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Notícies :: guerra
Los preparativos para una próxima guerra mundial
24 gen 2004
El Pentágono acelera todos sus preparativos para una próxima confrontación bélica internacional, que no tendrá por objetivo únicamente a pequeños países, como hasta ahora, sino a otras potencias imperialistas de primera línea.
La guerra de Irak ha servido de preparación, obligando a Estados Unidos a redefinir completamente su estrategia militar en el exterior.
La idea de crear bases militares combinadas en el mar, que ya existía, se avivó durante la guerra de Irak, cuando la Cuarta División de Infantería estuvo parada esperando autorización para atravesar Turquía.
A comienzos de enero de 2004 tres Gobiernos europeos (Polonia, Rumania y Bulgaria) empezaron a negociar la creación de instalaciones de nueva generación, mientras que en Washington los estrategas del Pentágono empiezan a desarrollar el más novedoso concepto de las bases combinadas en el mar, en aguas internacionales, aprovechando la superioridad tecnológica de la que gozan sus fuerzas armadas.
Washington no ha esperado mucho para empezar a poner en marcha lo que hasta ahora no era más que una orientación política. Marc Grossman, subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, y Douglas Feith, subsecretario de Defensa, emprendieron a primeros de diciembre de 2003 una gira por diversas capitales europeas para explicar las nuevas prioridades y, esta misma semana, se ha anunciado en Varsovia, Sofía y Bucarest que las negociaciones están en marcha para la instalación de bases norteamericanas.
El ministro polaco de Defensa, Jerzy Smajdzinski, dijo que Estados Unidos está buscando bases esqueleto que tendrán instalaciones permanentes pero no serán guarniciones estables de soldados, como fueron las bases militares durante la guerra fría. De hecho, parte de esta reorganización va a suponer también la retirada de muchos de los 70.000 soldados norteamericanos que hay en Alemania.
Rumanía también ha ofrecido al Pentágono diversos emplazamientos, algunos de ellos localizados en la costa del Mar Negro, que es la zona que más puede interesar al Pentágono debido a su proximidad a la región de Oriente Próximo. Bulgaria y Rumanía colaboraron en 2003 con el esfuerzo bélico norteamericano autorizando el uso de su espacio aéreo y los parlamentos de los dos países ya han autorizado la instalación de bases estadounidenses.
En el caso de Rumanía, versiones no oficiales han mencionado la posibilidad de que Estados Unidos pudiera instalar una base de misiles, aunque este extremo no parece acorde con la nueva filosofía de la presencia militar norteamericana, centrada en efectivos móviles y pequeños, pero altamente tecnificados.
Pero la verdadera novedad en este campo es el nuevo concepto que ya ha empezado a ser desarrollado por los estrategas norteamericanos y que consta de tres nuevas capacidades: golpear desde el mar, escudarse en el mar y basarse en el mar. La experiencia en Kosovo, Afganistán, Irak y Turquía ha revelado la necesidad de bases flexibles, persistentes y soberanas. Solo así se garantizará la futura viabilidad de las operaciones militares de intervención donde el acceso ha sido restringido o negado, escribió en enero de 2004 Thomas Hayden en la revista especializada Military.
Este ex oficial de los Marines, que ha trabajado bastantes años para modernizar el Ejército saudí, es quien afirma que hay que agradecer a Ankara no habernos ayudado en la guerra de Irak ya que ahora EE.UU. se va a asegurar de que una futura operación militar no pueda ser obstaculizada.
La idea al parecer existía ya con anterioridad, pero han sido los acontecimientos durante la guerra de Irak, cuando la Cuarta División de Infantería y más de 20 barcos de carga con todo su material estuvieron paradas en plena guerra, esperando una autorización para atravesar Turquía que nunca llegó. El concepto de bases en el mar representa una fórmula crítica para el futuro de capacidad militar conjunta. Ayudará a asegurar el acceso a las áreas donde se le ha negado a Estados Unidos el acceso a instalaciones de apoyo, aseguraba Hayden en su artículo.
Por su pqrte, el Ministerio de Defensa británico sobrepasó en 3.100 millones de libras (4.428 millones de euros) lo presupuestado en 2003 para la compra de armamento.
El enorme esfuerzo de guerra realizado con la intervención en Irak no ha permitido enjugar el sobrecoste que a lo largo del año tuvieron diversos proyectos armamentísticos.
El incremento del gasto se debe sobre todo al encarecimiento de cuatro proyectos: el avión de combate Typhoon, conocido antes como Eurofighter; el submarino Astute de propulsión nuclear; los aviones de reconocimiento marítimo Nimrod, y el misil antitanque Brimstone.
Los cuatro pedidos, realizados a BAE Systems, la empresa británica principal proveedor de armamento del Ministerio de Defensa, se han demorado en su desarrollo varios años y durante el último ejercicio su coste conjunto se ha incrementado en 2.700 millones de libras (unos 3.857 millones de euros). Un antiguo alto dirigente de BAE Systems reconoció en declaraciones a la BBC que es práctica de las empresas armamentísticas no declarar a los Gobiernos el precio real de los programas de armas, ya que nunca se lograría el contrato, y que luego el pago final se eleva aduciendo imprevistos e incrementos de los costes.
La dimisión de Geoff Hoon, ministro de Defensa, planea últimamente por el caso de la muerte de un soldado británico en Irak al que le fue retirado el chaleco antibalas. Las autoridades militares justificaron en su día la medida por la necesidad de que dicho chaleco fuera compartido por varios compañeros, ante la escasez de material de las tropas desplegadas en aquel país.
Sobre Hoon planean también otras amenazas, en particular la investigación por la muerte del experto en armamento David Kelly.
La competencia con sus rivales norteamericanos está destrozando a las empresas europeas. Como muchas de ellas venden en los mercados internacionales, la devaluación del dólar y la revaluación del euro están comprimiendo dramáticamente sus márgenes de beneficio.
Pero la principal ventaja de las norteamericanas es el enorme y creciente gasto militar, que les permite compensar la caída (que también se registra en los Estados Unidos) de la demanda civil. La General Electric, por ejemplo, vende más motores de aviones al Pentágono que a todos sus clientes comerciales juntos. Los 310.000 millones de dólares de presupuesto militar de Estados Unidos -contra 144.000 millones de toda Europa- son un enorme subsidio al capital norteamericano.
La industria armamentista británica, fuertemente asociada al Pentágono, es la excepción dentro el derrumbe industrial europeo: por ejemplo, Rolls-Royce y GKN, dos compañías con sustanciales ventas militares en Estados Unidos y Gran Bretaña, son de las pocas que han obtenido beneficios, incluso muy superiores a los esperados.
El contraste con las empresas armamentistas europeas es abismal. AEDS, fusión de la alemana Dasa con las francesas Matra y Aerospatiale, principal accionista de Airbus y fabricante de los satélites europeos Arianne, a la que se califica como el corazón de la defensa europea, planea despedir a 1.700 trabajadores. Giat, fabricante del tanque Leclerc, enfrenta su sexta reestructuración en diez años, con el despido de 3.500 de sus 6.700 empleados, como consecuencia de las enormes pérdidas que enfrenta por la reducción del número de tanques que le comprará el Estado francés (sólo 406 cuando se preveían 1.400). El astillero estatal francés DCN, fabricante de buques de guerra y submarinos nucleares, anunció la supresión de mil empleos (el 10 por ciento de su fuerza laboral) en los próximos tres años.
En esta lucha industrial mortal, y en particular en la rama de las industrias militares, no sólo se juega el destino de determinados grupos sino, por sobre todo, el propio futuro industrial europeo. No es tal o cual grupo sino el capital europeo en su conjunto lo que está en cuestión. Esta es una de las razones centrales de la división de la Unión Europea frente a la guerra y del enfrentamiento de Francia y Alemania con Estados Unidos.
La Unión Europea ha iniciado la fabricación conjunta de armamento, cuyo elemento insignia es el Eurofighter (también hay fragatas, submarinos, etc.). Proceso que sigue en marcha gracias al proyecto de construcción de otro nuevo caza europeo (en versión tripulada y no tripulada), así como misiles y otros sistemas militares. A este pastel van a hincarle el diente las empresas europeas, que están inmersas en un proceso de concentración y fortalecimiento. El mejor ejemplo es la creación de EADS, a partir de la francesa Aerospatiale Mantra, la alemana Dasa y la española CASA.
También ha impulsado su desarrollo militar con la creación de ejércitos: en 1992 el Eurocuerpo, en 1995 el Euroejército del Sur y en 1999 el Cuerpo de Reacción Rápida de la UE. Además, en la cumbre de Colonia de 1999 se aprueba la integración de la UEO en la UE. Cuando se formalice la integración, la relación entre la UEO y la Unión Europea se hará tan íntima que el secretario general de la alianza militar será el responsable de Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea (PESC).
La cumbre de Bruselas de los días 12 y 13 de diciembre de 2003 concluyó con un acuerdo sobre la defensa europea para crear una célula militar dentro de la Unión Europea, el embrión del futuro estado mayor europeo con capacidad para planificar operaciones militares autónomas respecto a la OTAN y los Estados Unidos.
Este proyecto desató una furiosa oleada de críticas en Estados Unidos, que acusó a la Unión Europea de debiliar a la OTAN.
El Consejo Euroepeo ha ordenado a Javier Solana, responsable de la PESC, poner en marcha en Cuartel General europeo antes de finales de 2004.
En 2003 la Unión Europea llevó a cabo sus primeras operaciones militares idependientes, bien apoyándose sobre la OTAN, en el caso de la operación Concordia en Macedonia, pero también sobre medios nacionales, como en la misión Artemis en el Congo, bajo dirección francesa.
En Bosnia, la Unión Eurpea se apresta a sustituir a las tropas de la OTAN.
En la cumbre de Colonia de 1999, la Unión Europea se dotó de estructuras político-militares para ejecutar las resoluciones en política de defensa. Estas estructuras se perfilaron definitivamente en la cumbre de Helsinki de aquel mismo año, con la creación de un Comité Político y Militar, un Comité Militar Permanente y una Jefatura Militar. Aunque los mismos representantes nacionales son los que intervienen en el Comité Militar Permanente de la Unión Europea y en el Consejo Atlántico de la OTAN.
Tanto el Eurocuerpo como el Cuerpo de Reacción Rápida se diseñan como de rápido despliegue y realizan misiones de mantenimiento y/o imposición de paz, aunque al Eurocuerpo también se le ha asignado la defensa del territorio europeo. El Cuerpo de Reacción Rápida de la Unión Europea es operativo desde 2003 y se nutre de unos 60.000 soldados (de los cuales aproximadamente un tercio serán aportados por los países que se incorporen próximamente a la UE), 400 aviones de combate y 100 buques; además será complementado con una fuerza de 5.000 policías. Las tropas deberán poder desplegarse en un plazo de sesenta días y permanecer en la zona de conflicto, al menos, durante un año. Este cuerpo no será permanente, sino que los estados se comprometen a asignar los elementos en caso de necesidad. El mando de este ejército lo ostentará el Comité Político y de Seguridad Común, bajo la presidencia semestral de turno de la Unión Europea en tiempos de paz y, en caso de crisis, del responsable de la PESC, actualmente el español Javier Solana.
Dicha fuerza necesita el material de Estados Unidos para poder ser de despliegue rápido y, según lo acordado en la cumbre de Berlín de 1996, Estados Unidos tiene derecho de control e inspección sobre las misiones que se realicen con este material, aunque no participe. Además, el uso de este instrumental debe pasar previamente por la aprobación del Consejo Atlántico, donde, además de Estados Unidos, otros estados ajenos a la Unión Europea, como Turquía, pueden vetar el uso de ese material.
También hay que señalar que la Unión Europea se ha dotado de un sistema de espionaje propio.
Para subrayar el papel de potencia militar de la Unión Europea en el mundo, no hay que olvidar que las tropas de sus Estados han estado presentes en todas las últimas intervenciones, empezando por la Guerra del Golfo, continuando por los conflictos de los Balcanes y llegando a las operaciones de castigo de Estados Unidos tras el 11-S. Además, también han actuado de manera independiente, defendiendo sus intereses nacionales, como atestiguó la Operación Turquesa que llevó a cabo el ejército francés durante las matanzas de Ruanda, o la actuación de Alemania en los conflictos yugoslavos.
En paralelo a este proceso se ha desarrollado la Identidad de Seguridad y Defensa Europea (ISDE) en el seno de la Alianza Atlántica. Su finalidad ha sido la reducción de gastos de Estados Unidos, con el aumento de los de los socios europeos. La UEO ha sido la plasmación de esta ISDE. Tras la reunión de Petersberg en 1992 se produce un reparto de misiones entre la UEO y la OTAN. A la UEO se le encomiendan misiones de gestión de crisis, operaciones humanitarias y operaciones de mantenimiento de la paz; mientras que la OTAN se reserva la defensa de sus estados miembros. Esto respondió a la realidad de ese momento, en la cual la UEO tenía un estatuto (el Tratado de Bruselas) que le permitía intervenir más allá de su territorio, cosa que no podía hacer la OTAN con el Tratado de Washington. En todo caso, este reparto no se ha respetado e intervenciones como la que se produjo en Yugoslavia en 1999 o la actual de Macedonia, que han sido calificadas como de imposición de la paz, han sido llevadas a cabo por la Alianza Atlántica. Un ejemplo de cómo es realmente el reparto de cargas entre europeos y americanos es la intervención de la OTAN de 1999 en Yugoslavia, donde el material de alta tecnología fue aportado en su mayoría por Estados Unidos (diez veces más que el aportado por la Unión Europea), sin embargo, la aportación de soldados (con todo lo que ello supone de cara a la opinión pública) fue diez veces mayor por parte de los europeos.
El ataque a Irak es el prólogo de una nueva guerra mundial
La tensión entre las grandes potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos y Alemania, se multiplica a diario y tiene como objeto inmediato de su codicia a Irak y sus pozos petrolíferos. En su feroz apetito devastador nos llevan a marchas forzadas hacia una nueva guerra mundial de brutales dimensiones.
Asistimos ahora a una verdadera agresión en la que Saddam Hussein y las Naciones Unidas no son más que las excusas que apenas encubren la sucia rapiña que los imperialistas codician, a saber, los pozos petrolíferos irakíes.
Una vez más, es el reparto del mundo, el control de las materias primas, lo que enfrenta a las grandes potencias imperialistas, que han comenzado a delinear ya dos bloques antagónicamente enfrentados en torno a Estados Unidos y Alemania. Estos dos países han ido agrupando a toda una constelación de satélites de segunda fila que colaboran con ellos y les prestan apoyo con la pretensión de quedarse con las migajas del botín. Así, mientras Francia y Rusia declaran abiertamente alinearse en torno a Alemania, otros como Reino Unidos y España ya se han solidarizado con las posiciones estadounidenses.
Que es el petróleo y no otra cosa, lo que está en juego, lo demuestra la situación paralela que atraviesa Venezuela, donde fracasada la vía golpista para derrocar a Chávez, propiciada por Estados Unidos y nuestro país, los imperialistas ensayan una via algo diferente: la de la huelga general y la desestabilización permanente de todo el país. Con Irak y Venezuela bajo su férula, los Estados Unidos tendrían la oportunidad de controlar la mayor parte del petróleo del mundo, una materia prima de carácter estratégico.
Como consecuencia de los bloques imperialistas que se están formando, la flamante Unión Europea que inauguraron el pasado año ha resultado saboteada y los primeros síntomas de una profunda división ya han aparecido y aumentarán progresivamente en el futuro.
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