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Contra el terrorismo, contra el capitalismo
15 mar 2004
Otra guerra es posible
CONTRA EL TERRORISMO
CONTRA EL CAPITALISMO
ESTA ES SU PAZ,
ESTA ES SU DEMOCRACIA


11 de Marzo de 2004. Madrid, Pozo del Tío Raimundo, Santa Eugenia, Atocha.

Cuatro trenes repletos de obreros y de hijos de la clase explotada, estallan. Más de 200 muertos, decenas de heridos y mutilados.

A la carnicería le sucede la infamia.

El gobierno clama sus hipócritas lamentos hacia una gente a la que desprecia, miserables que se hacinan en los barrios obreros. Acto seguido afirma, a tres días de las elecciones a su sucio parlamento, sin ruborizarse, ha sido ETA.

Pero ETA nunca en su historia había actuando buscando como objetivo explicito la masacre de explotados "españoles". Había, sí, asumido los riesgos de "daños colaterales" en su particular conflicto contra el Estado español (conflicto interburgués pues ETA no deja de ser una fracción más de la burguesía, una fracción más de nuestro enemigo histórico), pero nunca buscó premeditadamente esos daños. La única posibilidad de que ETA hubiera efectivamente llevado a cabo esta demencia era que el Estado hubiera infiltrado su cúpula y ordenado la matanza; el dedo acusador del gobierno derechista y sus voceros se volvería en este caso hacia los que acusan. Al fin y al cabo sería otra de las tantas veces que un Estado capitalista desencadena una carnicería contra "su gente" (nuestra gente) para buscar la unidad en torno a su proyecto, acallar todas las voces disonantes y abrir de par en par las compuertas de la represión.

Pero no, ni siquiera esta hipótesis se mantiene hoy en pie. No ha sido ETA, ni siquiera ha sido el Estado a través de ETA.

Sólo dos hipótesis acerca de la autoría se mantienen en pie.

La primera ni siquiera se menciona. Es demasiado "embarazoso" para el Estado que alguien la plantee siquiera. Pero la posibilidad real de que los servicios secretos estatales hayan decidido destripar a bombazos a unas cuantas decenas de miserables, de población superflua, no puede ser descartada sin más. Sólo quien ingenuamente crea en la bondad cándida de los gobernantes, sus sicarios y sus amos -los amos del mundo, los burgueses -puede desechar esta posibilidad.

La segunda, la que corre de boca en boca, es que las bombas que los señores de la guerra Bush-Blair-Aznar hicieron caer sobre los barrios de Iraq nos hayan sido devueltas de esta atroz manera. Esto, a escasas horas de las elecciones en que el monigote de Mariano Rajoy en sucesión de Aznar espera ser aupado a la cabeza del Estado capitalista español, debe ser silenciado a toda costa. Pues de ser esta hipótesis confirmada, la búsqueda de la unidad nacional a través del terror, los intentos terroristas de acallar toda voz disconforme, de fortalecer su proyecto imperialista, de disciplinar la retaguardia, fracasarían estrepitosamente.

La guerra imperialista en defensa de los negocios de los burgueses españoles tendría consecuencias también aquí, ya no serían sólo los explotados iraquíes los condenados a poner los muertos, sino también los explotados "españoles" (lo de "españoles" no deja de ser una falsificación, ha sido el proletariado internacional que sobrevive y es explotado en Madrid el que ha sido inmolado en estos atentados) y no naturalmente la burguesía autóctona bien protegida en sus mansiones. La barbarie desencadenada en Iraq y Afganistan se tornaría en barbarie desencadenada en Madrid, el ataque imperialista español se tornaría en ataque "fundamentalista" (fundamentalmente tan imperialista como el "nuestro"). Y, a fin de cuentas, los proletarios se verían impulsados a romper con el encuadramiento ciudadanista y socialdemócrata (que impidió la lucha contra “nuestro� Estado durante la guerra en Irak y favoreció así el envío posterior de mercenarios) para enfrentarse al proyecto imperialista español

Esto no puede permitirse. El gobierno del imbécil Aznar exige "respeto" por los muertos (nuestros muertos, no los suyos), a los que ellos, explotadores, niegan el más mínimo respeto en vida, y exigen que nadie abra la boca. ETA debe ser, contra toda evidencia, la única posibilidad admisible. En fin, a pesar de todos sus intentos de falsificación, esta particular construcción de la verdad se resquebraja.

Aunque el tiro le salga por la culata al gobierno actual, esta carnicería sigue siendo funcional para el Estado en su conjunto.
En un momento en que toda la política imperialista es cuestionada (débilmente, pero cuestionada), en un momento en que el calor de las brasas de aquel 11 S se agota y la histeria antiterrorista mundial se difumina, en un momento en que las condiciones de supervivencia de los explotados son constantemente atacadas con más y más dureza y estos se atreven a luchar (débilmente, pero se atreven), reeditar la histeria antiterrorista que todo lo justifica, imponer más leyes represivas "contra el terrorismo" que a la postre serán usadas contra el proletariado en lucha, alejar toda confrontación de intereses de clase para postrarse a los pies de los intereses "de la nación" es fundamental para el proyecto demencial del capitalismo senil.

Y así, claramente lo decimos: el responsable de estos atentados contra nuestros hermanos de clase es el capitalismo en su totalidad, es la burguesía en su totalidad, independientemente de quien haya colocado las bombas. O es una facción imperialista (la "nuestra") o es otra (la "islámica", presuntamente dirigida por el ex agente de la CIA Bin Laden). En esta guerra por intereses que nos son ajenos, nosotros, proletarios del mundo entero, estamos llamados a servir, simple y llanamente de carne de cañón. Nosotros ponemos los muertos: En Bagdad, en Kabul o en Madrid. Para ellos los beneficios.

El imbécil Aznar lo ha dejado claro: "no debemos aspirar a nada que no sea la derrota del terrorismo". Traduzcamos: debemos renunciar a todo lo que no sea girar en torno al eje del Estado y su proyecto, debemos renunciar a nuestros intereses y nuestra lucha, debemos renunciar a todo salvo a fortalecer a ese Estado que nos asesina.
Digan lo que digan, los atentados no han sido "indiscriminados": se ha seleccionado el objetivo, se ha ido a matar proletarios. Precisamente ha sido así para que los proletarios accedan voluntariamente a gravitar en torno al Estado, a ponerse incondicionalmente al servicio "de la causa antiterrorista", para que renunciemos a nuestros intereses autónomos de clase y abracemos "el interés general" (que curiosamente coincide siempre con los intereses de los explotadores).

Con la excusa del dolor nos quieren tapar la boca, dolor por nuestros muertos que nosotros sentimos y del que ellos son incapaces. Porque nosotros sentimos el dolor de todas las víctimas de la barbarie capitalista, mientras que nosotros somos para ellos simples peones en un juego macabro del que sacar tajada.

Y no nos callamos.
Afirmamos con rotundidad que hoy seguirle el juego a cualquiera de las facciones burguesas en conflicto, es hacernos daño a nosotros mismos, que colocarnos bajo el paraguas del Estado capitalista es dar pie a nuevas y mayores matanzas, que sin combatir el sistema capitalista como totalidad es imposible detener la guerra -de la que la matanza de Madrid no es sino una expresión más -y que sin desarrollar una solidaridad internacionalista real hacia los explotados del mundo entero no es factible poner fin a la barbarie.

Afirmamos que nuestros muertos no deben dar lugar a un fortalecimiento del Estado, que ninguna solidaridad podemos esperar del Estado que nos asesina y que no debe encontrar ninguna solidaridad de nuestra parte.
Afirmamos que hay que estar, sí, del lado de las víctimas. Como hay que estar del lado de quienes a partir de ya están siendo puestos en el punto de mira de la represión: sean vascos, árabes o de donde sean.

Esta masacre no debe servir para endurecer las cadenas que nos aprisionan, no puede servirles de excusa para lanzarnos a nuevas guerras, a nuevas masacres, no debe servirles para desarrollar nuevas armas represivas contra nosotros. Es preciso entender que sólo nuestro propio proyecto histórico, el comunismo, es capaz de oponerse a toda esta demencia, a todas estas carnicerías; es preciso convertir la guerra que hacen y que nos hacen en guerra social contra todos los explotadores. Y para ello es imprescindible ante todo luchar contra “nuestro� propio Estado, luchar contra “nuestra� propia burguesía. Solo así y no de otra forma podemos enfrentarnos a la carnicería capitalista evitando que “nuestro� Estado nos masacre a nosotros o a los proletarios de otro país.

CONTRA LA GUERRA DE LOS RICOS, GUERRA CONTRA LOS RICOS

OTRA GUERRA ES POSIBLE

EL TERRORISTA: EL ESTADO CAPITALISTA


U.H.P.
¡Uníos Hermanos Proletarios!
Sindicat Terrassa