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Notícies :: amèrica llatina
Pinceladas de un viejo debate
28 gen 2004
LA PREGUNTA DE ¿CU�NTO IMPORTA EL LUGAR? TIENE QUE VER CON UN VIEJO DEBATE QUE NO HA PODIDO SER RESUELTO PORQUE NINGUNO DE SUS COMPONENTES DEBE SER DISCRIMINADO.
Otra persona [o tal vez la misma] que respondió a mi texto de “Una propuesta sobre Cuba� argumentó que “Más derecho tiene cualquiera a opinar sobre Cuba que alguien que precisamente está dentro de la Bestia.�

Y como yo estoy “dentro de la Bestia,� me siento aludido a responder al argumento porque además lo agradezco que salga a la luz. En algún sentido, el argumento realmente no debería requerir más de lo que comenté en “No lo tomes a pecho.� Pero en otro, aunque segúramente no es del reconocimiento de esta persona, el argumento toca los parámetros de un viejo debate en el que se ha disputado la primordialidad entre la consciencia y el mundo real. Es un debate que no ha podido ser resuelto en la educación convencional y en algunos círculos políticos porque, a mi parecer, ninguno de sus componentes debe ser discriminado, en ningún momento histórico.

Pero ten cuidado amigo, no te precipites. No te olvides que la “gusanera� batistiana no sólo vive en Miami, también vive en España, y por otros lados. ¿A ellos también te refieres cuando hablas de los “cualquiera� que tienen “más derecho�? No olvides que España también ha tenido una larga historia de reputación de imperialismo en América Latina, y posiblemente tú vives allí adentro. Pero no te preocupes, la verdad es que no importa el lugar. Lo que importa, como podría haber dicho el Ché, es tu capacidad de sentir y actuar en contra de las injusticias donde quiera que te encuentres.

Es posible que alguien podría objetar el argumento de que “no importa el lugar,� y yo tengo sensibilidad a la objeción, puesto que, en términos marxistas, es cierto que no se “piensa� de la misma manera viviendo en un palacio residencial que viviendo en un rancho. Las condiciones materiales de existencia son indudablemente un factor elemental en la clase de consciencia que uno tiene del mundo. Si éso no fuera cierto, no tendríamos tantos oportunistas y tantas personas inocentes deslumbradas por las ventajas del poder y los bienes materiales. En lo que a mí respecta me conformo con una vida simple, con las necesidades básicas; no soy esclavo del consumismo ni de las modas, ni tampoco de las modas de pensamiento que se toman por garantizadas o sin contemplaciones.

Si la felicidad tiene algún sentido, prefiero imaginarla no como un destino pero como un proceso en la capacidad de sentir y actuar en favor de los pobres. Cuando vivamos en un mundo más justo e igualitario, si es que la utopía va por buen camino, y si es que hay algún sentido de destino, entonces ya no será necesario imperiosamente IMAGINAR la felicidad, puesto que sencillamente la VIVIR�AMOS. Pero mientras ese día llegue, imaginar la lucha y la resistencia es imaginar la felicidad. No estás obligado a aceptar mi noción de felicidad, por supuesto; hay otras. El presidente uruguayo Jorge Batlle, por ejemplo, podría preferir que aspiraramos “a ser mendigos felices,� como lo escribió el escritor Eduardo Galeano.

Es por eso que los “mostmodernistas� y los “existencialistas� no me impresionan cuando obstinadamente quieren reducir todo el mundo material a las leyes del “lenguage� o al principio de “la construcción de la realidad.� O cuando quieren reducir todo el mundo material al aspecto subjetivo y oscuro del hombre para luego contentarse con una crítica del capitalismo enfocada a la “codicia,� la “avaricia� o el “egoísmo� – los cuáles son sólamente una parte del cuento.

Tampoco me impresionan los que obstinadamente aportan la otra parte del cuento, o los marxosos, los trotskos, y otras especies parecidas que todo lo reducen a los manuales o al escolasticismo, o a las leyes de la economía mundial y a los grandes períodos históricos del desarrollo capitalista sin decir una palabra sobre el potencial revolucionario inherente en la consciencia. O cuando se dan por satisfechos al criticar las desigualdades entre países “periféricos,� “semiperiféricos� y “centrales� del sistema capitalista sin decir una palabra del significado del conflicto entre la consciencia y las estructuras al interior de los países históricamente concretos.

¿Cuánto importa el lugar, entonces? No sé. Pero si crees que tus condiciones materiales de existencia determinan tu consciencia, éso depende de cuál sea tu consciencia. O si, por el contrario, crees que tu consciencia determina tus condiciones materiales de existencia, éso también depende de tu consciencia. De cualquier manera, cuando digo “consciencia,� no te confundas, no estoy pensando en el “absoluto� de Hegel, ni tampoco en alguna fórmula individualista trascendente. Estoy pensando en una consciencia que para sentir, actuar, y luchar contra las injusticias del mundo no necesita tratar los dos componentes de la realidad social como autónomos.

Estoy pensando en una consciencia que para tener algún significado de dignidad debe estar enlazada a las condiciones materiales de existencia; pero para que estas condiciones materiales de existencia adquieran un significado decente, necesitamos una especial clase de consciencia política. Y la única que yo me puedo imaginar es una que CESE de recibir oxígeno moral de la “compasión mutilada,� o de las convencionales formas hipócritas de hacer política, y que comience, en cambio, a alimentarse de una nueva orientación moral que vaya más allá de lo que predicamos por humanidad.

--Wilfredo Gutiérrez, sociólogo, radicado en Estados Unidos.
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