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Anàlisi :: criminalització i repressió
Repensar el orden
28 set 2003
Un problema añadido que han lanzado al planeta políticos singulares que han encontrado el “método� más eficaz para meter en caja a los disconformes, es que obligan al mundo a repensar conceptos que son pilares del progreso moral de la humanidad. Al menos de la civilización occidental.
De nada sirve haber ido escalando a lo largo de dos o tres mil años cotas más altas en la justa percepción de la realidad toda, y especialmente de las relaciones entre los individuos y entre los países. Ellos, con el hallazgo de su “teoría� lo borran todo de un plumazo...

Pero es que la tesis aberrante de la guerra preventiva, después de haber propulsado la invasión de dos países para el pillaje, da pie a otras consecuencias: guerras por sospechas, detenciones por sospechas, condenas por sospechas... Prescindiendo de los aspectos más graves y directos de guerras a todas luces desiguales y de unas invasiones de filibusteros en Afganistán e Irak, este estado caótico mental de gente depravada alcanza también a la cotidianedad del ciudadano. ¿Qué si no puede esperarse de los comportamientos de los cuerpos represivos en todos los países, y principalmente en aquellos en que refrenarlos es ya de por sí tan arduo por siglos y siglos de cultura represiva? ¿Qué clase de miramientos podemos esperar de las policías que, con la misma excusa, la de perseguir el crimen, sobrepasaban ordinariamente las restricciones legalmente impuestas? ¿A qué estamos expuestos con gentes de una conducta casi por definición grosera (por no decir brutal), que llevan siempre un arma y pueden usarla empujados por “nuevas� pautas que sustituyen a principios de lo que, habida cuenta las nuevas “teorías� contraconstitucionales, resultaría ser una ética caduca?

Aznar, cuando vocifera en la ONU contra el terrorismo como efecto despreciando las causas, arrastra a muchos más en este sentido y hace trizas muchas más cosas. Porque si el jefe máximo se expresa así, ¿qué argumentos no acumularán los cuerpos policiales de este país en su proverbial comportamiento proclive a la desproporción entre fines y medios? Al final, ¿no será la ciudadanía la que pague los platos rotos por la aberración del presidente?

En todo caso Aznar no quiere saber nada de la etiología de los males. A Aznar le importa un bledo extirpar las causas del cáncer. Lo único que le interesa es operar. Y como operar cuesta dinero y cuantas más operaciones haga más dinero ganará, pues no sólo no buscará dónde está el foco del mal, la etiología, sino que provocará más y más motivos para operar más... Pues ese es Aznar. Bush, al menos, viendo cómo van las cosas, no se atreve ya a enfatizarse. Tiene a otros detrás, y todos ellos tienen elecciones a la vista. Pero como Aznar se va, se permite el lujo de recrearse en un cinismo de antología que algún día puede conducirle a una Casa de Salud. De todos modos, ya se ve también que el trío de las Azores cree tener todo bien atado y calculado, y que a cada uno se le ha asignado un papel en la representación de esta tragedia...

La cosa es que urge presentar la actual situación del mundo en las primeras páginas de los periódicos y no sólo en los sueltos, con una cara nueva. Esto es, como un caso psiquiátrico a escala planetaria a la luz de la psiquiatría tradicional, sin retocar. Calígula, Nerón... sabemos que enloquecieron o eran unos locos de nacimiento. Pues esta gente ha dado, está dando a toda hora, patadas a la sensatez y al común sentido, y el mundo que no ha perdido el juicio debiera aplicarles un tratamiento severo proporcionado a su locura, pero sin demasiadas concesiones a la diplomacia. Estos no entienden de sutilezas. Estos merecen juicios directos, como los que ellos hacen.

La sociedad civilizada debe reaccionar, ante las monstruosidades a que estamos asistiendo. No hay derecho a que tres personajillos marginales, además de meter en un puño al planeta, obliguen a devanarse los sesos a políticos, a catedráticos, a jueces, a abogados, a periodistas, a escritores... a ciudadanos hechos y derechos, para volver a pensar desde el principio conceptos inmutables de Derecho Natural. No hay derecho a que obliguen al mundo a plantearse ex novo qué guerras están justificadas y cuáles son condenables por la razón; qué es justicia sin más, qué es justicia distributiva y qué justicia conmutativa tal como vienen informando a toda nuestra cultura desde los albores de esta civilización que ellos se han empeñado en cargarse. Y sólo porque a uno, por lo visto reiteradamente, le divierten voluptuosamente las excentricidades en política, y los tres de las Azores están sacando además tajada de la prudencia de muchos y del miedo del resto.
Sindicato Sindicat