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Notícies :: criminalització i repressió : pobles i cultures vs poder i estats
"Es la hora de la responsabilidad política"
09 nov 2003
Entrevistado en la la prisión de Navalcarnero, Loren Arkotxa pone de relieve «la aportación realizada por Udalbiltza en este nuevo horizonte que se está abriendo» en Euskal Herria y, por ello, defiende el papel que la institución nacional tiene que jugar en adelante. «Es la hora de la responsabilidad política, y no de entrar en la lucha por el protagonismo», advierte cuando se le pregunta sobre los distintos foros en los que se debate sobre el futuro del país.
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Euskal Herria > Loren ARKOTXA-Presidente de Udalbiltza, preso en Navalcarnero

Fue detenido en mayo pasado, pocas horas antes de que finalizara una campaña electoral en la que los tribunales españoles determinaron que candidaturas independentistas como las que encabezaba el presidente de Udalbiltza no podían concurrir. Desde entonces, el panorama político se ha movido notablemente. Arkotxa observa que ha llegado «la hora de la responsabilidad política», de avanzar y de dejar atrás «la lucha por el protagonismo». El presidente de la institución nacional no duda en afirmar que «se está abriendo una nueva e importante era». ­¿Cómo se ve la actual situación política de Euskal Herria desde la lejanía física? Soy de la opinión de que vivimos un momento muy importante. Después de muchos años de padecer un gran sufrimiento, gracias también al silencioso trabajo realizado por miles de ciudadanos anónimos, se ha logrado abrir en toda Euskal Herria el debate sobre el futuro político e institucional de este país. Y ejemplo de todo ello son, a mi entender, la amplia adhesión popular que ha recibido la reivindicación del reconocimiento institucional de Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zu- beroa, la fanfarronería y la inquietud de aquellos que impulsaron el Amejoramiento Foral, la tempestad creada en torno al plan Ibarretxe y, sobre todo, el nerviosismo que muestran ambos estados. Aprecio que puede estar más cerca que nunca tanto la necesidad como la posibilidad de llevar a nuestro pueblo a un escenario definitivo de libertad y democracia.

­¿Pero existe un único debate? ¿No sería más acertado hablar de debates, en plural? Es cierto y, como es algo que ya preveíamos, el pasado año hicimos una propuesta de cara a realizar un esfuerzo para la síntesis. Justo hace casi un año, en la asamblea general ordinaria de Udalbiltza aprobamos la Carta de Derechos de Euskal Herria y advertimos que los debates que estaban surgiendo en diversos ámbitos de Euskal Herria eran limitados y parciales, por lo que lanzamos una propuesta a la sociedad vasca: una propuesta para superar los análisis de partido y acometer una estrategia de país. Es decir, organizar un debate nacional, superar los análisis que se hacen de forma aislada sectorialmente y actuar con perspectiva de país. Nuestra apuesta residía en desarrollar la oportunidad de debatir y definir, entre todos, las necesidades, posibilidades y carencias que tiene Euskal Herria. En la asamblea general ordinaria celebrada dos días antes del ataque contra Udalbiltza hicimos un llamamiento a construir una nueva era en Euskal Herria y concretamos las características de ese debate: democrático, plural, basado en la participación personal y que integrará diferentes niveles de compromiso. Me he llevado una gran alegría al comprobar que la propuesta ya está en marcha.

­¿De sus palabras se puede derivar que está reivindicando la paternidad de Udalbiltza sobre el debate nacional? De hacerlo, no lo hago de forma patrimonialista. Es innegable la aportación realizada por Udalbiltza en este nuevo horizonte que se está abriendo y considero que, en la medida en que es la primera institución nacional de Euskal Herria, Udalbiltza debe tener un sitio importante en la andadura de este proceso. Pero es la hora de la responsabilidad política y no de entrar en la lucha por el protagonismo. Es notorio que el proceso está avanzando y se advierte que se están abriendo posibilidades. Por lo tanto, el debate nacional ha iniciado su camino y, para que no sea desbaratado por fraude alguno, le deseo que siga adelante hasta lograr sus objetivos. Que así sea.

­Para cuando se publique la entrevista, el Consejo de Dirección de Udalbiltza que encabeza Jon Jauregi ya habrá celebrado su asamblea general. ¿Tiene algo que decir sobre ello?

Hace cuatro años y dos meses, 1.700 electos municipales vascos crearon Udalbiltza en el Palacio Euskalduna, dando el visto bueno a cinco principios. A mi juicio, esos cinco principios continúan absolutamente vigentes, al igual que lo estaban el año pasado o cuando se produjo la división. Era y todavía soy de la opinión de que las disputas entre los partidos no pueden congelar la primera institución nacional de la era moderna de Euskal Herria. Aunque desde la cárcel, puedo decir, orgulloso, que la institución de la que soy presidente ha desarrollado esos cinco principios: tras estar con casi todos los agentes de nuestro pueblo, materializamos una propuesta para la resolución del conflicto; hemos preparado el borrador de la Carta de Derechos y lo hemos dejado a disposición del pueblo; para dar una respuesta a las grandes necesidades que existen en Zuberoa, hemos creado el Fondo de Cohesión y Desarrollo y hemos iniciado el auzolan nacional; organizamos la I Conferencia de los Pueblos; y hemos suscrito convenios con docenas de agentes sociales, políticos y sindicales, y hemos puesto sobre la mesa la necesidad de un debate nacional. Este es el balance que podemos realizar de lo que hemos venido haciendo desde octubre del pasado año. No me gustan las comparaciones. ­De todas formas, usted envió el pasado mes de octubre a Jon Jauregi una propuesta de cara a celebrar unidos la asamblea general de Udalbiltza. Lo hice, y todavía estoy esperando una respuesta. Toda reunión que se quiera darse a conocer con el nombre «Asam- blea General de Udalbiltza», y lo digo con sinceridad, debería estar abierta a todos los electos de Euskal Herria, sin exclusiones ideológicas. Deben ser invitados todos aquellos que han sido elegidos según los votos emitidos por los ciudadanos, y los partidos políticos no deberían condicionar la presencia de los electos. A la hora de conformar la primera institución nacional de Euskal Herria debería tenerse en cuenta la voluntad popular y no los intereses partidistas o la legalidad de los estados que nos oprimen. ­¿Qué quiere decir? Que nuestra realidad es la que es y no la que quisiéramos. En los 683 municipios de Euskal Herria hay más de 6.000 electos. Y la mayoría no son de PNV-EA, al igual que tampoco son de PP-UPN, PSE-PSN-PSF, RPR, UDF o de la izquierda abertzale. La mayoría son independientes, y no trabajan en los ayuntamientos en nombre de un partido político ni en beneficio suyo. Entre esos 6.000 hay quien no toma en consideración a Euskal Herria, ya que únicamente ve Francia o España; pero hay cientos y cientos de electos que, desde sus localidades, están trabajando humildemente por reconstruir Euskal Herria. Son todos estos los que conforman el universo de Udalbiltza y todos tienen su sitio en Udalbiltza para que, si así lo desean, realicen la labor que llevan a cabo en sus pueblos a nivel de Euskal Herria. Con todos ellos debemos conformar la asamblea general, las comisiones y los foros de herrialde y de comarca de Udalbiltza, aceptando los distintos puntos de vista ideológicos y sin imponer exclusión alguna. Hay que poner fecha a la asamblea general y los electos, al menos en lo que concierne a Udalbiltza, deberíamos estar por encima de las disputas entre los partidos. ­Recientemente se han producido llamamientos desde la ciudadanía para que Udalbiltza vuelva a acometer la tramitación del documento acreditativo de la nacionalidad vasca. ¿Qué tiene que decir ante esa petición el presidente de la institución nacional? Me viene a la memoria el año 2001. Por aquel entonces, más de 125.000 ciudadanos que estaban obligados a ser franceses o españoles hicieron una petición a Udalbiltza: «Que materializara una vía oficial para expresar la nacionalidad vasca». Udalbiltza aceptó la petición y puso en marcha un reglamento concreto. Posteriormente, para llevar a cabo la iniciativa de Euskal Herriko Naziotasun Aitorpena, distribuimos una moción de cara a canalizar el compromiso de los consistorios. En la medida que la actual petición responda a aquel compromiso, hay que seguir adelante y no ceder.

­¿Pero no existía ya una iniciativa similar antes incluso de la fecha que ha citado? Sí, y todavía hoy existe una entidad privada que expide para sus miembros, por correo, un documento de nacionalidad vasco denominado ENA; y este hecho ha provocado más de un malentendido, a pesar de que la iniciativa cuenta con nuestro respeto. Nosotros intentamos dar una solución a todos esos problemas pero, desgraciadamente, por razones que no llegamos a entender, no pudimos alcanzar un acuerdo. Por otro lado, hay quien, con intenciones perversas, ha intentado ensuciar esta iniciativa y la ha tachado de excluyente, xenófoba o partidista. La realidad es bien distinta. El documento de EHNA, pese a que tiene características de carnet y, si uno lo desea, es válido para identificarse, no es un carnet de identidad. No es más que una posibilidad para que cada uno, volun- tariamente, exprese su nacionalidad públicamente; y Udalbiltza toma parte dando fe de esa iniciativa oficialmente. Y ése es, al parecer, uno de los delitos más graves cometido por Udalbiltza. Un 'delito de terrorismo'. ­De todas formas, de cara a su tramitación, pese a que el precinto de las sedes de Udalbiltza se ha convertido en un problema considerable, también han surgido otros obstáculos. Por ejemplo, se han dictado sentencias contra varios ayuntamientos por tramitar el EHNA. Eso es algo que ha provocado aún más trabas. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, al igual que el de Nafarroa, ha resuelto por medio de una serie de sentencias que el documento de identidad en el Estado español es una cuestión que concierne al Ministerio de Interior de Madrid y no a los consistorios. Pese a no tener mucho sentido, ha servido para echar atrás decisiones formales de diversas corporaciones. Y eso no ayuda demasiado a la iniciativa. En otros muchos casos, el color político de los ayuntamientos también puede condicionarla, tal y como ha ocurrido tras las elecciones municipales. Y es que algunos nuevos alcaldes, repudiando la voluntad popular, se han negado a su tramitación en el consistorio. Es decir, que sí garantizan el derecho a sentirse español, pero niegan el derecho a la posibilidad de expresar su nacionalidad a aquellos que se sienten vascos. No obstante, no se pueden poner puertas al campo. ­¿En qué sentido? La realidad es innegable. Cientos de miles de ciudadanos vascos quieren expresar que se sienten parte de este pueblo. No hay estado, ni español ni francés, que pueda evitar ese sentimiento y ese derecho, aun haciendo uso de la represión. Por eso mismo, quiero hacer un emplazamiento a todos aquellos ediles y alcaldes que tomen en consideración a Euskal Herria: que den la bienvenida a todos los ciudadanos que acudan a ellos para tramitar el EHNA y que usen todos los medios a su alcance para hacerlo realidad.

­¿Desea realizar alguna reflexión de cara al futuro? Una reflexión y una disposición. Euskal Herria, pese a ser un pueblo decano de Europa, sigue siendo una nación sin reconocimiento por parte de las instituciones oficiales internacio- nales. Y eso ha ocurrido porque los dos estados que nos han oprimido en los últimos siglos han obstaculizado ese proceso. En todos estos años, hemos conocido representantes limitados de las distintas partes de Euskal Herria. Pero, a partir del 18 de setiembre de 1999, este pueblo conformó «la referencia política e institucional cuyo funcionamiento estará orientado a afirmar la existencia de Euskal Herria como nación; coadyuvar a la estructuración política de Euskal Herria dando testimonio de su territorialidad; impulsar la construcción nacional entendida como un proceso dinámico y democrático y sustentado en la libre participación y decisión de todos los ciudadanos vascos; avanzar en el proceso de interrelación constructiva entre los municipios de todos los territorios y, por último, proyectar en el ámbito internacional la existencia de Euskal Herria como nación propia y diferenciada».

Por eso, en esta nueva e importante era que se está abriendo, reivindico que esta institución y los miles de electos mu- nicipales que la forman deben cumplir su función. Yo, desde aquí, muestro mi disposición formal a hacer mi humilde aportación. Animo. -
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