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Notícies :: guerra |
Las armas de destrucción masiva...
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per Josep Correu-e: ciudadanojosep@hotmail.com (no verificat!) |
24 feb 2004
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Con la posibilidad real de generalización de la Ciencia termina, por primera vez en la Historia el monopolio de la fuerza como instrumento del poder. Este es el peligro y esta es la esperanza. |
LAS ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA...
O EL FIN DEL MONOPOLIO DE LA FUERZA
INTRODUCCIÓN
Una fantasmagórica amenaza parece cernirse sobre el llamado mundo civilizado. Todos los gobiernos y líderes políticos nos aseguran una y otra vez que estamos ante un grave e inminente peligro. Estados u organizaciones terroristas del mundo bárbaro tienen o pueden tener armas de destrucción masiva que pueden usar en contra nuestra. Los medios de comunicación se encargan constantemente de mostrarnos la brutalidad de este mundo bárbaro y de atemorizarnos ante la amenaza que pueden representar para nuestra sociedad. Los gobiernos desearían tener carta blanca para emprender acciones guerreras preventivas aún cuando no puedan demostrar con certeza la existencia de tales armas. Ellos están dispuestos a mentir y a confabular mil estrategias para conseguir sus objetivos. Luego tras la aniquilación de las poblaciones civiles, la destrucción de las infraestructuras del país, sus puentes, sus escuelas, sus universidades... se pone al descubierto siempre la misma realidad: ni armas de destrucción masiva, ni ejércitos modernos, ni mísiles de largo alcance, ni armas bacteriológicas, ni una estructura industrial ni tecnológica capaz de desarrollarlas. Paradójicamente los mayores paladines de la búsqueda de las armas de destrucción masiva son los que en realidad poseen, fabrican, almacenan, venden y amenazan al mundo con los mayores arsenales de armas de tal índole.
Si alguna vez estos posibles gobiernos terroristas dispusieron de una fuerza militar poderosa sus ingenios destructivos les fueron vendidos por el propio mundo civilizado para favorecer sus propios intereses y siempre bajo un fuerte control y una gran dependencia tecnológica. Agotado o estropeado el armamento recibido era preciso pactar otra vez las nuevas condiciones de su renovación (este apartado de gasto militar representa la mayor parte de la enorme deuda de los países pobres).
El mundo empobrecido sabe perfectamente que desde un punto de vista militar clásico nadie está ya capacitado ni para atacar, ni para defenderse, ni para tener la fuerza disuasoria necesaria para impedir el expolio de sus recursos naturales. Gadafi, por ejemplo, lo ha comprendido muy bien. Ciertamente el desarme del mundo se desarrolla a la par del saqueo de sus recursos naturales (su privatización).
La fuerza, como elemento de disuasión ante cualquier amenaza, que ha sido a lo largo de todos los periodos históricos una fuente de equilibrio, parece hoy haberse inhabilitado como tal. En ausencia de una fuerza opositora, se conquista y se rapiña bajo la única ley de los hechos consumados. Por el contrario, se coexiste con el competidor cuando el resultado de la confrontación es incierto y la posible propia total destrucción o la del enemigo hace inviable alcanzar los objetivos propuestos de la contienda. La tierra calcinada, inerte y sin vida alguna no es un fruto apetecible. La coexistencia pacífica entre la URSS y los EEUU durante el siglo XX fue una buena prueba de ello.
El derrumbe de la URSS abrió una nueva etapa en donde el bloque vencedor liderado por la potencia hegemónica se quedó sin contendiente. A partir de este momento el expolio del mundo y la concentración del poder, en esta etapa final imperialista, solo tiene un opositor: el conjunto la Humanidad. Una Humanidad disgregada, atomizada y parcelada en centenares de pequeños territorios que aún mantienen en teoría el viejo status de Estados nación. En la práctica ninguno de estos estados puede realmente defender su soberanía. Ninguno de ellos tiene la fuerza necesaria para defender su soberanía.
La Humanidad parcelada territorialmente en naciones está aún sometida a la gobernación de antiguos clanes endogámicos de poder que provienen muchas veces de periodos históricos anteriores, bien hayan tomado formas de democracias burguesas, dictaduras militares, reinos o califatos. Ni los regímenes parlamentaristas más avanzados ni los mas cercanos a formas feudales, tienen la fuerza suficiente para preservar su soberanía ( la propiedad sobre su territorio) ante el envite de un gran poder transnacional que ha creado sus propios instrumentos de actuación (económicos, financieros y militares) mundiales. Es una evidencia que el valor bursátil y la cuantía de las transacciones de muchas empresas transnacionales supera con creces el presupuesto general de muchos estados nacionales. Ante tal poder solo cabe rendir vasallaje o sucumbir en el intento. La disgregación de antiguas naciones como en el caso de Yugoslavia, el bloqueo, los ataques preventivos o directamente la invasión militar son diversas maneras de anular posibles competidores. Cualquier tipo de intento de desarrollar una opción de fuerza disuasoria (o estar en condiciones para poderla desarrollar) representa un peligro no permisible. Y aún menos permisible si este peligro proviene de regímenes dictatoriales, personalistas o de clanes anclados en modos de relación social superados por la sociedad humana. Regímenes dictatoriales y sanguinarios, la mayor parte de los cuales han sido favorecidos, apoyados o impuestos por los gobiernos o las grandes compañías trasnacionales para beneficio propio, que tienen sometidas a sus poblaciones a la mas absoluta miseria, no deben representar peligro alguno.
En este proceso irreversible de unificación del mundo será tarea de los pueblos desmontar estos feudos territoriales sanguinarios, anular sus amenazas y poner a disposición de la Humanidad en su conjunto las riquezas naturales albergadas en su territorio. Esta empresa que ya actualmente el Imperio del Dinero está llevando a cabo de manera violenta, irracional e inhumana, que solo conlleva destrucción y ruina para sus habitantes, solo puede ser realizada por la ciudadanía mundial. Amplios sectores sociales de los países mas desarrollados, especialmente los más involucrados en la investigación científica, , deseosos que nuestras sociedades se desarrollen pacíficamente, en libertad y colaboración, serán la punta de la lanza de esta exigencia.
La construcción de una fuerza militar disuasoria enfrentada al Estado USA, que lidera este poder mundial por parte de una fracción que si bien forma parte de él compite a su vez con él para no perder su antigua posición hegemónica (como en el caso de Europa) haría retroceder al mundo a una antigua situación de Bloques en disputa por el saqueo de los recursos de la Tierra en la que los ciudadanos del mundo perderíamos una gran oportunidad de encontrar un camino de solución de los problemas distinto al del cada vez mas peligroso equilibrio disuasivo entre fracciones capitalistas, que ya no son capaces de aportar ninguna esperanza para la Humanidad en su conjunto. Es irrelevante para los ciudadanos que las fuentes energéticas terminen en manos de Shell, de BP o de Texaco.
Esta opción es la que parecen representar en Europa los viejos partidos socialistas y socialdemócratas. Al respecto son bastante clarificadores los escritos de Narcis Serra (ministro de Defensa en el gobierno socialista de Felipe González) a modo de colaboraciones de la Fundación CIBOD para el "Progreso de la Política de Defensa Europea". En una de estas colaboraciones podemos leer: "(...) Es necesario que el Consejo de Europa lleve a cabo una política (de defensa militar autónoma) que tienda a que los Estados Unidos vayan aceptando progresivamente los condicionantes de esta gobernabilidad global que los europeos queremos forzar". No es ninguna novedad que vuelvan a ser los partidos socialistas europeos los que abanderen el aumento de los presupuestos militares, el desarrollo de la industria militar y el reforzamiento de los ejércitos ante una perspectiva de crisis económica y fuerte competencia entre sectores capitalistas. Karl Liebknecht , en 1907 ya avisó de la futura confrontación mundial (la Gran Guerra) que desencadenarían los créditos aprobados para la guerra por la socialdemocracia alemana, por el socialista belga Vanderverle o por los laboristas británicos, o las llamadas a la movilización y al patriotismo de las centrales obreras francesas como la potente SFIO. De nuevo siguen optando por unas fuerzas imperialistas contra otras fuerzas imperialistas en contra de las necesidades del conjunto de los ciudadanos del mundo.
A pesar de que en la actualidad una confrontación bélica es impensable por la inmensa destrucción que supondría (probablemente la desaparición de la vida) una política europea armamentista disuasoria conllevaría un gran retroceso en la actividad productiva creadora, una degradación de las condiciones de vida de las poblaciones y una situación de temor y angustia insostenibles. Este es un camino que los ciudadanos desechamos. La opción de Zapatero es tan vil como la de Aznar.
LA FUERZA DEL SER HUMANO
Para el pensamiento idealista el azar o una mano incomprensible para los humanos (designios divinos nos habían asegurado durante largos decenios) va tejiendo el gran tapiz siempre inacabado del progreso de la sociedad. Parece difícil para este pensamiento descubrir cuales son las normas o las leyes que rigen la acción de esta mano invisible que provoca los grandes cambios en la historia. Pero es una realidad incuestionable que este tapiz en continua construcción (que podríamos definir como el proceso civilizatorio de la sociedad humana) no para de tejerse. Pero no son ni los designios divinos, ni el azar, ni las voluntades de las élites poderosas las que rigen este proceso. Este proceso tiene su propia ley. Este proceso es un hecho social, natural, intrínseco e imparable de la propia esencia del ser humano y por tanto absolutamente independiente de los avatares históricos en los que se desarrolla. En todos los periodos históricos han regido siempre las mismas leyes. Leyes biológicas son las que determinan este proceso. Somos seres dotados de una capacidad neuronal mucho mas compleja y desarrollada que otros seres vivos. Nuestra inteligencia es capaz de ir definiendo constantemente el rumbo de nuestros sentimientos, nuestras necesidades, nuestros anhelos, nuestras búsquedas. Somos la única especie creadora y transformadora del Planeta. Esta es la ley que rige nuestra existencia.
Nada es capaz de detener nuestro proceso civilizatorio. La sociedad humana es la única mano invisible que teje sin parar este impresionante tapiz. Ni aún en el más ignominioso periodo depredador de nuestra Historia, ni en momentos de gran esclavización, ni en los estadios de crisis social mas aguda, ésta ley biológica ha podido anularse. Y es por esta razón y no por ninguna otra que la Humanidad ha ido venciendo a las fuerzas depredadoras y parasitarias que han intentado imponer su poder para paralizar o aprovecharse permanentemente de este proceso. Ninguna ley de los poderosos resiste indefinidamente a las leyes de la vida. Nuestra supervivencia y nuestra continuidad como especie creadora es la ley superior. Nunca los seres humanos hemos estado sometidos a las leyes también biológicas (inalterables) que rigen a los hormigueros, enjambres o a la vida de todas las especies vivas, aunque en todas las épocas éste ha sido un gran afán de los poderosos. Cualquier sistema de castas sometidas a condiciones inamovibles está en contradicción con la ley que rige nuestra especie. Nada a podido alterar nuestra capacidad neuronal para dejar de ser seres buscadores, analíticos, soñadores, rebeldes, ávidos de conocimientos, deseosos de libertad, creadores y transformadores de la naturaleza. El conocimiento humano, lo que comúnmente llamamos Ciencia ha sido el motor de nuestra Historia. Ella ha determinado los grandes cambios que han supuesto constantes avances civilizatorios.
Nunca el conocimiento humano ha podido ser anulado o reducido al secretismo. Mas tarde o mas temprano ha roto los cerrojos del oscurantismo, ha sido conocido, acumulado, generalizado, transmitido y aumentado.
Reviel Netts, un estudioso de la Universidad de Stanford explica en la revista científica Physics Today el descubrimiento del palimpesto de Arquímides. Sus importantes trabajos sobre la flotación de los cuerpos, sobre las leyes del equilibrio, sobre la esfera y el cilindro, sobre las espirales y el círculo, y otros estudios matemáticos fueron copiados en papel pergamino en la época bizantina. En el siglo XII, la cuarta cruzada los encontró y los borró para escribir encima de ellos oraciones cristianas... Los científicos de la universidad de California han vuelto a la vida los trabajos de Arquímides. Las escrituras cristinas se desvanecieron con extremada facilidad: ellas solo representan la ignorancia de nuestro pasado.
Tarde o temprano los avances científicos se erigieron como Patrimonio de uso Colectivo. Las investigaciones de Alexandre Bain para fabricar un ingenio capaz de enviar mensajes a distancia son de 1804. Las primeras emisiones telefónicas son de 1878, las telegráficas de 1838 y las radiofónicas de 1901. La primera emisión regular de televisión es de 1926. El primer motor de gasolina es de 1885. Mientras en China, en el siglo IV a. C. ya conocían el petróleo como fuente de energía y el gas natural era empleado por conducciones de bambú para el alumbrado de sus ciudades, hasta 1859 no comenzaron en Pensilvania las primeras prospecciones petrolíferas. Las vacunas de Pasteur son de 1881, pero en la China y en la India ya desde muy antiguamente practicaban la inoculación de gérmenes de personas enfermas a individuos sanos a modo de prevención. La primera máquina de coser data de 1830 y los primeros tejidos sintéticos como el rayón son de 1885. El horno de fundición es conocido 1300 años a. C. pero el alto horno no se desarrolla hasta mediados del siglo XVIII. La Imprenta de Gutemberg (1450) llega ochocientos años mas tarde que la imprenta chinesa construida con planchas de madera. En el año 1831 M. Faraday ya había conseguido producir electricidad. El primer telar mecánico es de 1785...
Hasta ahora, el proceso de generalización del conocimiento no ha sido lineal ni rápido. Centenares y a veces miles de años han separado el conocimiento y la aplicación práctica de un descubrimiento. Raramente, pero aún, podemos encontrar pueblos indígenas aislados que se encuentran en los albores de la edad de la piedra. Nuestro alejamiento territorial, los sistemas de comunicación y transporte, los obstáculos naturales que no sabíamos aún superar, el temor a veces a lo desconocido, nuestro sometimiento a fuerzas retrógradas que siempre vieron la generalización del saber como un peligro para su posición de privilegio, la exaltación de la brujería frente al conocimiento científico,... ha hecho muy lenta nuestra progresión. Con las primeras revoluciones industriales lideradas por la burguesía este proceso se aceleró de tal manera que hoy en el siglo XXI todas estas trabas han sido superadas. Todas las condiciones son ya favorables para que la Ciencia (el método científico) impregne definitivamente todo el acontecer de la vida de los seres humanos y sea el motor inacabable de continuos y progresivos avances en la mejora de nuestras condiciones de bienestar y que estos puedan estar al alcance de todos los pueblos. Solamente queda un impedimento: la ruptura con el periodo depredador de nuestra Historia, el periodo de los propietarios privados de nuestros recursos, de nuestro trabajo, de nuestra creación, de nuestros descubrimientos.
LA CIENCIA Y LA FUERZA
Es una barbaridad creer que los sectores y grupos que han detentado el poder desde los más remotos periodos de la Historia se opusieran al saber. Contrariamente, siempre intentaron rodearse y poner a su servicio los mas destacados hombres conocedores de los mas diversos aspectos de la vida y de los fenómenos de la naturaleza. Sabios, astrónomos, filósofos, artesanos, poetas, hechiceros... estuvieron siempre al lado del poder. El mas viejo y duradero poder terrenal: la Iglesia de Roma, ha sido la excepción. Su durabilidad se debe probablemente a su anticipada comprensión del gran poder que mueve al ser humano y que tarde o temprano alcanzará a ser el poder liberador todas las sumisiones. La sentencia bíblica: "No comer del árbol de la sabiduría" representa perfectamente esta visión esclavizadora del hombre a poderes terrenales superiores. No en vano la biblioteca vaticana ha guardado con gran secretismo innumerables descubrimientos alcanzados durante muchos siglos.
Tanto ha sido así que actualmente la Iglesia (las religiones en general) sigue siendo el baluarte mas encarnizado de la lucha contra la Ciencia. Cualquier nuevo descubrimiento es anatematizado. Por esto el poder no puede aún hoy deshacerse plenamente de su colaboración. Políticos y santones siguen estando a su derecha, resurgiendo con fuerza en momentos de graves conflictos sociales. Ellos lideran siempre la defensa de los aspectos más reaccionarios y conservadores del viejo orden social.
Como la violencia y el uso de la fuerza de destrucción ha sido siempre la verdadera esencia del poder, su monopolio es la condición imperativa.
El monopolio (la propiedad exclusiva) sobre los medios militares, sobre la técnicas de armamento, sobre los mas adelantados conocimientos científicos puestos al servicio de la destrucción y aniquilación del enemigo, es el contenido universal del poder y sobre el que emana toda autoridad. El temor a la exterminación, para todo ser vivo, es la mas importante causa de su sometimiento (también de su rebeldía).
"Cuando se extiendan las armas nucleares, químicas y biológicas junto a las nuevas tecnologías de mísiles, cuando esto ocurra, incluso estados débiles o grupos pequeños pueden tener un poder catastrófico para atacar a grandes países (...) Tenemos que combatir al enemigo, destrozar sus planes y enfrentarnos a las peores amenazas aún antes de que estas surjan". Las palabras de Bush no son novedosas en la Historia.
El poder siempre a expoliado y monopolizado para uso militar primordialmente cualquier conocimiento humano. Aleaciones de metales, mallas, corazas, carros, ballestas, artillería, barcos acorazados, aviación, energía atómica, radares, satélites, etc.
El holandés Hans Lippershey vendió por 900 florines a Maurici de Nassau un pequeño ingenio con el que conseguía ojear largas distancias (un prismático) para ser utilizado en la guerra de Flandes contra las tropas de Carlos V. De Nassau intentó mantener por todos los medios en secreto tal artilugio. Fue en vano. Años más tarde el prismático era de dominio público en toda Europa. Galileo lo mejoró notablemente y con el revolucionó la Ciencia de la astronomía.
Nunca como hasta el siglo XX, con el descubrimiento de la Energía Atómica, el poder ha estado tan dependiente de los avances científicos. La necesidad de apropiarse y monopolizar cualquier nuevo descubrimiento que pueda tener uso bélico, ha hecho de su dependencia una sumisión. Por primera vez en la Historia un nuevo poder (el científico) se erige como el más colosal de los poderes. De que siga o no arrodillado dependerá seguramente el futuro de la Humanidad. El dilema está planteado: que se erija como defensor de la vida o de la destrucción, que se erija como baluarte del beneficio colectivo o de el interés privado.
LA GENERALIZACIÓN DE LA CIENCIA
A pesar de los llantos desbordantes de cinismo de los gobiernos europeos en contra las guerras de Bush, que parecen olvidar que su situación de hegemonía sobre una parte del mundo se debió fundamentalmente a sangrientos actos de represión (masacres y guerras civiles) contra sus propias poblaciones, guerras mundiales (entre naciones) y procesos de conquista sangrienta de amplios territorios mas allá de sus fronteras (que llamaron empresas civilizatorias de los pueblos bárbaros), el peligro de proliferación de las llamadas armas de destrucción masiva es un hecho insoslayable. No se puede obviar ni menospreciar.
Los descubrimientos científicos se solapan con velocidad. Miles de estudiantes e investigadores están por doquier realizando una apasionante y siempre inacabada búsqueda de nuevas adquisiciones en todos los campos del saber. Su tarea ha dejado de ser aislada e individual. Es cada vez más interdisciplinaria y colectiva. Biólogos, bioquímicos, ingenieros, informáticos, médicos,... trabajan en estrecha colaboración. Las grandes inversiones en investigación que revierten con rapidez en la constante modificación de los procesos productivos, en nuevas mecanizaciones, en nuevos productos mejorados,... abren a su vez constantemente nuevas facetas y nuevos caminos para la investigación. Universidades, centros privados y públicos, grandes y pequeños laboratorios de búsqueda de empresas y de colectivos humanos están inmerso en camino sin posible retorno. Los plazos previstos de cualquier búsqueda se acortan con rapidez inusitada. El propio mundo del Capital es incapaz de cuantificar el valor monetario de un nuevo descubrimiento. Las empresas son incapaces de programar la fabricación de cualquier producto que rápidamente quedará obsoleto y constantemente mejorado. Leyes apropiativas y monopolizadoras, patentes industriales, propiedades intelectuales, impedimentos de copia... son incapaces de detener esta verdadera tempestad innovadora y creadora que tiene a su disposición rápidos y eficaces medios de propagación, de difusión, y de generalización. Nunca el conocimiento humano ha dispuesto de los medios tan eficaces para facilitar su generalización.
Pero todo este inmenso esfuerzo a favor de la vida y del bienestar (a pesar de que el mundo del dinero limita su beneficio a un mercado solvente cada vez más reducido) y su facilidad de generalización, puede ser también usado para la destrucción con el agravante de que ningún poder tiene absolutamente asegurado su monopolio. Con la posibilidad real de generalización de la Ciencia termina, por primera vez en la Historia el monopolio de la fuerza como instrumento del poder. Este es el peligro y esta es la esperanza.
Un estudiante, aun poco aventajado, de biología puede representar un gran peligro. Un componente de una máquina de juegos para niños, otro peligro. Un bioquímico molecular puede ocasionar una catástrofe. Una bomba sucia (combinación de un explosivo convencional con contenido radiactivo, no necesariamente de plutonio y uranio) puede estar al alcance de pequeños grupos. Máquinas usadas en la industria civil que emplean materiales radiactivos como las utilizadas en hospitales (radioterapia) pueden ocasionar graves peligros similares al del incidente de Goiania (Brasil). Centrifugadoras usadas en la industria civil pueden ser empleadas en programas atómicos militares. Toda la industria del láser puede tener una aplicación bélica muy peligrosa...
Ante una situación de deterioro de las condiciones de vida de una parte muy importante de la población mundial, cada vez mas excluida de un sistema de producción y de distribución de las riquezas que basa su supervivencia en los países ricos en el descarado saqueo y pillaje de sus territorios y de sus recursos, el peligro de su rebelión desesperada es real. El mundo empobrecido no puede de ninguna manera aceptar impasivo que las leyes de la guerra de los poderosos no tengan respuesta. Hombres y pueblos desahuciados, deseperados y sin porvenir no tienen ya nada que perder.
La legitimación de un sistema social que ya no puede ofrecer ninguna esperanza a los pobladores de la Tierra solo se puede mantener por las leyes de la fuerza. Por esto también la destrucción (y no lo conquista territorial) de toda la infraestructura productiva de los pueblos se ha convertido en el objetivo primordial de las guerras del Imperio. Ni el sistema puede aceptar un desarrollo industrial y tecnológico "en competencia" porque los mercados solventes empequeñecen y el problema no está ni mucho en "producir" (tal capacidad es inmensa y puede realizarse en enormes cuantidades en cualquier parte del mundo que interese) sino en producir solo para ser consumido en el corazón del Imperio. Ni el sistema puede aceptar un desarrollo tecnológico capaz de dar acceso a un rearme militar disuasivo. Este es precisamente el problema coreano o iraní, por ejemplo, que a todas luces lleva el camino de resolverse como el caso yugoslavo o irakí.
Como en el Imperio Romano, el mundo bárbaro lleva camino de convertirse en el gran proveedor de recursos y materias primeras del mundo civilizado. La gran producción deslocalizada (no importa en donde) solo llevará la ruta de Roma.
Un gran Estado Policial Mundial asegurará el pillaje y el sometimiento de los pueblos: es la gran cruzada antiterrorista.
EL UNICO FUTURO ES UNA SOCIEDAD HUMANA LIBRE, COLABORADORA Y PACIFICA
Probablemente el empobrecimiento del mundo, el regreso a sociedades preindustriales, los muros de separación entre civilizados hartos y bárbaros famélicos, la extensión de las pandemias de la desnutrición y la enfermedad, la carencia de agua, la aniquilación de las poblaciones "de riesgo", ... sea la única posibilidad de mantener en los países ricos un sistema social en decadencia en donde los grupos de poder mantengan sus privilegios. Pero ningún Estado Policial puede hoy asegurar que este mundo dilapidador de las riquezas de la Tierra se vea libre de los peligros potenciales de armas químicas, biológicas o nucleares. Esta cruzada fracasará porque los ciudadanos no aceptaremos una situación de permanente angustia y temor, de controles y vigilancias absolutas sobre nuestras vidas, de pérdida de intimidad y libertad, ni que todo esto se consiga destruyendo al mundo. No lo podemos aceptar porque tampoco es posible ningún desarrollo científico de nuestras sociedades bajo el control y el secretismo. Ninguna biblioteca vaticana puede ya guardar para su total silenciamiento ninguna nueva adquisición en el saber. Necesitamos que el conocimiento circule sin entorpecimientos, que los centros de investigación trabajen sin trabas, que miles de estudiantes inunden las Universidades y escuelas, que nuevas técnicas y nuevos materiales hagan más fácil nuestro trabajo y más cómoda y digna nuestra vida. Necesitamos más químicos, más biólogos, mas científicos... terminar con el sistema de patentes, con la privacidad del saber. Necesitamos vivir en una sociedad libre, colaboradora y pacífica en donde todos los hombres y pueblos de la Tierra se integren en esta tarea constructora.
Solo esta tarea nos librará de peligros terroristas.
Pero, para ello, primero, los ciudadanos nos deberemos librar de todos los que hasta ahora han gobernado nuestra vidas, antes en nombre de Dios, ahora en el nombre de la libertad y de la civilización.
Josep, febrero 2004
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