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Notícies :: criminalització i repressió
ENERO DE 2004: AUTOBUSES-BOMBA EN VARIAS CIUDADES EUROPEAS
04 feb 2004
ENERO DE 2004: AUTOBUSES-BOMBA EN VARIAS CIUDADES EUROPEAS es un texto expresamente solicitado por la RED VASCA ROJA a su miembro Josu Cerrato que, como miembro también de Etxerat por las razones que se harán evidentes al leerlo, ha participado en la huelga de hambre realizada en Barcelona en los primeros días de enero de 2004 simultáneamente con las realizadas por otros grupos de familiares en otras ciudades europeas (Bruselas, Berlín, París Milán) para dar a conocer la violación de sus derechos que sufre el Colectivo de Presos Políticos Vascos y la repercusión en cascada de esa violación en violaciónde los derechos de sus familiares y amigos. Esta última sin juicio y sin condena formal ningunos.
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Este pudiera perfectamente haber sido el titular de algún periódico español y sin duda habrá sido ampliamente superado en sensacionalismo por más de una radio-tertulia y en algún programa-basura de televisión.

Yo viajaba en el que explotó en Barcelona, y puedo garantizar que las únicas victimas fueron la intransigencia fanática y la apología de la irracionalidad de quienes niegan todo derecho y cualquier razón a todo un pueblo, de quienes nos niegan incluso la existencia.

No hubo muertos, no es fácil acabar con ellas, pero esperamos haber contribuido a acelerar la llegada del día en que barridas definitivamente de nuestras vidas podamos analizar con sinceridad, diagnosticar con objetividad y poner en vías de solución un conflicto político de profundas raíces históricas. Y sus consecuencias.

Un conflicto evidentemente imposible de comprender sin tener en cuenta sus causas, y en ningún modo ajeno a tantos otros que aun hoy perviven, pero cuya misma existencia es negada radicalmente por los dos grandes partidos españoles juramentados en la nueva cruzada del pacto antiterrorista, principio y fin de todas las cosas, muy en línea con la doctrina de su alteza imperial George W. Bush (Bush II).

Volvamos al autobús. Merece la pena. No se trataba del primer convoy de estas características, ni será el último, han sido multitud las iniciativas para dar a conocer en otros lugares, a otras gentes, la cara oculta de Euskal Herria y más concretamente la situación de los presos y presas políticos vascos y su entorno más cercano, el de sus familiares, amigos, compañeros de estudio o de trabajo...

Un entorno (peligrosísimo termino en la actualidad) que engloba a decenas de miles de personas, a más de doscientas mil, en un país que no llega a los tres millones de habitantes. Un colectivo perseguido y golpeado sin piedad por todos los aparatos represivos del estado, policías, jueces, carceleros...

Los autocares partieron desde esta tierra nuestra cargados de toneladas de sufrimiento acumulado durante décadas, y a lo largo de siglos, y también de dignidad, de cientos de kilos de rebeldía y de solidaridades compartidas. Una mezcla sin duda altamente peligrosa. Devastadora.

El efecto de la explosión es casi inmediato y arrasa totalmente el interior del vehículo. Quienes ya se conocían celebran el reencuentro y suman al recuerdo de anteriores experiencias en común nuevos motivos para la complicidad. Quienes partieron siendo unos desconocidos, los más, regresaran unidos por lazos de amistad que duraran toda una vida. Efectivamente resulta desolador... para quienes pretenden aislarnos y destruirnos uno por uno, sin piedad.

La repercusión en el exterior también está asegurada. En todas partes, hasta en el lugar más remoto al que nos acerquemos, siempre encontramos una mano amiga, un abrazo solidario de quienes comparten con nosotros y nosotras calamidades, inquietudes y el compromiso con la lucha decidida por un futuro radicalmente diferente, por hacer posible ese otro mundo que anhelamos. Cada uno a su manera, desde su propia tierra.

Y pocas cosas son comparables al calor que desprenden estos encuentros. Son suficientes días, cuando no horas, para dejar una huella imborrable en ambas partes. Muchas veces nunca llegamos a retener sus nombres, pronto olvidaremos sus rostros y quizá hasta el lugar y las circunstancias en que nos conocimos pero nunca los olvidaremos, su huella permanecerá para siempre con nosotros, forma ya parte de nosotros mismos.

En cambio no resulta fácil conseguir que el estallido supere este primer círculo. Son muchas las causas que muy a menudo impiden o al menos dificultan enormemente que hasta el mismo eco llegue mucho mas allá: la tupida red de mentiras y amenazas previamente tejida, el bien justificado miedo a la respuesta del poder, las propias miserias que todos arrastramos... Sin embargo... iba a escribir que en Barcelona lo conseguimos. Corrijo, Barcelona lo consiguió. Rompió el cerco, derribó los muros del silencio y amplificó el estruendo. Se escuchó muy lejos. Alto y fuerte.

Comenzando por el principio, por la ingente labor realizada previamente por ese primer círculo de solidarias y solidarios de acero, incombustibles, y continuando por no pocos colectivos, sensibles siempre y que no se dejan intimidar, llegamos a ámbitos más lejanos, menos conocidos. En este caso y de manera inesperada se nos abrieron puertas otrora cerradas a cal y canto. Y no solo la cantidad, también la calidad de la comunicación alcanzada con la práctica totalidad de los interlocutores resultó difícilmente superable en tan corto espacio de tiempo. Incluso en el campo de los partidos con representación parlamentaria, los sindicatos mayoritarios y las instituciones catalanas el éxito fue innegable. Gracias Barcelona. Enhorabuena Barcelona.

No podía ser de otra manera: Una vez aceptada nuestra petición de hacerles llegar directamente nuestra realidad, sin condicionamientos ni interferencias, un amplio campo quedó abierto a la siembra de semillas de acercamiento y comprensión a nuestra vida cotidiana. Y esas simientes vertidas en terreno fértil darán sin duda frutos más tarde o más temprano. Ojalá esto ocurra más temprano que tarde pero llegará. No lo dudamos.

¿Qué les contamos? ¿Cuál era el contenido de aquel paquete de veinticinco mujeres y hombres en apariencia tan normales y corrientes? ¿Por qué la onda expansiva llegó tan pronto, incluso con el tan de actualidad carácter preventivo, a los estados mayores de la contrainformación, el periodismo de guerra y la más ruin propaganda? ¿Qué les pedimos, que obtuvimos para desatar una vez mas la caja de los truenos?..,

No les contamos, no lo pretendíamos, ninguna afinada versión de un conflicto que por su gravedad y complejidad nos supera ampliamente, no les pedimos una adhesión incondicional a todas y cada una de nuestras iniciativas y proposiciones. En absoluto.

Pretendíamos y en gran manera conseguimos en primer lugar ser escuchados, informarles de unos datos, unas cifras que aun siendo conocidas merece la pena detenerse a analizar, a calibrar en su verdadera magnitud y extrapolar a su propia realidad cotidiana. Queríamos que tuvieran en cuenta, por ejemplo, que esas están referidas a un pueblo inferior en número de habitantes al área metropolitana de la ciudad de Barcelona en la que nos encontrábamos invitando a trasladarlas a Cataluña, a Francia o a Alemania...

Los cientos y cientos de presos políticos, los miles de detenidos, torturados, encarcelados, exiliados... pasarían entonces a ser miles, decenas de miles o centenares de miles según los casos. Cifras que marean para un conflicto del que no se reconoce que es de carácter político ni de raíces históricas. Haciendo por ello imposible su sola comprensión y por tanto toda posibilidad de encauzarlo hacia su resolución. En un canto a la irracionalidad más absoluta que sólo puede calificarse de fascista si atendemos a sus antecedentes más cercanos.

Les dijimos también a nuestros interlocutores catalanes que esta realidad tiene rostros, los de esas decenas de miles de vascos que hemos conocido de forma directa, en nuestro circulo familiar o de amistad más cercano, la detención, la tortura, la cárcel, el exilio...

Nosotros, familiares o amigos, sobre los que nunca ha recaído condena alguna pero que sin embargo sufrimos en carne propia las consecuencias de hechos como la dispersión o las de una política penitenciaria cuya única explicación es la venganza. Y cuyo impacto sobre nosotros es desolador, imposible de trasladar en toda su magnitud. Y pusimos nombres, y caras a esta realidad. Los nuestros y los de nuestros familiares.

Decenas de colectivos muy diversos, cientos de personas, han podido así conocer, en reuniones que en muchos casos superaron la hora de duración, numerosos detalles sobre mi hermana Lurdes presa en Teixeiro, en A Corunha. De la que fuera mi compañera Mila en Valencia. O de su hija menor Aiboa, a quien he visto crecer desde que era una niña hasta convertirse en la joven llena de rebeldía, de vitalidad y de ternura que es hoy en día, presa preventiva en Alcalá-Meco desde hace casi dos años ya que nos la arrebataron, en espera de una petición fiscal que conocidas las características de la brutal criminalización de la juventud vasca pueden suponer decenas de años de cárcel...

Les dijimos a nuestros interlocutores catalanes que nunca aceptaremos la amenaza de "que se pudran en la cárcel" en palabras entre otros del presidente del gobierno español. Que nos negamos a aceptar la idea de que dentro de cuarenta años las cárceles españolas y francesas continúen repletas de presos políticos vascos. No será así.

Pero sólo no será así en la medida que seamos capaces de detener una deriva que nos conduce de una realidad de legislaciones, tribunales y políticas especiales primero a un estado de excepción no declarado y como final a un régimen de excepción, con nuevas leyes a su medida y cuantas modificaciones del código penal se estimen necesarias en cada momento. En otras palabras a un estado policial, a un régimen fascista.

Entre los veinticinco kamikazes que llegamos a Barcelona repartimos tareas y llegamos a trabajar conjuntamente cuatro y hasta cinco equipos en tareas de interlocución, visitando sedes y locales o recibiendo a delegaciones. Ninguno de los veinticinco podemos por eso tener una visión global de la magnitud del impacto. Si yo intentase hacer referencia tan sólo a los contactos vividos en primera persona me olvidaría con toda seguridad de más de uno.

Y no sabría por quién empezar, si por el hecho de haber sido recibidos por el Muy Honorable Presidente del Parlamento de Cataluña en aquel impresionante palacio de la ciudadela, que tuve ocasión de visitar en otras dos ocasiones, Y en el que tuvimos que hacer frente a una nube de cámaras de televisión, flashes y micrófonos... o elegir en cambio alguna de las entrañable reuniones en la carpa de la Plaça de la Virreina, la mantenida con los queridos compañeros del Sindicato de Payeses cuyo veterano dirigente leyó el texto del manifiesto en la traca final, por citar un ejemplo.

Y me quedaría con la pena de no contaros nada de tantas y tantas horas de charla compartidas con los directivos de la prestigiosa Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona, o con la Plataforma de Ciudadanos por el Cambio que apoyó la candidatura de Maragall a la presidencia de la Generalitat y entre quienes se encontraban, si no me equivoco, dos diputados electos en las listas del PSC-CPC, o la inolvidable visita de tres compañeras de la Asamblea del Poble, o la entrevista con el veterano secretario del grupo parlamentario de Convergencia i Unio en sede parlamentaria, o tantas y tantas otras que es imposible siquiera citar aquí.

Bienvenidos al barrio de Gracia, bienvenidos a Barcelona, bienvenidos a Cataluña. Con estas palabras nos recibió el Presidente del distrito de este populoso barrio, antigua villa independiente y lugar de enraizada cultura popular y obrera con una tradición emancipatoria, republicana y solidaria sólida e innegable según nos contaron y pudimos comprobar. Desde su Ayuntamiento un conceller-concejal acompaño a una delegación a la plaza de San Jaume, al Ayuntamiento de la ciudad para ser recibidos por la Concejal de Derechos Civiles. Bienvenidos. Así nos hemos sentido señor alcalde, señores y señoras vecinos, señoras y señores okupas de la Kasa de la Muntanya con quienes compartimos techo y la sabrosa cena final...

Os estimem amics !, Maite zaitugu lagunak !. Con estas palabras terminaba el escrito preparado por un compañero mientras ultimábamos a contrarreloj la última entrevista en el parlamento. Escrito que tuve el honor de leer para dar por terminados los actos programados. Es un buen final.

Queridos compañeros: regresamos a Euskal Herria con un recuerdo imborrable. Hasta siempre. Josu Cerrato

Post data.- Imposible terminar sin dedicar este relato al colectivo de pres@s politic@s vasc@s , a sus familiares y amigos, a Etxerat, y particularmente a Lurdes, a Aiboa, a Mila, a Jon y a otros muchos y muchas cuyos nombres y vivencias han llenado nuestros relatos: Vosotras y vosotros sois sin duda los verdaderos protagonistas. Gora gu ta gutarrak !
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