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Historia del siglo XX (Hobsbawm). 5: La guerra civil española
31 oct 2003
Cuando en España parecía que se dilucidaba la suerte del mundo.
(Pasajes seleccionados)


España era una parte periférica de Europa y desde hacía mucho tiempo su historia había seguido un rumbo diferente de la del resto del continente, del que la separaba la muralla de los Pirineos. Se había mantenido al margen de todas las guerras desde el tiempo de Napoleón y haría lo mismo en la Segunda Guerra Mundial. Desde comienzos del siglo XIX los asuntos españoles habían interesado poco a los gobiernos europeos (...) De hecho, y contra lo que creía la generación a la que pertenece el autor, la Guerra civil española no fue la primera fase de la Segunda Guerra Mundial, y la victoria del general Franco (...) no tuvo importantes consecuencias generales. Sólo sirvió para mantener a España (y a Portugal) aislada del resto del mundo otros 30 años.

Pero no es casual que la política interna de este país peculiar y aislado se convirtiera en el símbolo de una lucha global en los años 30. Encarnaba las cuestiones políticas fundamentales de la época: por un lado, la democracia y la revolución social, siendo España el único país de Europa donde parecía a punto de estallar; por otro, la alianza de una contrarrevolución o reacción, inspirada por una Iglesia católica que rechazaba todo cuanto había ocurrido en el mundo desde Martín Lutero. Curiosamente, ni los partidos del comunismo moscovita, ni los de inspiración fascista, tenían una presencia importante en España antes de la guerra civil, ya que allí se daba una situación anómala, con predominio de los anarquistas de ultraizquierda y de los carlistas de ultraderecha.

Los liberales bienintencionados, anticlericales y masónicos al estilo decimonónico propio de los países latinos, que reemplazaron en el poder a los Borbones mediante una revolución pacífica en 1931, ni pudieron contener la agitación social de los más pobres, ni desactivarla mediante reformas sociales efectivas (especialmente agrarias). En 1933 fueron sustituidos por unos gobernantes conservadores cuya política de represión de las agitaciones y las insurrecciones locales, como el levantamiento de los mineros de Asturias en 1934, contribuyó a aumentar la presión revolucionaria. Fue en esa época cuando la izquierda española descubrió la fórmula frentepopulista de la Comintern, a la que se le instaba desde la vecina Francia. (...) Incluso los anarquistas, que tenían en España su último bastión de masas, pidieron a sus seguidores que practicaran el vicio burgués de votar en unas elecciones, que hasta entonces habían rechazado como algo indigno de un revolucionario genuino (...) En febrero de 1936 el Frente Popular triumfó en las elecciones por una pequeña mayoría y, gracias a su coordinación, consiguió una importante mayoría de escaños en las Cortes. Esa victoria no fue tanto la ocasión de instaurar un gobierno eficaz de la izquierda como una fisura a través de la cual comenzó a derramarse la lava acumulada del descontento social. Eso se hizo patente durante los meses siguientes.

En ese momento, fracasada la política ortodoxa de la derecha, España retornó a la fórmula política que había sido el primer país en practicar y que se había convertido en uno de sus rasgos característicos: el pronunciamiento o golpe militar. Pero de la misma forma que la izquierda española importó del otro lado de sus fronteras el frentepopulismo, la derecha española se aproximó a las potencias fascistas. (...)

Pero los momentos de victoria democrática y de movilización de las masas no son ideales para los golpes militares, que para su éxito necesitan que la población civil (...) acepte sus consignas (...) El golpe de los generales del 18 de julio de 1936 triunfó en algunas ciudades y encontró una encarnizada resistencia por parte de la población y de las fuerzas leales en otras. (...) Así pues, precipitó en algunas zonas la revolución social que pretendía evitar y desencadenó en todo el país una larga guerra civil entre el gobierno legítimo de la República (elegido en la debida forma y que se amplió para incluir a los socialistas, comunistas e incluso algunos anarquistas, pero que coexistía difícilmente con las fuerzas de la rebelión de masas que habían hecho fracasar el golpe) y los generales insurrectos, que se presentaban como cruzados nacionales en lucha contra el comunismo (...)

La reacción de la opinión antifascista ante el levantamiento de los generales fue inmediata y espontánea, no así la de los gobiernos no fascistas, mucho más cauta (...) Italia y Alemania enviaron inmediatamente armas y hombres a las fuerzas afines. Francia, deseosa de ayudar, prestó cierta asistencia a la república (...), hasta que se vio presionada a adoptar una política de «no intervención», tanto por sus divisiones internas como por el Gobierno británico, profundamente hostil hacia lo que consideraba el avance de la revolución social y del bolchevismo en la Península Ibérica. (...) Desde septiembre de 1936, Rusia no dejó de enviar hombres y material para apoyar a la República, aunque no abiertamente. La no intervención, que significó simplemente que Gran Bretaña y Francia se negaron a responder a la intervención masiva de las potencias de Eje en España, abandonando así a la República, confirmó tanto a los fascistas como a los antifascistas en su desprecio hacia quienes la propugnaron. (...)
(...)

Lo que es más: en España y sólo en ella, los hombres y mujeres que se opusieron con las armas al avance de la derecha frenaron el interminable y desmoralizador retroceso de la izquierda. Antes incluso de que la Internacional comunista comenzara a organizar las Brigadas Internacionales (...) ya había un buen número de voluntarios extranjeros luchando por la República. En total, más de 40.000 jóvenes extranjeros, procedentes de más de 50 naciones, fueron a luchar (y muchos de ellos a morir) en un país del que probablemente sólo conocían la configuración que habían visto en un atlas escolar. (...)

Es difícil recordar ahora lo que significaba España para los liberales y para los hombres de izquierda de los años 30, aunque para muchos de los que hemos sobrevivido es la única causa política que, incluso retrospectivamente, nos parece tan pura y convincente como en 1936. Ahora, incluso en España, parece un episodio de prehistoria, pero en aquel momento, a quienes luchaban contra el fascismo, les parecía el frente central de su batalla (...)

A pesar de todo su heroísmo, la guerra republicana de 1936-1939 sale mal parada en la comparación con otras guerras, vencidas o perdidas, del siglo XX. La causa estriba, en parte, en el hecho de que no se practicara decididamente la guerra de guerrillas —arma poderosa cuando hay que enfrentarse a unas fuerzas convencionales superiores—, lo que resulta extraño en el país que dio el nombre a esta forma irregular de lucha.

Comentaris

Re: Historia del siglo XX (Hobsbawm). 5: La guerra civil española
31 oct 2003
Ostia que sale la palabra "civil española", tio. Cuidado no ataques a Catalllllunya.
La guerra civil
01 nov 2003
Desde que Juan Negrín formara su nuevo gobierno en abril de 1938, afirma "El Campesino", la moral en el frente y en la retaguardia no había cesado de bajar. "El odio a los comunistas llego a ser tal en la masa del pueblo, que uno de los líderes del Búro Político hubo de decir en una reuinión: "No podemos retroceder ya; tenemos que mantenernos en e poder a toda costa, pues de lo contrario nos cazaran como alimañas en las calles"".

Para fortalecer su posición, los comunistas debían confiar cada vez más en su fuerza militar y de policía. En los frentes --donde en la época en la que Prieto desempeño la cartera de Defensa, los comunistas habían asesinado a socialistas que se negaban a afiliarse al partido-- los alagos, la coerción y la violencia iban en aumento día a día "... millares de nuestros camaradasn -decía un informe publicado por el Comité Peninsular de la FAI en octubre de 1938-- confiesan que sienten más temor a ser asesinados por los adversarios de al lado que a ser muertos en lucha con los enemigos de enfrente". Y, en la retaguardia, el terror que inspiraban el SIM y la policía secreta silenciaba la más ligera crítica.

En adelante, Negrín, respaldado por la propaganda comunista y los suministros rusos, se convirtió en el símbolo de la resistencia. La ayuda rusa, limitada por razones prácticas de transporte y por la decisión de Stalin de no verse demasiado comprometido en el conflicto, era ensalzada en la creencia de que Gran Bretaña y Francia se verían obligadas a intervenir en defensa de sus propios intereses. "Moscu tratará por todos los medios de que no la aislén, de obligar, si no hay más remedio que aceptar la guerra, a las democracias occidentales a que luchen contra Hitler", dijo Stefanov, el consejero del Comintern en el búro político.

En apoyo de su política, el gobierno de Negrín, trató de conciliarse con el capital extranjero. El 27 de abril decretó que las empresas hidroeléctricas extranjeras, explotadas en Cataluña por la CNT bajo el nombre de Serveis Elèctrics Unificats de Catalunya, fuesen devueltas a sus propietarios...
Re: Historia del siglo XX (Hobsbawm). 5: La guerra civil española
01 nov 2003
Ostia que sale la palabra españa y Txuqui se pone cachoooondo y a gruññññir... con ñ de españñña!! ¿Eso es todo lo que se ocurre tras leer el texto? ¿O es que lo has leído sólo para contar cuantas veces sale la palabra españññña? Que mal estais algunos. Seguro que si en Euskalherria se convoca el referendum sereis los primeros en justificar el envio de la Legion española a disolver el parlamento vasco... claro, como es españññola....
Re: Historia del siglo XX (Hobsbawm). 5: La guerra civil española
02 nov 2003
O pobret que l'he molestat.

El tema es serio, la verdad, como para hacer bromas. Aqui cada uno manipulando su historia. Negrín, justamente, fue el presidente sobre el que ha recaído el odio de todo el mundo. De fachas a anarcos, todos han hablado mierda de él, cuando en realidad frenó el avance político de Giral y los estalinistas que, de haber llegado al poder, hubieran hecho que Stalin se implicara más en una guerra que ya duraba demasiado y por la que nadie quería ya luchar más (y menos los jóvenes soldados sin opción política clara). Companys, ERC en general, intentaron pactar con Franco unos mínimos, antes de que este acabara de conquistar los últimos resortes de la república española. EL PNV había hecho lo mismo, previamente, con resultados buenos para ellos, malos para los habitantes del País Vasco, netamente los comunistas (o exclusivamente).

En el fondo, todos odiaban a los militantes comunistas, gente sencilla que no sabía realmente ni quien era Stalin ni qué métodos tenía en mente. Pero era igual, todos odiaban al comunismo, por la puta cara; aunque se mostrara eficaz para la revolución, aunque abriera las reservas y los graneros de alimento para dar de comer al hambriento sector republicano (las pildoras del Dr Negrín; lentejas), incluso durante el penoso éxodo.

El anarquismo, la CNT, cayó como un castillo de naipes, pasando, al acabar la guerra, miles de militantes del sindicato a los sindicatos falangistas, que utilizaban los mismos colores (qué coña, no?). Quizás tuvieran miedo de los chekistas soviéticos -y hoy parece que el debate en el seno del anarquismo gire entorno a esto, nada más- pero la realidad es que los chekistas franquistas fueron los que se cargaron a miles y miles de anarquistas, comunistas y socialistas al grito de que eran "chekistas". Ironías de las triste historia española.

Recuperarse de esta, nos está costando la ostia.
chuck d: celestina de servicio
03 nov 2003
"cuando en realidad (Negrín) frenó el avance político de Giral y los estalinistas que, de haber llegado al poder, hubieran hecho que Stalin se implicara más en una guerra que ya duraba demasiado y por la que nadie quería ya luchar más"
Sindicato Sindicat