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Anàlisi :: antifeixisme
La consigna
27 set 2003
Por lo que estamos viendo desde hace un par de años a esta parte, la consigna de Occidente es "¡muerte al terrorismo!".
Pero mientras unos países —el megapaís a la cabeza con sus acólitos, como la España de Aznar, lo generan, provocan y exageran para justificar la guerra permanente y obtener de ella cuantiosos beneficios procedentes del pillaje, otros en cambio intentan combatirlo pacíficamente aliviando las causas profundas de las brutales diferencias en el eterno problema del reparto de la riqueza... que entienden es la causa principal que lo percute.

Por otro lado, el coloso "quiere" un gobierno democrático en Irak, pero tanto el blando Powell como el duro Rumsfeld han repetido que nunca aceptarán un gobierno islamista por muy democráticas que sean las elecciones de que se derive. Si a esa exclusión añadimos la de un gobierno comunista, que menos aceptarían porque su país se ha pasado la vida odiando el comunismo y excluyéndole como sistema de organización social, ¿qué queda de la libertad que venden y de la democracia que intentan desparramar esos facinerosos por Asia?

Naturalmente todos los países serios y las personas responsables conocemos la respuesta: una democracia dirigida y a medida; un gobierno títere al servicio de las veleidades imperiales y de los intereses grupales de una camarilla obsesionada en hacerse dueña total del planeta, como intentan tantos personajes quiméricos de la literatura, de la historia y de sus películas: desde el capitán Nemo creado por Julio Verne, pasando por el demonio encarnado en Hitler hasta el Dr. No...

Esperemos y celebremos por anticipado que, al igual que todos ellos, acaben rematadamente mal. Los iraquíes y los afganos les echarán, como les echaron los vietnamitas y los coreanos. Y ahora, además, su economía explotará y se hará añicos. Por ahí vinieron los males que sepultaron a otros imperios. El frenesí por resolverlo todo a través de "lo económico" pero sin orden ni concierto, siempre termina siendo la causa del fracaso colectivo.

Este monipodio que ha decidido ponerse al mundo por montera, acabará buscando refugio en el Polo Norte. Y si no, al tiempo. El vaticino es fácil, aunque sólo sea que sabemos por el dicho que "no hay mal que cien años dure". Menos mal que ya llevamos dos...
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