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Notícies :: pobles i cultures vs poder i estats
decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
09 mar 2004
!¡*¡!
CONCENTRACIÓ A VILAFRANCA DEL PENEDÈS
DISSABTE 13 DE MARÇ - 19h - PLAÇA DE LA VILA



DECIDIR ÉS UN DRET: AUTODETERMINACIÓ

Per la llibertat dels Països Catalans!

Un cop més, després de 27 anys de la reforma pactada amb el franquistes, l'Estat espanyol torna a enredar-nos amb el seu joc electoral. Ara bé, governi qui governi, res canviarà substancialment fins que els Estats espanyol i francès no reconeguin el dret del Poble català a l'autodeterminació.

Sense autodeterminació, els Països Catalans seguirem sent una nació esquarterada per les fronteres estatals, departamentals, autonòmiques i provincials. I, sense el dret a decidir el nostre futur col·lectiu, l'opressió lingüística i cultural seguirà sent una xacra, l'espoli dels recursos naturals (territori, aigua i litoral) i del treball seguirà engreixant els interessos transnacionals que, malgrat l'important rebuig social que generen, actuen a casa nostra amb el vist-i-plau dels parlaments de Madrid, París i Brussel·les.

El pla hidrològic, el túnel de Bracons, la destrucció de l'Horta, l'especulació urbanística, la precarietat i els accidents laborals, la violència sexista, la substitució lingüística i cultural, el racisme, la repressió dels moviments socials..., són els resultats d'un sistema polític que, en nom de la democràcia, segresta la voluntat popular i la posa a disposició del poder econòmic per tal que vertebri una Europa del capital, militarista i imperialista, destinada a disputar l'hegemonia mundial dels EUA i el Japó.

Les autonomies ens allunyen de la llibertat. Tot i així, bona part de la classe política segueix picant l'ham i proclama, sense ruboritzar-se, que la solució passa per reformar l'Estatut i la Constitució espanyola. Però no ens enganyen, perquè, en definitiva, continuen alimentant-se amb les engrunes de poder que els dóna l'Espanya de les autonomies i tenen por de reclamar el dret democràtic més elemental: l'autodeterminació. Només cal parar esment en els cants de sirena del govern tripartit de la Generalitat de Catalunya, que des d'un inici s'ha doblegat als interessos de l'espanyolisme del PSOE, seguint la mateixa tònica dels darrers anys de pacte espanyolista de CiU amb PP.

El diàleg és inútil si no disposem d'igualtat de drets. Per tant, si deleguem la nostra llibertat en mans de qui la menysprea i s'arrapa a la poltrona, no tindrem dret a queixar-nos pel fet que Espanya i França continuïn decidint per nosaltres i convertint-nos en una àrea marginal de la UE, és a dir, en el paradís de l'especulació i del turisme de l'Europa benestant.

Però, si realment estimem la llibertat, hem de manifestar-ho amb la lluita i la denúncia dels pactes i les imposicions que perpetuen la destrucció dels ecosistemes naturals i treballant per l’alliberament social, nacional i de gènere.

Per tot plegat, emplacem al Poble català i, especialment, als moviments populars, a autoorganitzar-se i a lluitar per l'autodeterminació, per crear espais de llibertat i recuperar la política com a eina de transformació social als barris, als pobles i a les ciutats dels Països Catalans.


CANDIDATURA D'UNITAT POPULAR
Països Catalans, 13 de març de 2004
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Comentaris

Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
09 mar 2004
Xibecas president, Sants independent!
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
09 mar 2004
TIPOS DE SEPARATISMO
LA RAZÓN. LUNES 23 DE JULIO DE 2001
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

Cuando se mata en nombre de la Secesión del País Vasco, lo menos que se puede pedir es saber por qué se muere sin combate, pero con buena conciencia. El Estado carece de ideología contra el terrorismo, salvo en su condena moral. Desconoce lo que es. Lo trata como delincuencia y hace de él una tragedia nacional. Desea desecarle las fuentes y disimula su fracaso atosigando a la Sociedad. Nunca ha llegado al alma que anima la desalmada acción de Eta. No todos los separatismos son nacionalistas ni todos los nacionalismos, separatistas.
La secesión de una parte de la comunidad nativa, cuando ésta adquiría dimensiones inadecuadas a sus recursos, comenzó siendo en los albores de la humanidad una necesidad natural. El derecho a la independencia tribal, entendido como respeto de la mayoría a la decisión de una minoría de vivir separada, nació en los grupos de recolectores y cazadores de más de dos centenares de individuos. Todos los pueblos provienen de esta mitosis social. Que perduró en unidades mayores, con el nomadismo ganadero, desde no se sabe cuando hasta la invención simultánea, hace diez mil años, de la agricultura de regadío, el asentamiento territorial y el Estado cívico. Con esta revolución cultural, la secesión dejó de ser un «derecho natural» a la vida independiente, y pasó a ser un «hecho antinatural» la naturaleza humana los produce contra el primer sentimiento de la patria, el que dio dimensión espiritual a los imperios fluviales.
Egipto y Grecia basaron ese sentimiento patriótico en el sagrado deber de respetar a los muertos. Las tumbas y necrópolis hicieron impías y profanas las secesiones de la acrópolis. La piedad de eneas por su padre fundó el patriotismo romano. La independencia de una parte de la patria no la podían votar los vivos porque sus muertos la vetaban. La libertad y la democracia de los antiguos, exaltadas en las oraciones fúnebres en honor de los caídos en combate por la patria, excluyeron de su ámbito el llamado, desde fines del XIX, derecho a la autodeterminación. Una enrevesada expresión alemana que ideó la filosofía para designar, moralmente, el derecho a la Independencia de pequeñas naciones integradas, o amenazadas de integración, en los nuevos imperios comerciales o industriales de Europa.
Las colonias americanas se hicieron Independientes en busca de la libertad de comercio y de la autonomía fiscal. Y ese nuevo «casus belli» secesionista, radicalmente distinto del «derecho natural» a la primitiva secesión mitósica, fue canonizado por la Revolución francesa como derecho universal de los hombres a la libre determinación de los pueblos. Lord Byron encarnó ese ideal romántico en la lucha de los griegos contra el Imperio Otomano. Goethe, antirrevolucionario, pasó de Napoleón a Byron, y Marx limitó el derecho de Independencia a los pueblos que no unieron su conciencia nacional a la estatal antes de la Gran Revolución. El austromarxismo convirtió la libre determinación en derecho de autodeterminación y suprimió la barrera entre conciencia de clase y conciencia nacional, para fundar el nacionalismo de izquierdas, no separatista, frente al nacionalismo burgués, independentista. La participación de soldados coloniales en la guerra mundial motivó el renacimiento del derecho de autodeterminación, como bandera de las guerras de liberación nacional o instrumento jurídico de la descolonización internacional.
¿A qué tipo pertenece el separatismo de Eta y la izquierda abertzale? ¿Y el soberanismo burgués del PNV? ¿Tiene sentido la autodeterminación en España? ¿Un derecho natural? ¿De quién? ¿Un hecho antinatural, «casus belli»? ¿Contra quién? Si la libertad determina el derecho, ¿cabe la autodeterminación si no la hay? Responderé.

NO PERDÃ?IS TODA ESPERANZA
LA RAZÓN. JUEVES 26 DE JULIO DE 2001
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO
Los Gobiernos de Aznar y de Ibarreche no están tan alejados, en la autodeterminación, como ellos creen y a los demás parece. Si analizamos las declaraciones de Rajoy a este periódico (16/7/01), veremos que las posiciones no son irreconciliables porque no son incompatibles. El Gobierno vasco ha introducido el tema en la declaración programática. Y el Gobierno de Aznar lo pospone: «La prioridad es acabar con Eta, si lo logramos estaríamos en un escenario muy diferente». El Gobierno vasco lo pone sobre la mesa de negociación. Y el Gobierno de Aznar lo aplaza: «Hablar de una mesa de diálogo sin saber con quien, para qué y con qué objetivos requiere unas concreciones». ¿Hablaría de autodeterminación e independencia en un escenario de paz?, pregunta el director de LA RAZÓN, José Antonio Vera: «Requeriría una modificación constitucional y estatutaria. Hay procedimientos para eso, pero ni estamos en ese estadio ni nos mostraríamos partidarios de esa posibilidad». El PP no niega la posibilidad del derecho de autodeterminación, pero pospone el asunto porque: la prioridad es acabar con Eta; no hay escenario de paz; no se ha llegado a ese estadio; habría que modificar antes la Constitución y no sería partidario de la Independencia.
La distancia se reduce, pues, a una cuestión de prioridades, es decir, a un orden de prelación distinto dentro de una misma agenda de pensamiento; a una valoración diferente de los temas en un mismo campo de acción y un mismo sustrato de ideas y a la posición ideológica del PP, que no se mostraría partidario de la Independencia si llegara a plantearse la autodeterminación.
Las declaraciones del vicepresidente Rajoy, aunque más cautelosas, coinciden sustancialmente con las de Mayor Oreja, antes de las elecciones vascas, y las de P. J. Ramírez en uno de sus artículos dominicales de El Mundo: normalizada la situación, en un clima de paz, sin miedo ni coacciones, nada tendrían que oponer a una Independencia salida pacíficamente de las urnas.
Este es el gran «defaitisme» que comienza a prosperar, para satisfacción de Eta, en el sector liberalísimo de los dirigentes del Gobierno y de la opinión. Su mensaje al PNV no puede ser más claro. Asóciate al PP y al PSOE en un bloque sin fisuras para que policías y jueces de instrucción acaben con Eta. Deja de criticar la actuación policial y las resoluciones judiciales fruto de esas operaciones. Luchemos contra el entorno de Eta, Haika, gestoras proamnistía, Ekin, que no son sino las caras desencapuchadas de Eta. Dale prioridad absoluta a la acción antiterrorista y a la represión de las fuentes sociales del terror. Derrotemos a Eta. Entonces hablaremos de autodeterminación. Y si cuentas con una mayoría de votantes, pese a nuestro voto en contra, aceptaremos la Independencia salida de un Referéndum vinculante.
Eta encuentra en semejante discurso la justificación de su existencia. La autodeterminación y la independencia no se habrían aceptado por los altos representantes del Estado, ni en teoría ni de boquilla, sin sus actos sangrientos.
Debe pues intensificarlos. Hasta que ese maravilloso discurso de los hombres del Estado pase de la teoría a la práctica y de la boquilla a la cabeza.
Y el PNV sabe que dar prioridad exclusiva a la acción policial fracasada durante un cuarto de siglo, es un pretexto para retrasar a las calendas griegas el tema de la autodeterminación, que es la causa del terrorismo.
La realidad los hace antagonistas. Pero si nos atenemos a lo que dicen y no a lo que hacen, la diferencia que los distingue se puede precisar, al estilo del letrero en la puerta del infierno dantesco, por la distinta clase de ilusión que despierta, en el etarrismo condenado al erebo eterno, el frontispicio esculpido en verde por el PNV, «Tened esperanza», y el pintado en azul por el PP, «No perdáis toda esperanza».
CAMPANILLAZOS DE AZNAR
LA RAZÓN. LUNES 30 DE JULIO DE 2001
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO
No hay orden ni concierto en las posiciones del Gobierno y del PP frente a la autodeterminación. El desconcierto proviene del conocimiento defectuoso que tiene Aznar de la nación como realidad objetiva. Los nacionalistas quieren creer, con Ortega y Primo de Rivera, que la nación es un proyecto común que se hace o se construye a voluntad (Pujol, Arzallus, Aznar). Si esta idea subjetivista tuviera fundamento, habría que dar la misma entidad al sugestivo proyecto común de deshacer o deconstruir naciones mal hechas. Hacer y deshacer naciones era el ideal romántico de los filósofos alemanes del XIX que dieron a los pueblos la idea de autodeterminación moral propia de personas.
Los no nacionalistas sabemos que las naciones no se hacen, sino que son involuntarias porque en ellas se nace. No es que neguemos a los vascos el derecho de separarse (cosa que no pueden hacer sin contradecirse los que tratan la nación como proyecto), es que se lo negamos a la propia España. Tan ilegítimo sería un Referéndum secesionista si sólo votaran los vascos, como si lo hicieran todos los españoles. Ser o no ser español no es una cuestión moral que la libertad colectiva pueda decidir. El crimen está en la pregunta. Someterla a discusión en las Cortes, como Aznar pide con ruda jactancia al lendakari, para que se abra un debate suicida de su representación española, negaría la esencia del Sistema. Debatir el sexo de los ángeles sería menos bizantino que dictaminar en las Cortes la condición española de los vascos. La historia impide negarla. La voluntad de renegación, al ser doble negación, la implica.
El señor Aznar ha oído campanas y no sabe dónde. Porque las ha oído, acierta cuando dice que la secesión vasca «no tiene fundamento histórico ninguno». Porque no sabe dónde, comete la torpeza de añadir una retahíla de razones inconvenientes:
1. Ser superflua, al gozar el País Vasco de niveles de autogobierno como nunca había conocido.
2. Ser la finalidad del terrorismo.
3. No respetar las reglas de juego, puesto que debe ser debatida en las Cortes.
4. No ser ético plantearla a corto plazo, cuando existe el terrorismo.
5. No estar reconocida como derecho en ninguna Constitución del mundo.
6. El derecho de los vascos a decidir su futuro ya lo ejercitan en cada cita con las urnas.
Estas razones oportunistas suponen mala fe intelectual. El adagio popular «lo bueno que abunda no hace daño», olvida que se torna pernicioso por lo excesivo. Este rosario de razones innecesarias es contraproducente. Se vuelve contra el que lo esgrime tan pronto como dejen de ser actuales. Decir no ahora, por razones circunstanciales, equivale a decir luego sí (o es posible), si los impedimentos desaparecen. El presidente del Gobierno ha dejado entrever una autodeterminación posible. Oír campanas y no saber dónde es un refrán significativo de conocimiento erróneo, que cristalizó en la civilización aldeana cuando el ritmo de la vida social lo marcaba el campanario y era peligroso ignorar la procedencia del tañido. Todavía se llama campanil al término vecinal. En Euskadi, el repique por la autodeterminación requiere doblar a difuntos. Cada parroquia oye su toque. Pero los campanólogos de la Transición no fundieron campanas que tocaran a libertad en el sentimiento de España. Y aznar lo sustituye con campanillazos de respeto a lo solemne. Al cura que tenía varias razones para no tocar las campanas en una iglesia sin campanario, lo paró en seco la lógica de que todas ellas sobraban. Como sobran las de Aznar, por la razón suficiente de que la democracia basta para cerrar la puerta que la oligarquía deja entornada a fin de que el toque con sordina de autogobieno no suene, por ahora, a rebato de secesión. Los campaneros de este badajeo anuncian el peligro que ellos crean.

ENCARCELAR AL ENTORNO
LA RAZÓN. JUEVES 2 DE AGOSTO DE 2001
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

Nadie objetará la creencia de que el terrorismo es impropio de un país civilizado. Pero pocos aceptarán que donde se muestra la falta de civilización no es tanto en la barbarie del pequeño grupo que produce terror, como en la incultura que lo identifica con el sitio donde tuvo lugar el embarazo terrorista, o con la índole sanguinaria de los partos que genera. O sea, la incultura que aquí explica el terrorismo por su origen vasquista o por su sadismo congénito. Una incultura española que pretende anular la causa del terror combatiendo sus efectos. No otro fin persigue, ni otro sentido tiene, la acción policial.
Recorta las cabezas de la hidra y deja intacta la fuerza ideal que las regenera. El despiste es de tal envergadura, y su lógica tan errática, que se necesitaría un ensayo sistemático para explicitar el entuerto y reorientar la acción disolvente del terror hacia la causa que lo engendra. Se puede ver el disparate en su analogía con un ejemplo sacado de la antropología.
Durante millones de años, antes de que se descubriera el origen biológico de la paternidad, todos los pueblos se dieron explicaciones mágicas de la maternidad, que eran culturalmente tan válidas para ellos como para nosotros las científicas. La mujer era fecundada por la piedra donde estaba sentada, el árbol que la sombreaba, el río donde se lavaba, el viento que le daba de frente, la lluvia que la mojaba o el fuego donde se calentaba, cuando sintió el primer hálito de vida en su vientre. Los síntomas del embarazo delataban, por la cercanía del ENTORNO fecundador, al progenitor material de la nueva vida. La mitología reprodujo esas legendarias creencias populares. La ninfa Io, recostada en una roca, es poseída por una nube. Se entiende que el sentimiento del amor, como de la poesía y la religión, brotara del corazón femenino. Y que la primera reflexión de los hombres versara sobre los elementos naturales de donde procedían orden y vida.
Esta primitiva cultura, fundada en la potente lógica de la maravilla, no debe hacernos sonreír con aires de condescendiente superioridad. Pues no son de mejor calidad intelectual las ideas y los juicios que nos formamos en los asuntos que las ciencias no dominan. El sentido común suele estar basado en la fantasía de explicar los asuntos humanos por sus efectos personales, sin sospechar siquiera que tengan causas sociales.
Parece de sentido común que, si los terroristas actúan como delincuentes, sea la policía la única instancia que pueda neutralizarlos. Pero así se olvida lo ya sabido: que la delincuencia común además de móviles subjetivos susceptibles de represión, tiene causas culturales que requieren instituciones no represivas para eliminarlas. Al PP le han bastado pocos años de Gobierno para descubrir que el delito terrorista, además de móvil personal, no sólo tiene como causa material una entidad llamada entorno, sino que tal causa debe ser reprimida junto con los agentes de la materializan.
El fruto terrorista lo produce la rama más sombría del árbol divino de Guernica. Nacionalismo y terrorismo se hermanan en su paternidad arbórea. Se alimentaron de su vieja savia a la orilla de la ermita. Y crecieron como ramas divergentes que equilibran el soberanismo vertical del tronco.
En la del PNV germina el polen de la autodeterminación como derecho natural. En la de Eta, el de la autodeterminación como hecho de armas. Se necesitan en lo común, se repelen en lo específico. Pero éste no es el hallazgo donde aparece la analogía con la lógica de la maternidad en las creencias primitivas.
Lo que embaraza de terrorismo a la sociedad vasca es el ENTORNO físico donde se concibe, genera y reproduce la pollada etarra. Para el PP, Eta no tiene entorno social porque ella es el entorno de sí misma. Autogeneración mágica. Solución: encarcelar al entorno.

NACIONALISMO ESPAÑOL
LA RAZÓN. LUNES 6 DE AGOSTO DE 2001
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

Pese a su atractivo popular y a sus intensos goces del poder estatal, los sentimientos nacionalistas permanecen en estado de insatisfacción constante o de honda frustración nacional. Ejemplo del primero, el nacionalismo catalán. Del segundo, el vasco. De al insatisfacción nace el hábito de reivindicar incesantemente. De la frustración, el de vindicar con mente violenta. Existe divergencia emotiva entre los partidos enamorados de una vieja nacionalidad mediterránea y los apasionados por una nueva nación cantábrica. Los nacionalismos atlánticos de Galicia y Canarias traducen sentimientos de injusticia creados por el retraso en el desarrollo de regiones mal comunicadas con centros irradiantes de progreso económico y técnico. ¿A qué tipo de sentimiento obedece y cómo se expresa el nacionalismo español?
Las ideologías que tuvieron el poder estatal y lo perdieron al cambiar el Régimen, manifiestan su malestar por todas partes sin estar en ninguna, al modo de sentimientos heridos y voladas de profeso renegado. Así resiente el nacionalismo español. Nadie lo confiesa. Nadie lo profesa. Nadie lo defiende. Y, sin embargo, todo lo anega de resentimientos reaccionarios o de reflejos antifranquistas. La Transición consagró la paradoja de exaltar los nacionalismos periféricos, como progresistas, y condenar el español, como reaccionario. De tal paradoja vino el demagógico Estado de Autonomías y el caos actual frente al derecho de Autodeterminación. Los partidos españoles no lo niegan, para no parecer franquistas. Pero tampoco lo afirman, para no parecer franquistas. Pero tampoco lo afirman, para no parecer abandonistas. Sin embargo, se achaca al sentimiento españolista, camuflado con vergüenza en el PP, su rechazo provisional.
Uno de los mejores analistas de este tema, J. A. Sentís, nos sugiere en LA RAZÓN (26-7-01) que no es el nacionalismo español lo que impide la autodeterminación, sino la lógica de la lealtad imparcial al todo, frente a la parcialidad siempre implicada en lealtad a la parte. Pese a la elegancia geométrica de esta sugerencia, el separatismo vasco denunciará en ella el círculo vicioso donde se mueve el nacionalismo español, no queriendo reconocerse como tal cuando niega la condición de todo a la nación vasca, que es la petición de principio.
Para evitar alegaciones de mala fe intelectual o réplicas sin fundamento (al supuesto signo nacionalista-español de toda negación del derecho de autodeterminación), hay que coger el toro separatista por los cuernos, para que la democracia lo desmoche de pitones fascistas (concepto subjetivo de nación como proyecto y sueños imperiales como ambición), poniendo en el lado derecho de su testuz el concepto objetivo de nación y en el izquierdo la libertad política. Así no podrá inherir en una cuestión que no es de orden moral o voluntario (pertenencia a la nación española y sobre la que la libertad colectiva carece de toda competencia.
Esta operación democrática contra el derecho de Secesión no tiene retranca nacionalista ni cinturón jacobino. Aunque habría que completarla, para no eludir su concomitancia sentimental, con la distinción que nadie osa hacer entre dos sentimientos que la Transición hizo sinónimos, cuando en rigor histórico y nocional son casi antónimos: patriotismo y nacionalismo. Un patriota leal no puede ser nacionalista. Pues no considera legítimo que la idea de patria sea abusada como bandera de partido o de facción. Lo más engañoso del nacionalismo es su falso patriotismo. Mussolini, Hitler y Franco son arquetipos de esta fraudulenta política. El patriotismo, sentimiento natural de la especie, pide respeto y piedad por todo lo que la necesidad humana ha hecho común. El nacionalismo, sentimiento cultural de la ambición de poder, pide desprecio e impiedad por todo lo que la libertad o la naturaleza hacen distinto.

PARENTESCO NACIONALISTA
LA RAZÓN. JUEVES 6 DE DICIEMBRE DE 2001
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

Tras la experiencia inolvidable de los nacionalfascismo, nacionalsocialismo, nacionalcomunismo y nacionalismo orgánico, nadie puede tener disculpa decente para ignorar que todos los nacionalismos son primos hermanos, pues todos descienden de una misma cepa intelectual y de un mismo sentimiento. Incluso los que animan en la periferia el desarrollo de culturas lingüísticas que fueron aplastadas por el nacionalismo centralizador. Esto no quiere decir que siempre han sido perversos en sus expresiones históricas. Los del XIX, al ser libertadores, fueron progresistas y civilizadores. Los despertó la revolución de la libertad de los ciudadanos. Y pusieron en ella la finalidad de la Independencia nacional, frente al Estado ajeno que la reprimía.
Los nacionalismos catalán y vasco también fueron progresistas y liberadores durante los tiempos de clandestinidad en que se opusieron a la dictadura, anteponiendo la libertad al sentimiento de nacionalidad. Nadie debe olvidar el concurso de la Asamblea de Cataluña y del PNV a la causa de la unidad de la oposición. Por eso me abstuve de criticar a los nacionalismos gobernantes, hasta que su cínico descaro, apoyando la corrupción de Felipe González a cambio de dinero y de competencias, pesó más que mi gratitud política y mi amistad con sus dirigentes. Hoy los juzgo con simpatía solidaria cada vez que son atropellados por el nacionalismo español, lo que sucede más de lo que se cuenta; pero también con franca antipatía política, cuando nos atropellan con sus discursos de soberanía, autogobierno o autodeterminación, que son más antidemocráticos que separatistas; y con imparcialidad frente a sus decisiones de gobierno que, dicho sea de paso, son menos discriminatorias de lo que cabría esperar de sus discursos.
Los movimientos nacionalistas resuelven su contradicción de sentirse superiores en valor cultural e inferiores en capacidad política, según sea la situación, de oposición o de gobierno, en que se encuentren. Mientras buscan el poder ven en la libertad igualadora de oportunidades la superación del complejo político. Si tienen libertad ven en el poder la sublimación de su complejo cultural. Por esta causa tan barroca, ningún nacionalismo puede ser democrático cuando gobierna. Las demás ideologías se sienten superiores por las ideas que comportan, pero no por el aprecio a la nación de las personas que las portan. No hay nacionalismo sin desprecio a los que no sienten la nación, que es patrimonio común, al modo privativo y exaltado de un buen nacionalista.
El germen antidemocrático de los nacionalismos lo genera la mistificación intelectual de hacer de la nación una persona; de atribuirle cualidades, capacidades y vocaciones que sólo pueden tener las personas individuales, sean físicas o morales. Y ni las naciones ni los pueblos son personas morales. La asimilación de los pueblos a las personas, en sentimientos o en derechos, no puede traspasar el campo de la metáfora, la analogía o la poesía. Si no se respeta esta frontera, si se concibe a las naciones como organismos superpersonales, si se piensa que los pueblos tienen un alma o un espíritu colectivo que los anima y dirige al modo de las vocaciones en las personas individuales, como creyó el idealismo alemán primero y el historicismo después, si se les reconocen derechos de autodeterminación cuando no son siervos, ya no hay obstáculo intelectual que impida hacer de las naciones sujetos inmorales de la historia para seleccionar las fuertes.
Spencer ideó el darwinismo social. Hitler y Stalin aplicaron el nacionalismo darwinista en forma genocida. Ningún tipo de nacionalismo, lo vemos en los Balcanes, puede vacunarse contra el germen de fobia democrática que lleva en su entraña. El vasco y el catalán, al hacer lo contrario, hacen lo mismo que hizo el español.

EL DEBATE NO ES EL PROBLEMA
LA RAZÓN. LUNES 21 DE ENERO DE 2002
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

Tiene razón Ibarreche. Aunque sea difícil de adivinarla en la vaguedad de su lenguaje. Eta no quiere que el gobierno vasco y el PNV hagan política, sino guerra de posiciones, mientras ella hace la de movimientos. El Estado de partidos sustituye Política por Administración. Únicamente los gobiernos nacionalistas hacen ensayos de política. No es que falten encuentros, negociaciones y pactos. Pero siempre versan sobre asuntos administrativos y económicos. La clase dirigente de la Transición, especializada en repartir facultades y riquezas entre la oligarquía, no está moralmente preparada ni mentalmente entrenada para debatir sobre el poder que administra.
El lendakari ha dicho que el PP «se pone un poco nervioso, pues tiene dificultades para entrar en los debates que vamos a tener sobre la capacidad de decisión de la sociedad vasca». O sea, sobre autogobierno y derecho de autodeterminación. Tiene razón el portavoz del Gobierno Vasco, Sr. Imaz: «se debe hablar de todo, porque no puede haber una sociedad democrática con tabúes, en la que no se pueda hablar de política». Hablar no supone acordar, ni admitir tácitamente que se debe acordar algo sobre lo hablado. La divergencia absoluta, no se convierte en relativa, ni en camino de compromiso, por el hecho de hablar con determinación sobre ella. Negarse a hablar de posiciones que son no simplemente contrarias sino realmente contradictorias, y que el tiempo no hará más que agravar, es una torpeza que da lugar a interpretaciones equívocas sobre falta de firmeza de carácter, o de argumentos de razón, para sostener la propia convicción de quien pospone, sin fundamento serio, la conversación.
Se equivocan Aznar, Rajoy, Arenas y el diario «El Mundo», cuando dicen con voz de falsete que antes de entrar en ese debate hay que dar prioridad a la concertación en todos los frentes de la acción antiterrorista. Este pretexto dilatorio carece de toda lógica procesal y denota poca inteligencia política. Un tema no excluye al otro, sino que precisamente lo reclama. Pues la causa del terrorismo es la esperanza en la autodeterminación. La trampa que encierra la propuesta del Gobierno es demasiado infantil para que prospere: si quienes hablar de derecho de autodeterminación, acepta mi plan antiterrorista y, en un nuevo escenario de paz, trataremos el asunto. Para el Gobierno vasco, no para el PNV, acabar con el terrorismo debe ser lo prioritario a corto plazo. Pero también se ha comprometido con sus electores a plantear el tema del autogobierno. Y la táctica de Aznar debilita al Gobierno vasco y fortalece los ánimos de Eta con la esperanza en un futuro diálogo que no rechaza de plano el derecho de autodeterminación.
Es el Gobierno de España quien debe tomar la iniciativa de convocar cuanto antes al lendakari Ibarreche, para hablar sin cortapisas y debatir sin reservas mentales, a sabiendas de que no habrá diálogo sino dos monólogos, sobre la posición del Estado y la del Gobierno Vasco en temas de soberanismo, autogobierno y derecho de autodeterminación. Para deshacer todo equívoco. Para dejar al lendakari en su nula responsabilidad, ante el terrorismo.
Para retirar la incógnita sobre la posibilidad de un derecho de autodeterminación o de un referéndum de independencia, que ningún Gobierno podría autorizar, aunque quisiera, por absoluta falta de autoridad. Para advertir de que tal impotencia gubernamental no proviene de la Constitución, sino de la propia incapacidad del Estado sobre lo que, siendo un hecho involuntario, es indecidible por la libre voluntad del pueblo español o vasco. Para insertar el autogobierno en el ámbito de la Autonomía. Para completar las transferencias. Para reformar el Estatuto, si fuera inadecuado. Para constatar, en fin, que el problema no estaba en la ausencia de debate, sino en la quimera de lo que quiere y pretende debatir el Gobierno vasco.
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
09 mar 2004
INTERNACIONALIZAR CATALUÑA

LA RAZÓN. 1 DE SEPTIEMBRE DE 2003
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

Todos los nacionalismos responden a un sentimiento de amor exclusivo y a una ideología de poder excluyente. El apego a la tierra y a la gente natal es del mismo orden afectivo que el de los niños. La intensidad de su cariño no les permite extenderlo fuera de la familia. Sus padres y hermanos, lo más grande y mejor del mundo, constituyen su universo. Las fantasías infantiles idean una sociedad sin historia, un conjunto de familias donde la más poderosa sea la suya. Los signos de la realidad social que contradicen su visión los interpretan como injusticias. Por eso los niños comienzan a socializarse con los de su misma clase, es decir, con los que sienten, para bien o para mal, el mismo tipo de discriminación familiar. Sueñan con padres de poder excluyente que colmen sus frustraciones y venguen sus humillaciones.
El Estado representa para los nacionalistas ese padre todopoderoso. Unos pueblos adquirieron conciencia nacional por su pertenencia a un mismo Estado. Para ellos la nación no es algo subjetivo, como un proyecto que se hace, sino la unidad objetiva, determinada por la historia de los estados, donde se nace. Pero la independencia de las colonias americanas y la Revolución francesa plantearon el derecho de los pueblos a su libre determinación como nuevas naciones estatales. Lo cual obligaba a definir la nación sin tener en cuenta al Estado que las identificaba.
Carlos Marx limitó la autodeterminación a las solas naciones que no se habían identificado estatalmente antes de la Revolución francesa. Y Renan definió la nación como proyecto de la voluntad de vida común, a la que Ortega añadió la nota de «sugestivo». Esta teoría romántica y literaria, que en su día justificó la unificación estatal de Alemania e Italia (por la fuerza de Prusia y Piamonte), fue la base intelectual del nacionalismo nazi-fascista y hoy es creencia común de todos los partidos españoles. Con arreglo a ella, el pueblo vasco y el catalán tendrían derecho a la autodeterminación.
No se puede negar que el proyecto socialista de Maragall, la eurorregionalización de Cataluña, es lo más sugestivo que pueda imaginar la envidia infantil del Estado, para internacionalizar una región sin necesidad de convertirla en nación ni Estado. La gran dificultad no está pues en la Constitución ni en el necesario concurso de los actuales habitantes de los antiguos reinos de Aragón y Valencia, habituados a decir «sí» a todas las vanidades que los enorgullezcan, sino en la imposibilidad lingüística de obtener ese «oui» en las provincias francesas que sólo saben decir «oc».
No es la Constitución de España, sino la de la UE, la que tendría que reformarse para dar cabida a las eurorregiones, en una comunidad de euroestados donde no caben las euronaciones. En otro artículo haré patente el absurdo ontológico en que se funda la idea suiza de nación internacional. Ese absurdo se duplica en la idea catalana de región internacional. Desde el punto de vista de la lógica interna del nuevo concepto, lo que me sorprende no es tanto la imposibilidad metafísica de realizarlo, como la incongruencia de concebirlo en el seno del catalanismo derivado del federalismo de Prudhon o del nacionalismo de Renan.
Si Pujol era reaccionario por retrotraer Cataluña al XVII, qué decir del sueño medieval de Maragall de devolverla al marco del Reino de Aragón. ¿Por qué detener ahí los derechos históricos de la arqueología política? ¿No retrocede lo imprescriptible, mas allá de catalanes, árabes, germánicos, romanos, griegos, fenicios o iberos, hasta Atapuerca? En una carta a D. Strauss sobre la reivindicación alemana de Metz y Luxemburgo, donde menciona a la Cataluña germánica, Renan dice: «Con esta filosofía de la historia (la imprescriptibilidad de las reivindicaciones nacionalistas), sólo sería legitimo el derecho de los orangutanes, injustamente desposeídos por la perfidia de los civilizados».

CRISIS DE ESPAÑA

LA RAZÓN. JUEVES 18 DE DICIEMBRE DE 2003
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

Ocho años de gobierno del partido fundado por Fraga, último exponente del fascismo europeo, han precipitado un triple proceso de crisis en la sociedad española. Ninguno de ellos, ajenos por completo a la lucha de clases, era históricamente inevitable. Los tres tienen su origen en actos voluntarios de la clase gobernante. Los tres pudieron evitarse, si los españoles de mi generación hubieran preferido la verdad a la falsificación de la historia, la libertad a las apariencias de libertad, la dignidad a la tranquilidad, la innovación de lo bueno por conocer a la seguridad de lo malo conocido. Los tres responden a la pobreza de espíritu de los pobres hombres que han gobernado España dejándose gobernar por el interés extranjero y la incompetencia propia. La crisis política se manifiesta con la quiebra del sistema territorial de Autonomías y la ruptura del consenso constitucional. Los dos fraudes que, con un pacto de silencio sobre el pasado, cerraron el paso a la democracia formal, instalando en el Estado una oligarquía de partidos y de feudos regionales. Un Estado monárquico que tuvo la torpeza de financiar, y despertar con café para todos, la ambición nacionalista de los partidos que quieren separarse de España. Suárez y los padres de la patria engendraron, con demagogia de igualdad de Autonomías y honor terminológico de «nacionalidades», el derecho de autodeterminación separatista. Aun está fresca la tinta de mi crítica a Cebrián, Ramírez, Rajoy y varios ministros de Aznar, por reconocer este inexistente derecho en un hipotético escenario de paz. ¿Lo reconocen quizás para Cataluña? Estos pequeños hombres han hecho las américas en una quimérica Nación de Naciones.
La crisis cultural ha constituido, con la ausencia de ideales y valores dignos de respeto, un bloque social de indiferencia ante la corrupción de los poderosos, fomentada por los gobiernos socialistas; la baja calidad de la enseñanza y la industria editorial, causada por el partidismo; y la depravación de las capas populares, sostenida en el apogeo de la infamia soez con las audiencias del corazón televisado, que conquistan los nuevos tribunales de la inquisición sexual.
En estas dos profundas crisis de aniquilación política y cultural de la conciencia española, el heredero de Fraga, convertido desde el once de septiembre en ángel exterminador del terrorismo mundial, se hace satélite de un emperador vengativo, se desorbita de Europa, humilla a su astro franco-alemán y provoca gratuitamente la tercera crisis, la de la unidad europea, la de su integración mediante una economía subvencionada.
Aznar, y solo Aznar, deberá responder de las consecuencias políticas y económicas acarreadas por su enfermizo complejo de inferioridad, que ya se anuncian funestas para España. Respaldado en la valentía de retaguardia del matón universal y en la soberbia incultura sobre la historia europea, el jefe del Gobierno español ha despreciado la capacidad de Francia y Alemania para responder a la insolencia de los que se benefician de la mayor aportación comunitaria de los países grandes y niegan a esos mismos países el número de votos que les corresponde por su tamaño.
Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda, Suecia y Finlandia ya han decidido, como respuesta a España y Polonia, congelar y tal vez reducir al uno por ciento su cuota comunitaria. España deberá adecuar su contabilidad nacional al criterio común. Tal cambio aumentará nominalmente su renta nacional, con el consiguiente aumento de su aportación y disminución de su cuota en el reparto. Diez nuevos países de rentas mas bajas que la española participaran en ese reparto. De no variar la postura de España ante Francia y Alemania, se calcula que su participación en los fondos europeos puede verse reducida a una octava parte de lo que hoy recibe. La crisis económica, unida a las tres señaladas, provocará una crisis de España análoga de sentido, pero más grave que la del 98.

CATALUÑA GRACIADA

LA RAZÓN. JUEVES 26 DE FEBRERO DE 2004
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

La doctrina escolástica del mal menor y la moral situacionista de la postmodernidad se explican, al límite de la imaginación, con ejemplos parecidos. Ante el verdugo encapuchado, una madre ha de elegir cual de sus dos hijos debe ser ejecutado para que el otro sobreviva. Más espantada de su propia opción que de la muerte de sus infantes, rechaza el macabro privilegio. Conmovido, el verdugo gracia al más pequeño. Y enajenada de dolor, la madre empapa con lágrimas de gratitud las rodillas del asesino. ¿Acaso soy el único español que comprende la sinceridad de las emociones incubadas en esta tragedia?
Cataluña ha sido graciada por ETA. A ese nudo hecho limito mi análisis. Con independencia de que un partido catalán ha tenido la insensibilidad de pedírselo, ese gesto de parcialidad humanitaria no puede motivar sentimientos de gratitud porque no ha sido magnánimo, pero sí de alegría porque acaece sin contrapartida y no ha estado enturbiado con un horror simultáneo en otra parte de España. Si los juicios éticos y los valores morales sólo son sentimientos subjetivos de quienes los expresan, como piensan ciertos filósofos anglosajones, he de confesar que, en efecto, siento una natural alegría de que al menos Cataluña, sin que la pueda humillar un hecho clandestino, se vea liberada de la amenaza terrorista.
Y si es verdad, como afirma ETA, que lo hace por respeto a los esfuerzos independentistas de los catalanes, tanto mejor. Pues entonces tendrá que hacer lo mismo con el más esforzado pueblo vasco, si no quiere padecer el disolvente riesgo de la incoherencia, siendo más dura y menos justa con su propio pueblo. Para ser consecuente consigo misma, ETA ha de suspender ahora todas las operaciones de terror en los pueblos donde algún conato de movimiento independentista mantenga la ilusión de dar a cada nacionalidad un Estado propio.
El mundo político y cultural sabe que soy el más antiguo y perseverante denunciador de la inexistencia en España de derecho de autodeterminación (para secesionarse o federarse) y que siento una aversión republicana hacia el nacionalismo español. Sin embargo, ningún sentimiento y ninguna reflexión podrían impedir que manara de mi moralidad natural otra alegría semejante, si ETA anunciara que reduciría el campo del terror a las dos Castillas, Extremadura y Andalucía. Como a los demás les ha horrorizado el discriminador gesto de ETA, sería legítimo suponer que estarían encantados si se retractara y, volviendo a matar en Cataluña, pusiera al terrorismo en la situación de igualdad territorial que antes les parecía justa.
El Gobierno, los partidos y todos los comentaristas o publicistas en los medios no entenderán una sola palabra, estoy seguro, de lo que estoy diciendo. Tan alejados están de la verdad, en el mundo prefabricado del poder y la fama, que la sencillez de la naturalidad les parece locura resentida o perversidad conspiratoria. Pero tan meridiano, espontáneo y sano es mi juicio moral, como oscuro, artificial y enfermizo el suyo. La mezquindad de espíritu y la demagogia en la igualdad regional, incluso para ser víctima del terrorismo, les impide percibir la novedad autodestructiva que contiene el comunicado de ETA, y que desvelaré en otro artículo.
Comparado con la falta de sentimientos morales genuinos en la clase política, con la artificiosa unanimidad de criterio en los dirigentes de la opinión y con la general deficiencia de los intelectuales para formular inteligibles juicios de valor, el caso Rovira carece de importancia. Su patriotismo de partido, más fuerte que su catalanismo, le ha empujado a la deslealtad que implica toda bribonería política. Pero será un problema serio si la onda expansiva del comunicado de ETA empuja a una masa significativa de votantes hacia la lista de ERC. Menos mal que los portavoces del poder tienen fácil acceso al arsenal de insultos a ETA y Rovira y de menosprecio a Maragall y Zapatero.
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
09 mar 2004
Aquest trevijano es defineix molt clarament amb aquesta frase:

"Así no podrá inherir en una cuestión que no es de orden moral o voluntario (pertenencia a la nación española y sobre la que la libertad colectiva carece de toda competencia)."

Segons aquest "democrata" a la espanyola la "pertenencia a la 'nación' española" ni és "voluntaria" ni te, en conseqüència, res a veure amb la libertad colectiva".

Es a dir, en síntesis, que "todos españoles por cojones". Aixó si, es defineix com republicà i llunyà del nacionalista espanyol. Si ho fos no escriuria a La Razón i es solidaritzaría amb ERC que resulta ser l'únic partit arreu no ja dels Paisos Catalans sino de l'estat espanyol que es mostra obertament republicà.

Si ho fos no seguiría insistint en que Carod va pactar amb ETA, encara que aquesta mateixa ha declarat públicament ja dues o tres vegades que Carod no va pactar ni demanar-los res. Deixaría d'ajudar al nacionalisme i a l'estat espanyols en la seva campanya de criminalització.

Si aixó és el millor que podem trobar quant a republicans a l'estat espanyol esta el tema malament, encara que cal recordar que a IU n'hi han molts. A veure si donen la cara!!
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
09 mar 2004
INGENUIDAD DESLEAL

LA RAZÓN. LUNES 2 DE FEBRERO DE 2004
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

...........

Porque soy republicano me parece mal que un partido se apodere de la palabra, como si él solo pudiera encarnar ese ideal, y me río del republicanismo de los partidos que sostienen la Monarquía sin haber tenido libertad constituyente. Porque soy demócrata no apruebo a ningún grupo político que esté incorporado al Estado de Partidos, financiado con fondos públicos y no sea representativo de la sociedad civil. Como nunca tuve sueños restauradores de la República parlamentaria y siempre identifiqué la democracia política con la República Constitucional (que se instaurará cuando se haga históricamente necesaria), vivo un ideal objetivado donde no se respeta más ni se juzga peor a ER que a CiU, PNV, PP, PSOE o IU.
La torpe acción de Rovira no debe justificarse con su posible buena voluntad, pues entonces cabría preguntarse si ineptitud en política equivale a bribonería en moral. Los partidos y sus votantes se fascinan con los ineptos fantásticos. Menos mal que no suelen ser diligentes. Gramsci ilustró el peligroso activismo del «tonto-granuja» con el caso del «inteligente que puede fingirse tonto y conseguir que lo tomen por tal», frente al «tonto que no puede hacerse pasar por inteligente, a menos que encuentre gente más tonta que él, lo que nunca es difícil». Las elecciones situarán al «romántico cap» en una de esas categorías mixtas.

INTELIGENCIA DEL TERRORISMO

LA RAZÓN. S�BADO 21 DE FEBRERO DE 2004
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

La suspensión sine die del terrorismo vasco en Cataluña, para promover el independentismo catalán, rebasa el alcance táctico de una tregua regional y cobra la dimensión estratégica de un acto político contra el sistema de partidos de la Monarquía. El terrorismo se pone al servicio de un partido legalizado que, además de participar en el gobierno de una autonomía, se dispone a marcar el tono independentista en una campaña electoral destinada a seleccionar diputados catalanes al Parlamento español.
Entrando por primera vez en el terreno de la pura política, ETA ha puesto cara de tontos a los dirigentes de los partidos, al modo como el derribo del muro de Berlín se la puso a la de los gobiernos.
La inteligencia no es un atributo exclusivo de la bondad. El término diabólico se creó para designar la suprema inteligencia de la maldad. Pero la propaganda contra el terrorismo ha producido un tipo de condena tan obtusa que no ha dejado resquicio al reconocimiento de inteligencia en la dimensión política del terror.
La negación de lucidez en el Mal conduce a la imbecilidad de ese Bien que mata moscas a cañonazos (Bush), para no tener que reflexionar sobre el modo de disolver las causas del terror cuando una prolongada represión no ha bastado para suprimirlas (España).
La misma sociedad que condenaría a un médico si no prestara asistencia a un cuerpo putrefacto de enfermedad contagiosa, aplaude a los intelectuales que, renunciando a su función, se suman a la turbamulta del «basta ya», como si alguna vez el terrorismo no hubiera sido bastante.
El miedo a parecer tibios les hace creer que la realidad terrorífica contagiará al pensamiento y al lenguaje que la analiza, si buscan razones suficientes que la expliquen.
Con esa mentalidad no existiría el Derecho Penal, basado en la comprensión de las causas y móviles del crimen. Reclamo, pues, el derecho de la inteligencia crítica a buscar inteligencia en el terror como en cualquier otra realidad social.
Lo mismo que le sucede a los sistemas de poder, el terrorismo contiene una inteligencia sistemática que despliega sus efectos lógicos con absoluta independencia de la capacidad mental de los agentes del terror.
Cualquier tonto puede tener el poder de matar, como el de gobernar, a condición de que lo haga por sistema dentro de un sistema. El franquismo era mucho más inteligente que Franco.
En el terreno de las ideas ocurre exactamente lo contrario. Pierden pertinencia a medida que ganan sistematicidad. Carlos Marx era mucho más inteligente que el marxismo.
Para ser adecuado, la primera condición de todo comentario sobre el terrorismo es que no salga del ámbito político, situado en una esfera de acción diferente de la que encierra la moral en la autonomía de los individuos.
La moralidad política es, en rigor, una contradicción en los términos. Esto no implica que todo acto político sea inmoral por naturaleza ni que una persona honrada esté incapacitada para la política.
Simplemente significa que la ética política corresponde a un género de acción que siempre rebasa, y muchas veces contradice, el de la ética personal.
Para ser útil, la segunda condición del criterio anti-terrorista es que sobrepase el campo de lo que se sabe por instinto. Requisito ignorado por los gobiernos y medios que, agotando los adjetivos peyorativos, nos advierten de que los crímenes de ETA, además de ilícitos, son abominables. ¿Como si lo horrendo los hiciera más rechazables!
La insistencia en la política simplemente represiva ha hecho comprender a ETA que la fragilidad del sistema está en las Autonomías.
A las que puede desorientar por medios incruentos, pero complejos, en lugar de persistir en el infantilismo de querer rendir al Estado con mil asesinatos.
Analizaré en siguientes artículos los efectos contradictorios que comporta la nueva complejidad política del terror suspendido.

ELECCIONES: SEIS PLEBISCITOS

LA RAZÓN. LUNES 8 DE MARZO DE 2004
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

Los electores votarán al partido que les parece más apto para tomar las riendas del poder Ejecutivo. A ningún votante le interesa quiénes van a legislar. Solamente qué jefe de partido merece ser presidente de Gobierno. Todas las elecciones legislativas son anticonstitucionales y todas las campañas podrían ser anuladas por el TC. La Constitución excluye el «presidencialismo» como forma de gobierno donde el poder ejecutivo está separado del legislativo, pero cada elección impone un régimen de poder «presidencialista» donde legislan los mismos que gobiernan.
A ningún medio de comunicación le interesa denunciar el gran fraude constitucional que implica convocar elecciones legislativas para nombrar presidente del Ejecutivo. A ningún intelectual le importa que la práctica política anule por completo el valor normativo de la Constitución. El consenso de la Transición no se redujo al pacto de excluir la convocatoria a Cortes Constituyentes, a fin de que una simple Asamblea Legislativa hiciera la Constitución, sino que también dio licencia a los partidos para infringir la norma sobre su funcionamiento democrático y la prohibición del mandato imperativo a sus diputados de lista.
Las consecuencias de estas prácticas anticonstitucionales, que en el pasado se manifestaron con el auge de la corrupción durante los gobiernos socialistas y con el autoritarismo sin control parlamentario de los dos mandatos de Aznar, se hacen hoy patentes con las anomalías que transforman las próximas elecciones legislativas en seis plebiscitos sobre: 1. Jefatura del Partido Popular; 2. Presidencia del Gobierno; 3. Plan Ibarreche; 4. Gobierno tripartito catalán; 5. Retirada de tropas de Iraq; 6. Política antifrancesa del gobierno. Todo lo demás son ruidos de carnaval de distintas letras partidistas cantando al unísono la misma música. Es decir, lo que no es plebiscito es equipolencia de partidos.
Después de las elecciones nadie podrá tachar de antidemocrático el nombramiento, a dedo de Aznar, de su sucesor en la Jefatura del Partido Popular y en la cabecera de su lista electoral, pues Rajoy tendrá la superior legitimación de las urnas. Si los partidos nacionalistas vascos obtienen la mayoría absoluta, nadie podrá oponerse a la ejecución del Plan Ibarreche sin ser tachado de antidemocrático. Si los partidos integrados en el Gobierno de la Generalitat logran mayoría absoluta de votantes, la acción clandestina de Rovira y la voluntad «maragalliana» de federar al Estado español estarán legitimadas por la soberanía popular de Cataluña.
Si los electores dan a Zapatero la Presidencia del Gobierno, la retirada de Iraq de la soldada española y la reanudación en Europa de la política de España con la de Francia y Alemania, no serán libres opciones del futuro gobierno, sino el obligado cumplimiento de lo aprobado en el plebiscito popular que suponen las próximas elecciones, sin que esas cuestiones hayan sido sometidas, como podrían haberlo sido a causa de su importancia trascendental, a un legítimo referéndum. El Estado de partidos aplica a la política el principio de economía o mínimo esfuerzo con un rigor tan admirable que no lleva aparejados inconvenientes insoportables para el pueblo o la sociedad civil.
De una sola tacada electoral resuelve la legitimación democrática de la falta de democracia en la vida interna de los partidos, del nombramiento del jefe de Gobierno, del relleno de los escaños legislativos con listas de partidarios, de la configuración federal de las Autonomías en Euskadi y Cataluña y de las decisiones principales del futuro Gobierno. ¿Y cuales son las nimiedades de sus inconvenientes? Suprimir la representación de la sociedad civil en el Estado, eliminar la posibilidad de control del Poder Ejecutivo por el Legislativo y someter a las urnas cuestiones no susceptibles, por naturaleza, de ser votadas. Total, nada.
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
10 mar 2004
Trevijano... pim, pam, pum!
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
10 mar 2004
"La torpe acción de Rovira no debe justificarse con su posible buena voluntad, pues entonces cabría preguntarse si ineptitud en política equivale a bribonería en moral."

Cuando la bribonería es norma general en política, las acciones torpes se pueden justificar por su buena voluntad pues sinó cabría preguntarse si la aptitud, siempre imperfecta, como fin en sí misma, puede justificar la bribonería moral.
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
10 mar 2004
Ni de conya perd jo el temps llegint els articles d'eixe capullo.
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
10 mar 2004
Pos faya con la de vueltas que dan algunos para no hablar nunca de lo que hay : LA IMPOSICIÓN SECULAR DE ESPAÑA A UN MONTON DE GENTE Y LAS REACCIONES CONTRARIAS QUE ESTO HA GENERADO, GENERA Y GENERAR�.

"El patriotismo, sentimiento natural de la especie, pide respeto y piedad por todo lo que la necesidad humana ha hecho común. El nacionalismo, sentimiento cultural de la ambición de poder, pide desprecio e impiedad por todo lo que la libertad o la naturaleza hacen distinto."

¿Quienes ejercen mayoritariamente de "nacionalistas" y quienes de "patriotas"?
¿Hasta dónde llega lo común y dónde empieza lo distinto? ¿Quien tiene derecho a decidir eso? ¿Cuales son las consecuencias que se derivan en relación con la auto-organización política o social de los colectivos?

La constatción de lo común sólo es posible desde la constación de la diferencia y viceversa. Por lo tanto, la constatación de lo distinto no implica necesariamente su desprecio ya que entonces también implicaría el desprecio por lo común.

Es la voluntad insoslayable de los estados-nación decimonónicos por imponer una determinada "comunidad" artificial que justifique su existencia la que los mueve a negar cuando no a eliminar la diferencia sometida. La desaparición de estos agentes distorsionadores del concepto de común y de distinto o diferente, los estados, es el paso imprescindible para que llegue el dia en que la íntima relación entre lo común y lo diferente no se vuelva a presentar más en términos antagónicos.

"Los no nacionalistas sabemos que las naciones no se hacen, sino que son involuntarias porque en ellas se nace. No es que neguemos a los vascos el derecho de separarse (...), es que se lo negamos a la propia España. Tan ilegítimo sería un Referéndum secesionista si sólo votaran los vascos, como si lo hicieran todos los españoles. Ser o no ser español no es una cuestión moral que la libertad colectiva pueda decidir."

resumen : ESPAÑA ES y punto.

"Es el Gobierno de España quien debe tomar la iniciativa de convocar cuanto antes al lendakari Ibarreche, para hablar sin cortapisas y debatir sin reservas mentales, a sabiendas de que no habrá diálogo sino dos monólogos, sobre la posición del Estado y la del Gobierno Vasco en temas de soberanismo, autogobierno y derecho de autodeterminación. Para deshacer todo equívoco. Para dejar al lendakari en su nula responsabilidad, ante el terrorismo.
Para retirar la incógnita sobre la posibilidad de un derecho de autodeterminación o de un referéndum de independencia, que ningún Gobierno podría autorizar, aunque quisiera, por absoluta falta de autoridad. Para advertir de que tal impotencia gubernamental no proviene de la Constitución, sino de la propia incapacidad del Estado sobre lo que, siendo un hecho involuntario, es indecidible por la libre voluntad del pueblo español o vasco. Para insertar el autogobierno en el ámbito de la Autonomía. Para completar las transferencias. Para reformar el Estatuto, si fuera inadecuado. Para constatar, en fin, que el problema no estaba en la ausencia de debate, sino en la quimera de lo que quiere y pretende debatir el Gobierno vasco."

Resumen del plantemiento general:

1.- ESPAÑA ES.
2.- Los que no aceptan esta verdad no son "normales" por razones diversas y encima son problemáticos.
3.- solución : ESPAÑA.ES!

Tanto rollo para esto.
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
10 mar 2004
Me gustaría saber quien se ha tomado la molestia de copiar y pegar tantos divagaciones nacionalistas españolas excluyentes. ¿Le pagan para meterse en webs de contrainformación como Indymedia?

Sobre el TrevijANO poco más que decir. Con esta frase suya ya esta todo dicho: "Ser o no ser español no es una cuestión moral que la libertad colectiva pueda decidir".

Asi que todos "españoles por cojones". Este tio ni es republicano ni es nada excepto otro nacionalista español totalitario más. Los republicanos españoles de verdad, que den la cara. Los republicanos catalanes ya la dan, por eso les atacan, porque no se resignan a este estado español.
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
10 mar 2004
l'únic pacte que reconec es el que van fer els tres criminal de guerra més grans de l'història a les Azores.

Aquest si que ha fet crims i molts mils, sentor trebikano.

Per cert españa existiria si no fos per tots els expolis fets a llatinoamerica? i ara a les nacionalidades periferiques? españa existiria si no fos per tots els borregos que han arrosegat a les guerres?... au, que us vagi bé. El que em costa d'entendre es que si no m'estimen, per que no em deixen marxar? adeu aspaña
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
10 mar 2004
ENVIDIA DEL ESTADO
LA RAZÓN. JUEVES 27 DE DICIEMBRE DE 2001
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO

El sentimiento nacionalista no sería injusto ni peligroso si pudiera ser controlado por el pudor en sus manifestaciones de amor a la nación, y permitiera ser anegado por otros amores más universales o más espirituales. Las aguas no son cristalinas si se remueven los fondos del lecho por donde discurren. Salvo en situaciones transitorias de peligro común que lo justifiquen, el nacionalismo no deja de ser una agitación obscena de sentimientos instintivos en el impúdico comercio público del amor patrio. Lo admisible en la guerra no es sano ni digno en tiempos de paz. Franco prolongó su dictadura extrayendo de la victoria militar un sentimiento nacional que se hizo amigo incluyente del orden público y enemigo excluyente de libertades, verdades y justicia, como de conciencias de clase social o nacionalidad cultural.
Un pueblo de sentimientos educados en la libertad de sentir, una sociedad abierta a las emociones universales de la humanidad, no se habría dejado llevar a tal prostitución forzosa del afecto espontáneo a la propia nación. Las nacionalidades culturales que se han desarrollado después en forma nacionalista, como reacción de la libertad ansiada a la libertad otorgada, descubren el ancho campo que los pueblos sin educación sentimental dejan siempre a la indigencia espiritual. Y han florecido en el yermo ideológico de la Transición. La democracia ofrecía horizontes que el pacto con los nacionalistas no dejaba ver.
Si la emoción nacionalista fuera sincera, si no cubriera con su manto patriótico la nuda ambición de poder personal, no podría pasar con tanta facilidad del corazón a la boca. Con la libertad y el poder de gobernar en su feudo, los nacionalismos no cambian de naturaleza íntima ni de tendencia al monopolio de la patria, sino de expresión y actuación. La exclusión de otros sentimientos políticos que el nacionalismo central hacía por vías de coacción oficial, el periférico lo hace ahora por la vía más insidiosa de emplear los fondos públicos para «hacer patria», para «construir la nación». Rechaza los modales fascista para poder abrazar con entusiasmo su modo empresarial de idear la nación como proyecto.
La cultura, la educación, los medios de información, las carreras y los honores se planean como empresas nacionalistas y patrióticas. Las oportunidades de negocio y las concesiones administrativas se vinculan a los constructores nacionalistas del país. Dos décadas de poder autonómico han bastado para que un sentimiento de insatisfacción cultural edifique un mundo político nacionalista tan cerrado como insatisfecho. Donde no hay ya más refugio para la sinceridad del sentimiento nacional que no sea en el separatismo. Y aún en esta misma sinceridad radical se percibe que el sentimiento no traduce una necesidad de identidad cultural o política.
La doctrina más común justifica los nacionalismos en la necesidad de procurar una identidad política a la diferencia cultural de una comunidad lingüística. Esta creencia carece de todo sentido, a no ser que esa procura vaya unida a la búsqueda del poder por un grupo organizado, mediante la secesión de esa comunidad no estatal, a fin de constituir una unidad política independiente, igual a la del Estado de quien se desea separar. La contradicción es insalvable. Busca una identidad política a la diferencia cultural y la encuentra en la igualdad mimética con lo diferente. Esta contradicción revela que el ansia de identidad no precede ni es causa, sino que sigue como consecuencia al ánimo de voluntad nacionalista. El sentimiento natural de la patria no produce voluntad de poder. Es la ambición de dominio la que se apodera de aquel sentimiento tranquilo y lo convierte en emoción rencorosa y ardiente de envidia del Estado.



Quiero agradecer el esfuerzo de quien haya leído los artículos que os he enviado.

Siento mucho a quien se haya dejado provocar...�Parlant la gent s'enten�

Entenderse en temas ideológicos sobre los que se difieren en absoluto es imposible. El dialogo inteligente y desapasionado sobre la cuestión litigiosa aumenta la incomprensión.

Estos son algunos artículos relacionados con la autodeterminación fruto del conocimiento y de una larga investigación sobre la obra de quien considero el maestro más profundo, lúcido y original de nuestro pensamiento político.

Luchador por la libertad política, que no tenemos, desde hace más de 50 años.

Las campañas de difamación para silenciar y eliminar su acción política lo han dejado solo en medio de todos y se ha dedicado a pensar solo por todos y contra todos.

Con claridad, valentía y honestidad ha desarrollado razonamientos y análisis objetivos en más de 1.000 artículos y libros: ... El Discurso de la República. Frente a la gran mentira. Pasiones de Servidumbre.

Por mi parte nada más. Ojalá se entienda. La intención era buena.
Hay otras razones.
Pienso que el nacionalismo y el consenso han atascado la mentes rebeldes.
El pensar libremente y diferente no tiene que escandalizar.
Eso sí es tarea individual de cada uno. No se puede pensar en grupo.

Esto es solo una prueba piloto, amenazo con las obras completas en próxima pagina Web, porque soy así y me parece. Y porque no tengo ni padre, ni madre, ni marido, ni jefe, ni perro que me ladre...
Salut y Democracia
Re: decidir és un dret: AUTODETERMINACIÓ!
15 mar 2004
LAS NACIONALIDADES
LA RAZÓN. LUNES 3 DE DICIEMBRE DE 2001
Antonio GARCÃ?A TREVIJANO

He aquí una palabra, un concepto, una idea que nadie sabe lo que significa en sentido político y que, sin embargo, ha sido incorporada al vocabulario de la Constitución. En principio no sería difícil distinguir entre lo que es una nación y lo que es una nacionalidad. Aunque ambas ideas están emparentadas, un matiz fundamental las diferencia en el lenguaje ordinario. Se tiene una nacionalidad. Se pertenece a una nación. En ésta domina la imagen del lugar geográfico donde se nace y se vive como miembro de una comunidad dotada de su propio Estado. En aquella, predomina la idea de la identidad personal y colectiva que el Estado otorga a sus súbditos o ciudadanos, como sujetos de deberes y derechos.
La nación expresa algo objetivo. La nacionalidad, una cualidad subjetiva. Reduciendo la diferencia a términos antropológicos, la nación designa una comunidad territorial; la nacionalidad, una comunidad gentilicia.
Pero la distinción se esfuma tan pronto como, dejando este matiz objetivo, se comunica a la nación el sentido personal que tiene el concepto de nacionalidad. Tal confusión la produjo el romanticismo alemán en los comienzos del XIX. La nación dejó de expresar la idea de comunidad territorial y, como sinónimo de nacionalidad, pasó a describir la comunidad cultural de gentes de una misma etnia con idioma propio, aunque fueran súbditos de distintos Estados. Sobre esta base inicial se desarrolló luego la idea racista y fascista de nación, concibiéndola como proyecto voluntarista de una persona moral. De esta aberrante concepción participan todas las modalidades del nacionalismo, incluso las que se consideran a sí mismas como democráticas. Sin dotar a la nación de personalidad moral, el nacionalismo sería inconcebible.
El filósofo Ortega y Gasset es el principal responsable de que en la cultura política española, y en la mentalidad de los incompetentes redactores de la Constitución, siguiera dominando el concepto subjetivo y personalista de nación como proyecto, que había sido propagado por la enseñanza del Movimiento falangista. Lo cual presupone, por petición de principio, que la nación esté dotada de una voluntad orgánica capaz de sentir, ver, proyectar y perseguir su propio destino nacional. En esta creencia mítica está basado el sentimiento nacionalista de las nacionalidades culturales como naciones políticas sin Estado propio.
La Constitución dice que la Nación española está integrada por nacionalidades y regiones. De esta forma descriptiva mete a las nacionalidades en el mismo género de naturaleza topográfica que las regiones. Así no las contrapone a la nación, sino que las diferencia esencialmente de las regiones. Nadie se ha ocupado de explicar en qué consiste tal diferencia territorial. Y como la fórmula constitucional no es prescriptiva, sino descriptiva, los nacionalistas catalanes proponen que se acepte su descripción de nacionalidad como comunidad cultural, diferenciada de las meras regiones por su lengua y su historia, con derechos nacionales de autogobierno, soberanía y autodeterminación. Sin saber cómo ni por qué, convierten un hecho cultural en un derecho a ser nación.
Los nacionalistas vascos no siguen ese método descriptivo, por la simple razón de que ellos no aceptaron la Constitución ni consideran a Euskadi una nacionalidad. Tratan al País Vasco como nación a la que sólo falta un Estado propio.
Los moderados buscan la Independencia al modo checo, con uso pacífico del derecho de separación; los radicales, al modo irlandés, con secesión lograda mediante terrorismo. Pero el creador del concepto «checoslovaco», Jan Kollar, se consideraba a sí mismo húngaro.
La Checoslovaquia binacional nació en 1918 de la derrota del Imperio multinacional. Y el irlandismo responde a un movimiento de unificación nacional.
Sindicato Sindicat