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Mis traducciones catalanas según Dolors Miquel
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20 abr 2004
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Miquel: “Orlando Guillén o de quan la traducció esdevé artâ€?. “Avuiâ€?. Barcelona. 7/10/1999. Va esta versión en defensa de mi libro de libros de traducciones “Doce poetas catalanes del siglo XXâ€?, cuando se busca escamotear su difusión e itinerario de ámbito hispanoamericano y se me sustrae el derecho a cobrar por mi trabajo. La poesÃa catalana entra también perseguida a mi lengua. Honran el menester en bando que deshonra el FCE y un autor catalán de poesÃa inútil. |
Mis traducciones catalanas según Dolors Miquel
Orlando Guillén
Orlando Guillén o de cuando la traducción se covierte en arte
Dolors Miquel
Por estar viva la cultura debe moverse. Sin embargo el movimiento es también un arte y una libertad preciosa, en el sentido de que requiere de pausas establecidas, y también de una inspiración propia, de un aliento casi poético, que la conserve en su esencia pero la dote nuevamente de vida. Tal la ejecución de una danza, de una pieza antigua para un público nuevo. Necesita vida, entusiasmo, pasión, conocimiento y oficio. En el campo de la literatura uno de los movimientos más etéreos, sutiles, es el de la traducción. Y el más retorcido me parece el de la poesÃa, en tanto que la poesÃa es la hija más genuina de la lengua, la que más le depende en cuanto a su propia esencia, y, por consiguiente, la más difÃcil de trasmutar, por cuanto la traducción debe ser propiamente una creación nueva. Un espejo raro en el cual muy pocos pueden asomarse sin sentirse en la casita de feria de los espejos deformantes.
Por eso cuando supe que habÃa un poeta mexicano instalado en Cataluña, Orlando Guillén, que estaba traduciendo libros enteros de poetas clásicos contemporáneos no pude más que maravillarme a la manera llulliana, y, al mismo tiempo, deconfiar campesÃnicamente a la manera leridana. Este último estado provenÃa de la experiencia de algunas amargantes lecturas de traducciones de poesÃa catalana al castellano. De estas lecturas guardaba una sensación de 11 de Septiembre inenarrable. Algo asà como celebrar una derrota, una pérdida. Los poetas catalanes en el idioma de Cervantes menguaban, se hundÃan. Como si la lengua castellana les fuese una piedra de molino atada al cuello que tirara de ellos irremediablemente hacia el fondo del lago. Papel mojado. Estas traducciones incluso me hacÃan desconfiar de poetas que yo admiraba mucho. ¿Eran tan buenos? O ¿sólo era un espejismo de cultura cerrada en sà misma que a sà misma se dice que es buena, y se lo cree? Me sentÃa Hamlet entre un ‘son’ o ‘no son’. Cuando finalmente pude acceder al palacio cerrado del autor de “Versario pirataâ€?, “Rey de bastosâ€? y “El costillar de CaÃnâ€? entre otros [tÃtulos], y pude leer las traducciones de Orlando Guillén, ya no tuve duda alguna. La lectura devenÃa una delicia. Los poetas traducidos eran mis poetas conocidos y amados y no aquellas ‘plastas’ pesadas de algunas traducciones desafortunadas que andaban circulando por el mundo de habla castellana. El placer era inmenso. Se producÃa tanto al leer el original cuanto al leer la traducción. Porque eran tan bellos el uno como el otro. Hasta se daba el caso de algún poeta que mejoraba. Llullianamente volvÃa a maravillarme. Carner, Guerau de Liost, Carles Riba, Gabriel Ferrater, Agustà Bartra, Joan Vinyoli, J. V. Foix, Papasseit, V. A. Estellés, Pere Quart, Salvador Espriu y Joan Brossa. Todos ellos magnÃficos gracias al arte del traductor, que ha entendido que no se trata de trasladar (‘traduco’ en latÃn original); es decir: de llevar de un lado al otro, de una lengua a la otra; sino de llevar a otro lugar, y cambiar, e incluso transformar, o transferir. No en vano era ‘transfero’ el verbo latino original que significaba traducir y que poseÃa estos matices léxicos de alquimia lingüÃstica.
Orlando Guillén, poeta, ha sabido encontrar el alambique de palabras que le convenÃa a la poesÃa catalana. La lectura de sus traducciones significará, para el ojo que se le acerque, el placer de encontrar una pieza bien ejecutada, transferida más que traducida, revivificada, poderosa y fiel al original.
Dolors Miquel. Lérida, 1960. Es autora entre otros tÃtulos de “Haikús del camioneroâ€?, “Libro de los hombresâ€? y “Mordida de gatoâ€?.
Orlando Guillén. Acayucan, Veracruz, México, 1945. Autor de “Cherezada en la noche de los alfanjesâ€?, “Hombres como madrugadas: la poesÃa de El Salvadorâ€? y “TÃtulos del miedoâ€?. Ha traducido a los grandes poetas catalanes del siglo XX. |
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20 abr 2004
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