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¿Cuál es el auténtico realismo con respecto a Iraq? Immanuel Wallerstein
05 des 2003
Cascos y fusiles de asalto de seis de los 16 militares estadounidenses muertos en el ataque de la resistencia iraquí contra un helicóptero de transporte Chinook, durante una ceremonia funeraria celebrada el 7 de noviembre de 2003 en una base del ejército de ocupación de EEUU en Iraq
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Comentario Nº 125, 15 de noviembre de 2003

A medida que Estados Unidos se va encontrando con dificultades crecientes en Iraq, los halcones estadounidenses aumentan la estridencia de sus ataques contra los escépticos. Les acusan de no saber lo que realmente está pasando, y eso, según dicen, es lo que está provocando las dificultades de Estados Unidos. De forma que en definitiva no son los iraquíes sino los portavoces del escepticismo quienes según parece están causando el mayor perjuicio a los intereses estadounidenses. Yo mismo he sido atacado como ejemplo de "irrealidad mareante" en un artículo de Victor Davis Hanson publicado en el número del 13 de octubre de 2003 de National Review, la principal revista conservadora de opinión. Ésta es la prueba que ofrece Hanson:

Immanuel Wallerstein advirtió de la posibilidad de "una guerra larga y agotadora", descartando la posibilidad de un rápido triunfo –"una victoria rápida y fácil, que obviamente constituye la esperanza de la Administración estadounidense, es el resultado menos probable. Le doy sólo una probabilidad entre veinte"- para concluir que "perder, por increíble que parezca (pero lo mismo parecía en Vietnam) es un resultado posible".

La cita de Hanson, tomada de un artículo que escribí para el número de julio/agosto de 2002 de Foreign Policy [http://www.foreignpolicy.com/issue_julyaug_2002/wallerstein.html], no me parece hoy día algo de lo que me deba avergonzar. Cierto es que, como muchos otros, esperaba que Saddam Hussein se atrincherara en las grandes ciudades llevando a cabo en ellas una guerra casa por casa. Pero al parecer fue más inteligente que nosotros. Optó por el contrario por una guerra de guerrillas. Un ex marine estadounidense que formó parte de los equipos de inspección de la ONU a mediados de los años 90, Scott Ritter, dice que se encontró entonces con un borrador de un programa oficial para una guerra de guerrillas en caso de invasión, documento que entregó las autoridades estadounidenses. En el número del 13 de noviembre de 2003 del Washington Post, el general Charles H. Swannack, Jr., al mando de la 82° División Aerotransportada y responsable de las operaciones de combate en el triángulo sunní, dice, mostrándose esencialmente de acuerdo con esa evaluación:

Creo que Saddam Hussein siempre pensó en una resistencia insurgente si Iraq caía. Por eso es por lo que se encuentran tantos escondrijos de armas repartidos por todo el país. Planeaban seguir adelante y emprender una guerra de guerrillas.

Así pues, repasemos dónde nos encontramos. Estados Unidos no ha obtenido una victoria rápida y fácil, sino que se ha metido en una guerra prolongada. En ese artículo que escribí el año pasado, decía que creía que Estados Unidos tenía dos probabilidades entre tres de ganar una guerra larga y sangrienta y sólo una entre tres de una derrota real. Pero un reciente informe de la CIA supuestamente secreto y filtrado a muchos medios dice que Estados Unidos podría estar perdiendo el control de la situación en Iraq. Así pues, puede que yo sobreestimara la probabilidad de victoria de Estados Unidos. En cualquier caso, la única "irrealidad mareante" es creer que a Estados Unidos le está yendo bien en el fiasco iraquí.

Sabemos ahora, porque nos lo dice nada menos que Richard Perle, el destacado neoconservador, que Saddam Hussein ofreció, a través de un mensajero oficioso y justo antes la invasión estadounidense, un trato que le habría permitido seguir en el poder a cambio de la entrada de inspectores estadounidenses de armas de destrucción masiva. La oferta no fue aceptada por Estados Unidos. El comentario de The New York Times sobre esta revelación, en su editorial del 7 de noviembre de 2003, era:

Los seguidores de la Administración se pavoneaban aquellos días diciendo que había cosas que los funcionarios de Bush sabían pero no podían compartir con el público. Lo que menos imaginábamos es que entre esas cosas había una oferta que podría haber significado una vía para evitar la guerra.

Entretanto, en Estados Unidos, todos los sondeos de opinión muestran que la opinión pública estadounidense está llegando, lenta pero inexorablemente, a la conclusión de que toda la aventura de Iraq fue un error. Uno de los senadores más antiguos, Ernest "Fritz" Hollings, demócrata por Carolina del Sur, con treinta años de servicio, pronunció unas palabras en el propio Senado el 3 de noviembre, de las que no se ha hablado mucho, expresando su inquietud sobre Iraq. Empezó diciendo: "Vengo a reconocer mi ‘momento camboyano’ en la guerra de Iraq". Se refería a una guerra anterior, cuando el senador Mansfield de Montana, entonces líder de la Mayoría en el Senado, dijo cuando se produjo la invasión de Camboya que no podía seguir apoyando la guerra en Vietnam. Hollings dijo que no quería esperar tanto como Mansfield entonces.

Lo más importante de esas palabras es que Hollings proviene del Sur y ha sido durante mucho tiempo un demócrata muy conservador. Y frente al autobombo del régimen de Bush, afirmó que decir que esto no vuelve a ser la guerra de Vietnam es absurdo. El ruido de fondo en la opinión estadounidense que Hollings representa es muy real y se está extendiendo muy rápidamente.

Así pues, ¿podría realmente Estados Unidos perder la guerra en Iraq? Bueno, realmente no perdió la guerra en Vietnam. Supongo que depende de cómo se defina ganar una guerra. ¿Nos referimos a una situación en la que los soldados estadounidenses permanecen allí pero nadie les dispara? La perspectiva real es por el contrario que las tropas estadounidenses en Iraq se acaben refugiando tras muros de hormigón, de forma que sea más difícil dispararles. ¿Significa la elección de un gobierno "democrático"? Unas elecciones libres hoy, o mañana, darían lugar muy probablemente a una mayoría shií, y no a un gobierno en manos de los exiliados que Estados Unidos ha venido patrocinando. En cualquier caso, es dudoso que los elegidos tengan a John Locke o Thomas Jefferson como sus héroes, o que su actitud hacia Israel sea menos hostil que la de Saddam Hussein, o que no pretendan hacerse con armas nucleares tan pronto como puedan. Después de todo, también Iraq tiene intereses nacionales, y no coinciden exactamente con los intereses nacionales de Estados Unidos.

El administrador estadounidense en Iraq, Paul Bremer, parecía pensar que podía resolver el problema permaneciendo durante mucho tiempo como procónsul y construyendo poco a poco un régimen títere aceptable. Pero las muertes diarias hacen que hasta los halcones de Washington duden de la posibilidad de prolongar durante mucho tiempo esa mentira. El horizonte para Estados Unidos es sombrío en Iraq, en Oriente Medio y en el mundo entero.

Esto pone a la administración Bush en un brete. En Washington están empezando a murmurar acerca de una "estrategia de salida". Algunos piensan que eso puede significar más votos para Bush en 2004 que persistir en la actual estrategia. Pero también puede perder votos entre los partidarios desilusionados. Así pues, para Bush se trata de perder o perder. Y la única "irrealidad mareante" sería no reconocerlo.

Immanuel Wallerstein (15 de noviembre de 2003).

© Immanuel Wallerstein 1998, 1999, 2000, 2001.

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