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Anàlisi :: educació i societat
Historia del siglo XX (de Hobsbawm). 15: La quiebra del socialismo europeo
13 feb 2004
Cuando terminó un sueño hecho en malas condiciones y con poca destreza
(Pasajes seleccionados)


La ralentización de la economía soviética era palpable. La tasa de crecimiento de casi todo lo que contaba y se podía contar caía de manera constante de quinquenio en quinquenio desde 1970 (...) De hecho, hacia los años 70 estaba claro que no sólo se estancaba el crecimiento económico, sino que incluso los indicadores sociales básicos, como la mortalidad, dejaban de mejorar. Esto minó la confianza en el socialismo quizá más que cualquier otra cosa (...)

Por otro lado, el término «nomenklatura», prácticamente desconocido antes de 1980, excepto como parte de la jerga administrativa del PCUS, sugería precisamente las debilidades de la egoísta burocracia del partido en la era de Brezhnev (...) Y se hizo cada vez más evidente que la Unión Soviética misma funcionaba, fundamentalmente, mediante un sistema de patronazgo, nepotismo y pago. (...)

El problema para el «socialismo realmente existente» europeo estribaba en que —a diferencia de la URSS de entreguerras, que estaba virtualmente fuera de la economía mundial y era, por tanto, inmune a la Gran Depresión— el socialismo estaba ahora cada vez más involucrado en ella y, por tanto, no era inmune a las crisis de los años 70. Es una ironía de la historia que las economías de «socialismo real» europeas y de la URSS, así como las de parte del Tercer mundo, fuesen las verdaderas víctimas de la crisis que siguió a la edad de oro de la economía capitalista mundial (...)

La crisis petrolífera tuvo dos consecuencias aparentemente afortunadas. A los productores de petróleo, de los que la URSS era uno de los más importantes, el líquido negro se les convirtió en oro. (...) Los millones entraban a raudales sin mayor esfuerzo, posponiendo la necesidad de reformas económicas y permitiendo a la URSS pagar sus crecientes importaciones del mundo capitalista occidental con la energía que exportaba. (...)
La otra consecuencia aparentemente afortunada de la crisis petrolífera fue la riada de dólares que salía ahora de los países de la OPEP (...) y que se distribuía a través del sistema bancario internacional en forma de créditos a cualquiera que los pidiera. (...) Para los países socialistas que sucumbieron a esta tentación, especialmente Polonia y Hungría, los créditos parecían una forma providencial de pagar las inversiones (...) (p 468-472)


La «era de estancamiento» que Gorbachov denunció había sido, de hecho, una era de aguda fermentación política y cultural entre la elite soviética. (...)

Éste [acabar la guerra fría con EEUU, que estaba desangrando la economía soviética] era, por supuesto, el objetivo inmediato de Gorbachov, y fue su mayor éxito, porque, en un período sorprendentemente corto de tiempo, convenció incluso a los gobiernos más escépticos de Occidente de que ésta era, de verdad, la intención soviética. (...) Si hubo alguien que acabó con 40 años de guerra fría global, ése fue él.

Gorbachov inició su campaña de transformación del socialismo soviético con los dos lemas de «perestroika» o reestructuración (tanto económica como política) y «glasnost» o libertad de información. Pronto se hizo patente que iba a producirse un conflicto insoluble entre ellas. (...)

Pero mientras estaba muy claro contra qué estaban los reformistas económicos y qué era lo que deseaban abolir, su alternativa —«una economía socialista de mercado» con empresas autónomas y económicamente viables, públicas, privadas y cooperativas, guiadas macroeconómicamente por el «centro de decisiones económico»— era poco más que una frase. Significaba, simplemente, que los reformistas querían tener las ventajas del capitalismo sin perder las del socialismo. Nadie tenía la menor idea de cómo iba a llevarse a la práctica esta transición (...) El atractivo de la teología ultrarradical del libre mercado thatcherista o reaganista para los jóvenes intelectuales reformistas consistía en que prometía proporcionar una solución drástica y automática a estos problemas. (Como era de prever, no lo hizo.) (...)

Lo que condujo la URSS con creciente velocidad hacia el abismo fue la combinación de «glasnost», que significaba la desintegración de la autoridad, con una «perestroika» que conllevó la destrucción de los viejos mecanismos que hacían funcionar la economía, sin proporcionar ninguna alternativa, y provocó, en consecuencia, el creciente deterioro del nivel de vida de los ciudadanos. El país se movió hacia una política electoral pluralista en el mismo instante en que se hundía en la anarquía económica. (...)

La desintegración económica ayudó a acelerar la desintegración política y fue alimentada por ella. Con el fin de la planificación y de las órdenes del partido desde el centro, ya no existía una economía «nacional» efectiva, sino una carrera de cada comunidad, territorio u otra unidad que pudiera gestionarla, hacia la autoprotección y la autosuficiencia o bien hacia los intercambios bilaterales. (...)

Fue obra, principalmente, de la desintegración de la autoridad central, que forzó a cada región o subunidad del país a mirar por sí misma y, también, a salvar lo que pudiera de las ruinas de una economía que se deslizaba hacia el caos. (...)

(...) cualesquiera que sean las reservas que tengamos sobre las cifras, el 76 por 100 de los votantes en el referèndum de marzo de 1991 se manifestaron a favor del mantenimiento de la URSS «como una federación renovada de repúblicas iguales y soberanas, donde los derechos y libertades de cada persona de cualquier nacionalidad estén salvaguardadas por completo». La ruptura no figuraba oficialmente en el programa de ningún político importante de la Unión. No obstante, la disolución del centro pareció reforzar las fuerzas centrífugas y hacer inevitable la ruptura, a causa también de la política de Boris Yeltsin (...) (p 472-489)


(...) el experimento soviético se diseñó no como una alternativa global al capitalismo, sino como un conjunto específico de respuestas a la situación concreta de un país muy vasto y muy atrasado en una coyuntura histórica particular e irrepetible. El fracaso de la revolución en los demás lugares dejó sola a la URSS con su compromiso de construir el socialismo en un país donde, según el consenso universal de los marxistas en 1917 (incluyendo a los rusos), las condiciones para hacerlo no existían en absoluto. El intento hizo posibles, con todo, logros harto notables (entre ellos, la capacidad para derrotar a Alemania en la Segunda Guerra Mundial), aunque con un costo humano intolerable (...)
(p 493)

Comentaris

Re: Historia del siglo XX (de Hobsbawm). 15: La quiebra del socialismo europeo
14 feb 2004
a russia hara viuen pitjor que abans, la majoria, el que ha fracassat ha estat el capitalisme.
Re: Historia del siglo XX (de Hobsbawm). 15: La quiebra del socialismo europeo
14 feb 2004
Sí company, i no pitjor, sinó «molt» pitjor. Això no treu lo altre, que desgraciadament és cert.
Però una cosa és un fracàs i una altra cosa és una catàstrofe.
malgrat tot
14 feb 2004
el teu interes en fer empassar-nos Hobsbawn al completo ha tingut exit: me'l faras llegir

Pero deixa'm que et digui que aquesta retorica que fa passar tots els errors d'octubre pel fracas de la revolució mundial la sento pobre i desfassada.

Per altra banda, el concepte de "capitalisme d'estat" em sembla cada cop més adient pel que era el mal anomenat "socialisme real":no entenc que tenia de positiu i socialista aquesta dictadura de la burocracia contra el proletariat, tot i reconeixer que, pel que sembla, no estaven exposats a mercadejar la seva força de treball en el mercat (tot un exit per la dignitat humana, sense conyes).

(Tambe recordar que, per alguns troskos descafeinats -entre els que m'incloc-, la perestroika va significar certes expectatives que no es varen complir...)
Sindicato Sindicat