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En situación "muy peligrosa", el conflicto en Chiapas: David Fernández
11 gen 2004
En situación "muy peligrosa", el conflicto en Chiapas: David Fernández.
México D.F. Domingo 11 de enero de 2004

Fox dejó el problema a las fuerzas armadas, dice el defensor de derechos humanos.

En situación "muy peligrosa", el conflicto en Chiapas: David Fernández.

Enviar 40 mil efectivos castrenses, parte de la estrategia, revela investigación de Jorge Sierra

San Cristobal de Las Casas, Chis. 10 de enero. "El conflicto chiapaneco ha llegado a una situación muy peligrosa, no sólo para Chiapas sino para la República entera", advierte el defensor de derechos humanos David Fernández. "El peligro ahora es que el presidente Fox, al suponer o pretender que no existe ya conflicto armado en Chiapas, entregue de hecho el conflicto del sureste a las fuerzas armadas y se desmantelen o se fuerce al retraimiento a los actores políticos y a la sociedad civil."
La presencia militar en el conflicto "amplió los espacios de autonomía del Ejército y lo convirtió en nuevo actor político en el escenario nacional", señala Fernández, quien agrega que la nueva relación entre el poder civil con el militar "tiene muchas implicaciones, tanto jurídicas como políticas".
Ex director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Fernández escribe en la presentación del libro El enemigo interno, producto de una investigación del mismo centro: "el nuevo papel que el gobierno de México está haciendo jugar a las fuerzas armadas, así como la creciente influencia del pensamiento militar estadunidense en la doctrina castrense nacional, preocupan a vastos sectores de la sociedad mexicana.
"Por ejemplo: de ser vista tradicionalmente como un elemento confiable para la protección nacional frente al agresor externo, la institución armada ha comenzado a jugar un papel de vigilante del pueblo y a ser percibida como enemiga de su propia gente. Es este un cambio radical, de enorme trascendencia para la conformación de la República y para las relaciones de los ciudadanos y sus instituciones."
El enemigo interno. Contrainsurgencia y fuerzas armadas en México, recientemente publicado por Plaza y Valdés Editores, recoge una importante investigación de Jorge Luis Sierra Guzmán que documenta el papel del Ejército federal en los "conflictos internos" de las décadas recientes, con énfasis particular en el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas y la militarización que ha generado.
Fernández apunta: "en este momento de efervescencia ciudadana y de lucha y transición democrática en el país, es creciente la conciencia de que no existe una relación transparente entre las fuerzas armadas y el poder civil. Asuntos como la definición del presupuesto militar, los ascensos, las prioridades de la defensa nacional, la compra de armamentos y otros temas delicados no están sujetos al control real por parte del Congreso de la Unión y dependen, si acaso, de los exclusivos poderes discrecionales de la Presidencia de la República".
Ante la investigación de Jorge Luis Sierra, el defensor de derechos humanos concluye: "por lo que se refiere a Chiapas, lo que comenzó como una guerra entre ejércitos se fue transmutando gradualmente en una guerra entre grupos sociales (caciques y terratenientes apoyados por la institucionalidad gubernamental contra indígenas y campesinos no priístas, apoyados por el zapatismo). Si bien esta transformación fue algo deseado por el Ejército Mexicano en la medida que lo sacaba de la confrontación directa, el nuevo escenario evidenció su toma de partido por las clases poseedoras y su connivencia con las guardias blancas caciquiles y los grupos paramilitares".
El conflicto chiapaneco ha llegado "a una situación muy peligrosa". Como ha quedado claro en otros países de América Latina, escribe David Fernández, "cuando se destruyen las intermediaciones en los conflictos y se afianza el control militar de los mismos, la solución que mira a las causas del conflicto se aleja cada vez más". Menciona el ejemplo de Fujimori en Perú, quien "se convirtió en rehén de las fuerzas armadas y terminó siendo asesorado por intelectuales y políticos del Ejército".
La saturación militar
"Una de las bajas del Ejército en Chiapas fue su reputación", escribieron en 1995 el coronel estadunidense Stephen J. Wager y el investigador Donald E. Schultz en el ensayo El despertar: la revuelta zapatista y sus implicaciones para las relaciones cívico-militares y el futuro de México, citado en El enemigo interno. Una preocupación constante del trabajo de Jorge Luis Sierra es el prestigio social del Ejército federal, y también la ubicación política de las fuerzas armadas.
"Después del levantamiento indígena de 1994, el gobierno federal desplegó un conjunto de operaciones para aislar política, económica y militarmente al EZLN. Los momentos de mantenerse y de retirarse de la mesa de conversaciones de paz, la inyección permanente de recursos financieros privados y gubernamentales, así como los diferentes avances y retrocesos de los efectivos militares en Chiapas, fueron parte de una estrategia general de disuasión", escribe Sierra, periodista e investigador del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana.
"Desde entonces el gobierno federal mantuvo en estricto secreto el número de efectivos del Ejército Mexicano en Chiapas, así como la naturaleza específica de las operaciones militares realizadas", abunda. "Además de la compra de armamento y del entrenamiento contrainsurgente, la estrategia del Ejército modificó la división territorial y saturó militarmente zonas críticas del territorio chiapaneco".
Recuerda que el gobierno federal aplicó el Plan DN-2 en esta entidad desde el principio del conflicto, si bien con el zedillismo evolucionó a Plan Chiapas. Con éste "se utilizó una fuerza disuasiva de 40 mil efectivos, apoyados por blindados livianos, helicópteros de ataque y tropas especializadas en el combate en la selva". El plan incluyó, según el investigador, "la ubicación e identificación de los principales jefes guerrilleros, la localización de sus posiciones y reductos, la separación del cuerpo armado del EZLN de sus bases de apoyo campesinas y el establecimiento del diálogo como recurso indispensable dada la inviabilidad, admitieron fuentes militares, de una solución estrictamente militar".
Con la doctrina del Plan DN-2 (que legitima el uso de la fuerza armada ante un "enemigo interno que atente contra la seguridad y soberanía nacionales"), el Ejército federal concentró sus tropas en Chiapas para custodiar caminos, carreteras, puentes e instalaciones de infraestructura... y construir caminos y pistas de aterrizaje en las cercanías de la selva".
Las circunstancias señaladas por Sierra produjeron una transformación profunda tanto de la organización castrense de la región y el sentido de sus operaciones, como el papel que juegan las fuerzas armadas en el poder regional y nacional. Para nadie es un secreto que el gobierno federal y estatal han cedido el "gobierno" de la zona de conflicto al Ejército Mexicano. El proceso, desencadenado por Carlos Salinas de Gortari, se concretó con Ernesto Zedillo y se mantiene intacto con Vicente Fox y el gobernador Pablo Salazar Mendiguchía.
Un comentario frecuente entre los periodistas de peso completo que cubrieron el levantamiento zapatista en 1994 era: "ya sacaron al Ejército de sus cuarteles. A ver ahora quién lo regresa". Han pasado 10 años y nadie lo ha intentado siquiera.
Mira també:
http://www.jornada.unam.mx/2004/ene04/040111/012n1pol.php?origen=politica.php&fly=1
Sindicat Terrassa