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ALCA; el paraÃso de los inversores
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06 nov 2003
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La defensa a ultranza de los derechos de las empresas respecto a sus inversiones es el ejemplo mas claro de lo que se entiende por integración en el marco del proceso ALCA. |
Para verificar esto basta acercarse al borrador del capÃtulo de Inversiones que circula desde hace un tiempo en el continente y que sirve para desenmascarar los atropellos que se propone Estados Unidos con tal de sanear las finanzas de sus gigantes empresas trasnacionales.
El modelo para la conformación del Ã?rea de Libre Comercio de las Américas proviene del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (el famoso NAFTA –en inglés– o TLCAN –en español–), tanto en las cuestiones que están comprendidas en el acuerdo como en los marcos jurÃdicos para su aplicación.
Dicho tratado entró en vigor el primer dÃa del año 1994, y en lo que va de su implementación ya se han podido apreciar los efectos del llamado “libre comercioâ€?, asà como los mecanismos con que cuentan las empresas para imponer sus demandas sobre los Estados.
Pero por sobre todo, en estos diez años se ha podido apreciar la cada vez mayor dependencia de la economÃa mexicana respecto a las importaciones y exportaciones con Estados Unidos.
Si se toma en cuenta que México representa una de las cinco mayores economÃas del hemisferio americano, y se considera que paralelo al aumento de las exportaciones se ha producido una verdadera catástrofe social con el 50 % de la población por debajo de la lÃnea de pobreza, se puede tomar la referencia de los impactos que tendrá el ALCA en economÃas mas débiles.
Esa es la prueba mas clara de que no siempre el aumento de las exportaciones se traduce en un proceso de saneamiento y desarrollo de las economÃas.
Según lo que han dicho los intelectuales mas fervorosos a favor del ALCA, como el caso de Martin Oppenheimer, ningún paÃs puede subsistir en estos tiempos de globalización económica sin abrir sus economÃas y sus mercados a las inversiones internacionales.
Como siempre, un elemento repetido en todo el debate que rodea a las supuestas bondades del ALCA, está siempre la inevitabilidad histórica; es inexorable el tomar cierto camino para sobrevivir.
La creencia de los técnicos y los cientistas sociales en este tipo de cuestiones no se diferencian en nada de la creencia que puedan tener los magos tribales en algún Dios o entidad misteriosa del mas allá.
O sea, el “libre comercioâ€? no es mas que un mito, una creencia en la historia bajo un camino determinado. Es un acto de fe llevado a cabo en nombre de la racionalidad cientÃfica por parte de magos y brujos de traje y corbata.
La apertura de las economÃas a los inversores internacionales ha provocado, por ejemplo, que empresas gigantes demanden a Estados Nacionales por limitar supuestamente sus derechos de libre empresa.
Si los Estados han hecho eso para limitar las emanaciones de gases tóxicos, o para prohibir el empleo de compuestos cancerÃgenos contaminantes, o si lo han hecho para no permitir la instalación de alguna usina de residuos y desechos o para preservar las aguas de los rÃos de la lógica del lucro, eso nada importa.
O no le importa a las empresas. Esos casos no son hipotéticos, sino reales, y han pasado en el marco del Tratado de libre comercio de América del Norte.
Ha sido demandado el Estado mexicano por prohibir la localización de una usina de desechos tóxicos. El Estado de California por prohibir el uso a una empresa canadiense de un compuesto cancerÃgeno que en la refinación de gasolina estaba contaminando las aguas subterráneas.
Y también ha sido demandado el Estado canadiense cuando limitó a una empresa norteamericana que estaba llevándose agua dulce en camiones cisterna para Estados Unidos.
Esos son ni mas ni menos los derechos de los inversores. No son considerados ningún tipo de criterios ecológicos, de daño ambiental, o de salud de las personas.
Y una vez que la empresa trasnacional se instala en uno de los paÃses puede exigir su resguardo ante Tribunales de Arbitraje Comercial, emplazados fuera de los marcos legales de los paÃses y patrocinados por alguno de los organismos multilaterales; Banco Mundial o Fondo Monetario Internacional.
Si eso ya ha ocurrido con el tratado que inspira a los términos de negociación contenidos en los borradores del ALCA, ¿qué seguridad tienen los paÃses mas pequeños, de que eso no ocurra?
¿Cómo harán los Estados nacionales para proteger sus recursos naturales, estratégicos para la propia viabilidad de los paÃses, cuando se instale el ALCA y los inversores tengan las manos libres para ejercer la “libre empresaâ€??
EspecÃficamente, lo que dice el CapÃtulo 11 del TLCAN acerca de este punto es: “Cualquier ley, reglamento, procedimiento, requisito o práctica puede ser impugnado en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte como medida gubernamental que infringe los derechos del inversionistaâ€?
Aquà a su vez no se distinguen entre los niveles de Gobierno que puedan ser objeto de tales impugnaciones: pueden ser tanto Estados Nacionales como municipales, federales o provinciales. Es decir que ningún ámbito de creación de normativas están libres de lo dispuesto en el Tratado. Y ello será igual en el ALCA.
Asà que si se suman los increibles derechos con que pasan a contar los inversores –y con los que ya cuentan pues también existe la Organización Mundial de Comercio– junto a los mecanismos de solución de controversias, en los mencionados Tribunales de Arbitraje supranacionales, lo que se tiene es un acuerdo hecho a la medida de la conveniencia de los inversores.
Los estados pierden la capacidad de decidir tratos especÃficos o polÃticas estratégicas de aliento a sectores sensibles hacia empresas nacionales, o hacia ramas de actividad especialmente importantes donde actúan empresas nacionales.
El trato dado a una empresa nacional no puede ser diferente al trato dado a una empresa extranjera.
Esta etapa de las negociaciones del ALCA, a pocos dÃas de un jalón importante de ese proceso como es la Cumbre Ministerial de Miami, se coloca como vital para un futuro de desarrollo autosostenido, sustentable y autónomo por parte de los paÃses de América Latina.
Es vital porque las respectivas sociedades civiles deben redoblar el esfuerzo de difundir, comunicar y denunciar aquello que Estados Unidos quiera imponer en ese momento a los paÃses del hemisferio.
Además, porque no son pocos los gobernantes que ven con buenos ojos la próxima conformación del ALCA.
El seguimiento y la denuncia debe realizarse también con respecto a ellos y a los pasos dados y convenidos por dichos gobernantes o por los responsables de polÃtica exterior de cada paÃs.
En cada instancia pública a la que deben hacer frente los que llevan adelante el proceso del ALCA, se instala entonces la presión y la denuncia por parte de quienes se oponen a tal proyecto de recolonización de nuestros paÃses.
Es por ello vital contar con las la letra ya escrita de lo que ha avanzado el ALCA, difundirlo y denunciarlo, buscando la brecha, haciendo lo que de lugar en el tiempo que falte. |
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