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Comentari :: corrupció i poder
demócrataS democráticoS
14 des 2003
El presidente de la Fundación Pablo Iglesias y ex vicesecretario general del PSOE, Alfonso Guerra, ha declarado que el secuestro y posterior asesinato de los presuntos etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala son hechos "claramente horribles y condenables por cualquier ángulo que se mire", pero ha puesto en cuestión el sumario que ha dado origen al juicio porque lo instrutó Javier Gómez de Liaño, condenado por prevaricación por su labor en el caso Sogecable.
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CONSPIRACIÓN REPUBLICANA

Ansón: Lo que pasa es que vosotros sois víctimas de un asunto que es escasamente conocido. Mira, el planteamiento es este, el planteamiento es este: hoy aquí, aquí no ha habido una democracia real, hay una oligarquía de partidos, que termina con la dictadura de Franco, pero que crea una dictadura de una oligarquía de partidos como lo que era esa, y la gente se aparta de tener que pasar por la "horcas caudinas" de unos partidos mediocres, que son incapaces de gobernar y, además, no pasamos por ello, porque nos privan del mando, por lo tanto hay que desmontar este Sistema. ¿Cómo se desmonta este Sistema?. Este Sistema se desmonta de la única manera posible: acudiendo al otro Poder. Hay un Poder Legislativo, que controlan ellos. Hay un Poder Ejecutivo que controlamos. Y un Poder Judicial. Ejemplo el italiano. ¿Qué es lo que tenemos que hacer?, captarnos a esos jueces. Esos jueces que a la cabeza está Gómez Mariño...

Vera: Ventura Pérez Mariño

Ansón: ...de Ventura, perdón, de Ventura Pérez Mariño, esos jueces, bien organizados y bien..., son la espoleta para cargarse el Sistema de partidos. Que es... ¿cómo...cómo hacemos la operación?, tu fíjate como estaba, como está la operación prevista: hay que cubrir de corrupción al partido en el poder, hay que cubrir luego de corrupción al partido en la oposición, cuando está en el poder. La..., lo que le ocurriría a Aznar si las cosas continuaran como están previstas y cuando la gente está diciendo "hay una clase política absurda que no sirve para nada", se mete al Rey en la operación. Y en este momento tenemos preparada una Constitución republicana, que la sometemos a referéndum, que no es vinculante, pero ocho millones de votos,...en favor de un sistema regeneracionista. Un Sistema que, visto de esta parte, no es tan inteligente por parte de Trevijano, que ya no es, lo que va a ser rechazado internacionalmente que es una república soviética, es una rep... Una constitución idéntica a la norteamericana, es el mismo Sistema que el norteamericano. Esta constitución, yo la leí, es una cosa que..., que es una entelequia similar a la república norteamericana. Y, a partir de ese momento, ¿quién se enfrenta con un..., un país clamando que la clase política en pleno está corrompida? Clamando a lo largo de..., que han intentado..., ya las últimas disposiciones del staff daba paso a este plan: con cincuenta jueces, cincuenta comandos...

Vera: Pero eso no lo puede capitanear sólo Trevijano, ¿no?.

Ansón: Desgraciadamente..., desgraciadamente hay ahí un ala..., un ala del partido comunista, que es el que ha montado todo el tinglado y de los jueces...


TAMBIEN SE FINANCIO ACTOS ELECTORALES DE UCD Y SE PAGO A FISCALES

Sáenz de Santamaría dice que Suárez pagó a ETA el rescate de Rupérez con fondos reservados

El general retirado y ex director general de la Guardia Civil José Antonio Sáenz de Santamaría declaró en el juicio de los fondos reservados que, durante la etapa de Gobierno de UCD, se utilizaron fondos reservados para pagar actos electorales de este partido en el País Vasco y también el rescate de 200 millones de pesetas del entonces diputado secuestrado por ETA, Javier Rupérez.

Este último pago se realizó por orden del entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, según manifestó este testigo.

Sáenz de Santamaría concretó que los citados pagos se realizaron con cargo a una cuenta de fondos reservados cercana a los 1.000 millones de pesetas que él tuvo a su disposición en 1980, cuando el Gobierno de la UCD le nombró Delegado Especial de Seguridad de las tres provincias vascas.

La mayor parte de este dinero, según explicó Sáenz de Santamaría, se empleó en la compra de solares para dependencias de la Guardia Civil en el País Vasco y el pago a confidentes para obtener información, que se utilizó en la lucha antiterrorista.

En relación con el uso de fondos reservados durante la etapa en el Gobierno socialista, el general afirmó que nunca obtuvo sobresueldos ni gratificación alguna y que jamás oyó que otros altos cargos o funcionarios de Interior los cobraran.

Pagos a fiscales

En la sesión del juicio celebrado ayer también compareció el ex subdirector general de la Policía Pedro García Juarranz, quien negó haber cobrado sobresueldos y testificó que él pago con fondos reservados a fiscales de la Audiencia Nacional por las clases que impartían a miembros de la Policía.

Precisó que se pagaban 60.000 pesetas, por clases particulares impartidas a policías antiterroristas, a los fiscales Eduardo Fungairiño, Jesús Santos, Pedro Rubira e Iganacio Gordillo, aunque él entregaba el total de 240.000 pesetas a Gordillo para que él lo distribuyera. Añadió que el dinero se lo daba a él Juan de Justo, por orden del ex secretario de Estado para la Seguridad Rafael Vera.

El fiscal Anticorrupción, Alejando Luzón, preguntó a este testigo por dos inmuebles que éste posee en Miami. García Juarranz explicó que el dinero para pagar estas propiedades no proceden de los fondos reservados, y que tuvo que suscribir dos hipotecas que aún sigue pagando para poder adquirirlos.

Igualmente compareció ayer en el tribunal el hermano del ex secretario de Estado para la Seguridad, Juan Luis Vera, quien negó que Rafael haya tenido nada que ver con la compra de la finca "El Relumbrar" en Alpera (Albacete) cuya propidad le atribuye el fiscal.



BIOGRAFÃ?A DEL ESPÃ?A MODELO

El espía que surgió del Pozo

... del Tío Raimundo, el barrio donde ayudaba al comunista padre Llanos. Y que jugó un oscuro papel el 23-F. Las dos caras del jefe del Cesid

Entonces era un capitán de Infantería treintañero. Aún no había nacido Colodrón, el superespía. Javier Calderón, huérfano de padre por un fusilamiento republicano en el 36, decidió dedicar algunas de sus tardes libres como militar a colaborar con el padre Llanos en el Pozo del Tío Raimundo, entre chabolas y pobreza. Una fotografía vieja, tanto como aquella España franquista por la que ya circulaban los primeros seiscientos, lo retrata en una entrega de diplomas de la Escuela Profesional 1º de Mayo. El sacerdote José María de Llanos, presente en la escena, logró forjarse tal trayectoria personal y política entre los desheredados del extrarradio madrileño como para que su obra, a su muerte en 1992, mereciera un monumento levantado en su memoria. Así reza la leyenda: "Jesuita y comunista, ex falangista y miembro con carné de Comisiones Obreras y del PCE, piadoso cura rezador y revolucionario hijo de San Ignacio, amante de la Iglesia y crítico de las instituciones, apóstol de la tolerancia y uno de los últimos profetas de nuestro tiempo".

Su joven ayudante en aquellos primeros 60, ha realizado también una notoria carrera. Dos para ser precisos. La militar le llevó, hasta su pase a la reserva, a lo máximo: teniente general (son diez, como quien dice, en toda España). La de agente secreto -se inició como espía, reclutado por el Servicio de Información del Alto Estado Mayor, en 1971- le condujo, de la mano del PP triunfante de 1996, a la dirección del Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid).

El teniente general Javier Calderón Fernández, el espía que surgió del Pozo del Tío Raimundo, el número dos de La Casa (sobrenombre del Cesid) la oscura noche golpista del 23-F, vive hoy atrincherado. Un trabajo sucio de sus hombres, pillados in fraganti espiando ilegalmente en la sede de Herri Batasuna (HB) en Vitoria, ha puesto en serios aprietos al Gobierno de José María Aznar -el ministro de Defensa, Eduardo Serra, comparecerá el martes ante la Comisión de Defensa del Congreso para informar del "error"- y ha recluido al superespía y a sus más inmediatos colaboradores en la sala de crisis del edificio central del Cesid, en el kilómetro ocho de la carrera de La Coruña, a las afueras de Madrid.

"Colodrón"

El pinchazo en la sede de HB en la capital alavesa alcanzó el hígado de Colodrón (nombre en clave de Calderón) el mismo día, 31 de marzo, en el que el Tribunal Supremo condenaba a Juan Alberto Perote -ex agente del Cesid- por revelación de secretos relativos a la seguridad nacional. Pero la verdadera bomba que hacía temblar los cimientos de La Casa, supuestamente depurada por Calderón por mandato expreso de Aznar, no llevaba membrete de sentencia judicial. La tinta impresa del diario Egin, que volvía a hablar de guerra sucia, se convirtió en dinamita pura. Lo peor para Calderón no lo contaba el rotativo: un fallo de evaluación del Departamento de Contraterrorismo, dirigido ahora por el hijo del teniente general Andrés Casinello (imputado por el juez Garzón en uno de los sumarios del caso Gal), impidió que los agentes pudieran desmantelar a tiempo el dispositivo de espionaje y abandonar el piso espía sin dejar huellas. Nadie detectó que HB había empezado a sospechar y había contratado a un equipo de operarios para cambiar los teléfonos.

En Madrid, la mañana del Martes Santo, las líneas internas del Cesid empezaron a echar chispas. Y las frentes de los espías, sudor frío.

Todos los detalles sonaban a tragedia en la sala de crisis de La Casa cuando Calderón convocó a sus generales. Nueve rostros serios, muy serios. El habitáculo no es excesivo aunque sí luminoso. Las paredes, insonorizadas. En el centro, una mesa rectangular de raíz noble y clara, bordes romos y corte clásico. A los pies, una alfombra de Patrimonio Nacional. Por delante, una semana de Pasión con un vía crucis demasiado largo hasta para un hombre que, como Calderón, sabe encajar los reveses más íntimos. Dos de sus cinco hijos -uno tras padecer en una cárcel de Tailandia su particular Expreso de medianoche- murieron en trágicas circunstancias. Otro Calderón fue detenido con el grupo de bateadores del Retiro que, el 13 de septiembre de 1979, mató al estudiante José Luis Alcazo. Utilizaron bates de béisbol con la inscripción "Viva el fascismo".

Ahora la desgracia era profesional. Flanqueado por Aurelio Madrigal (secretario general), por el jefe del departamento jurídico y por Andrés Fuentes (jefe de la división de Seguridad), el director escucha a sus hombres: a Lago Palomeque (jefe de la división de Acción Operativa) y a Ignacio Estévez (mando directo de los 007 españoles, los KA), a Emilio Jambrina (jefe del departamento de Coordinación de Operaciones), al director de la división de Inteligencia Interior y a su lugarteniente Casinello.

No quedaba tiempo para recapitulación alguna. Cuando los técnicos contratados por HB descubrieron la madeja de cables que subía desde la sede abertzale hasta el piso superior, los dos agentes sorprendidos ordeñando la vaca (en el argot de los servicios secretos, sustituir las cintas ya grabadas por otras vírgenes) apenas pudieron recoger en varias bolsas lo más comprometedor. Uno de ellos, supuestamente, olvidó una nómina con su verdadero nombre, encontrada cuando se registró la vivienda por orden judicial.

De ser cierto el hallazgo de la juez que investiga el caso, Blanca Fernández Conde, tampoco los tres equipos KA (unos 30 superagentes) enviados por Calderón a Vitoria para borrar cualquier huella que pudiera implicar al Cesid fueron infalibles. Es decir, la primera y urgente decisión tomada por Calderón en la sala de crisis de La Casa ni impidió que la Justicia accediera a pruebas que podrían ser definitivas ni que los rumores sobre su cese saltaran a las primeras páginas de los periódicos.

El calla desde entonces. Sólo ha trascendido una frase -"Si es por el bien de España, me sacrifico y me voy"-, que el propio Calderón niega en privado haber pronunciado jamás.

La sombra del 23-F

Desde su regreso al Cesid, el 27 de mayo de 1996 por la puerta grande, Javier Calderón ha tenido que realizar más de una negación: "Las acusaciones que hacen sobre mi participación en el 23-F son patrañas".

Su papel, cuando era número dos del Cesid, en la noche del frustrado golpe de Estado de 1981 ha sido muy criticado por un grupo de agentes secretos que investigaron la implicación de La Casa en la intentona involucionista. Un grupo que conoce el papel jugado por el entonces comandante y, aún hoy, gran amigo de Calderón José Luis Cortina, procesado por el 23-F y absuelto finalmente por falta de pruebas concluyentes.

A Calderón lo acusan de haberse negado a desentrañar toda la trama golpista, de depurar ahora a quienes desde el propio Cesid sí apostaron por la democracia, como el coronel Diego Camacho o el suboficial Juan Rando, y de promocionar a algunos agentes directamente implicados en la guerra sucia contra ETA. Entre ellos, Estévez, actual jefe de los James Bond españoles, que supuestamente intervino en el secuestro de los mendigos de la operación Mengele.

Y es que si la trayectoria de Calderón en la carrera de las armas es intachable, e incluso recibe elogios por su decidida reforma de la enseñanza militar al frente de la Academia General de Zaragoza entre 1987 y 1989, la carrera del espía presenta zonas más que oscuras. Colodrón, el agente secreto, nació diez años antes de aquel febrero de 1981. Procedente de la Inteligencia militar, se había incorporado al Cesid desde su misma creación, en 1977, por el general Gutiérrez Mellado. Lo abandonó en 1983, tras la llegada de Manglano.

Cuando Aznar confió en él para limpiar el Cesid, sus defensores se apresuraron a sacar a la luz un amplio historial democrático que arrancaría desde las profundidades del franquismo. Durante la Dictadura, y aun siendo militar, colaboró en el periódico Madrid, de claro signo aperturista. Miembro del llamado grupo Forja, del que era mentor el también militar Luis Pinilla, y que se caracterizaba por un cristianismo tolerante opuesto al nacional-catolicismo imperante, fue llamado para defender, en 1975, a uno de los militares detenidos y procesados por pertenecer a la Unión Militar Democrática (UMD), Restituto Valero. Y lo hizo, a juicio del propio interesado, de manera "honestísima y eficaz". "Fue casi heroico", confiesa ahora a CRONICA Valero, "defender a un tío de la UMD en el franquismo. Lo elegí, sin consultarle, por ser uno de los pocos militares ajenos al partido comprometido en la lucha por la democracia".

Calderón colaboraba también con un gabinete de estudios, Godsa, del que después nacería la Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga. Casi no había acontecimiento político de magnitud en el que, como militar o como espía, no estuviera presente Calderón. Como agente secreto estaba especializado en contraespionaje, sobre todo de los agentes soviéticos en España. Aunque es de un episodio en el Sáhara del que él prefiere vanagloriarse: asegura que predijo con antelación que Marruecos organizaría la Marcha Verde para hacerse con la colonia española. Incluso propuso a sus superiores la construcción de un muro que contendría a los marroquíes y sus pretensiones de apoderarse del Sáhara. Fracasó.

Lo que para algunos constituye un acreditado pedigrí democrático, para sus detractores ofrece una lectura bien distinta. "El tenía, como espía, la misión de introducirse en los entresijos de la derecha democrática. Era un infiltrado. ¿Cómo puede creerse que un oficial del Ejército, de los servicios de inteligencia, escriba en un periódico como Madrid si no es con el permiso de sus jefes?".

Ahora, en el Cesid, no tiene a nadie por encima. Por debajo, unos 1.800 agentes. Sólo tiene que rendir cuentas a su también amigo Eduardo Serra, ministro de Defensa. Es el RA (sinónimo de jefe) de La Casa. Es, además, jefe de una de sus hijas y de un sobrino. El espionaje ha hecho carrera entre los Calderón. Beatriz, su hija -la llaman Isis (descendiente de Ra)- ingresó en el servicio a mediados de los 80. Hoy es jefa del área de Inteligencia Exterior para Latinoamérica. También su sobrino, J.L.C., ha ascendido: de archivero ha pasado a pagador del Cesid. Por él pasan las finanzas, incluida la distribución de los fondos reservados. El nepotismo es una tradición en el Centro y Calderón, ahora, su maestro y director.

"Es una falacia decir que ha renovado el Cesid. Los miembros actuales de la dirección son gente que era o había sido jefes de área con Manglano", declaran a CRONICA dos de los espías depurados por Calderón (unos 40 en total) pese a su "comportamiento intachable", según reconocería después el ministro Serra.

Y añaden: "Lo único que ha hecho ha sido poner en la calle a sus enemigos personales desde el 23-F y encumbrar a sus familiares".

Hasta él mismo, nadie de su familia había apostado por la carrera militar. Nacido el 9 de febrero de 1931 en Dosbarrios (Toledo), en el seno de una familia de clase media baja, Calderón quedó huérfano de padre a los cinco años, en plena Guerra Civil. Terminada la contienda fratricida, su madre, viuda, recibió la concesión de un estanco en Madrid, y emigró con sus seis hijos. Javier era el cuarto.

Calderón tenía 18 años cuando ingresó en la Academia Militar. Jugó un papel fundamental en su decisión una charla de Luis Pinilla en el instituto madrileño Cardenal Cisneros, en la que el entonces capitán explicaba su visión de la milicia. "Ya de cadete en la Academia (ingresó en 1949), seguimos en contacto y fomentamos en él una preparación militar con inquietudes orientadas hacia la mejor humanización y socialización, siempre dentro de un espíritu cristiano de las Fuerzas Armadas". Pinilla, retirado, sólo tiene palabras de bien para su discípulo.

Han pasado ya cinco décadas. Javier Calderón tuvo tiempo para casarse en la Almudena, antes de que fuera catedral de Madrid, con Carmen Fornós, tener cinco hijos y vivir la desgracia de perder a dos. Cinco décadas para granjearse amistades -y enemistades- entre la elite militar, política y periodística de un país que superó la amenaza golpista y hoy tiene a sus espías en el disparadero. La biografía del jefe luce brillante como militar y se oscurece allí donde la sombra se hace alargada. Colodrón, el KA del Cesid, es un superviviente de 67 años. "En la retaguardia", y es frase que le atribuye quien un día se hizo espía por su recomendación, "ni heridos ni malheridos, sino muertos y bien muertos".
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