado, pero, además (¡mayo de 1937, en Barcelona!), la represión del Estado burgués contra el proletariado, es tanto, en el fondo, se pretenda o no, como abonar, como justificar, la defensa militar antifascista de ésta a la que fueron criminalmente abocadas, por la CNT-FAI y por el resto de los partidos y sindicatos reformistas, las masas trabajadoras, en detrimento de sus propios intereses de clase.

Ahora bien, si la crítica de Amorós es infundada, por cuanto sólo en el plano de las ideas es posible hablar de «la revolución española» y separarla de los frentes militares antifascistas, sostenidos precisamente bajo esa fraudulenta bandera, la defensa que Abel Ortiz hace de la CNT-FAI (o, mejor dicho, de la FAI, pues, no en vano, escribe «si los anarquistas estaban organizados eso fue gracias a la FAI», revelando, con ello, palmariamente la naturaleza de partido de ésta y de correa de transmisión de su política que es la CNT) es fundadamente reaccionaria, aleccionadora, en sumo grado, de hasta qué punto, tanto para el anarquismo organizado de entonces, como para el de hoy, su “revolución pendiente� no es otra que la que pueda ser llevada adelante respetando lacayunamente el Estado capitalista, con la venia, transitoriamente otorgada bajo la presión del movimiento de las masas, por la burguesía democrática y sus partidos y sindicatos, pseudotrabajadores, de izquierda.

Así, los «argumentos más sólidos» que el faísta Ortiz esgrime contra los críticos de la CNT-FAI, se reducen, en la más pura ortodoxia reformista, a recordarnos que no seguir la política antifascista desarrollada por ésta «significaba que corriera mucha sangre y la implantación de un régimen disciplinario espartano en toda la población». Quizás Ortiz considera que la sangre derramada por el medio millón de trabajadores españoles muertos en la guerra civil o por los centenares de miles, asesinados, acto seguido, por el franquismo, o por los cincuenta millones de proletarios masacrados en la Segunda Guerra Mundial imperialista, cuyo preámbulo necesario fue la guerra civil española, es “poca sangre�… Quizás considera que las indecibles privaciones, sufridas, durante la guerra y la posguerra, por la población trabajadora española y de todo el planeta, no fueron, siguiendo siempre sus palabras, «un régimen disciplinario espartano»… Pero no, nuestro faísta “revolucionario� pacifista Ortiz insiste. Para él, «en todo caso es mejor perder una guerra que ahogar un país en sangre. Es mejor perder conquistas que sostenerlas sobre miles de muertos. Es mejor tener ministros anarquistas que pelotones de ejecución anarquistas. Es mejor colaborar con los cercanos [léase con los socialdemócratas, estalinistas y trotsquista, con los reformistas y antifascistas], aún a riesgo de perder, que matarlos»…

Una “revolución� sin sangre ni muertos, sin penalidades de la población, con ministros anarquistas y colaboración con los reformistas…, éste fue y es, ciertamente –mil agradecimientos a Abel Ortiz por dejarlo tan claro–, el sueño reaccionario de «la revolución de la CNT-FAI», la quimera reformista de la revolución anarquista. Pero una “revolución� que, en definitiva, como la de Ortiz y los suyos, renuncia, por principios, a imponer, por todos los medios a su alcance, el poder de los explotados sobre los explotadores, el poder de la clase oprimida sobre la clase opresora; una revolución que renuncia, «en todo caso», a desplegar su justa y necesaria violencia para destruir, de raíz y hasta las últimas consecuencias, esa máquina de represión del proletariado por la burguesía que es el Estado capitalista, ¿qué significa sino el más criminal engaño para las masas trabajadoras?, ¿qué supone sino la más absoluta negación de la revolución anticapitalista?

Tal fue «la revolución española de la CNT-FAI».

Ignacio Rodas
(Cotraductor y copresentador del libro Los revolucionarios y la guerra de España. Textos de Bilan 1933-1938. Miembro del Movimiento Anticapitalista Revolucionario (MAR) > http://groups.msn.com/Anticapitalistasrevolucionarios <)

18 de mayo de 2004

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Comentaris

Re: Respuesta a Abel Ortiz a propósito de la CNT-FAI
18 mai 2004
em regireu l'estómac, em crispeu els nervis, m'escalfeu el cap i em feu un fàstic que no es pot dir amb paraules

hi ha una paraula per a vosaltres: MESQUINS/ES
Re: Respuesta a Abel Ortiz a propósito de la CNT-FAI
18 mai 2004
No MARtiricéis MARranos!!!
Para nosotras solo sóis unos MARcianos!!!
Re: Respuesta a Abel Ortiz a propósito de la CNT-FAI
18 mai 2004
sois la peste de barna...

escupir de esa forma sobre la historia de la clase obreara os hace merecedores de que os vsistaran "los reyes de la pistola obrera"...
a explicaros un par de cosas...

vuélvete al colectivo "Hilo rojo"
Re: Respuesta a Abel Ortiz a propósito de la CNT-FAI
18 mai 2004
Rodas ves a fotre les teves xapes a la vostra pàgina de descerebrats
Re: Respuesta a Abel Ortiz a propósito de la CNT-FAI
18 mai 2004
Però com teniu els collons de donar lliçons des de la vostra saleta d'estar per casa als milions d'obrers i antifeixistes que van lluitar a la guerra. Com es pot estar tan il·luminat i desquiciat per dir tantes tonteries juntes, si vosaltres mateixos no serieu capaços ni d'aguantar una mil·lèsima part del que van aguantar els nostres avis sense sortir corrents. Realment sou uns feixistes perillosos i desquiciats, destilant mentides d'un lider de saló recreatiu, que el mou l'ignorància, la falta de follaje i la supèrbia de contar amb tres o quatre paiasos que li netegen les babes.
El fet de pensar-se amb la capacitat per dir el que ha dit és el que em té més al·lucinat, i no se si inclinar-me entre un retardat mental o un autèntic desquiciat.

On heu après tantes tonteries?
Puntualitzacions
18 mai 2004
l'altre dia vaig escriure a l'article d'Abel Ortiz en un sentit similar al que feia ell, reinvidicant inclos la figura de Garcia Oliver (el revolucionari, no el ministre)-tot i que hi havia coses del seu article que no hi estava d'acord. De la mateixa manera que criticava aquesta dinamica a vegades molt nociva i sectaria de qualificar-ho de traidor etc, que crec fa perdre una visio més contradictoria i real de les coses, a banda del mal d'ulls que fa veure la critica a tota una generació de treballadors i treballadores, i de gent militant, amb tot el que va arribar a patir.

Pero el que vull dir, malgrat que l'article de l'Ignasi Rodas no m'agrada per moltes coses, malgrat que el seu grup ... be hi tinc certa distancia, no podem caure en qualificar la discrepancia de feixista o coses per l'estil, per més equivocat que un cregui que estan. No es pot qualificar aquest gent amb aquests epitets (cosa que per cert ells acostumen a fer) perque no ho son. Si voleu seran uns plastes (deu ser solidaritat entre plastes) pero quan estan fent una critica mes o menys argumentada, malgrat el to del seu llenguatge etc no es pot alimentar aquesta dinamica.

La gent te dret a discrepar tant criticament com vulgui. No es pot oposar al sectarisme, el "patriotisme" ideologic, no se si m'explico. Amb aquesta actitud, una es pot permetre separa el gra de la palla i veure la dimensio d'un personatge tant interessant (i contradictori?) com l'esmentat Garcia Oliver -i els seus fets que es el que importa-, en Balius, els bolchevique-leninistes (... i, clar, els del Mar.)
a propósito
18 mai 2004
Hemos cruzado un gran número de poblaciones catalanas, En todas ellas hemos observado el mismo espectáculo: a la entrada y a la salida de las villas y de las localidades de mayor importancia, se hallan barricadas u obstáculos de la más variada estructura.

Al pie de los cachivaches, o de los árboles arrancados de cuajo, permanecen en constante alerta unos cuantos milicianos. Los trabajadores exigen la documentación de los vehículos y son escrupulosos en su cometido. Vigilan día y noche para que los enemigos no se filtren en las poblaciones catalanas.

La impresión que produce Cataluña es de que se encuentra en pie de guerra. Un aire de renovación recorre el espacioso perímetro de nuestra tierra. De este soplo revolucionario se han contagiado la inmensa mayoría de los naturales del país.

...

En la región aragonesa que controlan las milicias catalanas se ha terminado la explotación y la rapiña. Ha nacido un nuevo orden revolucionario. En Bujaraloz los campesinos trabajan colectivamente. Se reparten de una manera equitativa el fruto de su labor cotidiana. Y el entusiasmo del campesino es grandioso. No están dispuestos a que ningún político burgués trate de arrancarles la indudable mejora que acaban de conquistar. Funciona un comité de abastos que controla las necesidades de las milicias y de los pobladores y que está integrado por una representación de ambas partes.

Los víveres son distribuidos a las familias de la población de acuerdo con el número de familiares y de milicianos que cada casa ha de alojar. Y para los restantes artículos o productos se sigue una tónica idéntica.

(Jaime Balius, Solidaridad Obrera, 12-8-1936)

...


En nombre de la Columna Durruti dejo constancia de haberme incautado, de acuerdo con todas las organizaciones sindicales, políticas y sociales que componen el Comité de Defensa, de todo el material de guerra, ametralladoras, etc..., que poseían las organizaciones, excepción de los fusiles necesarios para la defensa local. Dejo bien aclarado que todo se ha realizado de mutuo acuerdo en bien de la causa y del triunfo contra el fascismo.

Comité Local de defensa. Sabadell (9-9-1936).
Francisco Carreño. Rubricat

(En realidad se trataba de una auténtica expedición punitiva y expropiadora de la Columna Durruti, que padecía en el frente una angustiosa falta de armamento. Durruti había dado orden de bajar a Sabadell para incautarse del armamento que se había acumulado con motivo de la formación de una "Columna Sabadell" que no había llegado a constituirse. Abad de Santillán consiguió negociar con Josep Moix (PSUC) la entrega del armamento, salvo una pequeña dotación para el comité local. El documento firmado por Carreño aceptaba salvar la cara de los psuquistas apalancadores que habían tenido que ceder a las amenazas que suponía la sola presencia del destacamento de la Columna Durruti)
Re: Respuesta a Abel Ortiz a propósito de la CNT-FAI
19 mai 2004
Rodas rodas... tens una fixació excepcional amb els anarquistes... com a dit el company/a...
escupir de esa forma sobre la historia de la clase obrera os hace merecedores de que os visitaran "los reyes de la pistola obrera"...
a explicaros un par de cosas...

Perquè no et centres en el discurs del 17 i deixes de difamar?
No seras tu qui ens expliquis les errades del 36... un autoritari (maoista, troskista?)

Ves a pendre pel cul... t'estas creant massa enemics
Re: Respuesta a Abel Ortiz a propósito de la CNT-FAI
21 mai 2004
noi, perque no vas a fer amenaces d'aquest tipus a casa teva
aqui a Indymedia, que tothom es diu de tot a vegades, d'on t'has sortit tu?? dels nazis del teu barri??? Perque demostres ser un feixista provocador, amenaçant a algu amb pistoles, un nazi.
Apren a saber amb qui has d'utilitzar la pistola, bocamoll i a amenaçar al riu. I sino t'agrada el que escriuen els altres, llegeix el tebeo, fotut imbecil.

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