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Blair insiste en el engaño
29 set 2003
Blair insiste en el engaño
"Hicimos lo correcto... un magnífico trabajo... héroes... orgullo." Ahí teníamos otra vez este domingo a Tony Blair en el programa Breakfast with Frost, dando vuelta a sus frases favoritas sobre Irak.

Me pregunto qué pensaría de la morgue municipal, en el centro de Bagdad, donde cada mañana llevan víctimas de tiroteos. O allá en la zona de Basora, donde los británicos gobiernan y donde en las pasadas semanas se han hallado 38 cadáveres, atados de pies y manos, cada uno ejecutado de un limpio disparo en la nuca. Funcionarios del partido Baaz, nos dicen. Asesinados, con toda probabilidad, por la brigada chiíta Sader. Oh, sí, las cosas mejoran cada día en el "nuevo Irak".

¿Y qué hay de aquellas armas de destrucción masiva? "Sabemos perfectamente bien que Saddam tenía esas armas, tenía esos programas". ¿Habrá alguien que no vea más allá de esta ofuscación? Porque cuando Blair dice: "sabíamos perfectamente bien que tenía esas armas", se refiere, por supuesto, a las armas químicas que Hussein tenía hace más de 10 años y que tienen años de haber desaparecido. Los "programas", que todavía no descubrimos, son lo que Tony Blair espera que el Grupo de Investigación en Irak encontrará cuando reconozca, dentro de unos días, que no había armas de destrucción masiva.

Ninguna mención, desde luego, a que cuando Saddam contaba con esos artefactos terribles los gobiernos estadunidense y británico estaban felizmente haciendo negocios con Saddam. ¿Por qué no hablar de armas de engaño masivo?

Luego vino mi línea favorita. "Nos estábamos deshaciendo de uno de los regímenes más terribles y represivos de la historia mundial".

Bueno, he visto los entierros masivos, he entrevistado a víctimas de las torturas, he ido a Halabja y estaba denunciando la perversidad de Saddam cuando el Ministerio del Exterior le dijo a quien era entonces mi director que yo era excesivamente duro con Hussein. Pero eso de uno de los regímenes más terribles y represivos "de la historia mundial..." En fin, olvidémonos del Imperio Romano con su sistema de esclavitud masiva y su crucifixión y pasemos por alto a Gengis Kan y todos los godos, ostrogodos, visigodos, la Inquisición española, los zares antisemitas, la Italia fascista de Mussolini, la Unión Soviética de Stalin y ese hombrecito del bigote a la Chaplin que causó cierto problemilla entre 1939 y 1945.

Me temo que incluso con los valores demenciales de Saddam, no llega ni a los talones del último de la lista. Pero en la rueda de la fortuna histórica en la que Tony Blair vive, eso no importa un bledo. De hecho, prefiero la descripción de Saddam que hace Thomas Friedman en el New York Times, de una mezcla de Don Corleone y el pato Donald. Pero no es posible darse un golpe en el pecho y sonar la armadura ante semejante personaje.

Y en cuanto a los vencedores, ¿qué tal les va en realidad? Bueno, hoy en Bagdad hay más caminos bloqueados por las autoridades de ocupación que los que había en tiempos de Saddam. Hay una muralla de concreto gris en la ribera del Tigris, de cinco kilómetros de longitud y seis metros de alto, para proteger a los ocupantes, y otra de tres kilómetros para proteger al llamado consejo interino, y hay muros en torno al hotel Bagdad, donde se alojan los chicos de la CIA, y hay soldados en Humvees en todas las calles, apuntando con sus rifles a los iraquíes que venían a liberar, y hay un empecinado movimiento de resistencia que crece día con día.

Los estadunidenses están ansiosos de contar con "reglas de reclutamiento por tiempo determinado" para sus soldados de ocupación y acaban de recibir unas -a solicitud de Washington- ni más ni menos que de la Fuerza de Defensa israelí. Así que preparémonos para ver, supongo, más disparos contra manifestantes y lanzadores de piedras y más brutales redadas nocturnas con matanzas de inocentes. Pero, de acuerdo con Tony Blair, fue una guerra jubilosamente exitosa.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya
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