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A las doncellas del año dos mil
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03 mai 2004
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Segmento inicial de mi Introducción a “Doce poetas catalanes del siglo XXâ€?. Lo doy a manera de presentación paralela de autor hoy, en torno al 23 de abril de 2004, feria popular del libro en Cataluña, ante el incumplimiento del Fondo de Cultura Económica de México y el Insitut Ramon Llull de Barcelona de iniciar en esta fecha y en esta ciudad su itinerario de presentaciones por los paÃses de habla castellana. Va también en defensa de mis derechos de persona, por la libertad de opinión, por el cese de de todo tipo de veto, persecución y secuestro de obra en mi contra, y por una recepción a la espiritualidad catalana expresa por sus grandes poetas por mà traducidos de la centuria recién pasada en mi lengua, digna de esta rosa roja de carne viva que sangra. |
A las doncellas del año dos mil
Orlando Guillén
más que una
‘traducción’, una ‘muestra magnÃfica de la poesÃa del siglo XX'
Eliot
Cuando en 1979 conocà a Joan Vinyoli llevaba yo en mano la Antologia general de la poesia catalana de J. M. Castellet y J. Molas. “Para que no pierdas tu tiempo leyendo en vanoâ€?, me dijo con ágil, expedita cortesÃa. Y tomando el libro marcó en el Ãndice los 12 poetas que ahora dan tÃtulo a este que va a su memoria.
En la lista no aparece ni una sola mujer.
Tampoco hay muchas en la poesÃa catalana del siglo XX ni por definición el referente casual tenÃa por qué incluirlas a todas.
Para mà la presencia de la mujer en esta poesÃa es estimable y paralelamente fundacional, o más exactamente refundacional. Esto sobre todo en una literatura a esguinces enigmática que carece por razones históricas y polÃticas de una ‘tradición’, de una herramienta decantada, de un trabajo literario de asentamiento y doma de idioma y cuya lÃrica naciera entre ungüentos provenzales en las cortes del amor .
Hay sueño suegro de Adán en la materia verbal virgen, y peso y reto de refundación.
La mirada de halcón es ave de prisa y caza, pero me parece que los nombres a flor de paloma viñolianos ofrecen un panorama representativo de la poesÃa escrita en catalán en la reciente centuria difunta. Sin duda es suficiente y digno en su conjunto para representar esa poesÃa; porque se trata de autores sin los cuales no estarÃa ella ni en su altura ni en su hondura justas ni en sus diversidades formal y tendencial. En poeta que no es misógino y sà torcido por lo Recto, la tajancia de la producción femÃnea puede fuera de azar indicar opinión, y en ese caso tendrÃa todo derecho.
Este es el punto para remarcar la peculiar circunstancia en que se da esta selección y el modo en que hoy la asumo. Un vistazo personal, gestual o nervioso más bien cumple a la anecdótica, y asÃ, paradójicamente, no doy a Vinyoli el crédito más que fuera de reclamo por ajeno a su origen: se factura a partir de una nómina accidentalmente presente, y para destinatario cordial: sin más fin que allanarme la aventura poética en patio contiguo, y nunca pensada con ribetes de panorama o antologÃa atentos a la esencia, a la sensibilidad y al gusto extremos . Espontánea: no es más que desprendimiento de espÃritu de quien convida en privado a un banquete de vidas y de signos. No hay compromiso ‘público’ en el poeta, y ni a él ni a mà se nos hubiera ocurrido entonces nada sÃmil a este libro improbable y furtivo que el tiempo y la muerte me impondrÃan al paso. Restringida y acotada ‘de nación’ no es pues una antologÃa expresa ni menos estricta a obra de Vinyoli sino envÃo y saludo mÃos a su recuerdo humano, mero tributo de vida entre mis muertos.
Joan Vinyoli puso en tales condiciones los poetas, y yo el material con que quedan representados. Por eso y por lo expuesto mantengo en el cuerpo principal los autores ‘indiciados’, y acuño con precisión numeral el tÃtulo de esta obra: Doce poetas catalanes del siglo XX. Son en portada Guerau de Liost, Josep Carner, Carles Riba, Joan Salvat-Papasseit, J.V. Foix, Pere Quart, Agustà Bartra, Salvador Espriu, Joan Vinyoli, Joan Brossa, Gabriel Ferrater y Vicent Andrés Estellés. El racimo prieto de estos doce es panorámico y llena y abraca la poesÃa catalana de su tiempo en sus vertientes litorales de desarrollo y por sus grandes singularidades; supone asimismo encuentros, desencuentros y búsquedas en el interior y hacia el interexterior: las aguas revueltas, densas de amor y mierda, cruentas, trágicas de la poesÃa europea donde (en gran trago a salto de mata) se escribe e inserta . Pero ningún panorama (insisto: JV no se propuso eso) en la poesÃa de lengua alguna es completo sin el aplomo a plomo de la escritura hembra –que a ocasiones paga por todas: inclinaos al paso proevocativo de sor Juana.
Aún cuando el rigor dictara la exclusión, en un verdadero panorama habrÃa que mostrar para demostrar a los ojos mostrencos de todos la objetividad subjetiva de quien prima la razón poecrÃtica para disensión o goce estético o chasco o plenitud de otros. A eso me ajusto: es derecho del clan al juicio propio; y el aparente daño lo restaño con mis Tres añadiduras. Sé que JV estarÃa de acuerdo conmigo en esto, pero no si como Espriu (lo que me fue exultante saber después) reunirÃa las mismas autoras que yo: “Rosa Leveroni es la más auténtica y depurada voz lÃrica femenina de la generación a la cual [...] pertenezco [...]; la única digna de ser comparada con las nobilÃsimas de Maria-Antònia [Salvà ] y Clementina [Arderiu]â€? . Mis Añadiduras prestan, por la vÃa versaria y pirata (trovadora de veras), aroma al tÃtulo danzón dedicado de esta Introducción: es verso de Maria-Antònia localizable en la Ñapa y albur en sombra al cual me arrimo.
Ni comparto ni he compartido el ánimo que anima los usos y costumbres de los antólogos usuarios. Por el contrario, más de una vez he sido vÃctima de su arrebatinga fragmentista, oscurecedora y fraudulenta. A este volumen la calidad monumental le viene en principio de la decisión de representar a los poetas por libros enteros. No podÃa ser distinto. A ratos una edad, otros su culmen, un libro siempre representa la lÃrica de un poeta, aún siendo ese libro de iniciación. Un libro de poesÃa es unitario incluso por sus partes, porque responde a estados de espÃritu irreparables, y coge y captura tiempo con la mano desasida del verso. Ello exime “razonesâ€? para la presencia de uno u otro tÃtulos. Los libros de poesÃa se recomiendan por serlo.
Para mis Añadiduras contradictoriamente el criterio pareciera ser otro. Mas: no me propuse representar por absoluto en el caso sino mostrar y dar asà mayor ‘integridad’ a un panorama poético inopinado, subrepticio y trunco con una noticia amplia de obra. Son nomás florezuelas fieras de emoción dispersa, pero estoy seguro que llamarán a alguno al perfume corolario de los libros de estas mujeres como mar.
El crecimiento al impulso del trabajo impuso sobre el monstruo de 12 más 3 cabezas resultante el Apéndice de varia intención, corona referencial poética y crÃtica.
Puntal puntual que sustenta también la condición panorámica de este libro, revierte autosuficiente –por lo menos en la medida de mi inmersión en la poesÃa catalana del XX que no termina de estirar todavÃa la pata inmortal, y que comparto a los 4 vientos poéticos con la certidumbre de un paquete textual si no exhaustivo sà indispensable para la caudal comprensión de aquella, y de encaminar la curiosidad intelectual forastera a ensanchar por otras vÃas este intento que en más de un sentido se queda corto. Este libro está acabado ya. Este libro es libro abierto. Mi lectura de esta poesÃa sigue en movimiento.
Manazo de ala de ideas y en balcón plural a su figura, Guerau de Liost (de quien no di más que La ciudad de marfil), se ve rodeado por La montaña de amatistas (en forma del prólogo satánico escrito a ese libro suyo por Eugeni d’Ors Xènius), y en sus propios Sueños por el Soneto a ellos alusivo de Carner. Tierna, ingenua, implacable y perversa amistad: “Sin tu dulce compañÃa/ serÃa enojosa la inmortalidadâ€?.
Llegó tarde y caminó pronto NabÃ, libro con el cual también me hubiera gustado representar a Josep Carner. En su lugar en el Apéndice arrejunto material de ojo de agua diversa para servir al conocimiento de su ser intelectual complejo e itinerante. Allà se verá la huella de la antigua poesÃa naua a su paso de espÃritu.
Doy las Versiones de Hölderlin, de Carles Riba, con el Prefacio naturalmente posterior y ya inseparable de Ferrater. Repito para precisar: no digo que doy Hölderlin ni podrÃa ni soy quién para juzgar en esto a Riba: ignoro por lo redondo el alemán. Doy el Hölderlin de las Versiones de Riba. De la dignidad de ellas no deja duda la lectura de Gabriel Ferrater; y aporta servicio digamos de restauración que si se sigue es iluminante, esclarecedor. Hay razones en el trazo de estilo de Riba, pero si no las hubiera la razón histórica serÃa suficiente: Hölderlin entra por esta hendidura a la poesÃa catalana. Allà lo conoce entre otros Vinyoli. Del Prefacio: “Basta pensar en la obra de Joan Vinyoli para ver que Hölderlin ha contado (y ha contado con ‘pureza’, tal como a Riba le agradaba decir)â€?.
Nada es mezquino y otros poemas, su concepto del poema y un autorretrato alcanzan a definir mejor en este libro la personalidad de Joan Salvat-Papasseit, poeta del amor adolescente que enamoró muerte florida.
J.V. Foix cree escribir verso cuando escribe prosa . Por eso escribe prosa cuando escribe verso. ¿Hay tal lugar? El lÃmite limita de sà consigo. ¿Es la prosa real y arreal el verso? Por eso y por otras cosas lo doy en prosa en el cuerpo principal y en verso en el Apéndice; y en ambos: textos más o menos teóricos que entrambos pintan raya de arte poética.
La frontera es ilusoria.
Ritmo puro.
Maravilla sórdida.
Pero es: sucede en una escritura de imágenes y sueños dentro de una realidad lo mismo patente que arreal; arte y vida: opuestos simultáneos besándose los cráneos: disruptura de la ilusión como migración deslumbrante a lo cotidiano en ejercicio. Frontera tenue por abolición del lÃmite realarreal. El prodigio como lo ordinario. Es dimensión de la vida vivida y la intensidad puesta en ello al sueño de vivirla. Una medida de gracia como la infancia o la poesÃa como celebración, como loanza. A su alrededor atónitos, perplejos estallan otros muertos: burbujas de dinamita de sueño que no llueve paraguas. La frontera es música de alientos y música de densidades; y tiempo y movimiento alternos al vuelo y al peso conceptual, de modo que se tocan en fruta de anhelo y renacimiento. La frontera entre verso y prosa es espacio danzante de la vida, del amor, del sueño y de la muerte. Las cosas transcurren en el tiempo y la espesura de su bosque es música encinta de imaginación voladora. Lo de adentro y la unidad de intensidades convergen con lo de afuera. La poesÃa vive allÃ. La poesÃa vive en la prosa y en el verso, y es ubicua en la frontera. Al verso y a la prosa los separa lo que los une: la música, y la entidad de los bloques de sentido. Vivir poesÃa es vivir frontera: los de Foix son sueños con vida y muerte corporales.
Hoy jueves que proso estos versos con mano de Vallejo, Foix firma con la propia: la frontera es espacio compartido; separado y estanco; el lugar en movimiento, la activa contemplación; y tan campantes cada quien su cacho de humanidad, su sombrerazo de nube. Asà el minuto de obra, el saco audible del espanto, la consumación del crimen de la especie. ¡Foix versa la prosa y prosa el verso, y el beso es mutuo, y hay y no hay lugar a confundirlos! ¡Foix que hiciste catalán el lÃrico verso de Bernat de Ventadorn!
Pere Quart dispone de vacaciones pagadas en el infierno. En otro lugar pero en el mismo Vicent Andrés Estellés atiza con los mejores versos de la lengua catalana el fuego gran enano amarillo de la hojarasca o de la leña. Andanse en caliente: rÃase la gente.
Doy Quetzalcóatl de Agustà Bartra con apego al texto catalán, mas sigo el criterio (testamental por último) expreso en el prólogo a su antologÃa personal La luz en el yunque (editada en México). Allà no lo entrega completo pero con cursiva suya lo considera entero “en tanto que lo excluido no era imprescindible para que no se hundieran las estructuras de su desarrollo épicoâ€? . Tal cual. Doy en cambio la totalidad de las notas autorales al poema para mantener en obsequio de quienes leen el hilo argumental general, y porque aquà si que nadie mejor que el poeta para dirimir los extremos de espÃritu de su obra. Se trata de una recreación del poderoso mito de Quetzalcóatl, Serpiente Hermosa, que reafirma la presencia del motivo antiguo mexicano en esta poesÃa .
Agustà Bartra irrumpe con proyecto propio en sentido distante en el oleaje épico-celebratorio ambiente entonces en ciertas zonas de la poesÃa europea, cuyo aliento versicular prestigia en francés Saint-John Perse con viento caribe, y cuya lógica interna solventa Bartra y desenvuelve en grandes vuelcos de ala de prosa rÃtmica sobre el verso catalán (en andanza muy otra pero ambas expansivas a las andanzas foixianas) no sólo en este poema sino en su lira épica. En Quetzalcóatl es rasgo de estilo y pieza estructural.
Las variantes advertibles al cotejo proceden del texto castellano de Bartra, y se han incorporado con pertinencia tipográfica y de manera natural: son el coro de las doncellas y las ‘negritas’. Era esencial mantener como base el texto catalán para sustraerse a la manÃa bartriana de modificar sus escritos cada vez que los tocaba . Me limité pues a ‘fijar’ el texto frente al ‘otro’ castellano. Doy mi versión y no la de Bartra por lo dicho, y porque este es un libro de versiones mÃas.
Agustà me dispensó en Terrassa trato de generosidad y afecto. Tengo la mayor deuda con él (aquella que es de suyo impagable), por haberme hecho conocer a Paco SeguÃ, hermano determinante de vida y poesÃa. Desde la calavera incólume de estos dos difuntos poéticos, dejo al paño de los imbéciles pretensas “comparacionesâ€?, “arbitrariedadesâ€? o fantasmagóricas “soberbiasâ€?. Estrictamente, con algún método y con toda la fidelidad posible, mi versión se adecúa a modalidades especiales de un autor.
Muy pronto en mis relaciones con la poesÃa catalana traduje La pell de brau (La piel de toro) de Salvador Espriu: hacia 1978-79, y la publiqué en 1980 en México . Roberto Bolaño la encontró entonces ‘curiosa’ en Barcelona, y yo, ahora, en Las Flores de Uxmal: eso; e insuficiente y apresurada. Me movÃan móviles prácticos y no sólo poéticos de aprendizaje y dominio de una lengua emergente que se me aparecÃa fascinante, lúdica y melodial entre las del tronco romancero; si es que estos móviles son separables de la poesÃa. Oprime timbre ocre y tañe bronce mano de plata en resonancia. Con Espriu aprendà un catalán adusto, fino, de suaves ritmos a la flor del viento, y conocà a un espÃritu severo a la devastación, sombrÃo, cabal temblante en el fondo del ojo negro vivo a gritos del espanto. CÃclope o Testigo, augur de graves ecos en el hueco de lo presente que es presagio de pasado y pico de pato de futuro; desolado de toda esperanza: terriblemente, por asunción de la indefensión cósmica humana; y sospechoso del valor ‘real’ del ejercicio (más valdrÃa ciego en el sentido de fatal) de los inciertos ‘poderes’ del poeta, Espriu es autor no obstante floreciente de una poesÃa de conciencia e indignación frente a la guerra y la opresión satrápica en cuyo eje lÃrico gira siempre la muerte . En este libro está señalado por Final del laberinto en el piso principal, y en el entresuelo por Semana Santa. En muestra varia y funcional desparramo su contribución crÃtica.
Y por lo que me toca: de mi suerte postrera da cuenta hoy este animal que se comba en arco de apabulladuras de vida de poesÃa.
Joan Vinyoli es el único autor a quien represento por tres libros: Viento de cobre en la proa; en la contraparte, Todo es ahora, y nada también, y Dominio mágico.
Todo es ahora, y nada también es delantero en el orden existencial.
Viento de cobre baja al centro del camposanto.
Dominio mágico es jugada de mar.
Dominio mágico es una isla encantada de la vida celebrante a las puertas de la muerte. Es embeleso ritual, y Próspero acata a Miranda.
SabidurÃa de celebración de vida sobre muerte.
La lira es genio del aire. Lira trágica y sagrada como la canción de Ariel.
Shakespeare está hecho de la misma materia que TrÃnculo.
Ha sucedido un universo.
PoesÃa y muerte al alcance de la mano son cosa rica y rara.
Calibán sortea entre las aguas el epitafio rugiente de vida de la carne muerta.
Doy con su prólogo a Lo callado la poética de JV.
Espriu y Martà i Pol, cada quien por su seña y en su tiempo (1965, y 1979), leen con perspectiva por el ojo de buey de la agudeza la obra viñoliana, y con pasión proclive como la mÃa la siguen por sus contenidos estético y de espÃritu con signo de iluminación. Son cuchillas crÃticas diferentes referenciales necesarias, como atañe a lectura de poetas.
La poesÃa no es cantidad.
Este seguimiento debe estimarse normal en un volumen a la memoria de Vinyoli.
En la poesÃa de Joan Brossa por realismo metafÃsico que ahora entra abrupta y en plena marejada, “Es alto el arbusto que extiende sus ramas;/ en el verano y en el invierno siempre verdea:/ Pasado, presente, futuro son sus raÃces;/ Los frutos: nosotrosâ€?. La fácil apariencia de un estilo resuelto por el accidente, el giro, el hallazgo: la sorpresa manjar de originales monda condición humana y recorta imágenes como sigilos de vida o muerte o sueño. Esta parodia de la paradoja abstracta o modo de ser en el absurdo que ya es lugar pero más el vacÃo, recluta por eficacia lengua como gota de sangre en vaso de leche que se alza para beber y se advierte sin asco ante el prodigio plástico el tulipán viscoso mas con asco de la vida: lengua de payaso: larga, afiluda, veraz, concertista y asesina. “Soledad que me espanta de los bosques que me envuelven!/ Oscuramente se tambalean las antenas de mis versos:/ Dentro de mà las murallas, amarillas de oro al rayar el alba,/ Desborda el océanoâ€?. En verdad el lenguaje de Brossa no es desconcertante; es extravagante, como si fuera el que hablaran figuras de la baraja o personas de plata o mármol. “La flecha acierta en el blanco. Tuerzo la boca./ A lo lejos retruena el trueno de la montaña./ ¿Has visto caer un pájaro mientras volaba,/ Alma mÃa?â€?
No hablan frÃamente más que por razones pasionales las estatuas. “Amor ataca los cuerpos a estocadasâ€?. Es lenguaje de sueño. Más bien Brossa se vale de elementos de desconcierto, y por principio de incertidumbre recurre al Caos como instrumento a tumbos de exploración y conocimiento. "Barrancas junto al camino, ¿y estos coches?/ ¿Qué significa una nación? Paran./ La tierra está llena de eso. Total:/ Dos damas de honorâ€?.
Sin recargo a la vibra y al eco vocinantes, el lenguaje de Brossa experimenta también por exceso desdoblamientos que le son propios y súbitos, y asà por muestra en el poema Tú que incluyo con otras intensidades en el Apéndice impacta a golpe de magia empática con Gómez de la Serna en el lacónico genio facundo de la greguerÃa: “Si fueras una flor nunca te apagarÃasâ€?… La estatua de cera de Hamlet frente a la cuarta Ofelia derramándose en la marejada de los ojos de agua: “Qué peso las horas! Los latidos. Penumbra./ ¿Cavamos la tierra con un puñal? Detente./ No se cierra la herida. Cómo flota/ Tu cabellera!â€?
La poesÃa de Gabriel Ferrater presenta caracterÃsticas que la sitúan agitándose en la convulsa vÃscera del riesgo. Frente a la masa amorfa empero formidable de una generación que se conforma y repliégase y procrea y educa y fomenta otra nacida para la resignación, esta poesÃa cuenta dentro de aquella que acosa y pone sitio al miedo.
No son muchos en España los poetas que pisotean y pasan por encima de esa gran plasta que se conoce como la posguerra, pero menos desde las lenguas minoritarias –y no nomás por razones matemáticas puras. Está presente el fulgor astroso Unograndelibre del franquismo.
No es un mérito que la obra de Virginia Woolf esté en inglés o la de Quevedo en castellano; tampoco que la de Ferrater esté en catalán. Pero sà es significativo: asà lo dicta la dictadura de la circunstancia. Mas es fuera de ella que me importa su travesÃa. Desde luego y como toda obra poética verdadera esta pertenece irreductiblemente a la lengua en que fue creada, y es desde ahà que se amplÃa o yergue y hace dimanar su proyección humana.
Esta poesÃa es pus de una llaga vulnerada. Una gran sombra blanca, el guiño de un cadáver que se despereza y vagamente resucita, un vaho de espejos o pañuelos más la sagaz sin proponérselo muerte del poeta en plena madurez de arte le confieren el sÃmil decapitado de una amarga melodÃa inconclusa .
Represento a Gabriel Ferrater por TeorÃa de los cuerpos y Chúpate el dedo grande . Su ocupación crÃtica aparece dispersa por sus asuntos.
Enric Casasses (mi inmejorable amigo, poeta y consultor en catalán a lo largo de este esfuerzo), se involucró de tal manera en el volumen que acabó firmándolo conmigo.
Multé en efectivo su pasión y entrega poéticas invitándolo a escribir el EpÃlogo. Allà ubica la poesÃa catalana del siglo XX en su propio contexto y en general en el de la poesÃa europea.
Tal la estructura de Doce poetas catalanes del siglo XX, con Tres añadiduras, versiones, Introducción y notas mÃas, un Apéndice de varia intención y un EpÃlogo de Enric Casasses. |
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