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Anàlisi :: corrupció i poder : fòrum 2004
Tarannà, Larra y el Fòrum
10 mai 2004
Con motivo de la inauguración del Forum Universal de las Culturas, las aquí firmantes, nos hemos propuesto colaborar con un pequeño grano de arena: la recuperación del brillante articulista Mariano José de Larra adaptado a nuestros tiempos. Esta es nuestra humilde contribución durante los cinco meses de duración del evento.
Para refrescar memorias, Larra proponía en sus artículos un cambio social e individual. Sus textos, siempre didácticos, versaban en torno a la gestión pública, entonando a través de la sátira nobles causas como el progreso y la tolerancia, con una aguda crítica al conservadurismo absolutista de su época: fanático, ignorante e inmobilista. Nada que ver con la nuestra. ¡A Dios gracias! Pero no por ello, dejaremos que su prosa brillante y su espíritu agudo no se recuperen en un acto donde todas las culturas tienen cabida.
Próxima entrega: "Lo que no se puede decir, no se debe decir."
Tarannà, Larra y el Forum

“Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza�. Estas reflexiones hacía yo casualmente no hace mucho tiempo, cuando se presentó en mi oficina una italiana de estas que, en buena o en mala parte, han de tener siempre de nuestro país una idea exagerada e hiperbólica; de estas que, o creen que los hombres aquí son todavía espléndidos, francos, generosos y caballerescos (…).
Verdad es que nuestro país no es de aquellos que se conocen a primera ni a segunda vista, y si no temiéramos que nos llamasen atrevidas lo compararíamos de buena gana a esos juegos de manos sorprendentes e inescrutables para el que ignora el artificio, que estribando en una grandísima bagatela, suelen después de sabidos dejar asombrado de su poca perspicacia al mismo que se devanó los sesos por buscarles causas extrañas.
Acostumbrada mi vecina mediterránea a la actividad que vive en su país, me aseguró formalmente que pensaba presentar un proyecto en el Forum Universal de las Culturas esperando pronta respuesta. Llena de lástima traté de persuadirla a que volviese a su casa cuanto antes.

-Mirad -le dije-, signora La Daga, que así se llama; venís decidida a presentar un proyecto esperando respuesta en quince días.
-Ciertamente -me contestó-. Quince días y es mucho. Mañana por la mañana nos presentamos en la calle Llull, por la tarde miran nuestro asunto, lo debaten esos ilustres señores y por la noche, habrán tomado buena nota. Al tercer día se juzga el caso y soy dueña de mis ideas. Serán buenas o malas, y admitidas o desechadas en el acto; en el sexto, séptimo y octavo (día) veo lo que hay que ver en Barcelona, descanso el noveno y el décimo tomo asiento en mi avión, si no me conviene estar más tiempo aquí y me vuelvo a mi casa; aún me sobran de los quince, cinco días.

Al llegar aquí, traté de reprimir una carcajada que me andaba retozando ya hacía rato en el cuerpo.

-Permitidme, signora La Daga, le dije entre socarrona y formal- permitidme que os convide a comer para el día en que llevéis quince meses de estancia en Barcelona.
-¿Cómo?
-Dentro de quince meses estáis aquí todavía.
-¿Os burláis?
-No por cierto-
-¿No me podré marchar cuando quiera? ¡Cierto que la idea es graciosa!
-Sabed que no estáis en vuestro país activo y trabajador.
-¡Oh!, los catalanes que han viajado por el extranjero han adquirido la costumbre de hablar mal (siempre) de su país por hacerse superiores a sus compatriotas.
-Os aseguro que en los quince días con que contáis, no habréis podido obtener respuesta siquiera de una sola de las personas cuya cooperación necesitáis.
-¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad.
-Todos os comunicarán su inercia.

Amaneció el día siguiente y salimos ambas a presentar el proyecto en el Forum, lo cual solo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido en conocido; encontrámosle por fin, y el buen funcionario, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días: fuimos.

-Vuelva usted mañana -nos respondío la secretaria- porque el directivo andaba reunido.
-Vuelva usted mañana -nos djijo a la semana siguiente- porque hablaba con la CNN.
-Vuelva usted mañana -nos respondió el otro- porque el responsable del canal Forum no sabía nada.
-Vuelva usted mañana -nos respondió al mes siguiente- porque hoy se ha ido a Estados Unidos.
- ¿Qué día, a qué hora da un catalán una respuesta? Vímosle por fin y Vuelva usted mañana -nos dijo, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana porque ahora hay elecciones.

A los seis meses ya estuvo; pero mi amiga retrasando la fecha de su billete de avión preguntome si el señor funcionario había entendido que se le había entregado un proyecto para rechazar o admitir, nada dije a mi amiga, desesperada ya de marcar ese número de teléfono móvil.

-Es indispensable -dijo finalmente el funcionario con voz campanuda- que este proyecto lleve un presupuesto detalladísimo. A más tardar esta misma tarde.

Hubo que hacer otro. ¡Vuelta a los empeños! ¡Vuelta a la prisa! ¡Qué delirio!

No paró aquí; un director de comunicación sumó su honor y palabra asegurando una respuesta llegadas al séptimo mes. El nuevo actor público le obligó con su tardanza a un nuevo retraso para el retorno a casa de mi incrédula amiga. El escribiente hizo después otro tanto con las copias del proyecto.

-¿Qué os parece de esta tierra de diversidad, signora La Daga? Le dije al llegar a estas pruebas.
-Me parece que son hombres singulares…

Al octavo mes volvimos a saber el éxito de nuestra pretensión.

-Vuelva usted mañana -nos dijo una nueva secretaria- En Xavier está nuevamente reunido.
-Grande causa le habrá detenido -dije yo entre mí.
-Es imposible verle hoy -espeté a mi compañera- su señoría está, en efecto, ocupadísimo, se acerca la inauguración.

-¿Para esto he echado yo viaje tan largo? ¿Después de ocho meses no habré conseguido sino que me digan en el Forum Vuelva usted mañana? ¿Y cuando ese dichoso mañana llega, en fin, nos dicen redondamente nada? ¿Y vengo a traer ideas de solidaridad? ¿Y vengo a contribuir con mi trabajo? Preciso es que la intriga más enredada se haya fraguado para oponerse a nuestras miras.
-¿Intriga, signora La Daga? No hay hombre capaz de seguir dos horas una intriga. La pereza es la verdadera intriga; os juro que no hay otra (mentí para ocultar motivos mayores) ésa es la gran causa oculta: es más fácil ignorar a las personas que ser correctos con ellas.

¿Tendrá razón, perezoso lector (si es que has llegado ya a esto que Larra escribió hace dos siglos), tendrá razón la buena signora La Daga en hablar mal de nosotros y de nuestro tarannà? ¿Será cosa de que vuelva el día de mañana con gusto a visitar nuestros hogares? Dejemos esa cuestión para mañana. Pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás!

(El Pobrecito hablador, enero de 1833-mayo de 2004)

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Comentaris

Manifestació virtual
11 mai 2004
http://www.manifestacionvirtual.com/info.asp?cod=4556
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