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Los errores del PIB. Cómo habría que contabilizar la economía?
19 mar 2004
Desde que se introdujo, como una medida de la capacidad de producción en
período de guerra, durante la Segunda Guerra Mundial, el Producto Nacional
Bruto o PNB, que ahora se denomina, de forma habitual, Producto Interior Bruto o PIB, se ha convertido en el indicador de progreso económico nacional por excelencia. Lo usan en la actualidad los políticos, economistas, agencias internacionales y los medios de comunicación como el principal indicador de la salud y el bienestar económico de una nación.

El PIB, no obstante, no se creó para este fin. Es simplemente una contabilidad en bruto de productos y servicios que se compran y venden, sin establecer distinciones entre las transacciones que contribuyen al bienestar y las que lo degradan. En lugar de separar costes de beneficios y las actividades productivas de las destructivas, el PIB supone que cada
transacción monetaria, por definición, aumenta el bienestar. Es como si un negocio tratase de evaluar sus condiciones financieras mediante la simple suma de todas las actividades de negocio, poniendo así juntos los ingresos y los gastos, los activos y los pasivos.

Además, el PIB desconoce cualquier cosa que pueda suceder ajena al campo de los intercambios monetarios, independientemente de su contribución al bienestar. Las funciones económicas esenciales que se realizan en los hogares y las actividades de voluntariado, son completamente ignoradas. Las contribuciones al hábitat natural proveyendo los recursos que lo sostienen, tampoco son reconocidas. En resumen, el PIB no sólo enmascara la ruptura de la estructura social y del hábitat natural, sino, lo que es peor, conlleva o considera dicha ruptura como una ganancia económica.

El PIB trata el delito y los desastres naturales como una ganancia económica.

Puesto que el PIB registra cualquier transacción monetaria como positiva, el coste de la decadencia social y de los desastres naturales se calculan como progreso económico. El delito incorpora miles de millones de dólares al PIB, debido a la necesidad de cerraduras y demás medidas de seguridad, como la necesidad de más protección policial, daños a las propiedades y costes médicos. El huracán Andrew fue un desastre para el sur de Florida. Pero el PIB lo registró como un «boom» económico de más de 15 mil millones de dólares.

El PIB desprecia la economía informal doméstica y de la comunidad.

El PIB no reconoce en absoluto las esenciales funciones del cuidado de los niños, de los ancianos, de las demás tareas domésticas o el trabajo de voluntariado en una comunidad, porque no hay intercambio de dinero. A medida que este tipo de economía declina y sus funciones se trasladan al sector de servicios en el que existe un intercambio de dinero, el PIB registra este proceso como un avance económico. El PIB añade también el coste de las prisiones, el trabajo social, el uso de drogas y las ayudas psicológicas que provoca el abandono de la esfera del mercado informal.

El PIB trata el agotamiento del capital natural como un ingreso.

El PIB viola principios básicos de la contabilidad y del sentido común cuando trata el agotamiento del capital natural como un ingreso, en vez de hacerlo como depreciación de un activo. La Administración Bush trató este asunto en el informe de 1992 del Consejo de Calidad Medioambiental (Council of Environmental Quality, en inglés). "Los sistemas de contabilidad que se usan para estimar el PIB", decía el informe, "no reflejan el agotamiento o la degradación de los recursos naturales que se usan para producir bienes o servicios". Como consecuencia, cuanto más se agotan los recursos naturales de la nación, más sube el PIB.

El PIB crece con las actividades contaminantes y también con la subsecuente limpieza.

Se estima que la limpieza de los lugares contaminados costará miles de millones de dólares en los próximos treinta años, fondos que serán añadidos al PIB. Dado que el PIB incorpora antes la actividad que generó los residuos, esto crea la ilusión de que la contaminación supone un doble
beneficio para la economía. Así es cómo la marea negra del Exxon Valdez contribuyó al incremento del PIB.

El PIB no tiene en cuenta la distribución de los ingresos.

Al no considerar la distribución de los ingresos, el PIB esconde el hecho de que una marea en ascenso no levanta todos los botes. De 1973 a 1993, [en EEUU] mientras que el PIB creció alrededor del 50 por ciento, los salarios sufrieron una caída de casi el 14 por ciento. Mientras tanto, sólo en los años ochenta, el 5 por ciento de los hogares de mayor ingreso incrementaron en un 20 % sus ingresos reales. De esta forma, el PIB presenta al final su enorme incremento como un regalo para todos.

El PIB ignora los inconvenientes de vivir de la deuda externa.

En los últimos años, tanto los consumidores como el Gobierno han incrementado su gasto, adquiriendo deuda del exterior. Este hecho eleva el PIB temporalmente, pero al tener que devolver la deuda se convierte en un lastre de la economía nacional. En tanto que los estadounidenses se endeudan más consumiendo que invirtiendo capital, viven más allá de sus
posibilidades e incurren en una deuda que debe ser pagada. El lado oscuro de pedir préstamos en el exterior, no es tomado en consideración en el PIB.

¿Qué es el Indicador de Progreso Real o IPR (Genuine Progress Indicator o GPI, en inglés)?

El Indicador de Progreso Real, o IPR, es una nueva forma de medir el bienestar económico de la nación, desde 1950 hasta nuestros días. Amplía el marco de la contabilidad tradicional para incluir las contribuciones económicas de los ámbitos familiar y comunitario y el del hábitat natural, junto con la producción económica medida de forma convencional.

El IPR tiene en consideración más de veinte aspectos de nuestra vida económica que son ignorados por el PIB. Incluye estimaciones de la contribución económica de muchos factores sociales y ambientales, que el PIB descarta con un implícito y arbitrario valor nulo. También diferencia entre las transacciones económicas que añaden bienestar y aquellas que lo
disminuyen. El IPR integra todos esos factores en una medida compuesta, de forma que los beneficios de la actividad económica se puedan sopesar frente a los costes.

El IPR intenta proporcionar a los ciudadanos y a los políticos un barómetro más preciso de la salud global de la economía y de cómo nuestra condición nacional varía a lo largo del tiempo.

Mientras el PIB per capita se ha duplicado desde 1950 a la actualidad, el IPR muestra un resultado muy diferente. Creció durante los años 50 y 60, pero ha declinado alrededor de un
45 % desde 1970. Además, la tasa de decrecimiento del IPR per cápita se ha incrementado de un promedio del 1 % en los 70 a un 2 % en los 80 y hasta un 6 % en los 90. Esta amplia y creciente
divergencia entre el PIB y el IPR es un aviso de que la economía se ha estancado en una vía que impone grandes (y como tales, no reconocidos) costos para el presente y el futuro.

En concreto, el IPR revela que mucho de lo que los economistas consideran ahora crecimiento económico, según se establece en el PIB, es realmente una de las tres siguientes cosas: 1) declive social del pasado; 2) recursos tomados del futuro; o 3) funciones trasladadas de la esfera
doméstica y comunitaria de la economía informal a la actividad económica tradicional. El IPR sugiere firmemente que los costos de la trayectoria económica normal de la nación han comenzado a pesar más que los beneficios, derivando en un crecimiento que es realmente antieconómico.

Si la disposición del público en general se pudiera considerar un barómetro, parecería que el IPR se aproxima mucho más a la economía que el PIB en la vida diaria de los estadounidenses. Esto comienza a explicar por qué la gente se siente crecientemente pesimista a pesar de los anuncios oficiales de progeso y crecimiento económico.

El IPR arranca con los mismos datos de consumo personal en que se basa el PIB, pero hace, además, algunas distinciones importantes. Ajusta ciertos factores (tales como la distribución de la riqueza), añade algunos otros (tales como el valor de la actividad doméstica y de voluntariado) y resta algunos otros (tales como los costes de los delitos y de la contaminación). Dado que el IPR y el PIB se miden ambos en términos monetarios, pueden ser comparados en la misma escala.

Delitos y ruptura familiar

La fractura social impone grandes costes económicos a las personas y a la sociedad en forma de minutas legales, gastos médicos, daños a la propiedad y similares. El PIB trata tales gastos como añadidos al bienestar. Por el contrario, el IPR resta los costes derivados de los delitos.

Trabajo doméstico y voluntariado

Gran parte del trabajo más importante en la sociedad se realiza en el ambiente doméstico y de la comunidad: cuidado de los niños, reparaciones caseras, trabajos voluntarios y otros similares. El PIB ignora estas contribuciones porque no implican intercambio de dinero. Para corregir este
defecto, el IPR incluye, entre otras cosas, el valor del trabajo doméstico como el coste aproximado de contratar a alguna persona para que lo haga.

Distribución de la renta

Una marea ascendente no necesariamente eleva todos los botes; no si la distancia entre los muy ricos y todos los demás crece. La teoría económica y el sentido común nos dicen que los pobres se benefician más de un incremento determinado en sus ingresos que los ricos. En consecuencia, el IPR crece cuando los pobres reciben un mayor porcentaje de la renta nacional y cae cuando su parte disminuye.

Agotamiento de los recursos

Si la actividad económica del presente agota físicamente la disponibilidad futura de un recurso básico, no está creando realmente bienestar, sino más bien tomándolo prestado de las generaciones futuras. El PIB cuenta este préstamo como ingreso. El IPR, por el contrario, contabiliza como coste el agotamiento o la degradación de las zonas húmedas, de los campos agrícolas y de los minerales no renovables (incluyendo el petróleo).

Contaminación

El PIB contabiliza la contaminación como una ganancia por partida doble; la primera vez cuando se genera y la segunda cuando se tiene que limpiar. Por el contrario, el IPR resta el coste de la contaminación del aire y del agua como una medida del daño real a la salud humana y al ambiente.

Daños ambientales de largo alcance

El cambio climático y la gestión de los desechos nucleares son dos costes a largo plazo que surgen del uso de los combustibles fósiles y nucleares. Estos costes no se incluyen en las contabilidades económicas convencionales. Lo mismo se puede decir del debilitamiento o la desaparición de la capa de ozono, debido al uso de los cloro-fluoro-carbonos. Por esta razón el
IPR trata como coste el uso de determinadas formas de energía y de productos químicos que dañan la capa de ozono.

Cambios en el tiempo libre

A medida que una nación aumenta su bienestar, sus ciudadanos deberían poseer mayor capacidad de ir cambiando el trabajo por más tiempo libre para dedicarlo a la familia u otras actividades. En los últimos años, sin embargo, ha ocurrido exactamente lo contrario. El PIB no considera la
pérdida de tiempo libre, pero el IPR trata el ocio como la mayoría de los estadounidenses lo hacen; esto es, como algo valioso. Cuando el tiempo de ocio se incrementa, el IPR sube; cuando los estadounidenses tienen menos tiempo libre, el IPR baja.

Gastos preventivos

El PIB contabiliza como contributivo al bienestar el dinero que las personas deben gastar para evitar que su calidad de vida se degrade o para compensar las desgracias de cualquier tipo que les puedan ocurrir. Ejemplos típicos son las facturas médicas y las de reparaciones de accidentes
automovilísticos, los crecientes gastos de traslado del hogar al trabajo y los gastos en dispositivos que evitan la contaminación doméstica, tales como filtros de agua, etc. El IPR trata estos gastos preventivos como lo hacen la mayoría de los estadounidenses: como costes, en vez de beneficios.

Vida útil de los bienes de consumo duraderos e infraestructuras públicas

El PIB confunde el valor que suponen las grandes compras de bienes de consumo (por ejemplo, los electrodomésticos) con las cantidades que los estadounidenses gastan en comprarlos. De esta forma, se oculta la pérdida de bienestar que representan los productos que se fabrican precisamente para durar poco. Para evitar esta situación, el IPR trata el dinero que se gasta en estos bienes como un costo y el valor de los servicios que prestan año tras año, como un beneficio. Esto es aplicable tanto a los bienes privados como a las infraestructuras públicas, tales como las autopistas.

Dependencia de la deuda externa

Si una nación permite que sus reservas de capital disminuyan o si financia su consumo con préstamos del exterior, está viviendo por encima de sus posibilidades. El IPR contabiliza los aumentos de las reservas de capital como contribuciones al bienestar y trata los préstamos del exterior como disminuciones del mismo. Si el dinero de esos préstamos se usa para inversiones, los efectos negativos se contrarrestan. Pero si el dinero prestado se usa para financiar el consumo, el IPR disminuye.

El texto anterior es un resumen de "El Indicador de Progreso Real: Resumen
de datos y metodología". Redefiniendo el Progreso.
Sindicat Terrassa