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Notícies :: sanitat : pobles i cultures vs poder i estats
::: [francia] convocatoria contra la guerra a la inteligencia
18 mar 2004
Esta convocatoria fue lanzada el 18 de febrero de 2004 por la revista francesa Inrockuptibles.

Ha sido firmada, desde entonces, por más de 70.000 personas, despertando un intenso debate en la opinión pública francesa.
Nada más parecido hoy en día a una universidad sin presupuesto que un laboratorio científico en mal estado; nada más parecido a un intermitente del espectáculo que un doctorando precario, a un paramédico en situación de alarma que un juez desbordado por la cantidad de casos, a un psicoanalista a quien se le impide ejercer que un arqueólogo privado de excavaciones; nada más parecido a un arquitecto que un abogado o un médico cuyas libertades de ejercicio de la profesión se ven cada vez más limitadas, nada más parecido a un desocupado que perdió sus derechos que un artista que percibe el RMI (salario mínimo de inserción), nada más parecido, en salas deterioradas e hiperpobladas, que un profesor a sus estudiantes.

Todos estos sectores del saber, la investigación, el pensamiento, el lazo social, productores de conocimiento y de debate público, son actualmente víctimas de masivos ataques que revelan un nuevo anti-intelectualismo de estado. Asistimos a la puesta en marcha de una política extremadamente coherente: una política de empobrecimiento y de precarización de todos los espacios considerados improductivos a corto plazo, inútiles o disidentes, de todo el trabajo invisible de la inteligencia, de todos esos ámbitos en donde la sociedad se piensa, se sueña, se inventa, se cura, se juzga, se repara. Una política de simplificación de los debates públicos, de reducción de la complejidad: “¿A favor o en contra del velo?, ¿Psiquiatras o charlatanes? ¿Un policía en cada escuela o profesores laxos? ¿Jueces de izquierda o policías severos? ¿La Francia profunda o las elites ilustradas? Los artistas: ¿vagos o aprovechadores?

Desde hace dos años, la lista de los saberes y competencias despreciadas y de los debates recortados, amputados de su complejidad y de sus contradicciones fecundas, es larga.

El gobierno de Raffarin hace un uso simplista y aterrador de las famosas lecciones del 21 de abril: en plena crisis del Estado Protector en los sectores más sensibles (que son el hospital, la salud, la escuela y la universidad, la justicia y el trabajo social, la cultura y el audiovisual público), en el momento en que se produce una fractura urbana sin precedentes entre la ciudades ricas y apacibles y las periferias abandonadas, a la hora de una descentralización cultural acelerada y sin redes y de una industrialización de la cultura que modifica profundamente el paisaje intelectual, ¿qué es lo que hace el gobierno?.

> Deja en manos de los grandes grupos de BTP la arquitectura, el urbanismo y la construcción de un nuevo espacio público.

> Se deshace de los cuerpos intermediarios de la comunidad educativa, suprimiendo empleos-jóvenes, educadores de apoyo, enfermeros y celadores.

> Debilita el mundo del espectáculo en nombre de una reforma necesaria del régimen de la intermitencia.

> Desmoraliza las profesiones de la salud y acelera la fuga de cerebros hacia las universidades extranjeras.

> Aprovecha la jubilación de las generaciones del “baby-boom� para hacer desaparecer sectores de la investigación, especialidades médicas y disciplinas educativas.

> Efectúa recortes sombríos en el presupuesto del saber y la investigación.

> Y resuelve la “manutención� de los “viejos� culpabilizando a las familias, apelando al orden paternalista y suprimiendo un día feriado para costear las insuficiencias de presupuesto.

Esta guerra a la inteligencia es un hecho sin precedentes en la historia de la nación. Es el fin de la excepción francesa: un simple vistazo hacia algunos de nuestros vecinos europeos (la Inglaterra post-tatcheriana o la Italia de Berlusconi) permite observar el devenir de las escuelas, los hospitales, las universidades, los teatros y las editoriales al término de estas políticas que, ejecutadas en nombre del buen sentido económico y del rigor presupuestario, tienen un costo humano, social y cultural exorbitante, así como consecuencias irreversibles.

Lejos de constituir un movimiento de tinte corporativista, esta manifestación de las profesiones intelectuales concierne al conjunto de la sociedad. En principio porque la producción y la difusión de conocimientos nos son tan imprescindibles como el aire que respiramos. Además, porque más allá de nuestros oficios, saberes y prácticas, es el lazo social lo que está en riesgo al relegarse cada vez más hacia los márgenes a los desocupados, los precarios y los pobres.

¿Y ahora? Seguros de esta toma de conciencia, se trata de compartir las luchas y las movilizaciones, de federar nuestras inquietudes, de intercambiar estas experiencias alarmantes y dirigir hacia el gobierno una protesta solidaria, unificada, que provenga de todos los sectores atacados por este anti-intelectualismo de Estado que ningún partido político de derecha ni de izquierda ha denunciado todavía. Cada uno de nosotros debe continuar expresando sus propias reivindicaciones, erigiendo sus propias defensas, pero también debemos alertar colectivamente a nuestros conciudadanos sobre este desmantelamiento de las fuerzas vivas de la inteligencia.

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traducción: natalia massei
Sindicato Sindicat