El expansionismo estadounidense: UNA CONSTANTE A LO LARGO DE LA HISTORIA

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Notícies :: globalització neoliberal
El expansionismo estadounidense: UNA CONSTANTE A LO LARGO DE LA HISTORIA
per Julio Carreras (h)* Correu-e: jubipen@yahoo.com (no verificat!)	26 feb 2004
Los Estados Unidos constituyen el conglomerado humano más ambicioso que existió sobre la tierra. Desde el comienzo mismo de su establecimiento como nación, no han hecho otra cosa que ampliar sus beneficios a costa de los demás. Por primera vez está surgiendo en el mundo, hoy, un movimiento de opinión unánime a todas las culturas, con el propósito de ponerle freno.
Primeras usurpaciones externas El 24 de marzo de 1846, una fuerza militar estadounidense al mando del general Taylor cruzÃ³ el rÃo Nueces y avanzÃ³ por territorio mexicano. Era el comienzo de uno de los mayores latrocinios de la historia, que culminarÃa dos aÃ±os despuÃ©s con la anexiÃ³n de Texas, Nuevo MÃ©xico y California. 1.350.000 kilÃ³metros cuadrados de tierra feraz, prÃ¡cticamente sin explotar, donde "poco antes" los estadounidenses habÃan descubierto "por casualidad" los mayores yacimientos de oro de todo el Norte de AmÃ©rica. (1) La voluntad expansionista de los Estados Unidos de NorteamÃ©rica se manifestaba claramente ya desde las primeras dÃ©cadas del siglo XIX, poco despuÃ©s de obtenida su independencia de Inglaterra. AsÃ, en 1803 compran a NapoleÃ³n I, por 15 millones de dÃ³lares, el territorio de la Luisiana. Ya entonces el presidente Jefferson manifiesta las intenciones de su paÃs por apropiarse de la Florida y Texas. En 1819 cumplen su propÃ³sito con la primera, logrando que EspaÃ±a la venda y en el mismo contrato exprese su renuncia a Texas. En 1920, Estados Unidos continÃºa con su polÃtica expansionista en la regiÃ³n obteniendo de MÃ©xico permiso "para radicar colonos" en territorio tejano. (2) Sobre este carÃ¡cter de sus vecinos del norte, el intelectual mexicano Carlos MarÃa Bustamante escribirÃa, diecisÃ©is aÃ±os antes de la invasiÃ³n armada: "El Departamento de Texas estÃ¡ ya en contacto con la naciÃ³n mÃ¡s Ã¡vida y codiciosa de la Tierra. Los norteamericanos, sin que el mundo lo haya sentido, se han apoderado sucesivamente de cuanto estaba en roce con ellos. En menos de medio siglo se han hecho dueÃ±os de colonias extensas que estaban bajo el cetro espaÃ±ol y francÃ©s, y de comarcas aÃºn mÃ¡s dilatadas que poseÃan infinidad de tribus de indios que han desaparecido de la superficie de la Tierra". No pasarÃa mucho tiempo para que estas lÃºgubres advertencias de Bustamante fueran tomando carÃ¡cter concreto, en magnitudes aÃºn mayores a las imaginadas por el escritor. En 1867, bajo intensa presiÃ³n de los Estados Unidos, Rusia cede Alaska. El hegemonismo econÃ³mico y militar de los ambiciosos anglosajones se perfilaba de un modo evidente. SÃ³lo faltaba el Ãºltimo embate de audacia para consolidarlo, apropiÃ¡ndose del Caribe y CentroamÃ©rica. Muy pronto lo iban a dar. AmÃ©rica para los norteamericanos El 15 de febrero de 1898 una bomba submarina hunde al acorazado norteamericano Maine, fondeado en el puerto de La Habana, Cuba. Esto provocarÃa el enfrentamiento bÃ©lico entre Estados Unidos y EspaÃ±a, dando inicio a la polÃtica de expansiÃ³n territorial y econÃ³mica de los EE.UU. en el Caribe. La guerra hispano-norteamericana fue un elemento clave en la conformaciÃ³n y emergencia de su imperialismo, que ocupÃ³ en el lapso de dos aÃ±os la isla de Cuba, Puerto Rico (sometida hasta hoy), Guam, Hawai y Filipinas. Apenas comenzado el siglo forzÃ³ la "independencia" de PanamÃ¡ con respecto a Colombia, para poder ocupar en forma permanente las inmediaciones del canal interoceÃ¡nico. Entre 1900 y 1933 las tropas americanas fueron enviadas cuatro veces a Cuba, dos veces a Nicaragua, seis veces a PanamÃ¡, siete veces a Honduras, y a la repÃºblica negra de HaitÃ desde 1915 hasta 1934. (3) Tan "grandiosa" historia de pillaje y esclavizaciÃ³n representÃ³ un papel central en el reparto del mundo por parte de las potencias imperialistas y en la emergencia de una nueva etapa del capitalismo mundial. Â¿QuiÃ©n hundiÃ³ al Maine? NorteamÃ©rica no aceptÃ³ formar una comisiÃ³n examinadora conjunta con EspaÃ±a y formÃ³ la suya propia, con el objeto deliberado de acusar al ejÃ©rcito espaÃ±ol. La comisiÃ³n formada por EspaÃ±a concluyÃ³ que habÃa sido una explosiÃ³n accidental. Los chauvinistas y nacionalistas yanquis aprovecharon el hecho para desatar en Estados Unidos una virulenta campaÃ±a de agresiÃ³n a EspaÃ±a. Un nuevo examen de 1975, efectuado por el almirante norteamericano Hyman Rickover, concluyÃ³ que la explosiÃ³n se debiÃ³ a errores de diseÃ±o del barco, pues la pÃ³lvora estaba depositada en contenedores de cobre, en un compartimento bajo, al lado de los depÃ³sitos de carbÃ³n. Los acontecimientos se suceden rÃ¡pidamente. El ejÃ©rcito estadounidense ocupa militarmente la isla, nombrando dos procÃ³nsules, el general Brooke en el Occidente (La Habana) y el general Wood en el Oriente (Santiago). Para controlar al ejÃ©rcito rebelde, el gobierno envÃa 3 millones de dÃ³lares con los cuales se le "compran las armas" a los insurgentes, a razÃ³n de 75 dÃ³lares por soldado. Con esto logran desarmar a los cubanos que, ilusionados con una real independencia habÃan aceptado aliarse con los yanquis. Una vez que Estados Unidos comprobÃ³ que la insurgencia obrera o negra no era de temer, y que todos los partidos oligÃ¡rquicos aceptaban de buena gana el protectorado, se decidiÃ³ a abandonar la isla, pero manteniendo un reaseguro legal para volver en cualquier momento. Los cubanos aprobaron una constituciÃ³n a la que el gobierno norteamericano le agregÃ³ una clÃ¡usula (llamada Enmienda Platt por su redactor, el senador Orville Platt), por la cual "el Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservaciÃ³n de la independencia cubana, el mantenimiento de un gobierno adecuado para la protecciÃ³n de vidas, propiedad y libertad individual" (4). La Enmienda Platt tambiÃ©n le prohibÃa a Cuba firmar tratados con potencias extranjeras que no fueran Estados Unidos, endeudarse por arriba de sus posibilidades de pago, negaba soberanÃa de Cuba sobre la importante Isla de Pinos y garantizaba a Estados Unidos la compra de tierras para minas de carbÃ³n o estaciones navales. La principal condiciÃ³n para la retirada de las tropas estadounidenses fue que esta Enmienda fuese incluida en la constituciÃ³n cubana. Como resultado, Cuba quedarÃa reducida a un estado de semiesclavitud: sin fronteras, sin aduanas, sin soberanÃa, con el peligro de intervenciÃ³n militar como una espada de Damocles pendiente sobre su cabeza. Puerto Rico tenÃa una posiciÃ³n estratÃ©gica en las Antillas: era como la puerta de entrada para todo el Golfo de MÃ©xico. Por el artÃculo 2 del Tratado de ParÃs se afirmaba: "EspaÃ±a cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demÃ¡s que estÃ¡n ahora bajo su soberanÃa en las Indias Occidentales, y la isla de Guam en el archipiÃ©lago de las Marianas o Ladrones" (5). El gobierno de Estados Unidos optÃ³ por ocuparla en forma indefinida. Ya asegurada sin peligros la puerta de entrada al Golfo de MÃ©xico, debÃa asegurarse la salida. El canal de PanamÃ¡ -que estaba planeado desde aÃ±os antes-, era esa salida y comunicarÃa todo el comercio de Europa con Oriente. Por otra parte, resultaba vital para el desarrollo de la costa oeste de Estados Unidos. El expansionismo norteamericano se propuso dominar militar y comercialmente ese paso. Con sus inmensos recursos, muy pronto lo consiguiÃ³. PanamÃ¡ era hasta entonces una provincia colombiana. El gobierno estadounidense comenzÃ³ negociaciones con el de Colombia para que el canal se construyese logrando la propiedad de las tierras de ambos lados del canal para Estados Unidos. El parlamento colombiano mostrÃ³ reticencias. Viendo el gran interÃ©s de sus acosadores, aumentÃ³ el precio de la indemnizaciÃ³n. Estados Unidos decidiÃ³ entonces provocar una insurrecciÃ³n "popular" en la provincia de PanamÃ¡, que llevarÃa a la separaciÃ³n de Colombia. Esta operaciÃ³n, realizada en noviembre de 1903, fue pergeÃ±ada por un aventurero francÃ©s, Bunau Varilla, bajo el patrocinio de "Teddy" Roosevelt, a la sazÃ³n presidente. Inmediatamente de producido el levantamiento en PanamÃ¡, se declarÃ³ su "independencia". Bunau Varilla corriÃ³ entonces a los Estados Unidos, para firmar el tratado conocido como Hay-Bunau Varilla, por el cual se le otorgaba al paÃs del norte la soberanÃa a ambos lados del canal a construirse. Cuando el delegado de la junta de gobierno panameÃ±o llegÃ³ a la Casa Blanca para acreditarse y negociar la construcciÃ³n del canal, se encontrÃ³ con que el tratado ya habÃa sido firmado... Â¡con un extranjero! Esto es lo que los norteamericanos llaman "libertad de competencia": Bunau Varilla firmÃ³ y al gobierno de Roosevelt no le importaron las acreditaciones legales. (6) La ideologÃa del expansionismo permanente Con las campaÃ±as invasoras a MÃ©xico, el Caribe y Colombia, se darÃa nacimiento tambiÃ©n a un cuerpo de ideas demagÃ³gicas, que consistirÃa en presentar las incursiones militares como una exportaciÃ³n de los principios altruistas del "modo de vida americano", sazonados con una buena dosis de racismo y militarismo. Esta concepciÃ³n del mundo como un botÃn de caza para los norteamericanos, exacerbarÃa el entusiasmo guerrero de la gran masa inculta estadounidense, lanzÃ¡ndolos una y otra vez a respaldar las aventuras conquistadoras de sus gobernantes. Que a la postre, terminaban beneficiando casi Ãºnicamente a los grandes trust capitalistas, los cuales, con cada avance del imperialismo yanqui, acumulaban enormes ganancias. ComenzÃ³ a sustentarse un patrioterismo basado en la idea de que las razas anglosajonas estaban destinadas por Dios para llevar a los pueblos el orden y la civilizaciÃ³n. Como contracara de esto, las razas negras, latinas, amarillas, aborÃgenes, eran consideradas incapaces de administrarse a sÃ mismas y evolucionar en libertad. Se dio asÃ el contrasentido, obvio para todo el mundo menos para los norteamericanos, de justificar el asesinato, el avasallamiento y el sojuzgamiento de todo el resto de la humanidad, en nombre de las ideas de libertad, justicia y progreso. PolÃtica, por otra parte, llevada adelante siempre, desde el punto de vista militar, por un revoltijo de linchadores, psicÃ³patas y drogadictos. Pero la plana mayor imperialista repite, hasta hor: "esto es la libertad". En tal contexto delirante un presidente norteamericano afirmÃ³: "La paz es una diosa sÃ³lo cuando viene con la espada a la cintura. NingÃºn triunfo de la paz es tan grande como el supremo triunfo de la guerra; el diplomÃ¡tico es el sirviente, no el maestro del soldado". (7) Es en la primera etapa de expansiÃ³n americana que se fragua, pues, su ideario imperialista. Este darÃ¡ pronto justificaciÃ³n a la seguidilla de avasallamientos territoriales en toda AmÃ©rica Latina y mÃ¡s adelante en el mundo entero. Se toman conceptos de los padres del liberalismo americano, para darles ahora un significado completamente mezquino y volcar los esfuerzos y las vidas del pueblo norteamericano en beneficio de los intereses de una clase opresora a nivel internacional. AsÃ, el audaz aventurero Roosevelt podrÃ¡ afirmar: "Si una naciÃ³n muestra que sabe cÃ³mo actuar con eficiencia razonable y decencia, en asuntos sociales y polÃticos, si conserva su orden y paga sus obligaciones, no deberÃ¡ temer interferencia de los EE.UU. Una actuaciÃ³n crÃ³nica errada o una impotencia que resulte en un relajamiento general de los lazos de la sociedad civilizada, puede en AmÃ©rica o en cualquier otro lugar, requerir una posterior intervenciÃ³n de cualquier naciÃ³n civilizada, y en el Hemisferio Occidental, la adhesiÃ³n de los EE.UU. a la Doctrina Monroe, puede forzar a Ã©stos, aunque si quererlo, en casos flagrantes de tales conductas erradas o de impotencia, al ejercicio de un poder de policÃa internacional". (8) Este carÃ¡cter hipÃ³crita y cruel de la clase dirigente anglosajona no se gestÃ³, sin embargo, como se intenta alegar a veces "luego de la Guerra Civil, debido a la explosiÃ³n de la industria y la mentalidad comercial". Ya en sus primeros actos expansionistas, cuando debieron expulsar de sus tierras a sus verdaderos propietarios, los lÃderes "cristianos" aplicaron una y otra vez la combinaciÃ³n de la mentira con el asesinato masivo, para concretar el genocidio que terminarÃa con las razas originales de NorteamÃ©rica. Un escritor de la Ã©poca, Ambrose Bierce, quien participÃ³ de estas campaÃ±as militares, definirÃa con agudeza esta mentalidad: "Occidente: parte situada al oeste (o al este) de oriente. EstÃ¡ habitada principalmente por cristianos, poderosa subtribu de los hipÃ³critas, cuyas principales industrias son el asesinato y la estafa, que disfrazan con los nombres de guerra y comercio". (9) Hasta una editorial tan conservadora y pro norteamericana como ReaderÂ´s Digest, se ve obligada (casi 200 aÃ±os despuÃ©s) a hacer una descripciÃ³n crÃtica de lo que originalmente se habÃa presentado como una epopeya: "En 1830 el Congreso aprobÃ³ la Ley de RemociÃ³n, que daba al presidente poder para desplazar a los indios de sus tierras, si estaban dentro de regiones colonizadas por blancos, hacia zonas consideradas sin valor (recuÃ©rdese que ya prÃ¡cticamente los habÃan aniquilado, ubicando a los vencidos en las tierras que de momento no interesaban a nadie. Pero he aquÃ que nuevas "necesidades" de la poblaciÃ³n blanca impulsaron a sus gobernantes a mirar con ojos codiciosos los territorios antes despreciados) [...] al final de la Guerra Civil el espÃritu de expansiÃ³n hizo que oleadas de granjeros, cazadores, mineros y leÃ±adores emigraran al Oeste, y de nuevo las tierras fueron codiciadas. El gobierno federal, que habÃa prometido solemnemente proteger a los indios, respondiÃ³ con una polÃtica nueva. ForzÃ³ a las naciones indias a firmar un tratado mediante el que serÃan concentradas en reservas establecidas, a cambio de pagos anuales. Esta promesa tampoco fue cumplida y los indios lucharon por Ãºltima vez para remediarlo. [...] "Fueron derrotados por soldados bien armados y alimentados, y en 1880 fueron destruidos como pueblo independiente. De los casi ocho millones de hectÃ¡reas (que les fueran asignadas por el propio gobierno de los EE.UU. en 1830) [...] sÃ³lo quedaron unas cuantas reservas en las partes mÃ¡s desoladas del Oeste. Actualmente sus condiciones no son mucho mejores: hay 1.5 millones de estadounidenses nativos asentados en 285 reservas en EUA. Sin poder seguir sus formas tradicionales de vida o hallar empleo en el mundo del hombre blanco, un gran nÃºmero de indios de las reservas llevan vidas de callada desesperaciÃ³n, aquejados por males como la desnutriciÃ³n, el alcoholismo, la disfunciÃ³n social y el suicidio". (10) Las guerras mundiales El gobierno estadounidense observÃ³ atentamente los sucesos de la Primera Guerra Mundial, esperando una oportunidad para aprovecharse de ellos en su exclusivo beneficio. AsÃ, cuando las naciones beligerantes llegaban al lÃmite de sus esfuerzos bÃ©licos, entrÃ³ con su ya enorme poderÃo sÃ³lo para doblegar a una Alemania exhausta, e imponer condiciones que convirtieron a NorteamÃ©rica en la primera potencia mundial a partir de entonces. La misma tÃ¡ctica fue aplicada mÃ¡s tarde, durante la Segunda Guerra Mundial. AsÃ, muchos creen que el hundimiento de la flota de guerra estadounidense del PacÃfico por la aviaciÃ³n japonesa (Pearl Harbour ,1941) fue un ataque ya anunciado a Washington y que el Presidente Roosevelt dejÃ³ realizar para precipitar en la guerra. Es que los grandes capitales que controlaban ya la economÃa estadounidense, necesitaban expandir mucho mÃ¡s este criterio de "el mundo como un gran mercado" para asegurar la continuidad de sus inmensos beneficios. Esta concepciÃ³n, pues, de la existencia como "oportunidades de negocios" fue la constante que, grabada a fuego en la cultura norteamericana no ha dejado de provocar sufrimiento, guerras e inestabilidad polÃtica para la humanidad entera desde los orÃgenes de los Estados Unidos como naciÃ³n independiente. DespuÃ©s de la Segunda Guerra Mundial, la infernal concepciÃ³n del capitalismo salvaje comenzarÃa ser aplicada a todo el mundo. El 26 de julio de 1947 Harry Truman, presidente de los Estados Unidos, firmÃ³ el Acta de Seguridad Nacional que dio vida a la Agencia Central de Inteligencia (CIA). La CIA empezÃ³ a funcionar el 20 de septiembre de ese mismo aÃ±o y desde entonces ha estado involucrada en operaciones encubiertas para desestabilizar gobiernos y asesinar dirigentes en paÃses que han pretendido llevar a cabo transformaciones en favor de sus pueblos y en contra de los intereses norteamericanos. He aquÃ algunas de sus acciones mÃ¡s importantes: 1952-1953. En IrÃ¡n se habÃa instalado un gobierno de raÃz nacionalista, que despojÃ³ del control sobre el petrÃ³leo a las grandes multinacionales. La CIA organizÃ³ un proceso de desestabilizaciÃ³n que concluyÃ³ en un "levantamiento", protagonizado por lÃºmpenes pagados con dinero estadounidense. Lograron la destituciÃ³n del primer ministro, Mosadegh, y un pacto del Sha por el cual sellaba la sumisiÃ³n hacia los Estados Unidos. 1954-1996. La CIA organiza y financia un golpe de Estado en Guatemala para derrocar al presidente Jacobo Arbenz. La violencia provocada desde entonces por los sucesivos gobiernos militares dejÃ³ un saldo de 160 mil muertos y 40 mil desaparecidos. Desde 1959. El presidente Dwight Eisenhower autoriza operaciones encubiertas con el fin de asesinar al entonces primer ministro Fidel Castro. En 1961 la CIA organiza y financia un desembarco mercenario en Cuba para derrocar al gobierno. Cientos de atentados se financiaron hata hoy contra el gobierno cubano, sus principales actividades econÃ³micas y contra su pueblo. 1963-1965. La CIA lleva a cabo una campaÃ±a propagandÃstica en contra del presidente dominicano Juan Bosch que culmina con un golpe de Estado. Estados Unidos invaden el paÃs, al frente de una fuerza "multinacional" y terminan imponiendo un nuevo presidente. 1964. La CIA lleva adelante una millonaria campaÃ±a propagandÃstica en contra de JoÃ£o Goulart, presidente del Brasil, que culmina con un golpe de Estado. 1967. La CIA participan en el entrenamiento y las operaciones del ejÃ©rcito boliviano en contra del ELN. El agente FÃ©lix RodrÃguez es el encargado de transmitir la orden, llegada desde La Paz, de asesinar a Ernesto Che Guevara. 1970-1973. A raÃz del triunfo de Salvador Allende en las elecciones chilenas, el presidente Richard Nixon destina 10 millones de dÃ³lares para desestabilizar al nuevo gobierno. La CIA organiza y financia un golpe de Estado que instala en el poder a Augusto Pinochet y deja un saldo de mÃ¡s de 3.000 muertos y desaparecidos. 1976.Los agentes de la CIA Orlando Bosch y Luis Posada Carriles organizan un atentado que provoca la explosiÃ³n, en pleno vuelo, de un aviÃ³n cubano en Barbados. En el atentado mueren 73 personas. Recientes documentos desclasificados de la misma CIA informan sobre su participaciÃ³n y la del entonces canciller Henry Kissinger en el apoyo a la sangrienta dictadura militar argentina, responsable de miles de asesinatos, torturas y mÃ¡s de 20.000 desaparecidos. 1979-1990. Al triunfo de la RevoluciÃ³n Popular Sandinista en Nicaragua, el presidente norteamericano James Carter autoriza operaciones de la CIA en apoyo de la oposiciÃ³n. Durante el gobierno de Ronald Reagan se destinan cientos de millones de dÃ³lares a la creaciÃ³n de un ejÃ©rcito mercenario que, desde la vecina Honduras, se dedica a sabotear los esfuerzos nicaragÃ¼enses por construir una sociedad democrÃ¡tica y plural. La guerra cuesta al paÃs 60 mil muertos y 2 mil desaparecidos, ademÃ¡s de 17 mil millones de dÃ³lares en pÃ©rdidas que los norteamericanos se niegan a pagar a pesar del fallo de la Corte Internacional de Justicia en 1986. Finalmente la oposiciÃ³n llega al poder en 1990 despuÃ©s de un proceso electoral marcado por el intervencionismo de los Estados Unidos. 1980-1992. La CIA desempeÃ±a un papel fundamental en la concepciÃ³n y organizaciÃ³n de las agencias de seguridad de las que emanaron los grupos paramilitares de El Salvador. Durante la guerra civil salvadoreÃ±a, los Estados Unidos apoyan a los sucesivos gobiernos militares con mÃ¡s de 5 mil millones de dÃ³lares. La guerra dejÃ³ un saldo de 75 mil muertos y 8 mil desaparecidos. 1983. Tropas norteamericanas invaden Granada poco despuÃ©s de que un golpe de Estado terminara con el rÃ©gimen de Maurice Bishop. SegÃºn el presidente Ronald Reagan, Granada, una isla de 340 kmÂ² y 110 mil habitantes representaba una amenaza militar para los Estados Unidos. Reagan habÃa mostrado su preocupaciÃ³n por un aeropuerto que trabajadores cubanos estaban construyendo para desarrollar el turismo. Luego de la invasiÃ³n, los Estados Unidos anuncian su decisiÃ³n de concluir el aeropuerto... para desarrollar el turismo. 1989. Los Estados Unidos invaden PanamÃ¡ con el pretexto de capturar a Manuel Antonio Noriega, un ex agente de la CIA acusado de trÃ¡fico de drogas. El gobierno norteamericano tenÃa conocimiento, al menos desde 1972, de las actividades ilÃcitas de Noriega, pero lo mantuvo en su nÃ³mina mientras le fue Ãºtil. La invasiÃ³n dejÃ³ un saldo de siete mil muertos y desaparecidos, asÃ como pÃ©rdidas millonarias. 1997. El agente de la CIA Luis Posada Carriles organiza una serie de atentados explosivos en contra de hoteles cubanos con saldo de un muerto y numerosos heridos. En los atentados participan mercenarios salvadoreÃ±os. Nada de esto responde a criterios de circunstancias, sino a una concepciÃ³n estratÃ©gica, relacionada con su convicciÃ³n del "Destino Manifiesto" de los Estados Unidos. "Tenemos aproximadamente el 60% de las riquezas del mundo, pero sÃ³lo el 6,3% de su poblaciÃ³n" -publicÃ³ George Kennan, director del Departamento de Estado, en 1948. "(Debido a ello)... no podemos dejar de ser objeto de envidia y de resentimiento. Nuestra verdadera tarea para los aÃ±os venideros es crear un modelo de relaciones que nos permita mantener esta disparidad. No debemos engaÃ±arnos a nosotros mismos con la idea de que hoy podemos permitirnos el lujo del altruismo y de la beneficencia mundial. Para mantener esa disparidad... tendremos que prescindir de todo sentimentalismo y de toda fantasÃa... Debemos dejar de hablar de objetivos vagos e irreales como los derechos humanos, el ascenso del nivel de vida y democratizaciÃ³n. No estÃ¡ lejos el dÃa en que tengamos que operar en rotundos conceptos de poder... Cuanto menos obstaculizados estemos entonces por consignas idealistas, mejor". He aquÃ la verdadera ideologÃa de los gobiernos estadounidenses, aplicada como una constante a lo largo de todo el siglo XX y lo que va del XXI, por detrÃ¡s de la fachada "democrÃ¡tica", "liberal" o las bellas palabras con que adornen sus gestiones alternativas. Esta polÃtica de "primero nosotros" ha provocado, guerra tras guerra, un avance criminal de la potencia norteamericana sobre el resto de la humanidad, hasta el punto de estar ejerciendo hoy un control asfixiante de casi todo lo que puede producir beneficios para ese paÃs en cualquier rincÃ³n del planeta. El "terrorismo" como excusa para la expansiÃ³n Es conocida la historia reciente del expansionismo estadounidense. DespuÃ©s de "su" Once de Septiembre (11) los norteamericanos no tuvieron problemas en acusar a su antiguo alumno, Osama Bin Laden, como justificativo para atacar una regiÃ³n que deseaban dominar completamente, pues constituye el eje del proyecto energÃ©tico mÃ¡s ambicioso de los Ãºltimos 50 aÃ±os. Este consiste en controlar los recursos de lo que tradicionales estrategas denominaron Eurasia. De terminar con Ã©xito, este complejo les permitirÃa cerrar el anillo para consolidar su dominio sobre prÃ¡cticamente todo el trÃ¡fico mundial de combustibles. Con tal motivo invadieron AfganistÃ¡n traicionando a sus ex aliados, los talibÃ¡n. Este movimiento habÃa sido fomentado desde los mismos EE.UU. junto con la familia real saudÃ, diversas ONGs islÃ¡micas y la multinacional petrolera Unocal. Pese a ello, cuando se convirtieron en obstÃ¡culo para sus intereses, no vacilaron en lanzarse decididamente a su aniquilaciÃ³n. (12) Ello fue, tambiÃ©n, la seÃ±al de largada para una nueva ofensiva mundial del capitalismo salvaje, encarnado principalmente en el gobierno de George W. Bush. La reciente guerra de Iraq constituye sÃ³lo una continuidad de este plan estratÃ©gico cuyo verdadero objetivo final es el dominio absoluto del mundo, para someterlo a los intereses internos de los Estados Unidos. El plan de acciÃ³n fue extraordinariamente parecido al aplicado en Cuba a principios del siglo XX. Con lo cual los anglosajones no hacen otra cosa que reafirmar el carÃ¡cter brutalmente pragmÃ¡tico de su cultura, basada en criterios de eficiencia, a imagen y semejanza de sus empresas industriales o comerciales. Pues no otra cosa es la Tierra para estos nuevos depredadores: un gran espacio compuesto por objetos y beneficios materiales, propiedad exclusiva de quien los atrapa, sin importar quÃ© medios aplica para ello. Instrumento imprescindible para la polÃtica expansionista de EEUU en esta RegiÃ³n vital ha sido y es el estado de Israel, desde la segunda mitad del siglo XX. Causa desaliento y depresiÃ³n que un pueblo tan perseguido en la antigÃ¼edad se haya convertido hoy en el principal estado fascista del mundo. Como si por un ensalmo infernal se hubiesen reencarnado en sus principales lÃderes y gran parte de su pueblo las peores caracterÃsticas perversas de los nazis, que practicaron las tÃ¡cticas genocidas mÃ¡s horrendas sobre los israelitas en el pasado, estos llevan adelante ahora esas mismas o peores atrocidades sobre los pueblos Ã¡rabes y de otras etnias que rodean al paÃs que han convertido en fortaleza del mal en la RegiÃ³n. No poca ingerencia tienen en tal polÃtica -por otra parte, muy conveniente para los intereses norteamericanos en el mundo- la gran presencia de copiosos capitales provenientes de familias judÃas, dentro del poder financiero que sustenta a los mÃ¡s grandes bancos estadounidenses. La despiadada agresiÃ³n lanzada por los norteamericanos contra todas las culturas y sociedades distintas es sin duda un horrendo insulto contra todo principio Ã©tico de carÃ¡cter divino o humano. Por ahora ha servido para: 1) Que los mayores grupos de fabricantes de armas e insumos bÃ©licos hicieran el mayor negocio de la historia. solamente una compaÃ±Ãa norteamericana cerrÃ³ trato con el Estado para construir armas por un valor de mÃ¡s de doscientos mil millones de dÃ³lares. 2) Que se efectuaran las cumbres de la OrganizaciÃ³n Mundial del Comercio (OMC), quienes hasta poco antes del 11 de septiembre divagaban en la incertidumbre, pues desde Seattle, Davos y GÃ©nova llegaron hasta a pensar que la cada vez mayor movilizaciÃ³n mundial contra el capitalismo salvaje no los dejarÃa sesionar con Ã©xito nunca mÃ¡s. 3) Que se autorizara a los Estados Unidos para ocupar cualquier lugar del mundo que le parezca peligroso a sus intereses nacionales con fuerzas militares o de otro tipo (mejor dicho: que se aceptara sin chistar su declaraciÃ³n de que lo harÃa de cualquier forma). 4) Que se iniciara un proceso de espantoso oscurantismo cultural, represiÃ³n ideolÃ³gica, espionaje institucionalizado y control policiaco de la sociedad, ni siquiera imaginado por Huxley, Orwell u otros pensadores en el pasado. 5) Que los principales poderes opresores otrora enfrentados -Rusia, China, EEUU- trazaran pactos igualmente inimaginables. Por otra parte, no escapan a la comprensiÃ³n de los intelectuales honestos de todo el mundo las verdaderas razones de la reciente cruzada emprendida bajo la excusa de "capturar a Saddam Hussein". Las ha seÃ±alado muy bien un brillante teÃ³logo iranÃ al expresar: "Los norteamericanos e ingleses han invadido Iraq, un paÃs islÃ¡mico, proponiÃ©ndose los siguientes objetivos: 1 - Garantizar el flujo de petrÃ³leo que es la sangre de la industria occidental y al mismo tiempo el medio de subsistencia de los pueblos oprimidos, empobrecidos y colonizados (por la arrogancia mundial) en oriente medio. 2 - Ocupar un lugar estratÃ©gico para su presencia en el golfo pÃ©rsico. 3 - Apoyar al rÃ©gimen sionista y garantizar su seguridad. 4 - Controlar los paÃses IslÃ¡micos ante el avance de la cultura islÃ¡mica y el requerimiento de los pueblos musulmanes de formar gobiernos islÃ¡micos y abandonar los gobiernos laicos, liberales y la cultura occidental, la cual es una cultura que ha traÃdo al mundo la corrupciÃ³n moral, polÃtica y econÃ³mica y la inseguridad mundial y personal. 5 - Enfrentar a la RevoluciÃ³n IslÃ¡mica de IrÃ¡n y controlarla desde sus fronteras. 6 - Desestabilizar el precio del petrÃ³leo y la uniÃ³n de la OPEC, para la exportaciÃ³n del petrÃ³leo barato. 7 - Ejecutar el plan a futuro de Israel de tener bajo su control "desde el Nilo hasta el Ã�ufrates". 8 - Impedir la expansiÃ³n del Islam al cual buscan hoy los oprimidos e intelectuales del mundo, quienes, al conocerlo, se acercan a Ã©l y lo aceptan." (13) El futuro de la Humanidad Desde la visiÃ³n de un observador atento puede inferirse que los prÃ³ximos objetivos de la expansiÃ³n estadounidense son la RepÃºblica IslÃ¡mica de IrÃ¡n, en primer tÃ©rmino, y luego posiblemente Corea del Norte, para llegar, en caso de tener Ã©xito la aventura, hasta un ataque final a la gran potencia China. Si tuvieran acceso irrestricto a las inmensas reservas petrolÃferas de IrÃ¡n, los estadounidenses estarÃan habilitados para pensar reciÃ©n en el salto cualitativo que significarÃa avanzar ya sobre todo el resto del mundo para imponerle su dominaciÃ³n en forma definitiva. Pero una ola de resistencia pacÃfica estÃ¡ surgiendo, a lo largo y a lo ancho del planeta. Demasiados sufrimientos ha padecido ya la humanidad para que luego de tantos siglos de violencia siga tolerando la expansiÃ³n despiadada de los mÃ¡s criminales, los mÃ¡s inmorales, de una cultura sin Dios -o con dioses demonÃacos-, cuyo triunfo final traerÃa no sÃ³lo perjuicios irremediables a la condiciÃ³n humana, sino tambiÃ©n daÃ±os irreversibles a la ya tremendamente castigada naturaleza terrestre. Quienes aman la paz se fueron dando estrategias claras para no quedar atrapados o no ser aniquilados por esta guerra en que se ven involucrados en contra de su voluntad. En primer lugar, aunque parezca contradictorio: NO PARTICIPAR. No estar ni con uno ni con otro de los bandos en combate, seÃ±alando hasta el cansancio que las manos de los verdaderos musulmanes, de los verdaderos cristianos, de los verdaderos budistas, hindÃºes, o judÃos, NO EMPUÃ�ARÃ?N UN ARMA PARA DIRIGIRLA HACIA SUS HERMANOS (QUE SON TODOS LOS SERES VIVIENTES DE CUALQUIER RAZA, LENGUA, RELIGIÃ�N O IDEOLOGÃ?A). Luego relanzar el movimiento antiglobalizaciÃ³n, enriquecido ahora por una ardiente pasiÃ³n antibÃ©lica, que seguramente catapultarÃ¡ a millones de personas, verdaderamente educadas y de buena voluntad, a volcarse a las calles cada vez con mÃ¡s frecuencia... hasta apagar las nuevas guerras, tal como sucediÃ³ con Vietnam. Y luego de obtener esto... para seguir con mÃ¡s vigor aÃºn la lucha por la justicia en el mundo. Pues la justicia social es requisito imprescindible antes de franquear el umbral que nos separa el prÃ³ximo paso evolutivo de toda la humanidad. Aquel que nos lleve a desarrollar los aspectos mÃ¡s sensibles de nuestro espÃritu, hasta ahora sometido a la esclavitud de la necesidad animal. * Escritor. Periodista. Autor de 9 libros, cinco de ellos publicados. Fue periodista de los diarios argentinos El Mundo, El Liberal y las revistas PosiciÃ³n, Quipu de Cultura, la RazÃ³n del Consumidor. Secretario de Cultura y Prensa del CÃrculo de la Prensa de Santiago del Estero, Argentina. Fundador de la AsociaciÃ³n de Periodistas de Internet, y Solidaridad, AsociaciÃ³n para la defensa de los Derechos Humanos, el Consumidor y los Trabajadores. NOTAS Y BIBLIOGRAFÃ?A (1) Isaac Asimov. CronologÃa del Mundo. TÃtulo original: AsimovÂ´s Chronology of the World. TraducciÃ³n al espaÃ±ol de Vicente Villacampa. HarperÂ´s Collins Publishers, Inc. (EE.UU, 1991), Editorial Ariel, S.A., Barcelona, EspaÃ±a, 1991. PÃ¡gs. 520-521. (2) RaÃºl Larra. Historia de AmÃ©rica. Tomo III. Ediciones Ã?nfora, S.A. Buenos Aires, Argentina, 1973. PÃ¡g. 274. (3) HernÃ¡n DÃaz. "La Independencia de Cuba y el expansionismo norteamericano". ArtÃculo. Revista En defensa del Marxismo, Cuba, mayo de 1998. (4) Pichardo, Hortensia, Documentos para la historia de Cuba, tomo II, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1976. (5) Lamas GonzÃ¡lez, Ana, Antecedentes histÃ³ricos de la revoluciÃ³n socialista de Cuba, Ministerio de EducaciÃ³n, La Habana, 1987, PÃ¡g. 121. (6) Pereyra, Carlos, El mito de Monroe, Editorial Jorge Ã?lvarez, Buenos Aires, 1969, PÃ¡g. 221 y ss. (7) Theodore Roosevelt. Citado por: Thomas, Hugh. The Pursuit of Freedom, Harper & Row, Nueva York, 1971, PÃ¡g. 342. (8) Corolario Roosevelt (fragmento) 6 de diciembre de 1904. Historia de LatinoamÃ©rica en el siglo XX. Centro Editor de AmÃ©rica Latina, 1973. (9) Ambrose Bierce. Diccionario del Diablo. Centro Editor de AmÃ©rica Latina. Buenos Aires, 1972. (10) ReaderÂ´s Digest. Secretos y misterios de la historia. "La Ãºltima batalla de Custer". Impreso en Italia, 1995. (11) ...pues en otro lugar del mundo, fuerzas criminales vestidas con uniforme habÃan desencadenado ya el terror social en esa misma fecha, pero 28 aÃ±os antes. Santiago ensangrentado serÃa si no el peor el mÃ¡s impresionante ejercicio de impunidad imperial que mostrarÃa el siglo XX. Allende era un presidente inobjetable, desde las reglas democrÃ¡ticas que los Estados Unidos dicen defender. Fue asesinado de la manera mÃ¡s vil sin que a las Naciones Unidas ni la OEA se les moviese un pelo para salir en su defensa. Julio Carreras (h): "Superman desconcertado". RebeliÃ³n, http://www.rebelion.org, 9 de diciembre de 2003. (12) Ahmed Rashid. Los talibÃ¡n, el Islam, el petrÃ³leo y el nuevo "Gran Juego" en Asia Central. The Daily Telegraph-Far Eastern Economic Review, 2001. (13) Huyyatulislam Mohsen Rabbani, "La ley de la jungla" . Editorial de Az-Zaqalain. PublicaciÃ³n PeriÃ³dica de Estudios IslÃ¡micos. AÃ±o VII, NÂº 23. RepÃºblica IslÃ¡mica de IrÃ¡n.

Comentaris

Re: El expansionismo estadounidense: UNA CONSTANTE A LO LARGO DE LA HISTORIA
per QSVT quesevayantodos ARROBA moviments.net	27 feb 2004
Hay alguna manera de contactar con el autor?