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Andalucía Libre Ante las Elecciones del 14 de Marzo
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per Andalucía Libre Correu-e: andalucialibre-alta ARROBA eListas.net (no verificat!) |
02 mar 2004
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Publicado en ANDALUCIA LIBRE nº 225
lunes, 1 de marzo de 2004 10:48 |
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AndalucÃa Libre
Ante las Elecciones del 14 de Marzo
Las elecciones son un hecho que no se puede ni se debe eludir. Ciertamente, no son el único acontecimiento polÃtico determinante en nuestro destino colectivo. Pero minusvalorar su importancia serÃa esconder la cabeza debajo del ala. En paÃses como el nuestro y en regÃmenes del tipo del que nos domina, las elecciones son un momento clave y no sólo para seleccionar los equipos gobernantes. También y especialmente para hacer balance y medir el alcance de la influencia y consolidación de los diversos proyectos nacionales y sociales en conflicto. Por ello, resulta imposible escurrir el bulto y obligado pronunciarse al respecto, respondiendo a las cuestiones que suscita la doble convocatoria electoral del 14 de Marzo: elecciones nacionales al Parlamento andaluz y Generales españolas
Votar o no Votar
El debate sobre votar o no votar es una discusión recurrente entre sectores nacionales y de izquierda consecuente. Reaparece ante cada comicio. Los partidarios de la abstención activa inciden habitualmente en algunos hechos ciertos: 1º. La enorme desigualdad de partida entre las opciones contendientes que distorsiona los resultados, siempre en sentido favorable a las fuerzas del Régimen. 2º. La misma naturaleza del Régimen, cuyo núcleo de Poder esencial y estable siempre es preservado del escrutinio electoral. Tambien hacen hincapié en los peligros de la participación electoral como posible soporte de la corrupción y paulatina integración en el Régimen de fuerzas anteriormente contestatarias o de la devaluación o supeditación que puede amparar en cuanto a la importancia central de la movilización polÃtica y social extraparlamentarias. Son argumentos serios, avalados por múltiples precedentes y referencias.
No obstante, la conclusión en que termina esta posición encierra diversas carencias. No sólo no tiene en cuenta que, desgraciadamente, el nivel social medio de claridad y comprensión de la realidad no tiene ni su lucidez ni su determinación. De lo contrario, estarÃamos evidentemente en muy diferente situación. Su propuesta tampoco lleva consigo vÃas que permitan cerrar esa brecha. Su posicionamiento implica una disociación total, que realmente no existe, entre la consecución de avances y reformas parciales -o el freno de contrarreformas y regresiones- y la victoria final; entre los planos de lucha parlamentario y extraparlamentario, institucional y extrainstitucional y una incomprensión de los mecanismos por los que es posible -en regÃmenes y paÃses como el nuestro- hacer progresar el arraigo y la influencia de un proyecto nacional y social alternativo. La "negación total" puede estar al final del camino -o muy cerca- pero no en su comienzo. Es absurdo, además, pensar que una fuerza que sea ya de entrada incapaz de superar los obstáculos y las trampas del Régimen para alcanzar un mÃnimo respaldo electoral y que renuncie por principio a implicarse, vaya a ser por contra capaz de afrontar satisfactoriamente otras tareas y desafÃos futuros cualitativamente más serios. De otra parte, si bien el abstencionismo vacuna contra determinados tipos de colaboracionismo -aunque no frente a otros- puede implicar un serio y también extremadamente arriesgado menosprecio de los peligros simétricos de una exaltación de la marginalidad y la impotencia polÃticas.
Es verdad que la Independencia y el Socialismo para AndalucÃa no se alcanzaran solamente amontonando diputados en Madrid o en Sevilla y que un profundo enfrentamiento social extraparlamentario con el Estado español resultará muy posiblemente inevitable, si se quiere conquistar la Ruptura con el orden polÃtico y social vigente. Tambien lo es que esta confrontación sólo es planteable a partir de una previa realidad de fuerza polÃtica y social organizada que, en nuestras condiciones, ha de manifestarse con anterioridad en la capacidad contrastada de aparecer y actuar como opción polÃtica representativa y articuladora de sectores sociales significativos (lo que encierra necesariamente un combate exitoso por una presencia parlamentaria e institucional). Cabe la posibilidad de que el Régimen se proteja preventivamente, vulnerando su propio discurso, ilegalizando fuerzas realmente antagónicas para cortar en seco su progresión -hipótesis siempre a tener presente- pero para ser merecedor de esta "atención" hay que haberse ganado antes una base social y polÃtica y además -en un juego a dos- siempre cabe bien trabajar para que el gasto le sea impagable o para preparar la confrontación en mejores circunstancias. La abstención o la no presentación, planteadas como formula de deslegitimación radical del Régimen, pueden tener sentido y utilidad practicas en momentos en que sirvan como formulas de expresión de una amplia y radical movilización social y cuando se les acompañe de propuestas efectivas de poder alternativo. No es nuestro caso ahora; ni nada indica que lo sea en el futuro inmediato. En nuestras circunstancias -cuando la mayorÃa de los abstencionistas realmente existentes lo son por apatÃa, confusión o ignorancia- y las fuerzas de izquierda nacional consecuente son pequeñas, la postulación de la abstención se reduce inevitablemente a una forma de escape polÃtico e intelectual para encubrir -bajo resultados incuantificables- la propia debilidad.
Hay también quien recurre para justificar su abstención a resguardarse tras las huelgas o los movimientos de masas. SerÃan ejemplos de otra correlación más favorable. Valorándolos en su extrema importancia -como experiencias de lucha y como espacios de gestación y formación de militantes- no cabe honestamente olvidar sus limites. Lo importante aquà es reconocer que sus mismos protagonistas en amplÃsima proporción no los confrontan como soportes antitéticos a la representación electoral; más aún, participan mayoritariamente y lo hacen dándole respaldo a fuerzas polÃticas que incluso han estado ausentes o presentes de mala manera en su propia practica de movilización. Conseguir ser referencia polÃtica de la movilización social es una tarea que tiene sus propias reglas y en la que han de combinarse el plano inmediato con la consecución de credibilidad como proyecto polÃtico global alternativo.
Otros abstencionistas, desde presupuestos más o menos neoanarquistas, justifican su postura considerando esencialmente ajena o éticamente negativa la lucha por el Poder polÃtico, valorada como consustancialmente perversa. Sin embargo, es forzoso reconocer racionalmente que conseguir la liberación nacional de AndalucÃa -construir una nación andaluza alternativa- y acceder a la emancipación socialista -una sociedad igualitaria colectivamente dueña de su destino- es una tarea imposible de culminar y consolidar bajo la bota de España y el Estado español. Es verdad que el avance del proyecto nacional andaluz implica la construcción progresiva de bases sociales y polÃticas organizadas y alternativas, pero también lo es que la consumación de este objetivo requiere como condición inesquivable la ruptura irreversible con España y la destrucción del Poder capitalista español sobre AndalucÃa y su sustitución por un nuevo Estado nacional andaluz; una República democrática andaluza. No cabe apostar por la coexistencia estable e indefinida entre fenómenos enemigos irreconciliables. En la plasmación de esa estrategia de emancipación nacional y liberación socialista, no cabe confundir tampoco conceptos básicamente distintos como "mayorÃa social" y "mayorÃa parlamentaria" (y menos aún otros, esencialmente tramposos, como "mayorÃa estatutaria" o "mayorÃa constitucional") que pueden o no corresponderse, según la coyuntura. Pero en nuestra realidad -y salvo cambios muy importantes que no se atisban- conseguir esa mayorÃa social -sostén y palanca de la Ruptura independentista y socialista- es sinónimo de alcanzar una fuerza capaz de traducirse en una sustancial representación parlamentaria en el Parlamento andaluz -y muy posiblemente en la Junta- que permita usar ambas instituciones como plataformas de confrontación. Construirla es una tarea ineludible para poder estar en condiciones de iniciar, con la debida legitimación y soporte social, la etapa de ruptura polÃtica con España y de eliminación del orden social español en AndalucÃa.
Ahora mismo en AndalucÃa, si es posible, participar y contarse -sean cuales fueren los resultados- es mucho mejor y más educativo que esconderse. Sea bajo la abstención o sea diluyéndose en forma de un voto nulo importado que, como es obvio, no se corresponde a ningún proceso polÃtico propio.
La coyuntura electoral y los argumentos-trampa
AndalucÃa -para quien desde la izquierda piense polÃticamente en andaluz y no en "surespañol"- es una nación privilegiada para valorar ecuánimemente la coyuntura electoral. Aquà llevamos soportando no sólo ocho años de Gobierno español del PP sino también veintidós años de Gobierno andaluz ininterrumpido del PSOE (los ocho últimos en coalición con los andalucistas). Tenemos pues sobrada experiencia de lo que son y lo que pretenden PP y PSOE, PSOE y PP.
A la hora de hacer polÃtica, forjar tácticas y construir discurso, es cierto que conviene tener siempre presente las singularidades que definen respectivamente a PSOE y PP; sus diversas matrices nutricias y sobre todo la diversa percepción social que provocan. En general, en polÃtica siempre conviene atender a los matices y tenerlos en cuenta. Ahora bien, también es conveniente no verlos distorsionados colocándoles forzadamente lentes de aumento para justificar subsidiariedades y encubrir carencias propias. En dos palabras, PP y PSOE no son lo mismo; pero son sustancialmente parecidos. Sus diferencias, son datos a tener presente a la hora de diseñar las respectivas formas de combatirlos; sus acuerdos y coincidencias, elementos esenciales a la hora de caracterizarlos y definir. PSOE y PP son fuerzas capitalistas que asumen esencialmente el mismo modelo neoliberal, que comparten una idéntica fe española y un similar compromiso con el Estado español; proyectos que comulgan con la misma visión de AndalucÃa dependiente, sumisa y alienada. PP y PSOE son fuerzas enemigas de la emancipación nacional y la liberación socialista de AndalucÃa.
PolÃticamente, el dato esencial es que tanto PSOE como PP asumen y defienden el pacto constitucional español, es decir, la formula que saldó la Transición del franquismo a la MonarquÃa parlamentaria, dándole sustento jurÃdico-polÃtico, alterando las formas pero manteniendo los beneficiarios y controladores de la dominación. Con sus diferencias tácticas -derivadas de sus diversas posiciones, alianzas e intereses coyunturales- ambos asumen como intocable el acatamiento a los procedimientos trucados vigentes para bloquear la emersión de nuevos poderes y procesos constituyentes nacionales y preservar a España. La defensa de los limites y requisitos establecidos por la Constitución española de 1978 los sitúa juntos. De igual manera, la deslealtad ante esas condiciones y la voluntad de subvertirlas, constituye el elemento delimitador más nÃtido de las fuerzas realmente de izquierda y andaluzas. No se puede votar a favor de AndalucÃa, es decir o lo que es lo mismo, contra el Régimen español, sosteniendo a una u otra de sus versiones o lecturas. Una prueba de los vÃnculos existentes entre PSOE y PP es que, incluso ahora -sea desde la oposición en Madrid o desde el Gobierno en AndalucÃa- nunca el PSOE ha defendido el aislamiento total del PP, su deslegitimación absoluta como expresión social de la derecha neofranquista. Muy al contrario, ha rubricado y aún propuesto abundantes acuerdos y le ha manifestado solidaridad siempre que se han planteado cuestiones de entidad para la perpetuación del orden polÃtico, económico y social. De hecho, por encima de las aspiraciones por sustituirse en las poltronas, prima la conciencia de continuidad que vincula entre si -desde hace más de un cuarto de siglo- a los gobiernos que se han sucedido desde el tardofranquismo a Aznar, pasando por los de Felipe González. No es un fenómeno polÃticamente irrelevante -que dice mucho sobre la naturaleza del Estado español- que la actual dirección del PSOE siga reivindicando vigorosamente la etapa felipista como patrimonio partidario y que ni siquiera se haya planteado utilizar como recurso oportunista para recuperar el Gobierno español un tipo de "alejamiento" como el que en su dÃa asumió en Francia Jospin en relación a la desacreditada gestión de Mitterand.
La precariedad laboral, la fiscalidad regresiva, la promoción de los "emprendedores", el cinismo sobre la inmigración, el amparo al imperialismo español o la ortodoxia neoliberal, sea privatizadora (recordemos los servicios sociales o la situación del SAS) o presupuestaria, son elementos que comparten PP y PSOE y que han puesto en practica -cada cual con su acento- desde sus Gobiernos. Los dos amparan el modelo educativo que impide una Educación Nacional andaluza y coloca al sistema educativo bajo hipoteca clerical. Ambos, además -sea desde los gobiernos o desde la oposición- defienden las bases esenciales que condenan a AndalucÃa al subdesarrollo, la dependencia y la subordinación (aun cuando se boicoteen y confronten en su respectiva gestión).
Desde una perspectiva que asuma los intereses del pueblo trabajador andaluz y los derechos de la nación andaluza no cabe sino combatir tanto a los que pretendan negarlos, sea defendiendo el estancamiento estatutario sea propugnando reformas insustanciales. De igual manera, no hay motivo para preferir a unos, porque condenen a AndalucÃa a vegetar en la uniformidad autonómica "semifederal", "federal" o "federalizante" -amparándose en el paraguas paralizante del "agravio comparativo" - o a otros, ejerciendo asà de papanatas, porque estén por su lado en disposición de comprar nuevamente la estabilidad de España a cambio de conceder españolidades privilegiadas a determinadas fuerzas catalanas o vascas. AndalucÃa, por Sà y por la Humanidad.
En resumen, el "mal menor" o el "voto a la contra" no tienen ningún fundamento polÃtico sólido; sólo sirven para fortalecer precisamente aquello que se ha de derribar. El llamado "voto útil" es otro argumento-trampa. Al respecto, hace algunos años, el PSR en Portugal acuño la consigna: "voto útil, diputado inútil". Gran verdad, avalada por la experiencia. El voto útil es aquel que sirve para cuantificar las fuerzas de quienes quieren una real emancipación -sean cuales fueren sus perspectivas de resultados- y que se identifica coherentemente con sus aspiraciones. Ese otro "voto útil", con que se reclama apoyos aun tapándose la nariz para ampliar el respaldo de personas indignas o de polÃticas que se saben falsas, es una argucia igualmente tramposa tanto cuando lo esgrime el PSOE -"vótanos, para vencer a la derecha"-, cuando lo hace el andalucismo -"los votos andaluces en un partido andaluz"- o cuando lo utiliza el PCE/IU -"danos fuerza para condicionar al PSOE desde la izquierda"-. Un recurso hipócrita de quienes se benefician de un régimen polÃtico y electoral que dificulta sobremanera, de múltiples formas, la expresión de nuevas opciones alternativas y que usan de este canto de sirena con el mismo desparpajo que a la vez y contradictoriamente ni en sus opciones de presentación ni en sus prioridades ni en sus alianzas son coherentes consigo mismos en este punto.
Las fosas sépticas: IU y Andalucistas (PA y PSA)
Las formulas de voto interpuesto o aplazado al PSOE mediante el voto a IU o a los andalucistas (que también pueden terminar incluso nutriendo al PP) son desfiladeros hacia el pozo negro del oportunismo y la incoherencia polÃtica.
Ocho años de Gobierno de coalición han demostrado sobradamente cuales son los criterios y prioridades andalucistas (que contaminan de igual modo tanto a PA como a PSA). Su derechismo es notorio; su inconsecuencia nacional, palpable a cada ocasión que se presente. La relación de ejemplos serÃa interminable y agotadora por redundante. Basta verles y escucharles. Cotidianamente se envuelven en nuestra bandera para ensuciarla haciendo españolismo tan cobarde como rabioso y para prostituir con su polÃtica sin principios el nombre y la memoria de Blas Infante, del que se reclaman sin fundamento practico alguno. Si AndalucÃa es su excusa, su medro corporativo es realmente su único fundamento. Ni siquiera tienen imaginación para proponer modelos propios. En lo social, no van más allá de un hÃbrido entre PP-PSOE y en lo nacional, su presunta alternativa no avanza un paso más de la versión más españolista del PSOE o de IU. Que sean fuerzas de ámbito orgánico nacional con la polÃtica y el discurso español que encarnan resulta irrelevante. Siguen confundiendo interesadamente como el primer dÃa de su historia partidaria ser andaluces de conciencia -pervirtiendo conscientemente el significado de este compromiso- con ejercer de anticatalanes y antivascos, es decir, actuar como españoles.
Nada puede esperarse de los andalucistas mientras sigan representados por los Ortega, Del'Olmo, Benavides, Pacheco, Vivancos, Rojas Marcos, Calvo, Valenzuela, Checa... Y estos continuaran al mando mientras tengan resultados electorales que los sostengan. De ahà que el desastre electoral andalucista sea precondición para su refundación y depuración. De ahà que cada voto recibido sea un voto contra la posibilidad de desparasitarse y contribuir asà de alguna manera a partir de entonces a la tarea de levantar AndalucÃa.
Por lo que respecta a la sucursal andaluza de IU, se presenta a la espera de ser necesaria para el PSOE (como no hace mucho describÃa con todo detalle su hoy candidato Rejón). Carece de todo proyecto y modelo nacional para AndalucÃa, que no sea la perpetuación de orden existente, en la forma que concreten aquellos que la compensen (como en su dÃa se analizó extensamente en este mismo boletÃn)*. Su demagogia y deshonestidad polÃtica e intelectual es palmaria, como ha tenido ocasión de manifestar en incontables ocasiones y en todas las circunstancias polÃticas definitorias, desde la elaboración constitucional y estatutaria hasta hoy dÃa (por no remontarnos más atrás). Notoria es su practica en la tradición de utilizar quejas y expresar demandas genéricas, rechazando luchar por los instrumentos polÃticos imprescindibles para hacerlas efectivas. Su lealtad de fondo al Régimen español está acreditada y es flagrante su condición de sucursal (esencial, por otra parte, para la continuidad de su matriz estatal). Su trayectoria afirma con reiteración su versatilidad y disponibilidad para adecuarse prestamente a los limites impuestos, archivando con toda diligencia anteriores declaraciones hechas cara a la galeria. La fuerza de IU no potencia las luchas y protestas actuales ni desarrolla las posibles sino que las integra y reconduce.
Al votar IU se vota Alcaraz, Romero, Rejón, Valderas, Aguilar, Meyer, GarcÃa, Vaquero, Cervantes...; este es un hecho objetivo inapelable. El programa polÃtico del PCE-IU empieza y acaba con esta sucesión de nombres propios que la definen y en sus ansias de perpetuación. Nadie puede equivocarse. La inclusión supeditada e instrumental en sus listas de personas que responden a otros presupuestos polÃticos y éticos (llámense Gordillo o Villa) no altera el hecho de que lo que realmente se vote en esos casos sea en la practica Caballero, Alcaraz o Vaquero. Lo que es la sucursal andaluza de IU se ejemplifica con el mero dato de que su cartel Valderas sea un dirigente eterno -experto en transformismo interno- tan singularmente lucido que apoyó públicamente con vigor la invasión militar española del islote marroquà Perejil por un retraso técnico en recibir la correspondiente consigna desde Madrid. Y se remacha con que, incluso con esas caracterÃsticas, reciba hoy el apoyo unánime -integrando sus candidaturas y silenciando sus criticas- de quienes hasta hace poco lo consideraban en sus mismas filas, expresamente impresentable (en toda la extensión de la palabra).
Se equivocan quienes como Corriente Roja, El Militante, Nuevo Claridad, Espacio Alternativo, PRT-IR o CUT-BAI repiten por enésima vez, de una forma u otra, sus criticas a IU desde la izquierda para terminar concluyendo forzadamente en una nueva petición de apoyo a la formación que los acoge (pero que, por otra parte, no parece muy predispuesta a reconocerles alguna capacidad para representarla). Sus aspiraciones y propuestas poco tienen que ver con las que animan a IU y con las que en la practica está comprometida. IU no está siquiera por una ruptura franca con el modelo neoliberal (a manera de ejemplo, aún esta reciente su ultimo Congreso en que optó por aplazar un pronunciamiento expreso sobre la Constitución europea para evitarse una definición incomoda para sus aspiraciones de acuerdo con el PSOE); menos aún por combatir por el ejercicio real del derecho a la autodeterminación y a la SoberanÃa Nacional a partir de la apertura de reales procesos constituyentes nacionales. Quienes de entre estos -como Espacio Alternativo- además, manifiestan apoyo polÃtico a los Gobiernos tripartitos de Euskadi o Cataluña (ninguno de los cuales asume ni posiciones socialistas o antineoliberales ni tampoco propugna la plena SoberanÃa Nacional respectiva ni aspira a romper con España) y aún confÃan en su capacidad de influir positivamente sobre el escenario polÃtico general y en particular sobre IU, evidencian que no sólo no leen bien la realidad multinacional del Estado español -condicionados quizá por sus patronazgos particulares en esas naciones- sino que tampoco la ven con ojos andaluces (que han de ser solidarios con quienes aspiran a su libertad nacional pero no con quienes sólo pretenden su privilegio dentro de España). Quienes no lo hacen, pero tampoco apuestan por la lucha por la independencia nacional y un marco de construcción polÃtica nacional y se quedan, por ejemplo, en la defensa de una hipotética "neoEspaña", reformada en forma de III Republica española, denotan de otra manera -pero con similares consecuencias- los costes polÃticos de actuar bajo criterios españoles o con anteojeras doctrinarias.
Tanto el andalucismo como la sucursal andaluza de IU no defienden alternativas a la dependencia y a la explotación de AndalucÃa; más aún, retienen en su espacio fuerzas necesarias para construir la izquierda andaluza y el movimiento nacionalista. Cuantos menos votos reciban, más fácil será que las crisis subsiguientes puedan concluir en la apertura de nuevas propuestas y expectativas.
¿Qué hacer el 14 de Marzo?
El 14 de Marzo concurren muchas formaciones -y especialmente las parlamentarias- que se presentan con gruesos librotes a la espalda que tienen la desfachatez de denominar "programas". Es verdad que en esos pesados recetarios hay dispersas entre sus paginas -aquà y allá- algunas propuestas sectoriales interesantes en algún caso. Sin embargo, les falta lo esencial: un diagnostico claro de los objetivos por los que luchar y de las tareas a concluir para conquistar la liberación de AndalucÃa.
No obstante, hay una candidatura que, en sólo unas cuantas paginas, exige: "Parlamento, Gobierno y Poder Judicial Andaluces con competencias plenas en materias legislativa, ejecutiva y judicial" (es decir, SoberanÃa Nacional plena, capacidad para desde AndalucÃa y por AndalucÃa resolver nuestras carencias y autoorganizar nuestra vida). Tambien esa candidatura reclama: "Creación de una Hacienda Andaluza, con capacidad de recaudación y administración de todos los impuestos pagados en AndalucÃa" (es decir, soberanÃa fiscal, lo que implica demandar una renegociación global de la relación fiscal de AndalucÃa con España). PodrÃa seguirse enumerando y encontrar otras propuestas de calado pero, ya sólo con estas dos y en cuatro fases, esta formación se sitúa polÃticamente en solitario en el único espacio polÃtico capacitado para combatir eficazmente la dominación polÃtica y económica española sobre AndalucÃa y abrir puertas a otro modelo social. Quienes la integran -además- son fuerzas andaluzas -o lo que es lo mismo, fuerzas que no tienen su cerebro en Madrid o en cualquier otro punto del Estado- que piensan en y desde AndalucÃa, incluso para ejercer su internacionalismo. La lista que asume estos objetivos y estas tareas es la que presenta la federación de partidos Asamblea de AndalucÃa. Votándola el 14 de Marzo, se sostienen y apoyan ambos. Con todas sus debilidades y con todas sus carencias (incluso con las diferencias que pueden existir con tal o cual de sus reivindicaciones o tal o cual aspecto de su practica) lo cierto es que es el único voto -en nuestra opinión- que se postula el 14 de Marzo comprometido con las necesidades de AndalucÃa y de su clase trabajadora y que asume y exige honestamente instrumentos polÃticos consecuentes para satisfacerlas.
Es cierto que el 15 de Marzo seguirán pendientes muchas tareas cruciales: avanzar en la implantación, clarificar y desarrollarse politicamente... La relación serÃa larga. Y que ese dÃa después habrá nuevamente que seguir pugnando por confluir con quienes hayan optado finalmente por otras opciones y que quizá el futuro de la izquierda andaluza depare en adelante nuevas formulas. Pero también lo es que el 14 de Marzo no habrá otra lista de similares caracterÃsticas y otra opción que tenga igual utilidad. Asà pues, ese dÃa la forma de cuantificar los apoyos a la emancipación nacional y social de AndalucÃa y de animar a su crecimiento será conseguir el máximo de votos posibles a sus candidaturas. Por eso, desde nuestra independencia, votaremos ese dÃa a Asamblea de AndalucÃa.
AndalucÃa Libre, 1 de Marzo de 2004.
*Ver: IU: Retratos de la izquierda inútil, AndalucÃa Libre nº 204, de 21 de noviembre de 2003, a modo de ejemplo
Publicado en ANDALUCIA LIBRE nº 225
lunes, 1 de marzo de 2004 10:48
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[Análisis, Opinión, Balance, Posicionamiento de voto]
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*Memoria de AndalucÃa (Selección de artÃculos)
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- Historia del proceso autonómico andaluz.
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