La derrota del gobierno de Batlle en la huelga de Salud Pública, es una expresión
del completo agotamiento del gobierno del
FMI, y de la tendencia a la rebelión
que anida en los trabajadores, que no están dispuestos
a 'esperar al 2005', como insisten los jefes
políticos del Frente Amplio.
Seguramente con sus amenazas de servicios esenciales, sus acusaciones de
'terrorismo' a los huelguistas, y su insistencia
hasta último momento en que no había plata,
o que la misma estaría condicionada al
aumento de la carga horaria, Jorge Batlle
pretendía imitar a Sanguinetti cuando se jactaba:
"Nunca perdimos un
conflicto". O peor aún, a Pacheco Areco, el que
"supo como hacerlo", y apaleó y militarizó a los trabajadores.
Sin embargo, esta huelga ha puesto de relieve que
el gobierno Batlle está terminado, y no puede seguir adelante con los
mandatos que le exige el FMI, ni imponer una derrota a los trabajadores.
La huelga con ocupaciones de Salud Pública
permitió a los propios trabajadores medir sus propias
fuerzas, desmintiendo a la dirección burocrática del PIT-CNT que
afirma que la lucha reivindicativa está
perimida, y que hay que buscar una alianza con los
explotadores 'productivos', los Manini Ríos
y Gaggero, los Alcorta y los Cerdeña...
Ahora los trabajadores "sabemos
cómo hacerlo, y vamos a volver a
hacerlo". Ahora sabemos con qué métodos
"no vamos a perder ningún
conflicto". Ahora está planteado más que nunca
preparar una pueblada que termine de una vez por todas
con el 'llorón' de Jorge Batlle.