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Diez años de lucha y resistencia zapatista
09 nov 2003
Diez años de lucha y resistencia zapatista
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EZLN: Caminar Preguntando
Diez años de lucha y resistencia zapatista
1994-1995
(primera parte)
Gloria Muñoz Ramírez
El primero de enero de 1994 el EZLN llegó para quedarse. Ese amanecer sus tropas sorprendieron no sólo al país, sino al mundo entero, con la toma militar de siete cabeceras municipales del estado de Chiapas. Fueron los primeros días de una guerra decidida como “una medida última pero justa�, tal como lo afirmaron en la Primera Declaración de la Selva Lacandona. Una medida última contra la miseria, la explotación y el racismo, pero, sobre todo, una medida última contra el olvido. Las demandas: techo, tierra, trabajo, salud, educación, alimentación, libertad, independencia, justicia, democracia y paz.

El 17 de noviembre de 2003 se cumplen 20 años de la formación de un ejército formado mayoritariamente por indígenas chiapanecos. Un ejército re-gular que también cumple, el primero de enero de 2004, 10 años de haberle declarado la guerra al gobierno federal, un ejército escaso en armamento y rico en palabras y rebeldía, en dignidad y resistencia, en propuestas y paradojas.

Se cumplen 10 años de clandestinidad y otros diez de vida pública. Se dice fácil, pero quién hubiera podido imaginar que un 17 de noviembre de 1983 un pequeño grupo de indígenas y mestizos, en un lugar recóndito de la Selva Lacandona, declaraba formalmente constituida la formación de un ejército regular que un día declararía la guerra al gobierno de México, en reivindicación de sus derechos más elementales. Y quién podría imaginar, también, que ese día llegaría justo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio, el primero de enero de 1994. Y aún más, quién hubiera pensado que, diez años después de ese amanecer guerrero y a 20 años de distancia de su acto fundacional, aquél ejército sobreviviría no sólo al poder militar gubernamental sino, fundamentalmente, a todas las embestidas políticas protagonizadas no sólo por el Poder, sino, en más de una ocasión, por grupos que en otro momento se hubieran considerado hermanos.

El presente texto evoca principalmente estos diez últimos años y, dentro de este periodo, trata de ubicar las iniciativas políticas zapatistas, su empecinamiento por una salida política a la guerra, la resistencia y rebeldía de miles de indígenas choles, zoques, tojolabales, tzotziles, mames y tzeltales. Se trata, también, de ubicar la ya larga lista de encuentros que, a lo largo de una década, ha sostenido el EZLN con la sociedad civil nacional e internacional, dentro de una estrategia construida en el camino, sobre la marcha, a base de caminar-preguntando.

La mayor parte de esta primera década el EZLN la ha dedicado a su lucha política, poniendo por delante, antes que las armas, la resistencia y organización de miles de pueblos indígenas rebeldes. Sin embargo, no por lo destacado de su andar político se pueden olvidar esos primeros combates que se celebraron en San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas, Altamirano, Oxchuc, Huixtán, Chanal y Ocosingo. No se puede, ni se debe, olvidar el inicio de la guerra, porque no fue una guerra de papel, como la calificaría más tarde el entonces secretario de Relaciones Exteriores, José �ngel Gurría, sino una guerra con muertos de ambos lados, una guerra desigual en la que, por un lado, había indígenas tzotziles, tzeltales, tojolabales, choles, mames y zoques, unidos por primera vez en una insurrección y, por el otro, un ejército armado con rifles de alto poder, auxiliado por aviones, helicópteros, tanques y tanquetas; un ejército, el institucional, sorprendido por un ejército de indígenas que reclamaban, y reclaman, “democracia, libertad y justicia� para todos los mexicanos.

Tampoco se puede olvidar que el camino político de los zapatistas ha sido trazado en medio de ofensivas militares, paramilitares y policíacas que, al día de hoy, continúan enfrentando cientos de poblados de la Selva, Altos, Norte y Costa de Chiapas. Su delito: seguir pensando que un mundo mejor es posible, un mundo donde quepan muchos mundos.

Este texto, primero de cuatro partes, corresponde a los dos primeros años de la lucha pública zapatista (1994-1995). Inicia con el recuento de la guerra y finaliza con la inauguración de los centros de encuentro político y cultural nombrados “Aguascalientes�, enclavados en cinco zonas del territorio rebelde: Oventic, Morelia, La Realidad, Roberto Barrios y La Garrucha.

Se trata de un periodo que se caracteriza por el inicio de la guerra, por los primeros encuentros del EZLN con la sociedad civil nacional e internacional y por, entre otras cosas, la inauguración de una nueva forma de dialogar con el Poder. Son dos años en los que el EZLN aprende a hablar y a escuchar, años en los que no sólo se encuentra con la sociedad civil, sino también con casi todo el espectro político de la izquierda organizada, sector con el que habría de sostener encuentros y desencuentros constantes.

Son 24 meses de guerra, resistencia, imaginación y creación. También de embestidas militares y persecuciones encabezadas por el gobierno en turno (9 de febrero de 1995); son meses de construir sobre la marcha, de reconocimiento del panorama político, de enfrentarse a un mundo desconocido y aprender a hablarle y escucharle, de abrir espacios de participación política fuera de los esquemas tradicionales; meses de echar a volar la imaginación en medio del sobrevuelo de aviones y helicópteros militares.

De enero de 1994 a diciembre de 1995 el EZLN pasó por la toma militar de siete cabeceras municipales, un primer diálogo con el gobierno federal en San Cristóbal de las Casas, la celebración de una Convención Nacional Democrática, la puesta en marcha de 38 municipios autónomos, la ofensiva gubernamental del 9 de febrero de 1995, un segundo diálogo con el gobierno celebrado en San Andrés Sacam´chen de los Pobres (de donde surgieron los primeros acuerdos sobre Derechos y Cultura Indígena), la organización de una Consulta Nacional por la Paz y la Democracia (puesta en marcha como movilización y forma de participación ciudadana, donde habría de consultar a la gente sobre su propio destino) y, finalmente, la inauguración de cinco espacios político-culturales (“Aguascalientes�), creados para encontrarse con la sociedad civil nacional e internacional.

Durante este periodo se dieron a conocer tres de las cinco Declaraciones lanzadas por el EZLN hasta el momento: En la Primera Declaración de la Selva Lacandona, le declaran la guerra al gobierno de México el primero de enero de 1994. En la Segunda Declaración, dada a conocer el 12 de junio de 1994, convocan a la organización de una Convención Nacional Democrática (CND); y en la Tercera Declaración, emitida el primero de enero de 1995, el EZLN lanza un llamado para la conformación de un Movimiento de Liberación Nacional.

Son meses, también, en los que los zapatistas dedican su principal esfuerzo a tratar de explicar su lucha, por lo que son los más productivos en cuanto a comunicados y misivas dirigidas a casi todo el espectro progresista del país y del mundo: jóvenes, mujeres, homosexuales, intelectuales, sindicatos, organizaciones indígenas y campesinas, estudiantes, maestros, jubilados, amas de casa, a todos se dirigen con una palabra especial y en todos encuentran un oído atento.

Son, pues, los años con los que se inicia la conformación de un movimiento que habría de dar la vuelta al mundo, y no pocos dolores de cabeza a los señores del Poder.
El levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional:
La guerra
El EZLN logró un éxito militar y político al ocupar siete ciudades de Chiapas durante la ofensiva del primero de enero de 1994. Se trató, como lo explicaron más tarde los zapatistas, de dar un golpe inicial muy fuerte con el fin de llamar la atención. Y lo lograron. A partir de ahí la historia tomaría otro giro y pronto los fusiles callarían para darle paso a la palabra, principal arma de la lucha zapatista.

La madrugada del primero de enero, el EZLN declaró la guerra al “supremo gobierno� encabezado por Carlos Salinas de Gortari y al ejército federal. Ese mismo día los zapatistas dieron a conocer un programa político de 10 demandas y anunciaron, con la toma armada de siete presidencias municipales, su lucha por democracia, libertad y justicia para todos los mexicanos.

En la Primera Declaración de la Selva Lacandona, leída ese primero de enero en el balcón principal de cada una de las presidencias municipales tomadas, y distribuida a través de un pequeño y ya legendario periódico llamado “El Despertador Mexicano�, el EZLN se dirigió así al pueblo de México: “Nosotros, hombres y mujeres íntegros y libres, estamos conscientes de que la guerra que declaramos es una medida última pero justa. Los dictadores están aplicando una guerra sucia no declarada contra nuestros pueblos desde hace muchos años, por lo que pedimos tu participación decidida apoyando este plan del pueblo mexicano que lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Declaramos que no dejaremos de pelear hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo, formando un gobierno de nuestro país libre y democrático�. (Primera Declaración de la Selva Lacandona. 1 de enero de 1994).

En el editorial de El Despertador Mexicano, los zapatistas explicaron los motivos del levantamiento armado: “Llevamos cientos de años pidiendo y creyendo en promesas que nunca se cumplieron, siempre nos dijeron que fuéramos pacientes y que supiéramos esperar tiempos mejores. Nos recomendaron prudencia, nos prometieron que el futuro sería distinto. Y ya vimos que no, todo sigue igual o peor que como lo vivieron nuestros abuelos y nuestros padres. Nuestro pueblo sigue muriendo de hambre y de enfermedades curables, sumido en la ignorancia, en el analfabetismo, en la incultura. Y hemos comprendido que, si nosotros no peleamos, nuestros hijos volverán a pasar lo mismo. Y no es justo�. (El Despertador Mexicano. 1 de enero de 1994).

Al día siguiente (2 de enero) las fuerzas zapatistas iniciaron el repliegue hacia las montañas. Las tropas del EZLN atacaron el Cuartel de Rancho Nuevo, sede de la 31 Zona Militar, para cubrir la retirada de sus compañeros.

Los enfrentamientos más cruentos se produjeron en el municipio de Ocosingo, donde los indígenas rebeldes fueron sitiados durante dos días por un contingente de mil 800 soldados, que al día siguiente fue reforzado por otros dos mil 400. En el mercado municipal quedó atrapado un grupo de zapatistas y civiles y el tiroteo se hizo intermitente. “Sí me dio un poco de miedo al principio, pero luego, ya cuando tiras, como que ya no sientes. Sí da miedo pero más miedo da seguirse dejando que te mate el hambre o la enfermedad. Por eso luchamos, para ya no morirnos�, declaró en esos días la teniente zapatista Amalia, una insurgente de origen tzeltal que se presentó a la prensa en la comunidad rebelde de Prado Payacal.

La guerra, con su cuota de horror y muerte, estaba instalada en México. Empezaron los cierres de carreteras por parte del ejército federal, al tiempo que un microbús con indígenas del servicio de salud zapatista fue acribillado. Asimismo, las tropas gubernamentales tirotearon dos ambulancias de la Cruz Roja Internacional con un saldo de dos socorristas heridos. El ejército llegó la tarde del dos de enero a la ciudad de San Cristóbal de las Casas, la más importante de las siete cabeceras municipales tomadas, al tiempo que trascendió que el general Absalón Castellanos Domínguez, exgobernador chiapaneco célebre por su despotismo, corrupción, y constantes represiones contra sus opositores, fue tomado como prisionero de guerra por parte de los rebeldes.

Entre el 3 y 4 de enero los soldados tomaron el control del mercado de Ocosingo. A partir de ese día y durante las horas siguientes los representantes de cientos de medios de comunicación llegaron a la zona y empezaron la contabilización de los muertos. Eran decenas. Todos los periodistas manejaron un número diferente, pero coincidieron en que la mayoría eran civiles. En ese mismo lugar los fotógrafos y camarógrafos de las grandes cadenas internacionales de noticias captaron la imagen de cinco zapatistas con tiro de gracia y las manos amarradas por la espalda.
En esos mismos momentos, en el municipio de Altamirano, los zapatistas sacaban a sus heridos del hospital local y en San Cristóbal de las Casas más de tres mil soldados del 75 Batallón de Infantería tomaban el control de la ciudad.

El hostigamiento militar pronto alcanzó a los periodistas y fueron tiroteados por el ejército federal los vehículos del periódico La Jornada, de la agencia France Press y de El Financiero.

Por las carreteras se veían pasar los convoyes militares seguidos de las caravanas de periodistas y, poco a poco, de representantes de Organismos no Gubernamentales. El paso a la zona de conflicto continuó cerrándose, pero la prensa llegó por caminos alternos. La noticia del alzamiento indígena, para esos momentos, ya estaba en todo el mundo y ocupaba las primeras planas de los principales periódicos.

Por su parte el gobierno federal, hasta el momento en silencio, hizo sus primeras declaraciones en voz de una funcionaria de segundo nivel: la subsecretaria de Gobernación, Socorro Díaz, quien leyó un documento célebre por su insensibilidad y despotismo. A partir de ese momento la política de comunicación del gobierno federal, que le había funcionado sorprendentemente bien durante el régimen salinista, sufriría sus primeras bajas y empezaría a perder, rápidamente, la batalla de la credibilidad y legitimidad.

En el documento de la Secretaría de Gobernación se menospreció la magnitud del conflicto: “se ha presentado una situación delicada en sólo cuatro de los 110 municipios de Chiapas, en los 106 restantes las condiciones son de normalidad�; se trató de deslegitimarlo: “los grupos violentos presentan una mezcla de intereses tanto nacionales como extranjeros y muestran afinidades con otras fracciones violentas centroamericanas�; y se discriminó, como tantas veces, al indígena: “algunos indígenas han sido reclutados y, sin duda, manipulados�.

Mientras continuaban los enfrentamientos en las afueras de Ocosingo, Samuel Ruíz García, obispo de San Cristóbal de las Casas y hombre clave para entender la situación chiapaneca, llamó a la tregua y a la suspensión de las hostilidades. Ese mismo día, aviones y helicópteros de la Fuerza Aérea Mexicana iniciaron bombardeos en los cerros del sur de San Cristóbal de las Casas y en las montañas de la región de La Selva. Al día siguiente, el poder militar gubernamental fue sorprendido por el escaso armamento zapatista y siete aeronaves fueron tiroteadas por los rebeldes.

El balance militar de los primeros cinco días de contienda, realizado por el EZLN, arrojó los siguientes resultados: nueve muertos zapatistas y 20 heridos graves (sin contar los indígenas ejecutados con el tiro de gracia en el municipio de Ocosingo). En el ejército federal, de acuerdo al informe zapatista, se registraron 27 muertos, 40 heridos y 180 prisioneros que se rindieron y fueron liberados posteriormente. (comunicado del EZLN. 6 de enero de 1994).

Asimismo, durante los días 1 y 2 de enero fueron liberados por las fuerzas zapatistas 230 prisioneros que se encontraban en cuatro cárceles del estado: (dos en San Cristóbal de las Casas, una en Ocosingo y una más en Las Margaritas)

El Día de Reyes el presidente Salinas dio su primer mensaje a la nación: negó que se tratara de un alzamiento indígena y ofreció el perdón a quienes depusieran las armas. Simultáneamente la sociedad civil empezó a organizarse con el fin de parar la guerra y vigilar las acciones del ejército federal, para lo que más de 15 organizaciones civiles constituyeron la Coordinadora de Organizaciones Civiles por la Paz (Conpaz).

Así, en medio de una gran resonancia, el EZLN planteó, en el primero de lo que sería una larga serie de comunicados, en una estrategia de comunicación con la sociedad que acabaría siendo su principal arma, sus condiciones para establecer el diálogo con el gobierno federal: reconocimiento como fuerza beligerante, el cese al fuego de ambas partes, retiro de tropas federales, el cese de los bombardeos y la formación de una Comisión Nacional de Intermediación. (Comunicado del EZLN. 6 de enero de 1994).

Mientras esto sucedía inició la solidaridad nacional e internacional con el movimiento insurgente. Los más críticos cuestionaron su método, pero nadie, ni en el gobierno ni en los sectores más reaccionarios, pudo descalificar las causas. La Liga de Naciones Soberanas Indígenas del Hemisferio Occidental, el Consejo del Tratado Indio Internacional y el Centro de Washington por la Paz, desfilaron en la capital norteamericana, frente a la embajada de México, en demanda de la suspensión de la “persecución militar del EZLN�, al tiempo que el partido español Izquierda Unida exigió el cese de la represión y la búsqueda de una salida política.

Asimismo, la Red de Acción Canadá realizó una vigilia en la embajada de México en Ottawa; mientras el grupo Espartaquista Mexicano, el Movimiento Democrático Independiente, el Comité de Defensa Popular y el Partido del Trabajo, exigieron el alto a la guerra, el respeto a los derechos humanos, la creación de las condiciones para el diálogo y respuestas a los rezagos sociales. Mientras, en Madrid, el Comité de Solidaridad con el Pueblo Indígena Mexicano realizaba una marcha para exigir el cese de las hostilidades.

Los bombardeos en La Selva y Los Altos continuaban cuando Ma-nuel Camacho Solís fue nombrado Comisionado para la Paz y la Reconciliación en Chiapas y la guerra cobró su primera baja entre los funcionarios de primer nivel: renunció el Secretario de Gobernación y exgobernador de Chiapas, Patrocinio González Garrido, quien fue sustituido por Jorge Carpizo.

Desde Londres, Amnistía Internacional condenó los bombardeos del ejército federal contra las comunidades indígenas, mientras en España la comunidad de intelectuales, artistas y escritores consideró necesaria la salida política al conflicto. El Centro de Derechos Constitucionales, con sede en Manhattan, Estados Unidos, denunció ejecuciones y bombardeos contra los indígenas.

No habían pasado ni dos semanas del inicio del levantamiento, cuando el EZLN empezó la ardua tarea de tratar de explicar su lucha, una lucha que se estaba construyendo sobre la marcha y en su sorpresivo encuentro con la sociedad civil, pero que partía de principios concebidos desde antes de la guerra. En uno de sus primeros comunicados, los zapatistas explicaron por primera vez su postura ante el Poder y los procesos electorales, misma que han mantenido (y explicado insistentemente) durante todos estos años: “El EZLN no busca que gane un partido o que gane otro, el EZLN busca que haya justicia, que haya libertad, y que haya democracia para que el pueblo elija a quien mejor le acomode a su entender y que esta voluntad, cualquiera que sea, reciba respeto y entendimiento de los mexicanos todos y de otros pueblos. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional pide que el gobierno, de cualquier partido que sea, sea un gobierno legítimo, resultado de una elección verdaderamente libre y democrática, y resuelva las necesidades más apremiantes de nuestro pueblo mexicano, especialmente de nosotros los indígenas�. (Comunicado del EZLN. 11 de enero de 1994).

Doce días después del inicio de la insurrección indígena, se anunció una movilización multitudinaria para exigir al presidente de la República el cese al fuego y el inicio de un diálogo con los indígenas insurrectos. La sociedad civil nacional levantó su voz y se hizo escuchar. Salinas se adelantó a la presión y al reclamo generalizado del pueblo de México a favor de una solución política, y decretó el cese al fuego horas antes de la movilización: “El Ejército sólo atacará si es atacado�, dijo. La marcha, de cualquier forma, se realizó y más de cien mil personas colmaron el Zócalo de la ciudad de México en contra de la guerra en el sureste mexicano.

Sin embargo, 24 horas después del cese al fuego decretado, tropas militares apoyadas por helicópteros artillados atacaron una unidad zapatista en Ocosingo. La guerra se trasladó a las montañas y el cese al fuego sólo se hizo válido en las ciudades. A pesar de esto, el EZLN aceptó también el cese de las hostilidades.

El EZLN irrumpió en el país ese primero de enero, empezó la guerra y se encontró, como lo explicaron más tarde sus dirigentes, con un mundo diferente, un escenario que no contemplaban, un panorama que nunca imaginaron. Un mundo que entendió sus causas pero que marchó y se movilizó para que callaran los fusiles de ambos lados. Fue un momento decisivo para la historia del EZLN, pues ante la disyuntiva de escuchar a la sociedad civil, detenerse y enfrentar un mundo desconocido, para el que obviamente no estaba preparado; o, de otra manera, continuar con la lucha armada, para la que sí se preparó durante diez largos años, optó por lo primero y se dispuso, a partir de ese momento, a utilizar la palabra como principal arma, a escuchar, a preguntar y a tratar de entender los reclamos de esa sociedad civil que lo apoyó, pero no lo siguió con un fusil al hombro.


Las negociaciones entre el EZLN y el
gobierno federal: Una historia de encuentros y desencuentros y, en medio, la participación
de la sociedad civil nacional e internacional.
Febrero-diciembre de 1994. Diálogo de la Catedral de San Cristóbal de las Casas, regreso de la delegación zapatista a las montañas, la Convención Nacional Democrática (CND), las elecciones federales y estatales y la ruptura del cerco militar.
Después del cese al fuego, los acontecimientos se suscitaron en cascada. Del 13 al 24 de enero, el EZLN reconoció a Manuel Camacho Solís como representante del gobierno federal. El gobernador interino de Chiapas renunció y en su lugar fue nombrado Javier López Moreno. Muchos cambios en muy pocos días, pero ninguno, como lo explicaría después el subcomandante Marcos, de fondo.

Al perdón ofrecido por el presidente Salinas de Gortari, el vocero zapatista respondió con un texto titulado “¿De qué nos van a perdonar?�, mismo que los intelectuales definieron como un magnífico e incontestable alegato de las razones de la lucha zapatista:

“¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De ha-bernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano a luchar, de todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad, democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores? ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?... ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo?...� (Comunicado del EZLN. 18 de enero de 1994).

Una de las primeras acciones del comisionado Manuel Camacho fue el establecimiento de “dos zonas francas�: San Miguel, en Ocosingo y Guadalupe Tepeyac, en Las Margaritas, pero ninguna de estas acciones evitó la efervescencia social en Chiapas, pues miles de campesinos se movilizaron en demanda de la destitución de diversos alcaldes municipales y por la entrega de tierras. En este contexto, se integró el Concejo Estatal de Organizaciones Indígenas y Campesinas (CEOIC) que agrupó a 280 organizaciones de Chiapas.

Fueron días en los que los zapatistas, en medio de una guerra que no terminaba (aún con el cese al fuego decretado), fijaban posturas, definían estrategias y ampliaban interlocutores. Así, el 20 de enero se dirigieron por primera vez a las organizaciones indígenas del país, en un comunicado que, diez años después, continúa definiendo su relación con el movimiento indio nacional: “Nosotros los zapatistas siempre hemos respetado y seguiremos respetando a las diferentes organizaciones independientes y honestas. No las hemos obligado a que se entren en nuestra lucha; cuando se han entrado es siempre por su voluntad y libremente…Si nosotros no hubiéramos levantado nuestros fusiles, el gobierno nunca se hubiera preocupado por los indígenas de nuestras tierras…Nosotros seguiremos respetándolos a ustedes y respetando sus formas de lucha. Los invitamos a que, cada quien su organización y su forma de lucha, unamos nuestro corazón con la misma esperanza de libertad, democracia y justicia�. (Comunicado del EZLN. 20 de enero de 1994).

El diálogo se acercaba y un pronóstico de que las prenegociaciones iban por buen camino fue la liberación del general Absalón Castellanos Domínguez, a cambio de que el gobierno federal liberara a cientos de indígenas zapatistas detenidos y torturados en las diferentes cárceles del Estado. La ceremonia de entrega del militar retirado sirvió de marco para la primera presentación pública de un pueblo entero en rebeldía: Guadalupe Tepeyac, mismo que, con el correr de los años, se convertiría en un símbolo de la resistencia indígena.

Con la participación del obispo Samuel Ruiz García como mediador, se acordó el inicio del diálogo entre los rebeldes y el comisionado gubernamental, de tal manera que el 20 de febrero, a bordo de ambulancias de la Cruz Roja Internacional, llegaron a San Cristóbal de las Casas los 19 delegados del EZLN para participar en el diálogo. Eran 18 indígenas y un mestizo que los dirigía militarmente, pero que acataba las órdenes políticas de la comandancia indígena, un hombre que atrapó la atención de los medios de comunicación para difundir los motivos de su lucha y que se presentó con el nombre de Subcomandante Insurgente Marcos. El diálogo de San Cristóbal fue un momento clave dentro de la lucha zapatista. Fue su encuentro, en directo, con la prensa, con la sociedad civil nacional e internacional y con la clase política contra la que se levantaron en armas.

El comandante Tacho, del Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI), explicó posteriormente que el diálogo “sirvió para darnos a conocer y para nosotros conocer mucha gente. Sirvió, pues, para explicarles quiénes somos y por qué luchamos�. Y, en efecto, aprovecharon el tiempo para conceder innumerables entrevistas a los cientos de periodistas acreditados de todo el mundo, y para entrar en contacto con representantes de ONGs, de la iglesia, de partidos políticos, de organizaciones campesinas y, principalmente, con gente común y corriente de la sociedad civil. Era el principio del aprendizaje político de un movimiento armado, el principio de una serie de encuentros y desencuentros, el inicio de la construcción de un movimiento que se caracterizaría por saber (y aprender) a escuchar, a decir su palabra, a preguntar y a caminar sumando.

El 2 de marzo terminaron las conversaciones de paz con la presentación de un documento de 34 compromisos gubernamentales que el EZLN acordó llevar a consulta. Al terminar la ronda de negociaciones los zapatistas regresaron a las montañas y continuaron sus encuentros con representantes de la sociedad civil y con un amplio espectro de las fuerzas políticas del país. Los representantes de los medios de comunicación ingresaron, a invitación de la dirección zapatista, al territorio rebelde y los reportajes sobre las comunidades indígenas zapatistas dieron, así, la vuelta al mundo.

Las consultas en los pueblos sobre las propuestas del gobierno iniciaron en las cañadas de la Selva Lacandona, pero el proceso se interrumpiría el 23 de marzo, con el asesinato del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio Murrieta.

El 10 de abril los zapatistas recordaron el aniversario luctuoso del general revolucionario Emiliano Zapata. Durante todo el mes ingresaron al territorio en rebeldía diversas caravanas de ayuda, mientras los ganaderos y finqueros intensificaron el hostigamiento contra las comunidades indígenas.

Un mes más tarde se produjo el primer encuentro entre el EZLN y el entonces candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) a la presidencia de la República, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, figura política con la que los zapatistas habrían de sostener una relación de acuerdos y diferendos constantes. Los rebeldes, para esos momentos, estaban en un proceso de (re) conocimiento del panorama político nacional, por lo que sostuvieron innumerables encuentros con representantes de casi todo el espectro político de izquierda.

Pasados apenas seis meses del levantamiento, los zapatistas ya habían conformado un movimiento no sólo en torno a las demandas de los pueblos indios, sino en contra del autoritarismo gubernamental y de sus políticas sociales y económicas. En este contexto, respondieron con un “NO� a las propuestas gubernamentales, al tiempo que decidieron mantener el cese al fuego y abrir un diálogo con la sociedad civil. La estrategia de abrir diálogos y encuentros alternos con la sociedad civil, escuchar y preguntar, independientemente del proceso de negociación con el gobierno federal, caracterizaría su andar político durante los próximos años. Aprender a hablar y escuchar, caminar- preguntando, ésa sería la clave.

Así, al tiempo que interrumpieron las negociaciones con el gobierno, hicieron pública la Segunda Declaración de la Selva Lacandona, en la que llamaron a la sociedad a lograr un tránsito pacífico a la democracia, mediante la organización de la Convención Nacional Democrática (CND). El objetivo, explicaron, era “organizar la expresión civil y la defensa de la expresión popular…y exigir la realización de elecciones libres y democráticas y luchar, sin descanso, por el respeto a la voluntad popular�. (Segunda Declaración de la Selva Lacandona. 12 de junio de 1994).

Mientras se organizaba el encuentro en un paraje de la selva Lacandona, Manuel Camacho Solís renunció como Comisionado para la Paz en Chiapas, dejando su lugar a Jorge Madrazo Cuéllar, hombre que no dejó ninguna huella de su paso por el estado, no logró ningún acercamiento con los rebeldes y se fue como llegó, con las manos vacías.

Del 5 al 9 de agosto, en medio de las campañas electorales en busca de la presidencia de la República, se llevó a cabo la Convención Nacional Democrática, en el primer centro de encuentro político y cultural diseñado por el EZLN, nombrado “Aguascalientes� (en alusión al estado donde se celebró la Convención de las fuerzas revolucionarias de México en 1914), en el poblado de Guadalupe Tepeyac. Ahí, cerca de siete mil mexicanos, entre representantes de organizaciones sociales, artistas, intelectuales, indígenas de todo el país, obreros, homosexuales, campesinos y personas sin organización política, respondieron a la convocatoria de los zapatistas, quienes hicieron un llamado a la sociedad civil para derrotar la vía armada, para derrotarlos a ellos como militares, y para abrir la posibilidad de seguir luchando, pero esta vez sin armas y con el rostro descubierto. Fue la CND la primera acción política a gran escala, después de la guerra, en la que el EZLN pudo medir su capacidad de convocatoria con resultados que, confesaron, rebasaron sus propias expectativas.

Los rebeldes indígenas tardaron sólo 27 días para la construcción del primer “Aguascalientes�, fueron días de faena y esperanza, días en los que, del otro lado de la selva, miles de personas se organizaban para participar en la primera navegación de un barco, el de Fitzcarraldo, repleto de paradojas. “La paradoja anacrónica, la tierna locura de los sin rostro, el despropósito de un movimiento civil en diálogo con un movimiento armado� (Discurso de inauguración de la CND. 8 de agosto de 1994).

Días después de la celebración de la CND, el EZLN declaró que no interferiría en la realización de las elecciones federales ni estatales, por lo que permitiría la instalación de casillas y el libre tránsito del personal del Instituto Federal Electoral, de la Co-misión Estatal Electoral y de los re-presentantes de los distintos partidos políticos. De esta manera, y por primera vez en la historia moderna del país, se realizaron comicios en un territorio declarado abiertamente rebelde.

El 21 de agosto se celebraron las elecciones federales y, simultáneamente, estatales en Chiapas. Una elección marcada por el fraude le otorgó el triunfo al candidato del partido de Estado, Ernesto Zedillo Ponce de León, mie
http://www.revistarebeldia.org/revistas/010/art02.html

Diez años de lucha y resistencia zapatista
1996-1997
(segunda parte)
Gloria Muñoz Ramírez


Las iniciativas políticas zapatistas no han dejado de sorprender a propios y a extraños. Luego de los dos primeros años en los que —después de los combates iniciales— emprendieron el largo camino para, primero, tratar de explicar los motivos de su lucha, sus orígenes y su ideario político; y, al mismo tiempo, conocer y tratar de comprender al país y al mundo en el que estaban aterrizando, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se aferra a la posibilidad de una salida pacífica a la guerra, respondiendo a los reclamos de una sociedad civil que los legitima y avala, pero que no los sigue en su andar armado.

Después del levantamiento armado del 1 de enero de 1994, del primer diálogo de paz en San Cristóbal de las Casas, de la celebración de la Convención Nacional Democrática, del establecimiento de sus municipios autónomos, de la traición del 9 de febrero de 1995, del posterior diálogo en San Andrés Sacamch’en de los Pobres, y de la Primera Consulta Nacional por la Paz y la Democracia —todo esto durante los dos primeros años de vida pública—, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional incrementa cuantitativa y cualitativamente su agenda política nacional e internacional.

El EZLN camina y aprende rápido, por lo que, al cabo de 24 meses, ya han conformado un movimiento no sólo entorno a las demandas de los pueblos indios, sino con una clara agenda nacional e internacional. Los siguientes dos años, 1996 y 1997, son prueba fehaciente de esto, son años en los que los zapatistas convocan a la conformación de una fuerza política de nuevo tipo, el Frente Zapatista de Liberación Nacional, participan simultáneamente en la promoción del Congreso Nacional Indígena, celebran los Encuentros Continental e Intercontinental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo (antecedentes del movimiento internacional antiglobalización), firman los primeros acuerdos de paz sobre Derechos y Cultura Indígenas y, ante su incumplimiento, rompen el cerco militar y envían a la ciudad de México primero a la comandante Ramona y después a una delegación de 1111 bases de apoyo, con la misión de difundir su lucha, protestar por la falta de cumplimiento de la palabra gubernamental y realizar alianzas con la sociedad civil que aplaude su paso.

El presente texto, segunda parte de la historia de una década de lucha y resistencia zapatista, comprende los años tercero y cuarto de la guerra contra el olvido. Son años en los que a pesar del incremento del hostigamiento militar y paramilitar en contra de las comunidades indígenas, los rebeldes del EZLN echan a volar la imaginación y continúan el largo recorrido del aprendizaje, el no siempre fácil proceso de caminar preguntando. Son años en los que invierten tiempo y esfuerzo en la organización interna de los miles de pueblos tzotziles, tzeltales, tojolabales, choles, zoques y mames que los apoyan; y, al mismo tiempo, organizan el trabajo externo inventando una iniciativa política tras otra y creando nuevos espacios de participación ciudadana a nivel nacional e internacional, sin descuidar en ningún momento su compromiso con las demandas de los pueblos indios.

Son años, también, en los que la palabra zapatista es escuchada y analizada en todo el mundo, a pesar de que el fuego no se extingue y los fusiles del ejército federal y de los grupos paramilitares siguen lanzando sus descargas. La violencia paramilitar llega a su climax a finales de 1997, con la matanza indígena más salvaje de la historia reciente. Con Acteal entra de lleno la muerte, el desalojo, la persecución, la cárcel y la tortura, pero también la movilización, la protesta, la solidaridad no con un pueblo pobre sino con un proyecto político que se presenta, para muchos, como la única alternativa.
1996


La Cuarta Declaración de la Selva Lacandona y el llamado a la conformación del FZLN, primeros acuerdos sobre Derechos y Cultura Indígenas, ofensivas paramilitares, incumplimiento de los acuerdos, suspensión del diálogo y salida de la primera zapatista de la Selva a la ciudad de México
El primero de enero de 1996, de manera simultánea en los cinco Aguascalientes (inaugurados ese mismo día, luego de un intenso hostigamiento militar que pretendió su destrucción), el Ejército Zapatista de Liberación Nacional dio a conocer la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, en la que refrendó su compromiso por una solución pacífica y propuso la construcción del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN), una fuerza política de nuevo tipo, no partidaria, que no luche por el poder, independiente y autónoma, civil y pacífica, basada en el EZLN y a la que, al final de las negociaciones, los zapatistas se sumarían.

“Invitamos a la sociedad civil nacional, a los sin partido, al movimiento social y ciudadano, a todos los mexicanos, a construir una nueva fuerza política… Una nueva fuerza política cuyos integrantes no desempeñen ni aspiren a desempeñar cargos de elección popular o puestos gubernamentales en cualquiera de sus niveles. Una fuerza política que no aspire a la toma del poder. Una fuerza política que no sea un partido político…Una nueva fuerza política que pueda organizar las demandas y propuestas de los ciudadanos para que el que mande, mande obedeciendo. Una fuerza política que pueda organizar la solución de los problemas colectivos aún sin la intervención de los partidos políticos y del gobierno. No necesitamos pedir permiso para ser libres. La función de gobierno es prerrogativa de la sociedad y es su derecho ejercer esa función…�. (Cuarta Declaración de la Selva Lacandona. 1 de enero de 1996).

En un ambiente festivo, a pesar de las recientes agresiones militares, y con la participación de la sociedad civil y de las bases de apoyo zapatistas, en los cinco Aguascalientes del EZLN se escuchó el anuncio grabado de la Cuarta Declaración. Después se dio el debate en cascada. Articulistas y columnistas de todos los periódicos no se dieron a vasto para criticar o aplaudir la nueva iniciativa rebelde. Los cuestionamientos a los partidos políticos, la decisión de no luchar por el poder, la construcción de una fuerza política de nuevo tipo basada en el mandar obedeciendo fueron, entre otros, los puntos más cuestionados por la clase política y, al mismo tiempo, los más entendidos por una sociedad civil desencantada de los partidos políticos y de sus tiempos electorales.

Simultáneamente a la construcción de esta nueva fuerza política, durante los primeros días de enero el EZLN inició los trabajos del Foro Nacional Especial de Derechos y Cultura Indígenas, en el que más de 500 representantes de por lo menos 35 pueblos indios discutieron y llegaron a diversos consensos sobre sus demandas. La autonomía indígena, acordaron, sería el eje de la lucha por una nueva relación de los pueblos indios con el Estado. El 7 de enero, el Subcomandante Marcos se trasladó sorpresivamente a San Cristóbal de las Casas para participar en el foro. Al finalizar este primer encuentro de los zapatistas con el espectro nacional de la lucha indígena, los participantes acordaron convocar a la constitución del Congreso Nacional Indígena (CNI).

“Este Foro Nacional Indígena puede ser un ejemplo de que no tenemos que pedir permiso para pensarnos libres, justos y democráticos. No les pedimos que olviden sus diferencias y discusiones, no les pedimos que se unan a fuerzas o que se rinda un pensamiento a la fuerza de otro pensamiento. Les pedimos que tengamos respeto y tolerancia al que piensa diferente en el camino pero tiene el mismo anhelo de vida… Les pedimos que, juntos, le demos a este país y a este mundo que sólo nos ofrece la muerte o la humillación como futuro, una lección: la lección de la dignidad humana que salva al mundo de la estupidez y el crimen�. (Discurso de inauguración del Foro Nacional Indígena. 4 de enero de 1996).

El foro fue clausurado por el Subcomandante Marcos el 8 de enero y al día siguiente los representantes de los 35 pueblos indios partieron rumbo a sus comunidades. No se fueron con las manos vacías, llevaron el encargo de transmitir el nacimiento de su nueva organización: el Congreso Nacional Indígena, un espacio de encuentro sin dirigentes ni cúpulas, un espacio pensado de manera horizontal para luchar por las demandas de los indígenas de todo el país, entre ellas el reconocimiento de su autonomía.

La estrategia zapatista, delineada pero no acabada, de construir espacios de participación y encuentro no sólo a nivel indígena y nacional, sino también en el terreno internacional, continuó durante los siguientes días. El 30 de enero dieron a conocer la Primera Declaración de la Realidad contra el Neoliberalismo y por la Humanidad, en la que llamaron a la celebración de Encuentros Continentales y, posteriormente, al Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo.

Después del apoyo internacional que recibieron durante y después de la guerra iniciada el primero de enero de 1994, los zapatistas empezaron a organizar la solidaridad con su movimiento durante la Primera Consulta celebrada en agosto de 1995, evento en el que corroboraron la gran influencia y penetración de su palabra en otros pueblos del mundo. Es así como, en enero de 1996, lanzaron el segundo llamado internacional en torno a una causa específica y global: “Contra la internacional del terror que representa el neoliberalismo debemos levantar la internacional de la esperanza. La unidad por encima de fronteras, idiomas, colores, culturas, sexos, estrategias y pensamientos, de todos aquellos que prefieren a la humanidad viva�. (Primera declaración de la Realidad contra el Neoliberalismo y por la Humanidad. 30 de enero de 1996).

Los zapatistas llamaron entonces a todos los individuos, grupos, colectivos, movimientos, organizaciones sociales, ciudadanas y políticas, a los sindicatos, las asociaciones de vecinos, cooperativas, todas las izquierdas habidas y por haber; organizaciones no gubernamentales, grupos de solidaridad con las luchas de los pueblos del mundo, bandas, tribus, intelectuales, indígenas, estudiantes, músicos, obreros, artistas, campesinos, grupos culturales, movimientos juveniles, medios de comunicación alternativa, ecologistas, colonos, lesbianas, homosexuales, pacifistas, feministas… a todos los seres humanos sin casa, sin tierra, sin trabajo, sin alimentos, sin salud, sin educación, sin libertad, sin justicia, sin independencia, sin democracia, sin paz, sin patria, sin mañana… a participar en el Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo.

Empezaron, así, el largo camino de la lucha contra la globalización y la conformación de un movimiento internacional que habría de dar grandes sorpresas en los años por venir.

El 10 de febrero las bases de apoyo zapatistas recordaron con una marcha el primer aniversario de la ocupación militar de sus comunidades, el primer aniversario de la expulsión de los indígenas de Guadalupe Tepeyac y de los presos políticos acusados de ser zapatistas. La marcha de miles de hombres, mujeres y niños con el rostro cubierto, inició en el pueblo viejo de Guadalupe Tepeyac, ocupado por el ejército, y terminó en La Realidad con un festejo cultural en el Aguascalientes. ¿El motivo del “festejo�? “Es que estamos vivos�, decían los hombres y mujeres entre bailes y cantos. Por la libertad de los presos políticos y el cese del hostigamiento militar, los indígenas chiapanecos llamaron, una vez más, al pueblo de México a manifestarse.

Siguiendo en la ruta del diálogo con el gobierno, el 15 de febrero la Comandancia del EZLN dio a conocer un documento escrito en colaboración con su amplio grupo de asesores: “El Diálogo de San Andrés y los Derechos y la Cultura Indígena. Punto y Seguido�, en el que anunciaron el término de la primera fase de las negocia-ciones, dejando claro que las demandas fundamentales de los pueblos indígenas no habían sido satisfechas del todo y que, por lo tanto, continuaría la lucha por conseguir su plena satisfacción. En el documento se advierte que los acuerdos no cubren el grave problema agrario nacional ni la reforma que en esa materia debería hacerse al artículo 27 constitucional. Señalaron asimismo que los compromisos mínimos entre el EZLN y el gobierno federal dejaron fuera las autonomías municipales y regionales y que, entre otras omisiones, se encontraba el problema de la transformación profunda del sistema de justicia, con el fin de que se garanticen no sólo los derechos individuales, sino también colectivos, los de los pueblos indígenas. La solución profunda a la problemática de la mujer indígena, el acceso de los pueblos indios a los medios de comunicación, el pleno ejercicio de un gobierno propio, fueron algunos de los pendientes planteados. (Documento del EZLN y asesores: “El Diálogo de San Andrés y los Derechos y la Cultura Indígena. Punto y Seguido�. 15 de febrero de 1996).

Un día después de que se dio a conocer este documento, el 16 de febrero, luego de diez meses de trabajo, de una serie de encuentros y desencuentros, de tensiones y presiones, de persecuciones y hostigamientos, el EZLN y el gobierno federal firmaron los primeros acuerdos de paz, referentes a la primera mesa de negociaciones sobre Derechos y Cultura Indígena. En estos acuerdos el gobierno se comprometió a reconocer el derecho a la autonomía de los pueblos indios en la Constitución, a ampliar su representación política, a garantizar el acceso pleno a la justicia, a construir un nuevo marco jurídico que garantizara sus derechos políticos, sus derechos jurisdiccionales y sus derechos culturales. El gobierno se comprometió, además, a reconocer a los indígenas como sujetos de derecho público. Parecía que las cosas iban por buen camino, pues aunque los zapatistas advirtieron que los acuerdos representaban sólo una parte de los derechos de los pueblos indios, decidieron firmarlos y comprometerse a luchar por su cumplimiento.

No hubo ceremonia protocolaria de la firma de esos primeros acuerdos, pues la delegación zapatista, encabezada por los comandantes Tacho, David y Zebedeo, señaló que, por el momento, sólo eran papeles y habría que vigilar su cumplimiento. El tiempo les daría la razón y, por lo pronto, cada delegación firmaría por separado.

Las negociaciones sobre el segundo punto, referente a Democracia y Justicia, iniciaron con malos augurios, pues cuando el EZLN dio a conocer su lista de asesores e invitados conformada por más de 300 personas de las diferentes tendencias políticas, el panorama se enturbió con la irrupción violenta del grupo paramilitar “Paz y Justicia�, que destruyó un templo católico en el municipio de Tila.

Pese a todo, los zapatistas no descuidaron sus otros frentes, sus verdaderos espacios de diálogo. El 3 de marzo de 1996, saludaron la celebración del II Encuentro Nacional de Comités Civiles para el Diálogo Nacional, que se llevó a cabo en la ciudad de Poza Rica, Veracruz. Se conformó entonces la Comisión Especial Promotora del FZLN, y con ella arrancó la organización de los comités civiles de diálogo, como estructura mínima de participación en la nueva fuerza política zapatista: el FZLN.

Simultáneamente, los rebeldes atendían el frente indígena, por lo que enviaron también su propuesta para la conformación de una Comisión Promotora del Foro Nacional Indígena Permanente, misma que habría de organizar la construcción del Congreso Nacional Indígena. Los principios con los que habría de trabajar la Comisión Promotora, mismos que después se trasladarían al CNI en su conjunto, fueron: servir y no servirse, representar y no suplantar, construir y no destruir, obedecer y no mandar, proponer y no imponer, convencer y no vencer, y bajar y no subir.

Los zapatistas promovían la organización del FZLN, del CNI, de los encuentros internacionales contra el neoliberalismo y, paralelamente, continuaban el diálogo con el gobierno, así como su organización y movilización interna. El 8 de marzo, las mujeres bases de apoyo zapatistas tomaron la ciudad de San Cristóbal de las Casas, en una manifestación sin precedentes en la que se volvieron a escuchar las voces de las mujeres indígenas insurrectas. Las calles se llenaron de miles de mujeres con pasamontañas y vestidos multicolores, muchas cargando niños en la espalda o tomados de la mano, con pancartas y consignas, gritos, cantos y bailes. Así celebraron las mujeres rebeldes el Día Internacional de la Mujer.

“Las mujeres zapatistas, las combatientes y las no combatientes, luchan por sus propios derechos como mujeres. Enfrentan también la cultura machista que en los varones zapatistas se manifiesta en muchas formas. Las mujeres zapatistas no son libres por el hecho de ser zapatistas, tienen todavía mucho que luchar y mucho que ganar�, dijeron las indígenas, al tiempo que saludaron a las mujeres que luchan en cualquier parte del mundo. (Discurso del EZLN. 8 de marzo de 1996).

Además de organizar la marcha de las mujeres, los rebeldes dieron en ese mismo mes su apoyo económico para comprar petroquímicas, sostuvieron un diálogo con caricaturistas, saludaron la lucha del pueblo tepozteco contra el club de golf, pidieron a Estados Unidos y Europa suspender la venta de armas a México.

A pesar de que la represión y los desalojos violentos se incrementaron en el Estado, continuaron las negociaciones con el gobierno federal y, en medio de ellas, se efectuó un nuevo operativo policiaco en el municipio de Nicolás Ruiz, en el que murieron cuatro campesinos. La nueva matanza de indígenas tensó el ambiente en la recién instalada mesa de negociaciones y el diálogo nuevamente estuvo en crisis.

Por si fuera poco, en la mesa de negociaciones los representantes del gobierno guardaron absoluto silencio. No fueron a dialogar ni a escuchar, sólo a hacer acto de presencia, lo cual fue calificado no sólo por los zapatistas, sino por todos los participantes, como una nueva burla a la paz.

Sin embargo, siempre de acuerdo con su estrategia de abrir simultáneamente otros canales de diálogo, del 4 al 8 de abril se celebró en La Realidad, municipio de San Pedro de Michoacán, el Primer Encuentro Continental por la Humanidad y Contra el Neoliberalismo, foro en el que miles de participantes del Continente Americano se reunieron para discutir, por vez primera, propuestas para enfrentar las políticas neoliberales impuestas en todo el mundo.

Hombres y mujeres de Canadá, Estados Unidos, México, Guatemala, Costa Rica, Venezuela, Puerto Rico, Ecuador, Brasil, Perú, Chile, Uruguay y Argentina, además de observadores de Francia, Alemania y el Estado Español, se reunieron en la comunidad tojolabal de La Realidad para preparar lo que sería en agosto el Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, mejor conocido como “el intergaláctico�.

“El poder tratará de evitar otros encuentros como el de La Realidad. Y nosotros debemos defender este sueño, traerlo bien guardado en el bolsillo del pantalón y sacarlo cada tanto para una caricia o para un aliento�, fueron las palabras proféticas del discurso de clausura. (Discurso del EZLN. 7 de abril de 1996).

En las siguientes dos fechas conmemorativas, el 10 de abril y el 1 de mayo, aniversario luctuoso del general Emiliano Zapata y Día del Trabajo, respectivamente, el EZLN envió sendos saludos a las manifestaciones que con esos motivos se celebraron en la ciudad de México.

La mesa de diálogo con el gobierno federal continuaba sin avances cuando, el 3 de mayo, un juez de Tuxtla Gutiérrez sentenció a los luchadores sociales Javier Elorriaga Berdegué y Sebastián Entzin Gómez, bajo los cargos de conspiración, rebelión y terrorismo, a 13 años y 6 años de prisión, respectivamente. El EZLN declaró entonces que la sentencia significaba que para el gobierno los zapatistas eran terroristas, peligrosos delincuentes a los que había que encarcelar y matar. La resolución del juez, dijeron, era una provocación a la paz y una violación a la Ley para el diálogo, por lo que suspendieron su participación en una negociación en la que, además, sólo ellos hablaban y proponían.

“El proceso de diálogo entre el EZLN y el gobierno federal ha recibido, con estos argumentos, un golpe definitivo… El único futuro que el gobierno nos ofrece al final del proceso de diálogo y negociación, es el de la prisión y la muerte. Todos los esfuerzos de diálogo y de lucha pacífica que el EZLN ha emprendido desde su aparición pública, en enero de 1994, y a los que ha llamado una y otra vez al pueblo de México, son condenados junto a los presuntos zapatistas�, advirtió la Comandancia General. (Comunicado del EZLN. 5 de mayo de 1996).

Más adelante, en una larga carta dirigida a los legisladores de la Cocopa, el EZLN fue tajante: “Libres o presos los presuntos zapatistas, el Diálogo de San Andrés es insostenible si el EZLN se define, ante cualquier poder federal, estatal o local, como una organización terrorista�. (Carta del EZLN a la Cocopa. 18 de mayo de 1996).

El ambiente se volvió a tensar y, por si fuera poco, el grupo paramilitar del municipio de Chilón, conocido como “los Chinchulines�, atacó con armas de alto poder a un grupo de campesinos de Bachajón e incendió varias casas. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos pidió al gobernador de Chiapas la investigación de los hechos pero no hubo respuesta y, días después, se efectuó otro ataque, esta vez protagonizado por el grupo paramilitar Paz y Justicia, en la comunidad de Usipá, municipio de Tila.

Las fuerzas paramilitares, entrenadas por el ejército federal, incendiaban casas, templos, escuelas, asesinaban a hombres y mujeres bases de apoyo del EZLN, y todo quedaba en la impunidad. Ese era el ambiente cuando, tras una intensa movilización nacional e internacional, la Corte apeló la resolución del juez y fueron liberados Javier Elorriaga y Sebastián Entzin. El EZLN respondió con la suspensión del estado de alerta y, días después, Elorriaga, historiador y luchador social, se incorporó al Frente Zapatista de Liberación Nacional.

De esta manera, a principios de junio la Cocopa logró restablecer el contacto directo con los rebeldes, con miras a la reanudación del diálogo. Sin embargo, a punto de reiniciarse las negociaciones entre el EZLN y el gobierno federal, hizo su primera aparición en el estado de Guerrero el Ejército Popular Revolucionario (EPR), grupo armado producto de una coalición de diversas fuerzas revolucionarias. Fue el 23 de junio, a un año de la matanza de 17 campesinos guerrerenses en el Vado de Aguas Blancas, la fecha que eligió el EPR para ingresar al ya enrarecido panorama político. El ambiente se tensó pero los zapatistas se desmarcaron de ese movimiento y se pudo concretar el Foro Especial para la Reforma del Estado, segundo espacio de encuentro pactado dentro de las negociaciones, en el que participaron más de mil 300 personas, entre representantes de organizaciones políticas, sociales, sindicales y ciudadanas, así como intelectuales y personalidades del ambiente político y cultural.

El Foro Especial para la Reforma del Estado se llevó a cabo del 30 de junio al 6 de julio en la ciudad de San Cristóbal de las Casas y formó parte de los trabajos de la segunda mesa de negociaciones, referente a Democracia y Justicia. Al evento se trasladó una delegación del EZLN conformada por un grupo de comandantes de todas las regiones rebeldes y por el Subcomandante Marcos. El encuentro fue un éxito, pues convocó a un amplio y plural espectro político que se planteó la conformación de un nuevo proyecto de nación.

En el foro, una vez más, los zapatistas plantearon más preguntas que respuestas: “¿Cuántas apariciones de grupos guerrilleros son necesarias y en qué lugares, para que sociedad y Estado reconozcan que hay estados de la federación que se manejan como haciendas porfirianas? ¿Cuánta inestabilidad política y económica es necesaria para recordar que la cerrazón política del poder representado en Porfirio Díaz generó la guerra más cruenta que han tenido los mexicanos en su historia? ¿Cuántos muertos, cuánta destrucción, cuánta cárcel, cuánta impotencia, cuántos magnicidios, cuántos criminales refugiados en Irlanda o en Manhatan, cuánta inseguridad económica, cuántos gobernadores narcotraficantes, cuánto país destruido? ¿Cuánto es necesario para reconocer que algo no funciona, que algo se pudre, que algo se muere definitivamente en el sistema político mexicano?�. (Discurso del EZLN. 30 de junio de 1996).

Durante las semanas que siguieron, el gobierno federal decidió aprovechar el deslinde de los zapatistas de la nueva guerrilla del EPR, para llevar a cabo una campaña para distinguir entre una “guerrilla buena� (el EZLN) y una “guerrilla mala� (el EPR). Los rebeldes chiapanecos denunciaron la estrategia gubernamental y, sin caer en el juego, continuaron sus encuentros políticos y su diálogo con la sociedad.

En julio, los zapatistas incrementaron sus encuentros con la sociedad civil, pero esta vez a nivel internacional. Del 27 de julio al 3 de agosto, inauguraron una nueva fase de la lucha contra el neoliberalismo en todo el mundo, con la puesta en marcha del Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, en el que cerca de cinco mil personas de 42 países participaron en mesas de discusión en los cinco Aguascalientes zapatistas, ubicados en las comunidades de Oventik, La Realidad, La Garrucha, Morelia y Roberto Barrios.

La inauguración del evento se realizó en el Aguascalientes de Oventik, municipio de San Andrés Sacamch’en de los Pobres, y hasta ahí llegaron hombres y mujeres provenientes de los cinco continentes: delegaciones de Italia, Brasil, Gran Bretaña, Paraguay, Chile, Filipinas, Alemania, Perú, Argentina, Austria, Uruguay, Guatemala, Bélgica, Venezuela, Colombia, Irán, Haití, Dinamarca, Nicaragua, Zaire, Francia, Ecuador, Grecia, Japón, Kurdistán, Irlanda, Costa Rica, Cuba, Suecia, Noruega, Holanda, Sudáfrica, Suiza, Estado Español, Estados Unidos, Portugal, País Vasco, Cataluña, Canarias, Turquía, Canadá, Puerto Rico, Bolivia, Australia, Mauritania y de todo México, se dieron cita en los Altos de Chiapas para de ahí distribuirse en el resto de los Aguascalientes.

En medio de la neblina de Oventik, frente a los miles de personas de diferentes colores, los zapatistas dijeron su palabra: “Detrás de nosotros estamos ustedes. Detrás de nuestro pasamontañas está el rostro de todas las mujeres excluidas. De todos los indígenas olvidados. De todos los homosexuales perseguidos. De todos los jóvenes despreciados. De todos los migrantes golpeados. De todos los presos por su palabra y pensamiento. De todos los trabajadores humillados. De todos los muertos de olvido. De todos los hombres y mujeres simples y ordinarios que no cuentan, que no son vistos, que no son nombrados, que no tienen mañana… Hoy, miles de seres humanos de los cinco continentes gritan su ‘¡Ya basta!’ aquí, en las montañas del Sureste mexicano. Gritan ‘¡Ya basta!’ al conformismo, al nada hacer, al cinismo, al egoísmo hecho dios moderno. Hoy miles de pequeños mundos de los cinco continentes ensayan un principio aquí, en las montañas del Sureste mexicano: el principio de la construcción de un mundo nuevo y bueno, un mundo donde quepan todos los mundos�. (Discurso del EZLN. 27 de julio de 1996).

El Encuentro Intergaláctico finalizó el 3 de agosto con la lectura de la Segunda Declaración de la Realidad por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, documento con el que nació el acuerdo de conformar una red colectiva de todas las luchas y resistencias contra el neoliberalismo, en la cual se reconocieran las diferencias y se conocieran las semejanzas. Esta red intercontinental de resistencias, se propuso, no tendría estructura organizativa, ni centro rector ni decisorio, ni mando central ni jerarquías. Era, pues, el nacimiento de una red que, con el tiempo, habría de conformar el movimiento mundial antiglobalización.

Una vez finalizado el encuentro, los rebeldes intentaron continuar con los trabajos de la Mesa sobre Democracia y Justicia, pero el gobierno federal propuso dejar de lado el tema y avanzar a la siguiente mesa, lo que fue rechazado por el grupo insurgente.

Ante la actitud gubernamental, después de una consulta a sus bases, el 3 de septiembre el EZLN anunció que suspendía su participación en las negociaciones de San Andrés. Fueron momentos de suma tensión pues, inmediatamente después del anuncio, el gobierno incrementó el hostigamiento militar contra las comunidades indígenas rebeldes.

En un comunicado los rebeldes plantearon cinco condiciones mínimas para la posible reanudación del diálogo: liberación de todos los presuntos zapatistas; una comisión gubernamental con capacidad de decisión política y que respete a la delegación zapatista; la instalación de la Comisión de Seguimiento y Verificación; propuestas serias y concretas para la mesa de democracia y justicia; y el fin del clima de persecución militar y policíaca contra las comunidades indígenas. (EZLN. Comunicado 29/07/1996).

El gobierno de Ernesto Zedillo ignoró estas condiciones y, en su lugar, incrementó la violencia paramilitar en la zona.

Simultáneamente a la suspensión de las negociaciones, el EZLN envió una carta a los combatientes y mandos del Ejército Popular Revolucionario, en la que no sólo rechazaron el apoyo militar ofrecido por esta organización armada, sino que aprovecharon para, una vez más y en tono categórico, explicar su lucha y su estar armado y sus enormes diferencias con respecto a las guerrillas tradicionales: “la diferencia no está, como insisten ustedes y otros en ver, en que ustedes no dialogarán con el gobierno, en que sí luchan por el poder y en que no han declarado la guerra, y en cambio nosotros sí dialogamos (ojo: no sólo con el gobierno, también, y sobre todo en proporción muy superior, con la sociedad civil nacional e internacional); no luchamos por el poder y sí le declaramos la guerra al ejército federal (desafío que nunca nos perdonarán). La diferencia está en que nuestras propuestas políticas son diametralmente distintas y esto es evidente en el discurso y la práctica de las dos organizaciones. Gracias a su aparición de ustedes, ahora mucha gente podrá entender que lo que nos hace diferentes de las organizaciones políticas existentes no son las armas ni los pasamontañas, sino la propuesta política. Nosotros nos hemos trazado un ca-mino, nuevo y radical. Tan nuevo y radical que todas las corrientes políticas nos han criticado y nos ven con fastidio, ustedes incluidos. Somos incómodos. Ni modos, así es el modo de los zapatistas…� (Carta del EZLN. 30/08/1996).

Los zapatistas continuaron organizándose con los indígenas del resto del país, por lo que respondieron afirmativamente a la invitación de enviar a una representante rebelde al Congreso Nacional Indígena, a celebrarse en la ciudad de México. El gobierno federal y la clase empresarial reaccionaron con aspavientos ante la posibilidad de que una zapatista arribara al Distrito Federal. Vinieron, una vez más, tensiones y hostilidades. El gobierno insistió en que la ley para el diÃ
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