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Notícies :: globalització neoliberal |
Ayer y hoy 1
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per Falstaff |
22 nov 2003
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De si la entronización de las libertades formales en Occidente y el progreso han contribuído a depurar las costumbres. |
Sería muy difícil abordar este asunto metiendo en la misma retorta a las sociedades de todos los países occidentales. Pues la velocidad con que se va abriendo camino el progreso, la intensidad y manera de ser asimilado por cada una, la diferente idiosincrasia de los pueblos que los integran y la huella de las guerras mundiales o de la dictadura en el particular caso de España... todo, impide una valoración homogénea de la sociedad global que componen las naciones que a sí mismas se consideran "libres"; al menos con relación a las abstracciones que intento extraer para el objeto de este breve estudio.
No obstante todos, ahora, tienen el mismo referente y el mismo sistema socioeconómico. Y llámese capitalismo, liberalismo, neoliberalismo, imperialismo económico o simplemente fisiocracia, plutocracia o individualismo social, el "sistema", como el socialismo real en los países que lo conservan, imprime un marcado carácter a sus habitantes, a sus hábitos y sus actitudes y a su educación toda en definitiva. Actúa como reflejo condicionado de la psicología, comportamientos, deseos y valores individuales y sociales en todo aquel que habita en los países de la esfera occidental, con independencia del esfuerzo eventual del individuo para superarlos o rechazarlos en la medida de lo posible...
Países donde el motor principal de ese progreso no sólo permite sino que promueve y favorece que, mientras una gran mayoría en el mundo vive en la pobreza con un mañana delante cada vez más incierto, unas minorías amasen fortunas y disfruten de un desahogo que en buena medida es, en la cadena productiva, aquella mayoría quien sufraga y soporta. Pero al mismo tiempo esas marcadas diferencias, lejos de atemperar y corregir el egoísmo congénito del individuo, lo extienden, generalizan y potencian sobre todo en las sociedades más opulentas. A más opulencia, más egoísmo. Sociedades donde los medios audiovisuales, socios principales del sistema mismo, persiguen cualquier punto de vista sólido y eficaz que no se ajuste a lo querido por ellos. Y no "quieren", ninguna circunstancia ni "cuerpo extraño" que pueda menoscabarlo o restringirlo a menos que sea bajo su aprobación y control.
Así es cómo, huyendo de la dictadura y del totalitarismo —que no venden libertad— acaba la sociedad entera en las garras de otros dos poderes indirectos, subrepticios e indisiosos: el dinero y los media.
Es más, podríamos decir sin hipérbole que en estas sociedades no queda espacio para el criterio: todo lo ocupan las "ideas" de diseño. Y en la medida en que esto es así en todos los países, en unos países más que en otros se concentra el desbarajuste y el atropello moral; todo bajo el manto de la libertad y a veces también de una engañosa ilustración. Desde el punto de vista que expongo aquí, las víctimas más sobresalientes de este estado de cosas se encuentran principalmente en la población que ya ha cumplido los cuarenta; generación a partir de la cual se encuentran las anteriores que basculan entre la ética heredada del régimen sociopolítico anterior y un sentido, por así decir, clásico de la vida, y las que irrumpen con nuevos bríos apenas pertrechadas moralmente de un sentido y un norte que no sean la conquista de riqueza y de una libertad, en la mayoría de los aspectos aparente pero en todo caso supeditada a la incierta aventura de lograr ese propósito... |
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