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Mordechai Vanunu, el hombre que sabía demasiado - Robert Fisk
04 abr 2004
Si de veras la Coalición de los Imbéciles se interesaba por los Armamentos de Destrucción Masiva en medio oriente, podrían comenzar con Israel.

Hace 20 años que un técnico nuclear, Mordechai Vanunu, delató el secreto más bien conocido en el mundo, que el estado israelí poseía armamentos nucleares. Por su “transparencia� le cayeron 18 años en el calabozo. El 25 de abril supuestamente llega el término de su pena. La cuestión ahora es, ¿será dejado en libertad?, ¿lo pringarán el momento que hable con cualquier periodista?, o ¿le va a ocurrir un horrible “accidente�?

Un buen tema para una movilización internacional.

(Y recordar, nació en una “familia judía en Marruecos�, o sea, uno de nuestros viejos exiliados.)
Título original: Vanunu

* Autor: Robert Fisk
* Origen: ZNet, 26-03-2004
* Traducido por Beatriz Martínez Ruiz y revisado por Albert Cardona


Vanunu
Por Robert Fisk

Cualquier israelí que comprara la edición del diario Yedioth Ahronoth del 16 de febrero habría pensado que un hombre más que malvado estaba a punto de salir de la cárcel de Ashkelon. El prisionero se congratulaba cada vez que un terrorista suicida saltaba por los aires. Y lo que es peor, aseguraba el periódico, el recluso -que en su día guardaba los secretos nucleares de Israel- desea seguir poniendo a su país en peligro una vez haya sido puesto en libertad. Se citaba incluso a un antiguo prisionero: "Me dijo que tiene más material y que revelará secretos...".

¿Debería de ser una sorpresa que ese mismo prisionero que, supuestamente, se alegra de la masacre de inocentes mientras se dispone a volver a traicionar a su país, posea varios galardones de grupos pacifistas europeos, el premio a la paz Sean McBride y un doctorado honoris causa de la Universidad de Tromso? En el año 2000, la Iglesia del Humanismo le dijo: "Eres un hombre sincero, valiente y con una gran motivación moral. Ojalá tu enorme sacrificio sirva para proteger no sólo a aquellos que viven en Israel sino también a todos los pueblos de Oriente Próximo y quizás del mundo". Se ha propuesto a ese mismo hombre como candidato para el Premio Nobel de la Paz.

Al parecer, Mordechai Vanunu sólo es susceptible de amor u odio. No hay lugar para la indiferencia en cuanto a este ex técnico nuclear israelí se refiere. Y es que él fue el hombre que, en 1986, ofreció al The Sunday Times el testimonio sobre toda la verdad que se escondía tras la fábrica de armas nucleares secretas de Dimona, en el desierto del Negev, junto con el número total de bombas atómicas avanzadas (en aquel momento, 200) y, lo que fue aún más inquietante, junto con fotografías. Afirmó que Israel había desarrollado un prototipo termonuclear y parecía tener varias bombas termonucleares a punto para ser usadas. Después, una mujer actuó como cebo para que viajara de Londres a Roma, donde fue secuestrado, drogado y devuelto a Israel por la policía secreta israelí. Dentro de apenas seis semanas, tras 18 años de reclusión (12 de ellos incomunicado), el delator más famoso del mundo será puesto en libertad. Israel -por no hablar del mundo entero- está en vilo.

Cabe preguntarse si Vanunu divulgará más secretos sobre Dimona -suponiendo que los tenga tras 18 años de encarcelamiento- o maldecirá al país del que es ciudadano, aunque sea un ciudadano que, antes de su arresto, se convirtió al cristianismo y desea emigrar a los Estados Unidos. ¿Saldrá con la cabeza gacha, ansioso por disculparse de la terrible traición que cometió contra su país? ¿O, como esperan sus amigos, partidarios y padres adoptivos estadounidenses, se convertirá en apóstol de la paz, en uno de los más grandes prisioneros de conciencia de esta generación, el hombre que intentó librar al mundo de la amenaza de la destrucción nuclear?

El gobierno israelí parece tener sus dudas sobre cómo abordar la liberación de Vanunu el próximo 21 de abril. Se sabe que están sopesando -quizá ya lo hayan decidido- la adopción de "ciertos métodos de supervisión" y "medidas apropiadas" para que Vanunu mantenga la boca cerrada. En la segunda quincena de enero, el Primer Ministro, Ariel Sharon, se reunió con Menachem Mazuz, el fiscal general de Israel y con Shaul Mofaz, el ministro de defensa, para decidir si se le negará el pasaporte a Vanunu. Así que Vanunu tendría la libertad de tomar el sol en las playas de Tel Aviv pero no podría viajar por el mundo pregonando la capacidad nuclear de Israel. El hecho de que Sharon convocara también a esta reunión a la denominada "unidad de seguridad del ministerio de defensa" de Yehiel Horev, a los servicios de inteligencia nacional e internacional del país -el Shin Beth y el igualmente sobrevalorado Mossad- y a un representante de la Comisión de energía atómica de Israel, es una buena muestra del temor que siente la administración israelí ante la perspectiva de la liberación de este hombre.

Ahora se sabe que Horev deseaba adoptar medidas mucho más drásticas que Sharon y propuso emitir una orden de detención administrativa contra Vanunu, el recurso habitual que emplea Israel con los palestinos considerados "terroristas". Sin embargo, parece que en la reunión se llegó a la conclusión de que esto sólo mejoraría la reputación de Vanunu como mártir por la paz mundial. Por supuesto, hay otro sistema para conseguir el silencio de Vanunu. Se le puede liberar oficialmente y después, en cuanto empiece a hablar sobre su trabajo como técnico nuclear, se le puede volver a juzgar y enviarlo de nuevo a la cárcel de Ashkelon o, como la llaman ahora los israelíes, de Shikma.

No obstante, el verdadero peligro que representa Vanunu está en que recordará al mundo, en un momento crucial de la historia de Oriente Próximo, que Israel es una potencia nuclear y que sus cabezas nucleares están listas para ser lanzadas desde el desierto del Negev. También recordará al mundo que los Estados Unidos, a pesar de invadir Irak para acabar con las inexistentes armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, siguen prestando su apoyo político, moral y económico a un país que ha acumulado en secreto un tesoro de armas de destrucción masiva.

¿Cómo puede el Presidente Bush guardar silencio sobre la capacidad nuclear de Israel cuando no sólo ha invadido ilegalmente un estado árabe por su supuesta posesión de armas nucleares, condenado a Irán por estas mismas ambiciones y alabado -junto con el gobierno de Tony Blair- al Coronel Gadaffi de Libia por abandonar sus pretensiones nucleares? Si se está "arrancando los colmillos" a los estados árabes -suponiendo, claro está, que dispusieran de colmillos reales-, ¿por qué no se puede "desnuclearizar" a Israel? ¿Por qué los Estados Unidos no pueden aplicar a Israel el mismo patrón que a los árabes? O, ya puestos, ¿por qué no puede aplicarse Israel a sí mismo el patrón que exige a sus enemigos árabes?

Esta es la polémica que los gobiernos de Israel y los Estados Unidos desean sofocar. En los Estados Unidos, donde cualquier discusión que no sea benévola sobre las relaciones de este país con Israel se condena automáticamente tildándola como subversiva o "antisemita", el debate sobre la capacidad nuclear de Israel no es algo que Washington desee escuchar en los programas de entrevistas dominicales. Hay que decir que Vanunu es consciente de la situación, de su propia importancia -que ahora es infinitamente superior que cuando era un simple técnico aprendiz en Dimona- y del papel que miles de militantes contra las nucleares esperan que desempeñe en el mundo. A menudo, a través de sus amigos y de sus hermanos, Vanunu ha manifestado que no dispone de nuevos secretos nucleares pero que tiene el derecho a oponerse a la existencia de armas nucleares en Israel o en cualquier otro lugar. "Lo único que deseo es ir a los Estados Unidos, casarme e iniciar una nueva vida", afirma.

Nadie puede poner en duda la condena de Vanunu. Nacido en 1954 en el seno de una religiosa familia judía en Marruecos, emigró a Israel a los nuevo años, realizó el servicio militar a mediados de los setenta y empezó a trabajar en Dimona en noviembre de 1976 mientras realizaba un curso de postgrado en filosofía y geografía. Puede que fuera durante sus viajes por Tailandia, Birmania, Nepal y Australia, a principios de 1986, cuando decidió que tenía la obligación moral de hablar sobre las armas nucleares de Israel. Fue bautizado ese mismo año en una iglesia anglicana en Sydney. Es evidente que Vanunu se sentía tremendamente consternado ante la creciente capacidad nuclear de Israel cuando, en septiembre de 1986, entró en las oficinas de un periódico británico con la esperanza de contar al mundo la verdad sobre Dimona. Primero había pasado por el Daily Mirror de Robert Maxwell, le había entregado sus fotografías de la planta nuclear y había esperado una respuesta. Sin que Vanunu lo supiera, Maxwell envió las fotografías a la embajada israelí en Londres para que les "echaran una ojeada", supuestamente, para "confirmar" si la historia era cierta. Es probable que esta traición por parte de Maxwell no se debiera a motivos estrictamente relacionados con la integridad periodística. Tras su muerte en el mar en 1991, Maxwell, que había robado millones en fondos de pensiones, fue honrado en Israel con un funeral de estado en el que Shimon Peres alabó sus "servicios" al estado.

El Daily Mirror de Maxwell publicó la noticia "distorsionada" el 28 de septiembre, denigrando a Vanunu y con el titular "El extraño caso de Israel y el embaucador nuclear". El Sunday Times publicó la historia completa, pero Vanunu ya había desaparecido. Seducido por una agente femenina del Mossad, Vanunu tomó un vuelo de la British Airways hacia Roma y fue detenido de inmediato. De hecho, parece que se le secuestró dentro del aeropuerto romano de Fiumicino. Puesto que no podía hablar con los periodistas, escribió los detalles de sus movimientos en la palma de su mano y la apretó contra la ventana de la furgoneta que lo trasladó de la prisión al tribunal. "Rome ITL 30:9:86 2100 vuelo a Roma BA504", había escrito. Había sido secuestrado a las 9 de la noche del 30 de septiembre en el aeropuerto internacional de Roma. ¿Estuvieron las autoridades italianas implicadas en este secuestro? ¿Estaban presentes cuando se le detuvo? Puede que Vanunu nos los pueda explicar.

Sin duda, es un hombre con capacidad de aguante. En cierta ocasión, durante los 12 años en que estuvo incomunicado, las autoridades carcelarias cometieron el error de dejarlo salir a hacer ejercicio antes de que los prisioneros árabes que se encontraban en el patio de la cárcel hubieran vuelto a sus celdas. Vanunu se acercó a ellos de inmediato. Uno de estos árabes, un libanés encarcelado por tráfico de armas en Cisjordania, fue uno de los primeros desconocidos que dio testimonio de la aparición de Vanunu en el mundo exterior. "Vanunu empezó a marchar con nosotros y nos sonrió sin que nosotros nos diéramos cuenta de quién era", declaró, una vez libre, al diario The Independent. "Dijo que se alegraba de estar con nosotros y pensamos que era un hombre valiente. Entonces, los guardias se dieron cuenta de su error, nos apartaron de él a empujones y nos hicieron volver a nuestras celdas."

Un periodista israelí que fue a visitar a otro prisionero se sorprendió de ver a Vanunu. "Durante un instante, presencié una escena bucólica", escribió, "como tomada de otra realidad: un hombre sereno, sentado en el banco de un jardín leyendo a Nietsche en inglés. Me acerqué a él y le tendí la mano. Me llamo Ronen; encantado de conocerle, le dije. Yo soy Motti, el prisionero más incomunicado en el estado de Israel, me respondió. Antes de que pudiéramos seguir hablando, llegaron corriendo unos guardias vociferantes y se lo llevaron".

Un antiguo prisionero, Yossi Harush, ha ofrecido otra instantánea sobre la vida de Vanunu después de que terminara su período de incomunicación. "Durante el día", declaró Harush al diario Yedioth Ahronoth, "durante sus paseos, se reúne con personas y habla con ellas. Hablé mucho con Vanunu. Éramos amigos. Solía venir a mi celda... Está en buenas condiciones. En la prisión lo tratan bien... Puede salir de su celda siempre que lo desee aunque dentro de los límites de la cárcel. Yo mismo, como prisionero trabajador, dibujé una línea roja que él no podía cruzar. Me obligaron a hacerlo y, después, nuestra relación se enfrió."

Vanunu también ha recibido visitas periódicas de un clérigo anglicano, el deán Michael Sellors. Fue Sellors quien le hizo notar que la fecha de su liberación coincidía con el cumpleaños de la reina. "Dijo que, en ese caso, más le valía conseguir una entrada para felicitarla personalmente."

Vanunu también ha pasado a formar parte de las acciones de la Asociación por los derechos civiles de Israel, una organización por lo general conservadora, que ha anunciado que "cualquier sanción contra Mordechai tras su liberación sería ilegal e inmoral". Una página de chat en el sitio web hebreo del diario israelí Maariv demuestra que hay una serie de jóvenes israelíes que consideran que Vanunu es, más que una amenaza, un héroe. Mary Eoloff, una maestra de escuela jubilada de los Estados Unidos que, junto con su marido, adoptó a Vanunu con la esperanza de que se le concediera la nacionalidad estadounidense y se le liberara, fue la primera en revelar que, cuando los encargados de seguridad israelíes le propusieron soltarlo un año antes de que terminara su condena de 18 años, Vanunu rechazó la oferta. "Cree en la libertad de expresión", dijo esta ex maestra.

Queda por ver si Israel permitirá que Vanunu disponga de la libertad de expresión que tanto estima. Horev, el encargado de seguridad del ministro de defensa que acudió a la reunión de Sharon, ha hablado sobre la amenaza que, según cree, representa el técnico nuclear y que, al parecer, tiene más que ver con su ambigüedad que con secretos de estado. Horev compara dicha ambigüedad con agua en un vaso. "Mi trabajo consiste en garantizar que el agua no rebose del vaso", declaró hace poco. "Hasta que apareció el caso de Vanunu, el agua estaba a un nivel muy bajo. El escándalo provocó una subida notable del nivel del agua y, aunque causó un gran daño a Israel, el agua no rebosó. Si dejamos que ciertas personas interfieran en este asunto, el agua se derramará."

El periodista israelí Raanan Shaked fue mucho más cínico cuando comentó el caso en el canal de televisión de Israel 10 TV. "¿Cuál es la mayor amenaza de Israel?", preguntó. "¡Está claro! Mordechai Vanunu. Él es el gran peligro. La democracia israelí no puede soportar que este hombre diga lo que sabe cualquier niño: tenemos armas nucleares".

El próximo 21 de abril, cuando Vanunu salga de prisión, sabremos si el vaso va a rebosar y si Vanunu cruzará la línea roja pintada en el suelo de manera tan inquietante siguiendo las órdenes de las autoridades.
Mira també:
http://www.zmag.org/Spanish/0404fisk.htm

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