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Notícies :: globalització neoliberal
A cuatro años de Seattle...tras el ascenso y quiebra del anticapitalismo negro
13 gen 2004
A CUATRO AÑOS DE SEATLLE...
TRAS EL ASCENSO Y QUIEBRA DEL ANTICAPITALISMO NEGRO,
PREPAREMOS LA VANGUARDIA DEL ANTICAPITALISMO ROJO DE MAÑANA
Hace cuatro años, en diciembre de 1999, un nuevo movimiento proletario, de resistencia, alzaba, desafiante, su rabia y su cabeza encapuchada, en Seattle, ante la sorpresa general del Estado capitalista y de sus lacayos de izquierda. Netamente diferenciado, en sus formas de actuación y en su organización, del movimiento antiglobalizador con el que compartía espacios en su nacimiento, a lo largo y ancho de las llamadas contracumbres, ese nuevo movimiento, que expresaba el hartazgo de precariedad y sobreexplotación, de la juventud proletaria de las grandes urbes capitalistas desarrolladas (sobre todo, las de EEUU y Alemania), y era fruto de la puesta en marcha de una nueva revolución productiva ―exactamente igual que el antiglobalizador, bien que este último lo fuera en clave reformista―, se ganó, bien pronto, la enemistad declarada de todo el arco político del sistema.
Mucha tinta corrió entonces, desde las oficinas de prensa del Capital, para intentar ofrecer una explicación a un fenómeno que crecía y ganaba simpatías, a velocidad de la luz, entre la juventud explotada de los principales Estados capitalistas.
Muchas fueron las plumas que buscaron, en vano, colocarle unos referentes ideológicos, aceptables e inofensivos para el mundo burgués ―desde el anarco-primitivismo de Zerzan a las resacas postmodernas de Negri, pasando por toda la herencia-basura de mayo del 68― con el objetivo de encauzar dicho movimiento hacia un programa de reformas capitalistas. No lo consiguieron. El anticapitalismo que nació en Seattle, pero que, años antes, ya había dado varios avisos, en estado aún embrionario, en Francia y otros lugares, prosiguió su curso, haciendo oídos sordos a toda la chusma política de la izquierda y extrema izquierda burguesa.
Y así, tras Seatlle llegó Praga, Niza..., Gotemburgo, Barcelona, y, en lo que parecía una ola imparable, de entusiasmo y rebeldía invencible, Génova, en julio de 2001, ciudad en la que las cosas cambiarían para siempre.
Esta urbe italiana fue la elegida, por el Estado capitalista, para dar un aleccionador vuelco a la situación. Tras la provocación orquestada contra el Black bloc, tras el asesinato del anticapitalista Giuliani y el asalto, con saña, a los locales del Foro Social reformista ―como toque de atención para que éste tomara cartas en el asunto y saliera al paso, activa y beligerantemente, como ocurriría, en adelante, de toda expresión anticapitalista en sus contracumbres―, el movimiento que vio la luz en Seattle, iniciaba una pendiente descendiente hacia su progresiva práctica desaparición de escena en los meses posteriores.
En la cita posterior de Barcelona (marzo de 2002), las organizaciones reformistas, que ya habían señalado al Black bloc como el responsable de lo acontecido en Génova, se presentarían, pues, con la lección aprendida, ofreciendo un día especial de "acciones descentralizadas", para que los anticapitalistas pudieran desfogar su furia, con antelación y fuera de la manifestación unitaria, renunciando, con ello, a organizar su propio bloque y a entrar en conflicto con los reformadores del sistema, tal como había ocurrido en la manifestación de Barcelona, en junio de 2001, con el cortejo de la Resistencia anticapitalista, que reunió a los anticapitalistas y amparó su acción contra el sistema fuera del resto de cortejos, entre ellos, el de la CNT anarcosindicalista.
En marzo de 2002, en Barcelona, los dirigentes antiglobalizadores de la contracumbre, entre ellos, destacadamente, la denominada Plataforma contra la Europa del Capital ―dirigida por ese sindicato, también anarcosindicalista, como su organización, en el fondo, hermana, que es la CNT, pero un pasito más a la derecha de ésta, la CGT; plataforma acto seguido integrada, sin trámite alguno, con el anticapitalismo ya en franca retirada de escena, en el Foro Social reformista de Porto Alegre― no solamente cambiaron el recorrido anterior por uno más controlable, sino que llegaron a pactar, incluso, un servicio de orden con el Estado capitalista para aislar y sofocar, como así consiguieron, cualquier posible foco de rabia anticapitalista.
El resultado de todo ello fue la primera gran convocatoria antiglobalizadora que no registraba incidentes dignos de mención y la primera gran derrota, apenas sin resistencia organizada, del anticapitalismo negro que, para más inri, era disuelto, sin demasiado ruido, por la policía, con una facilidad pasmosa, (en pura estampida) en el día, lugar y fecha, que él mismo (Març Attack) había reservado para su propia acción...; día, lugar y fecha que la citada Plataforma había concedido a los anticapitalistas para realizar su “acción descentralizada�, a cambio ―los hechos son concluyentes― de la contrapartida oportunista, por parte de Març Attack, de no formar ningún bloque anticapitalista en la masiva manifestación que tendría lugar al día siguiente.
Incapaz, por tanto, de afrontar al reformismo, que ya lo apuñaló tras Génova y que lo estaba apuntalando ahora, en Barcelona, el anticapitalismo conocido desde Seattle hasta entonces, situado bajo la influencia anarquista, el anticapitalismo negro, dejaba así definitivamente, al aire, las debilidades apolíticas y espontáneas que lo consumirían en los meses siguientes.
En las siguientes cumbres capitalistas todo transcurrió, así, sin pena ni gloria, sin sorpresa ni novedad, esto es, perfectamente controlado por la izquierda capitalista “alternativa� mientras el grueso del anticapitalismo brillaba por su ausencia o se refugiaba cabizbajo en pequeños núcleos, ya no bajo su propia bandera de lucha, resuelta e independiente del Estado capitalista, ―por la destrucción del capitalismo y contra toda reforma de éste―, sino disuelto dentro de los bloques, siempre respetuosos con los "servicios de orden" reformistas, organizados, para la ocasión, por el partido anarquista, claramente puesto, durante esas movilizaciones, en su papel histórico de último baluarte de defensa de la democracia burguesa
Más tarde, llegaron las movilizaciones pacifistas contra la guerra de Irak, en las que la marea ciudadana acabó de dejar subsumido, aturdido, desorientado y sin respuesta, a lo poco que aún resistía, a la luz del viejo anticapitalismo negro. Finalmente, los restos de éste dispersos y confundidos, aquí y allá, con la mil y una expresiones del reformismo antiglobalizador, acabaron por refugiarse, silenciosamente, en las catacumbas del movimiento okupa, de las que un día habían salido para conquistar el mundo.
Desde entonces aquí, los compañeros del MAR hemos ido extrayendo balances y exponiendo estas conclusiones, a cada paso, a la par que tratando de impulsar, sin condiciones previas, ideológicas, de ningún tipo, la unidad de acción y la organización independiente de todos los anticapitalistas. Mas la experiencia nos ha demostrado, tozudamente, que, en tanto que la próxima situación revolucionaria que, más allá de las apariencias, se está gestando en las mismas entrañas de la sociedad capitalista, no haga sentir su aliento entre la juventud explotada de los países más desarrollados, todo auténtico combate por dotar al anticapitalismo de una auténtica organización propia, de masas, que le permita afrontar, como es necesario, al Estado capitalista y sus servidores reformistas, pasa y sólo puede pasar por la preparación, paciente y sistemática, de una vanguardia anticapitalista revolucionaria que, cuando estalle, la nueva oleada anticapitalista, esta vez impregnada de revolución, como inevitablemente sucederá ―sin ir más lejos, con ocasión de los terribles efectos sociales de la próxima crisis económica a las puertas, cuyo desencadenamiento la burguesía trata de retrasar, en la actualidad, a todo precio―, sepa, armada con las lecciones históricas deparadas por la lucha de clases entre explotados y explotadores, ponerse a la cabeza de ella, para conducir el anticapitalismo de nuestros días, por encima del cadáver de los aparatos reformistas del Estado burgués y de este mismo, a su destino, la destrucción para siempre de la sociedad capitalista, el alumbramiento de una comunidad humana mundial, ya sin clases ni explotación de ningún tipo.
En pocas palabras, solamente sobre la base de la asumición de lecciones como las aquí planteadas, como las expuestas, por ejemplo, en el conjunto de la Voz anticapitalista, esa vanguardia anticapitalista de nuestro tiempo podrá construir y construirá, cuando la correlación de fuerzas así lo permita, un verdadero movimiento anticapitalista revolucionario, destinado a desempeñar el papel de destacamento de choque de la lucha revolucionaria general que librará, por su emancipación, el conjunto de las masas explotadas del planeta. Pero, para entonces, el anticapitalismo negro de hoy ―apolítico, abstencionista y desorganizado; difuso y descentralizado, por principio― habrá dejado su lugar necesariamente a un anticapitalismo político y revolucionario, centralizador y organizador (bajo la bandera descubierta de la lucha por la destrucción, de arriba abajo, de la sociedad burguesa) de todas las energías antisistema de la joven generación proletaria de las grandes potencias capitalistas, a un anticapitalismo rojo dispuesto a hacer realidad la sociedad sin clases de mañana, el comunismo, de la única manera en que ello es posible, a través de la imposición de la dictadura revolucionaria de los explotados sobre los explotadores.
Al objeto de preparar, cohesionar y formar esa vanguardia del anticapitalismo rojo del futuro, a los elementos más despiertos, inquietos y conscientes de los anticapitalistas van, pues, dirigidas estas líneas y, en realidad, todo el trabajo que, durante la actual, y relativa, tregua que todavía nos permita, antes de la nueva revolución, la lucha de clases, desplegamos y desplegaremos los anticapitalistas revolucionarios.
Lo que el anticapitalismo negro de ayer no pudo llevar a cabo («Al capitalismo no se le reforma, se le destruye»), el rojo, el revolucionario, de mañana, lo cumplirá hasta sus últimas consecuencias.

Movimiento Anticapitalista Revolucionario (MAR)
27 de diciembre de 2003

Comentaris

Re: A cuatro años de Seattle...tras el ascenso y quiebra del anticapitalismo negro
13 gen 2004
Pamplinas. Iros a grabar programas para Telecinco.
Sois unos farsantes, mentirosos y además estais como una puta cabra.
Re: A cuatro años de Seattle...tras el ascenso y quiebra del anticapitalismo negro
13 gen 2004
Pamplinas. Iros a grabar programas para Telecinco.
Sois unos farsantes, mentirosos y además estais como una puta cabra.
Re: A cuatro años de Seattle...tras el ascenso y quiebra del anticapitalismo negro
13 gen 2004
La juventud explotada contra la extrema izquierda burguesa, el anticapitalismo negro y los partidos anarquistas, las entrañas del movimiento okupa y el MAR presente en Seattle, Praga, Niza, Génova...???? ein
Re: A cuatro años de Seattle...tras el ascenso y quiebra del anticapitalismo negro
13 gen 2004
Os estáis pasando con las drogas, y estas pasan factura. Advertidos quedáis MARcianillos
Re: A cuatro años de Seattle...tras el ascenso y quiebra del anticapitalismo negro
13 gen 2004
Un pseudointel·lectual amb unes palles mentals impresionants s'encarrega de redactar manifestos infumables, dos o tres coleguilles ho pugen a tot arreu i redacten un pamflet de i per l'ideòleg que intenten redistribuir als centres socials. Quatre jugant al tute, profundament sectaris, en un altre dimensió...
Re: A cuatro años de Seattle...tras el ascenso y quiebra del anticapitalismo negro
14 gen 2004
Anticapitalismo negro?anticapitalismo rojo?....mande????
Sindicato Sindicat