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Anàlisi :: pobles i cultures vs poder i estats
VISPERAS CATALANAS (Las elecciones de Cataluña vistas desde Andalucía)
09 nov 2003
Analisis
Cataluña Andalucia.jpg
Cataluña
Vísperas Catalanas

Andalucía Libre



El próximo 16 de Noviembre, Cataluña vota su Parlamento autonomo. El Presidente Pujol (CiU, nacionalista liberal) pone fin a 23 años de mandato. Se cierra una etapa de la historia catalana marcada por la hegemonía del pujolismo y se abre una nueva fase política, aún incipiente, llena de interrogantes a medio plazo. Estas elecciones se sitúan en el gozne de estos dos tiempos. Cuando ya se intuyen emergentes los diversos fenómenos sociales y políticos sumergidos que el pujolismo ha contenido y a la vez administrado; pero cuando todavía no han llegado a eclosionar. Son elecciones en vísperas.

Paradojas Catalanas

La política catalana es compleja -y esto se ve especialmente en campaña electoral- y produce una singular duplicidad entre las definiciones y las practicas; entre lo que se dice ser y lo que realmente se quiere y se va a hacer; entre lo que se dice (por ejemplo, esa sentencia hipócrita, tantas veces repetida, de que "catalán es todo aquel que vive y trabaja en Cataluña") y lo que se piensa... Duplicidad dúplice, de doble matriz, nacional (derivada de la pugna de identidades y proyectos nacionales) y social (consecuencia de la lucha de clases). Lo que no obsta, cuestión aparte, para que la altura profesional de su personal, no tenga punto de comparación, por ejemplo, con la caterva casposa y provinciana que ejerce responsabilidades en Andalucía; bizca de tanto mirar a Madrid esperando consignas o parabienes. Y si no, hagamos el ejercicio imaginario de situar a Pujol junto a Ortega; a Maragall con Chaves o a Saura con Valderas (Carod no tendría siquiera equivalente próximo) y comprobaremos que si los catalanes no son precisamente gigantes sus parejas andaluzas no llegan ni a enanos. Es una de las consecuencias de más de ciento cincuenta años de curso histórico diferenciado entre Cataluña y Andalucía.

La burguesía catalana es, valga la redundancia, catalana (no como la andaluza, que ejerce de española) pero eso no significa que sea mecánicamente nacionalista, como afirma el tópico. Reparte ecuánimemente sus preferencias naturales entre el PP y CiU y se manifiesta neutra y cercana ante el PSOE. Tanto CiU como PSOE le han servido y sirven bien como instrumentos de control del escenario social catalán, cada uno en su ámbito. Y es también timorata y entreguista, de ahí su compromiso con el orden estatutario y constitucional. Hace mucho tiempo -si algún día fue verdad- que la burguesía catalana no genera nacionalismo sino que más bien lo administra, secuestrándolo y deformándolo, como medio para preservar su hegemonía social en Cataluña. Bajo su patronazgo, la trayectoria catalana desde la Transición muestra los efectos combinados de la capitulación nacional (aceptación del bilingüismo oficial como situación estable; rechazo a la autodeterminación) y de la política neoliberal que han construido en comandita una Cataluña íntimamente dividida, enfrentada y conservadora; que se destaca en las manifestaciones contra la guerra pero resulta incapaz -hasta el momento- de afrontarse descarnadamente a si misma y a España y dotarse de un proyecto nacional propio alternativo. Una Cataluña en donde su ampliamente mayoritaria clase obrera -nutrida en buena parte de la masiva inmigración andaluza- no juega el papel político que debería desprenderse de su peso social objetivo a causa del sucursalismo español dominante en sus organizaciones sindicales y políticas mayoritarias. Como una cruel venganza de la historia, puede aquí verse que el abdicar del papel de clase nacional (es decir, de participar y sostener un proyecto nacional alternativo catalán de contenidos socialistas encarnado en la independencia) en lo que ha redundado no es en el mantenimiento de una presunta unidad sino en la consolidación de la escisión social y en el aprovechamiento de esa circunstancia por fuerzas burguesas catalanas y españolas.

Déficit fiscal y normalización lingüística son dos asuntos distintos pero en los que puede percibirse el alcance de la situación contradictoria de Cataluña en relación al Estado español y a sus diversas naciones.

En la política catalana establecida es de buen tono recordar que en Cataluña el Estado español invierte menos por habitante de lo que recauda impositivamente. Lo que no se cita es que este hecho no puede disociarse racionalmente del resto de lo que ha significado y significa la inserción política y económica catalana en el contexto español y de las ventajas que ello ha proporcionado históricamente a Cataluña como consecuencia del desarrollo desigual y combinado del capitalismo español (que desarrolló Cataluña a la vez que paralelamente subdesarrollaba otras naciones como Andalucía). Porque, paradojas de la historia, Cataluña en el marco español y haciendo síntesis con trazo grueso, ha sido tan oprimida política y culturalmente como beneficiada economicamente, por meritos propios y por decisiones españolas. Sin contemplar simultáneamente ambos planos no hay forma de entender su realidad.

De igual modo, la política catalana institucional tiende a considerar que el bilingüismo oficial impuesto por el marco constitucional español es vía suficiente para la defensa de la lengua catalana (y recurre para ello habitualmente a las estadísticas sobre el incremento de su conocimiento) considerando resuelto el núcleo del conflicto lingüístico en Cataluña. Simultáneamente, desde otras posiciones, lo que se destaca es precisamente que el catalán -tras más de veinte años de estatuto- sigue sin recuperar su condición de lengua nacional común de Cataluña; que una cosa es el conocimiento y otra bien distinta el uso y, en resumen, que sin que el catalán acceda a la condición de única lengua oficial no hay forma de conseguir su normalización social.

En ambos pleitos -con todas sus derivaciones- lo que viene a sustanciarse en definitiva es que sin alcanzar la soberanía e independencia nacional, Cataluña no puede ni determinar hasta donde llegan sus intereses y donde empieza su solidaridad en trato y relación abierta con interlocutores reales y sin intermediarios; ni puede tampoco restablecer una situación cultural y lingüística propia de un país normal. La pertenencia al Estado español es causa ultima de fracturas internas y de agravios mutuos externos, que no por ocultas y soterrados, dejan de actuar en la cotidianidad; convirtiendo las proclamas de cohesión y fraternidad políticamente correctas en pura retórica huera. Hasta estas elecciones, el pujolismo ha controlado y gestionado estas contradicciones y otras; el periodo postpujolista previsiblemente las sacará del armario, colocándolas en primer plano.

Las Vísperas

El social-liberal Maragall (PSOE) se presenta -haciendo hincapié expreso en su marca y envoltura catalana como PSC- como si su figura fuera la representación de ese nuevo tiempo y la solución a los problemas e insatisfacciones que deja en herencia el pujolismo. Sin embargo, aparte de los cambios de cara y equipo, la política nacional y social que encarna tiene con la que ha practicado Pujol muchas más coincidencias que diferencias; tanto sobre su visión interna de Cataluña como sobre su formula de inclusión en España. Incluso sus pretendidos matices en relación al resto del PSOE tienen sus limites: no es casualidad que Maragall haya escogido precisamente para abrir su campaña al expresidente español Felipe González (en cuya etapa de Gobierno actuaron los GAL; se permaneció en la OTAN; se privatizaron empresas publicas y se precarizó el mercado laboral, siempre con el apoyo de Pujol). Su estilo trapacero pudo comprobarse con su propuesta de euroregion, formula con la que, recuperando técnicas a lo López Rodó, metiendo rellenos y haciendo referencias al sur francés, tocaba sin tocar la cuestión tabú para la política española de la relación de Cataluña con el resto de los Países Catalanes (País Valenciano, Baleares). Maragall es el abanderado del federalismo -normalizar y regularizar el Estado español- asimétrico -desde la excepcionalidad, es decir, el privilegio- y según auditorios y circunstancias, incide en uno u otro de los planos. A su manera, sigue planteando para Cataluña una versión remozada del proyecto regeneracionista que arranca históricamente con Prat de la Riba y Cambó, inspirador de la practica pujolista: pretender mantener la operatividad conservadora de España pero a la vez dándole protagonismo y mando en ella a una determinada parte de Cataluña. El mismo proyecto esencialmente contradictorio que ya en 1918 mereció la atinada sentencia del cacique españolista -luego republicano- Alcalá Zamora, cuando dirigiéndose a Cambó le espetó en las Cortes españolas: "Ud. debe escoger entre ser el Bolívar de Cataluña o el Bismarck de España; pero es imposible que quiera ser las dos cosas al mismo tiempo".

En los últimos tiempos la nacionalista CiU ha gobernado en Cataluña gracias al sostén del españolista PP. Y le ha pagado asistiendo al PP en el Parlamento español; como antes hizo con los Gobiernos neoliberales del PSOE de Felipe González. Pujol siempre ha situado su proyecto de Cataluña dentro del marco de la Constitución española; buscando, a traves de su fuerza parlamentaria en Madrid y de su influencia política moderadora en Cataluña, avanzar hacia el estatus político singular -aunque limitado- pactado durante la Transición, con el que preservar la situación economicamente privilegiada de Cataluña, aún a costa de limitar su normalización cultural y lingüistica y renunciar a su soberanía política.

Esta ultima alianza con el PP, sin embargo, ha afectado a su credibilidad nacionalista. Ha sido dificilmente explicable para CiU la colusión con una fuerza tan explícitamente heredera de lo mas rancio del españolismo cuando, además, era imposible mostrar contraprestaciones sensibles dado que el acuerdo se producía cuando el marco autonómico ya había dado de si casi todo lo que podía dar. Súmese a este coste, el acumulado por más de 20 años de gestión liberal y la jubilación del carismático Pujol. Añádesele a escala amplia el contradictorio pero inevitable efecto referencial y de demostración vasco. Y además, entre elites y vanguardias, la creciente sensación de inadecuación del modelo estatutario dentro del corsé español como instrumento eficaz para responder a los desafíos europeos y mundiales; incluso para un país industrial como Cataluña. Inclúyase finalmente su impotencia para evitar la relegación de Cataluña ante la política gubernamental española de promoción -no por artificial e inducida menos efectiva- de Madrid; no sólo como centro político sino también como plaza económica y financiera dominante en el Estado español. Esta ultima herencia pesa como una losa sobre Mas, el delfín pujolista. De ahí que, para marcar un punto y aparte, su discurso oficial incida en que sus hipotéticos acuerdos de Gobierno o parlamentarios futuros con PP o con PSOE, en Cataluña o en Madrid, pasan por que estos apoyen la reforma estatutaria que ahora propugna, tras años de haberla descalificado como aventurera.

A todo ello responde la avalancha de presentaciones de nuevas propuestas estatutarias. Todas las fuerzas con representación parlamentaria catalana (con la excepción del inmovilista PP) han planteado la necesidad de reformar el Estatuto vigente. Aún cuando las propuestas sean incoherentes o se sometan al marco constitucional español o estén pensadas, en algún caso, para ser archivadas; no por ello, tan alto nivel de coincidencia en la necesidad de un cambio, deja de manifestar objetivamente el alcance y profundidad subjetiva de la impresión de que se ha llegado al agotamiento del modelo político vigente.

En este contexto, ERC comparece -tras haber acumulado sensibles subidas en las ultimas convocatorias electorales- con la apreciación generalizada de su futura condición determinante para adjudicar el Gobierno de la Generalitat sea al PSOE, sea a CiU y en disposición para optar por formar coaliciones con uno u otra o con ambos simultáneamente. Su desenvoltura llega al punto de defender en campaña un "Gobierno de concentración catalanista" en el que incluye al PSOE (sic) dejando fuera sólo al PP. ERC es una formación histórica del nacionalismo catalán de izquierdas que ha cristalizado al día de hoy en una fuerza definible como socialdemócrata (aunque no haya encontrado problema en acoger en sus listas a tránsfugas de penúltima hora de CiU, como guiño a su base social). Hace 20 años, en notorio giro con su pasado anterior e inmediato, asumió el independentismo como referencia y aspiración; buscando erigirse en plataforma política reconductora del independentismo social y en pos de consolidar un espacio propio frente a la presión pujolista. Al momento presente, ERC arrastra un cóctel de propuestas políticas en donde pueden encontrarse en yuxtaposición opciones que formalmente parecerían incompatibles. Su imagen es independentista y su candidato Carod hace pocas jornadas ha reivindicado rabiosamente esta esencia ante su cuestionamiento por parte de CiU. Pero, a la vez, conviene recordar que su proyecto político articulado para Cataluña se situó con anticipación en los parámetros que luego ha patentado el PNV con su Propuesta Ibarretxe, es decir, un federalismo asimétrico fuerte. Tampoco tuvo problemas para consensuar en 2001 con PSOE e ICV un programa común de federalismo asimétrico atenuado que ya se acercaba a los máximos de CiU (ver Andalucía Libre 194). Y el mismo Carod acaba de manifestar su disponibilidad para actuar junto al PSOE incluso en el Gobierno español si Maragall consiguiera para Cataluña un estatus privilegiado dentro de una España federal (lo que, por otra parte, se asemeja bastante al proyecto ideológico de CiU y a una de las dos versiones del ambiguo discurso del PSOE). Pareciera, vista su versatilidad, como si Carod tampoco hubiera resuelto aún el dilema: Bismarck (o viceBismarck) o Bolivar.

Iniciativa per Catalunya-Verds, por su lado, ha conseguido rejuntar las diversas porciones supervivientes de lo que fue el antiguo PSUC (el PCE en Cataluña) bajo la hegemonía de quienes en su día combinaron la asunción de posiciones socialmente más moderadas con la defensa de su autonomía político-organizativa en relación a la dirección española de IU de la etapa Anguita. Restablecida la sintonía política estratégica y táctica con la actual cúpula española de IU y reconocida de hecho nuevamente en su condición de referente catalán de IU; recuperados sus hijos pródigos de EUiA (la escisión anguitista) tras su fracaso electoral y la constatación de su carencia de proyecto estratégico propio como fuerza catalana, ICV -ahora autodefinida como ecosocialista- ejerce de asistente y cobertura de izquierda del PSOE catalán, en ansiada y permanente disposición para completarle mayorías. ICV, como muestra de su ambivalencia, no tiene escrúpulos en sumarse al discurso agraviado sobre el déficit fiscal catalán a la vez que usa y abusa del espantajo de la solidaridad (que es como en Cataluña suele justificarse demagógicamente la renuncia a asumir los desafíos del independentismo), al tiempo que también reclama un encaje federalista asimétrico para Cataluña.

El grueso de la izquierda independentista catalana políticamente organizada (Endavant, MDT, PSAN, Maulets...), empeñada mayoritariamente en los últimos tiempos en un proceso de convergencia e implantación (Proceso de Vinaroz; formación y ampliación de la CUP) ha decidido no presentarse a las elecciones; remarcar sus perfiles políticos diferenciales y a partir de ahí, dar libertad de actuación a sus afines. Estat Català, otra organización que sigue un curso propio y separado, ha optado por su lado por una comparecencia testimonial. Resulta obvio que la mayoría de la izquierda independentista catalana ha considerado con sensatez que el momento era prematuro para comparecer con credibilidad como proyecto específico en condiciones aceptables de implantación, arrostrando además el desgaste sobrevenido de situarse frente a la corriente de expectativas e ilusiones dominantes en el independentismo social que, por el momento, tienen hoy como beneficiaria a ERC en forma de voto útil. Mañana, los mismos resultados que obtenga ERC la enfrentaran con sus propias contradicciones y ambigüedades y más cuanto más altos sean.

La maduración política, al compás, de la situación catalana y de la propia izquierda independentista, pasadas estas vísperas, abrirán, sin duda, nuevas posibilidades.


ANDALUCIA LIBRE nº 202
domingo, 09 de noviembre de 2003 2:19

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Comentaris

Re: VISPERAS CATALANAS (Las elecciones de Cataluña vistas desde Andalucía)
09 nov 2003
Una foto collonuda!!
Re: VISPERAS CATALANAS (Las elecciones de Cataluña vistas desde Andalucía)
09 nov 2003
I una anàlisis molt acurada, recomano que es llegeixi!!
Re: VISPERAS CATALANAS (Las elecciones de Cataluña vistas desde Andalucía)
09 nov 2003
Una foto collonuda!!
Re: VISPERAS CATALANAS (Las elecciones de Cataluña vistas desde Andalucía)
06 feb 2006
a moure l´olla
Sindicato Sindicat