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Polémicas virtuales: La tregua en Catalunya
22 feb 2004
"Sólo desde la lógica de esta política virtual se entiende que el PP haya dado la máxima difusión televisiva a un vídeo de ETA, iniciativa por la cual toda la dirección de la antigua Herri Batasuna fue procesada; la elevación al status de crimen horrendo de una declaración que, pese a todos los pesares, sólo puede significar matar menos y en menos espacio; la presentación de Carod como un traidor infame en base a un guión implícito que Haro Tecglen resumía más o menos así: ‘‘¿ no sois los catalanes tan españoles como los demás? pues dejaros matar como ellos’’; y el ridículo intento, afortunadamente infructuoso, de utilizar su política virtual para deshacer un muy real gobierno catalán contrario a sus intereses.

En realidad, ha sido la dimensión virtual de la política del PP la que ha convertido a una ETA en horas bajas en el Anticristo diabólico que da sentido a su patriotismo constitucional, en el monstruo del Averno con el que se relaciona a todo lo que molesta a este partido y que tan pingües beneficios le está reportando en forma de sacralización de su línea política y de obtención de mayorías absolutas. A falta de atentados, los gestos y mensajes de ETA se convierten en bombas retardadas cuya explosión magnificada administra a voluntad el PP."
Dice una escuela de la ciencia política que muchas decisiones se explican menos en términos de su contribución a los resultados que como símbolos que quieren convencer a los ciudadanos de que la opción ha sido apropiada e inteligente. Pero esta dimensión simbólica y ritual no es simple fantasmagoría, sino que puede producir contundentes efectos políticos. Sin tener en cuenta esta perspectiva no se comprende nada de las declaraciones y gestos que se han venido produciendo en torno a la entrevista Carod Rovira-ETA y a la declaración de tregua limitada a Catalunya.

Al entrevistarse con ETA, ¿actuó Carod como un imprudente aprendiz de brujo incapaz de prever los resultados de su iniciativa? Yo no pienso así; pocas veces he visto a un político tan seguro de lo que hablaba que cuando tuve el placer de oírle en Bilbao en su conferencia del hotel Ercilla. Carod repite que no pactó nada con ETA; y yo creo sus palabras, porque son las más lógicas. Cuando acudió a Perpinyà en su condición de dirigente de un partido catalán, no podía ofrecer a ETA nada de lo que ella quería. Que en el transcurso de una larga reunión de seis horas ­como los servicios de inteligencia españoles han tenido la gentileza de filtrar a los medios­ Carod hablara de los efectos desastrosos de los atentados de ETA sobre Catalunya y el catalanismo, es más que probable. Pero nadie con dos dedos de frente propondría al grupo armado una tregua exclusiva para Cataluña, que poco resolvería en Cataluña misma y que el centralismo volvería sin duda contra su proponente una vez que se conociera su identidad. Las declaraciones de ETA y de Carod, coincidentes en este punto, deben pues ser creídas por verosímiles.

Pero nadie se arriesga a hacer un viaje tan arriesgado sólo para dar a conocer unas opiniones por lo demás banales. Las motivaciones de Carod se encuentran en mi opinión en otra parte; y aquí los resultados están siendo positivos. El impulso ascendente de Esquerra la situó en la envidiable posición del partido bisagra que puede decidir sobre el tipo de gobierno a formar, en este caso un tripartito de izquierdas. Pero este gobierno estaba presidido por el más votado PSC, cuyo partido hermano, el PSOE, era uno de los dos promotores de un Pacto por las libertades y contra el terrorismo cuya orientación contraria a los nacionalismos de la periferia y negadora de toda salida dialogada al conflicto creado por la violencia disgustaba profundamente a Esquerra, habiéndose agravado la situación por el agresivo centralismo de un PP cada vez más dominante en el Pacto. Entrevistarse con ETA era para Esquerra el atajo más directo, no sólo para reforzar su perfil propio en el tripartito, sino para presionar al PSC, y a través de él al PSOE, en el sentido de distanciarse del Pacto.

Aparentemente, el único efecto de la iniciativa de Carod ha sido el de desalojarle de su puesto de conseller en cap y sumarlo a la ya larga lista de bestias negras del aparato político-mediático del PP. Pero hay otra dimensión que está empezando a dar frutos, los cuales habrán de analizarse en el medio/largo plazo. El president de la Generalitat Maragall ha ratificado su confianza en una Esquerra que ha dejado claro que asume la lógica de fondo de su dirigente Carod-Rovira; y Zapatero ha dicho la primera cosa sensata que le he oído sobre el Pacto, la cual anuncia un próximo futuro borrascoso para el mismo en su formato actual inspirado por el PP: en ningún punto del Pacto se dice que no se pueda colaborar con quien habla con ETA.

En ETA ha existido siempre un deseo devorador, más que de ser temida, de ser objeto de reconocimiento, de ser aceptada como interlocutor legítimo. Su declaración consiste en cierto modo en lo que ella entiende como un premio (otra cosa es que sus consecuencias iniciales hayan sido muy otras) al hecho de que el representante de una destacada fuerza catalana haya satisfecho este deseo, por muy virtual y carente de efectos prácticos para ETA que haya sido la entrevista. Premio que pone de relieve, como el negativo de la fotografía, el correspondiente castigo: castigo a España, pero sobre todo a las instituciones vascas, cuyos partidos que las forman no han atendido la llamada de Bergara. Ello explica a su vez el alineamiento agrio y sin fisuras de instituciones y partidos vascos con la interpretación ‘‘viciosa’’, alineamiento tal vez excesivamente rígido, pues finalmente no se trata, como en 1999, de la vuelta a la violencia, sino de declarar a un territorio concreto exento de ella.

O al menos virtualmente. En efecto, si se mira la efectividad letal de la violencia de ETA, el número de víctimas mortales en los dos últimos años ha sido el más bajo desde la transición, cinco en 2002 y tres en 2003. Si tenemos en cuenta que las víctimas catalanas han sido en su conjunto unas 75, menos de la décima parte del total, a este ritmo, y aplicando unas aritméticas macabras, en Cataluña habría una víctima mortal cada dos años.

En realidad, ha sido la dimensión virtual de la política del PP la que ha convertido a una ETA en horas bajas en el Anticristo diabólico que da sentido a su patriotismo constitucional, en el monstruo del Averno con el que se relaciona a todo lo que molesta a este partido y que tan pingües beneficios le está reportando en forma de sacralización de su línea política y de obtención de mayorías absolutas. A falta de atentados, los gestos y mensajes de ETA se convierten en bombas retardadas cuya explosión magnificada administra a voluntad el PP. El PSOE de Zapatero, de la mano de centralistas y estridentes barones como Bono y Rodríguez Ibarra, se ha dejado meter mansamente en una jaula de la que ojalá empiece a querer salir a partir de ahora gracias al PSC.

Sólo desde la lógica de esta política virtual se entiende que el PP haya dado la máxima difusión televisiva a un vídeo de ETA, iniciativa por la cual toda la dirección de la antigua Herri Batasuna fue procesada; la elevación al status de crimen horrendo de una declaración que, pese a todos los pesares, sólo puede significar matar menos y en menos espacio; la presentación de Carod como un traidor infame en base a un guión implícito que Haro Tecglen resumía más o menos así: ‘‘¿ no sois los catalanes tan españoles como los demás? pues dejaros matar como ellos’’; y el ridículo intento, afortunadamente infructuoso, de utilizar su política virtual para deshacer un muy real gobierno catalán contrario a sus intereses.

¿Puede suponer la iniciativa de ETA el otorgar al PP la repetición de la mayoría absoluta? Lo dudo; si tal cosa ocurriera se debería a pasados errores socialistas, y no a esto. Es más, tal vez el que el PSOE haya mostrado por primera vez un perfil distinto en esta materia pueda beneficiarle electoralmente. Otra cosa sería que ETA atentase antes de los comicios en el estado español; puede uno imaginarse la atronadora campaña que lanzaría el PP contra los presuntos ‘‘cómplices morales’’, que serían esta vez, además de Esquerra, también el PSOE.

Pero ETA debiera, si no atender las razones éticas que compartimos muchos, sí al menos analizar lúcidamente su situación operativa. Pues si algo ha sacado el gobierno del PP de su sumisión a Bush es, parece ser, una tecnología punta que permite, no sólo espiar entrevistas, sino llevar a cabo seguimientos que están desbaratando la posibilidad misma de los atentados. El mejor aporte de ETA al reforzamiento del ámbito de decisión en Catalunya y Euskal Herria, y por tanto al hermanamiento de las dos naciones, sería sacar las debidas consecuencias y dejarlo.

Comentaris

Re: Polémicas virtuales: La tregua en Catalunya
22 feb 2004
Ja era l'hora de llegir una explicació racional i documentada d'el que va pasar aquestes darreres setmanes...en mig de tant "guirigay",de tanta intoxicació,embolics i tergiversació,dona gust llegir una opinió objectiva i freda.

Gràcies!
Sindicat Terrassa