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LA VERDAD ESTÃ? AHÃ? FUERA...
01 abr 2004
JUGANDO CON LA INGENIERÃ?A SOCIAL

Esto pretende ser el inicio de una sección de gilipolleces cotidianas en las que tontamente se vislumbran o intuyen por un azar que nos despierta un momento del letargo las pautas de construcción social de la realidad, y la facilidad de su imposición externa y su cada vez más voluntaria, pasiva y resignada acatación por parte de la población, convertida a la vez en quien la sufre y la reproduce. Hoy, primer capítulo:

EN EL AUTOBÚS

El mundo es un autobús,
todo el mundo va a lo suyo y nadie sabe a qué va
La Polla Records, en sus buenos tiempos


Esta mañana me dirigía a apuntarme a un gimnasio. Me he subido al autobús, era uno de estos de dos coches e iba repleto. Debía ser la una de la tarde y me he situado junto a la puerta que está más atrás. Unas pocas paradas después el autobusero no ha abierto las puertas de bajada, y unas señoras situadas a mi lado empezaban a decir a voces "la puerta! la puerta!". Han estado un buen rato tampoco diría que chillando, pero sí pidiendo en alto que abriera, porque la puerta delantera, que sí había abierto, no quería cerrarse. A estas alturas ya todo el autobús estaba de espaldas mirando a las señoras pedir que se abrieran las puertas, y nadie hacía nada. Ha sido bastante curioso, un montón de caras semisonrientes de puro idiotizadas mirándolas y como esperando algo. Yo en el primer momento he pensado con fastidio que siempre me tocan a mí estas gilipolleces, y que como estaba al lado de las señoras no iba a hacer nada, lo lógico era que lo hiciera alguien más cercano al conductor si es que este no se había percatado de la solicitud de las mujeres. Pero al final cuando el autobús ya arrancaba he levantado el brazo y he dado un chasquido, sin ganas, chasquido que lógicamente el conductor que no oía gritos no iba a oir. Entonces se han empezado a oir voces más cercanas al conductor diciendo "eh!, eh!, la puerta!", y hasta silbidos. En vano, porque el autobús ya estaba en marcha cuando han empezado. Las mujeres mientras tanto se sorprendían no ya de que el conductor no les hubiera hecho puto caso, sino de que todo el mundo se diera cuenta de la situación, se fijara expectante y no pasaran la voz para adelante. "Así les pase", decían. Y así estamos, así nos tienen, perfectamente aislados aunque nos apretujemos unos a otros en un autobús, y sin mover más dedos que los que alguien ordene mover, por poco que cueste hacer algo por alguien que lo necesite. Salir de las rutinas interiorizadas es ya casi un crimen. Así estamos, pisándonos e ignorándonos entre nosotros. Contemplando a la espera de la indicación del profesor, de la televisión o del experto competente de turno, sin personalidad ni iniciativa ni ninguna clase de vínculo con los congéneres. Porque hemos de saber que los conscientes somos pocos y los activos muchos menos entre esta desbandada estática general, y que entre ellos nos convertimos también en meros engranajes más de la gran maquinaria esta que es la economía y que ejerce su brutal dictadura sobre todo lo existente. Podremos ser engranajes defectuosos, sabotajes andantes si queremos, pero entonces tanto peor para nosotros porque seremos desechados de la realidad (sinónimo de capitalismo aquí en mi pueblo) por improductivos. El horno crematorio para beneficio de la especie está aquí al lado, a la vuelta de la esquina. El que halla su sitio en este infierno ya no quiere ni oir hablar de suprimir su propia condición de explotado, se autoexplota gustoso por no quedar fuera del movimiento. Y si hay liberación es de todos o no es, y sin voluntad la liberación no es posible. Menudo panorama para la guerra social, eh?

Ha sido bastante divertido, y me he acordado de que la gente en el autobús siempre me han parecido polluelos moviendo la cabeza como a golpes, clavando la mirada de ningún lugar en ningún lugar con gesto nervioso y con la incertidumbre del que siente vagamente que no le llevan a ningún sitio bueno pero no puede concretarlo. En el autobús, que es un medio de transporte y a la vez de encierro. Cuando uno sube al autobús va a algún sitio, que suele ser a trabajar (o estudiar), a reponer fuerzas tras el trabajo o a consumir. Y viene de algún sitio, cualquier otro de esos mismos tres. El autobús sirve para mantener los capitales humanos que componen la ciudad-empresa que han llamado en algún sitio en movimiento, de un sector de la cadena de producción y reproducción del capital a otro, a cambio (encima pagamos por ir al matadero) del precio de un billete y gastando un montón de combustible. Contemplar la vida que se lleva a nuestro alrededor en las ciudades (y en la que estamos inmersos lo queramos o no) de esta manera, como a vista de pájaro, puede resultar algo perturbador, pero la imagen que se lleva uno habla por sí sola, y que las vendas caigan puede joder pero curte y permite buscar la manera de incidir en esta realidad. Reconocernos piezas intercambiables en esta maquinaria, saber que lo que sentimos, pensamos, decimos y sobretodo deseamos no tiene ningún peso o valor real para nadie si no se acaba convirtiendo en mercancía, puede doler, puede escocer, sí, pero es lo que hay. De nosotros depende entonces sacar las conclusiones que se impongan y ver qué hacemos, y sobretodo cómo. Pero parece que se está haciendo tarde...

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Comentaris

Re: LA VERDAD ESTÃ? AHÃ? FUERA...
01 abr 2004
ole Conchi!!
...pero tu chasquido y tu brazo en alto ha llegado un poco tarde. Más vale tarde que nunca.
Re: LA VERDAD ESTÃ? AHÃ? FUERA...
01 abr 2004
cares idiotitzades cada dia veuen la policia endurse gent. gent que en algun moment també ha parat cara d'idiota, així que no tenen l'excusa de'n brecht, no poden dir "un dia van endurse els idiotes, però com que jo no era idiota..." ho són, pero no ho saben. no ho sabem. no ens en adonem. cada dia la policia s'enduu gent que no ha pagat el billet del tren, o qualsevol altra "idiotesa" semblant, pròpia dels idiotes que som.
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