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Nueva publicacion muy recomendable: Dos periodistas austriacos desvelan la explotación infantil y laboral que perpetran las grandes marcas en países del Tercer Mundo
06 abr 2004
«la multinacional mantiene una guerra civil en el Congo para seguir obteniendo coltan, un material imprescindible en la fabricación de ordenadores y teléfonos móviles»
El Libro Negro de las Marcas

Dos periodistas austriacos desvelan la explotación infantil y laboral que perpetran las grandes marcas en países del Tercer Mundo

ANTONIO PANIAGUA/MADRID

EL LIBRO
Título: 'Libro negro de las marcas: El lado oscuro de las empresas globales'

Autor: Werner, Klaus y Weiss, Hans

Editorial: Debate

Resumen: ¿Cuántas marcas basan sus ganancias en la corrupción, trabajo infantil, destrucción del medio ambiente o el maltrato de animales? Cada vez son más las empresas que trasladan sus fábricas allí donde pueden aprovechar condiciones inhumanas de trabajo, que se benefician desvergonzadamente de crisis económicas y conflictos armados, que toleran la tortura y la esclavitud y que transgeden la ley para poder vender. El libro desenmascara las verdades más turbias que se esconden detrás de las imágenes exitosas de las grandes marcas, pero también muestra el poder que pueden tener los consumidores para obligar a las empresas a cambiar.

Precio: 18 euros
Las grandes marcas de alimentación, ropa y productos farmacéuticos tienen tras de sí una abominable realidad: explotación laboral, trabajo infantil, apoyo a dictaduras, medicamentos inútiles. Los beneficios de las multinacionales proceden de penosas condiciones laborales y sociales en el Tercer Mundo.

Los periodistas austriacos Klaus Werner y Hans Weiss denuncian en el 'El libro negro de las marcas. El lado oscuro de las empresas globales', publicado por Debate, lo que se esconde detrás de las cuentas de resultados de las compañías más relevantes. Para los autores del estudio, es falaz que estas empresas lleven la prosperidad a zonas empobrecidas del planeta. No en vano, alegan que las 500 firmas más importantes del mundo general allí donde se afincan un 0,05% de empleos estables, lo que no es óbice para que dominen el 70% del mercado mundial.

La empresa farmacéutica Bayer, la petrolera Exxon-Mobil y Mattel, fabricante de las muñecas Barbie, encabezan la lista de corporaciones con un comportamiento más deshonesto.

La guerra en el Congo

Por la amplitud de sus áreas de negocio, Bayer se mantiene «incontestablemente» en esta ominosa clasificación. A través de una filial, «la multinacional mantiene una guerra civil en el Congo para seguir obteniendo coltan, un material imprescindible en la fabricación de ordenadores y teléfonos móviles», comenta Klaus Werner. Por añadidura, la firma alemana comercializa herbicidas peligrosos y alienta el trabajo infantil para la consecución de materias primas, además de patrocinar ensayos clínicos con métodos poco escrupulosos.

Bayer no es una excepción. Siemens participa en planes hidroeléctricos en China y la India que abocan a desplazamientos masivos de población, mientras que Nestlé se provee de cacao en plantaciones de Costa de Marfil gracias al trabajo de niños que viven en condiciones de semiesclavitud. No se queda atrás Mitsubishi, que contribuye a la destrucción del selvas tropicales en el sudeste asiático, o Total, implicada en tráfico de armas y colaboración con dictaduras militares de �frica y Asia.

Debido a su menor tamaño, en el trabajo no están incluidas empresas españolas, aunque algunas de ellas, como El Corte Inglés, Zara y Cortefiel, pagan sueldos de miseria a trabajadores textiles del Tercer Mundo, según indican los periodistas.

Las grandes corporaciones de la que se ocupa el libro agrupan el 25% del capital financiero. Werner niega que las multinacionales reporten beneficios económicos a los países en que se asientan, ya que suelen pagar a los empleados por debajo del salario mínimo, cantidad que en el Tercer Mundo no cubre ni siquiera las necesidades básicas. Para Werner, llama la atención que países como Nigeria, Congo, Angola, Brasil o Indonesia, con una población paupérrima, dispongan de recursos naturales que los hacen, sobre el papel, más ricos que muchos países industrializados.

Guardar silencio

Cuando los dos investigadores han hecho público el trabajo de sus investigaciones, las empresas acusadas han guardado silencio, sabedoras de que no entrando en polémica las imputaciones quedan pronto olvidadas. Werner aduce que se ataca a las grandes marcas porque éstas basan su poder en una imagen cuidada y asentada en millones de dólares en inversión publicitaria. «Si las marcas se presentan como modernas, sociales, saludables y amantes de los niños y lo multicultural, es lícito juzgarlas de acuerdo con los parámetros que imponen», explican los autores.

http://www.hoy.es/pg040307/prensa/noticias/Sociedad/200403/07/HOY-SOC-09

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