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Ecogenocidio: la extinción por goteo
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19 feb 2024
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Ecogenocidio: la extinción por goteo |
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Ecogenocidio: la extinción por goteo
Agosto 2023
Eugenia Vigil, Tamara San Miguel, Ariadna Flores y Eduardo J. Almeida
Nodho de Derechos Humanos
edición completa PDF: https://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2023/08/ECOGENOCIDIO.pdf
ÍNDICE
-Introducción 1
-El ecocidio cómo crimen de lesa humanidad o como genocidio y etnocidio. El Estado colonial y el genocidio por goteo. “Europa es un jardín y el resto del mundo una jungla” 2
-El Ecogenocidio como un crimen del Estado colonial y de las corporaciones trasnacionales. Guerras, negocios e individualización de la responsabilidad. Capitalismo verde: Ecocidios “sustentables”. El green washing. La geoingeniería. Los criminales criminalizan a las víctimas. 7
-El biopoder que produce “naturalezas”. El agua en la bolsa de valores de Wallstreet. La agroindustria vs. la autonomía alimentaria 13
-El cuerpo y la mente humanos bajo asedio. La vida humana amenazada por el calor, la inseguridad alimentaria y las pandemias. No es sequía es saqueo. La dificultad de respirar. 17
-El rol del Estado en el Ecogenocidio tiene varios componentes: el normativo, el narrativo y el de los flujos de poder. Los mecanismos normativos de gestión del Ecogenocidio. Las narrativas neoliberal, ecocapitalista y progresistanacionalista. Los flujos de poder legales e ilegales. 21
-La triada Estado/Narco/Corporaciones en los megaproyectos 25
-Epílogo 27
El contexto de guerra que estamos viviendo a nivel planetario nos recuerda lo que las/os/oas zapatistas llamaron la Cuarta Guerra Mundial, la guerra del mercado contra la humanidad.
Esta guerra nos ha llevado a lo que padecimos con la pandemia, al surgimiento de enfermedades zoonóticas, al calentamiento global, a crisis humanas extremas, altas cifras de violencia y muerte de forma cotidiana. En este contexto el despojo es central, la acumulación por desposesión ha provocado la ejecución de múltiples crímenes, de los cuales dos ocupan nuestra atención, el Ecocidio y el Genocidio, que han comenzado a darse de un modo más atroz ubicándonos en una situación de urgencia planetaria. El funcionamiento de la lógica extractiva en todos los ámbitos y el funcionamiento de ciclos de mercado legales e ilegales basados en lógicas necropolíticas nos han llevado al borde del colapso. La realización de las COP (Conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático) ha sido un modo de preservar y perpetuar estas mismas lógicas extractivas en las que en lugar de detener la destrucción, se paga, se “compensa” el daño.
El problema es que aún hay quienes creen que pueden escapar a esa pesadilla, por ejemplo, el plan de huida de Jeff Bezos y Elon Musk se ha convertido en una versión exagerada o extrema de algo que nos pasa a todas/os.
En las ciudades no hay claridad de directamente hacia dónde se va nuestro impacto, por eso se criminaliza muchas veces a las comunidades, porque los medios de reproducción de la vida que tienen que ver con la tierra, están precarizados y son las redes de interdependencia que nos sostienen, que sostienen la vida. En las ciudades se ha individualizado el asunto del impacto y por lo tanto de las respuestas y soluciones.
En el ámbito de la geopolítica, la cuestión de los países ricos que llevan sus residuos tóxicos a otros lados, generalmente países del sur global, da cuenta de la dimensión racista del Ecocidio/Genocidio. El hecho de que la COP27 estuviese patrocinada por Coca-Cola y que los participantes llegaran en jets privados se convirtió en una muestra más de la burla de los ecocidas. La acumulación y la colonialidad siempre están presentes en los procesos de despojo. En ese sentido el Genocidio provocado por el Ecocidio se da poco a poco y hasta puede parecer imperceptible porque el discurso que se centra en los cambios individuales lo esconde.
EL ECOCIDIO COMO CRIMEN DE LESA HUMANIDAD O COMO GENOCIDIO Y ETNOCIDIO
Entendemos Ecocidio como la ejecución de actos que a sabiendas del daño ambiental y humano que provocan se practican deliberadamente causando afectaciones severas a los ecosistemas, al ambiente, al cuerpo humano y a las comunidades.
El Ecocidio tiene varias dimensiones:
La que tiene que ver con el daño, que se puede clasificar en etapas o niveles de gravedad de los daños ocasionados al medio ambiente y a la humanidad.
La dimensión deliberada de esa acción, que tiene que ver con tener conocimiento de este daño y sin embargo seguirlo provocando, o bien tomar la decisión de provocarlo.
La dimensión de espacio, es decir la relación daño-espacio, terreno, hectárea, territorio afectado, comunidades afectadas. Es decir, el espacio-tiempo en que se encuentran los daños al ambiente y a lo/as humanos.
La dimensión del tiempo, es decir la relación del daño con el tiempo en que se va a extender éste.
El vínculo entre Ecocidio y Genocidio radica en el daño masivo y sistemático a comunidades, poblaciones que puede llevar a la extinción humana. El Estatuto de Roma define el Genocidio como una serie de actos como matanza, lesiones, sometimiento intencional, medidas destinadas a impedir nacimientos, traslado por la fuerza de determinados grupos o razas perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso.
Esta definición podría aplicarse a la lógica necrocapitalista que, a través de intereses extractivos, de acumulación por desposesión, mata, lesiona, somete, desaloja, desplaza a grupos que estorban a los planes extractivos, lucrativos y a los intereses de corporaciones y estados.
El Ecocidio podría considerarse un crimen de lesa humanidad en la medida en que afecta la vida y la reproducción de la vida de millones de seres humanos más allá de su identidad étnica, nacional religiosa, pero nos inclinamos a considerarlo Genocidio por el racismo que le subyace.
La definición de Genocidio de Chalk y Jonassohn (1990) contempla el asesinato en masa sistemático y unilateral de personas seleccionadas en torno a su pertenencia a un grupo étnico o comunal, con el objetivo de eliminar el grupo, parcialmente o en su totalidad y de eliminar cualquier amenaza que se percibe que representa este grupo.
En ese sentido se puede decir que la amenaza que los grupos defensores del ambiente y la tierra representan para los intereses extractivos es una motivación de la eliminación, siendo así, ésta eliminación es un daño colateral pero existen casos en los que la concepción neocolonial que prevalece en los gobiernos progresistas y no progresistas lleva a la eliminación como algo más que un daño colateral, como parte de la implantación de la lógica del progreso y desarrollo en la cual los grupos indígenas “deben” adaptarse, cambiar sus modos de vida, dejar sus territorios o morir.
El Genocidio es un delito estatalmente organizado (Bailone, 2017), es decir que requiere de la suma de “esfuerzos”, actos, rutinas y políticas que encarnan prácticas de eliminación de determinada población.
En la actualidad existen una gran multiplicidad de movimientos sociales que retoman la palabra Genocidio para referirse por ejemplo a los feminicidios, es decir que el Estatuto de Roma comienza a quedarse lejos de la realidad actual, del mismo modo en que la Corte Penal Internacional ha dejado de ser una instancia que efectivamente persiga los crímenes de lesa humanidad en particular frente a Estados Unidos y sus aliados.
Para el Tribunal Permanente de los Pueblos [1] (TPP), el Ecocidio no solo causa graves crímenes ambientales sino el “ataque sistemático a la identidad cultural de grupos co-constituidos con la naturaleza” (TPP, 2018).
Ecocidio y Etnocidio van de la mano por esa identidad cultural co-constituida. El Etnocidio implica la extinción, riesgo de extinción o desaparición de la cultura de un pueblo. En este caso implica la relación comunitaria con la tierra, el agua, los ecosistemas, por lo tanto, la destrucción de éstos también implica la destrucción de la cultura.
En el reciente Tribunal por los Derechos de la Naturaleza [2] efectuado en Valladolid, Yucatán el 11 de marzo de 2023 el jurado de dicho tribunal advirtió que la realización del mal llamado Tren Maya “en realidad abre la puerta no sólo al Ecocidio, sino también al Etnocidio” (Redacción Desinformémonos, 2023).
El Etnocidio así ejecutado, ejercido sistemáticamente es un tipo de crimen de Estado colonial. Retomamos el concepto de crimen de Estado colonial de Atiles-Osoria (2016), que afirma que los crímenes de Estado colonial operan como manifestación de poder entre lo local y lo global, envuelven necesariamente agentes locales y globales, en este tipo de crímenes es esencial el uso de la violencia estatal, se emplea como dispositivo represivo y criminalizador. Para Osoria este concepto contempla las distintas manifestaciones de violencia política ejercidas por los gobiernos y aquellas practicadas por las organizaciones paramilitares, pro-estatales y por las corporaciones. Lo que traducido a la realidad mexicana puede aplicarse agregando al crimen organizado y a grupos de sicarios como actores. Las acciones de estas estructuras tienen lugar bajo el abrigo, condescendencia o incluso auspicio de los Estados coloniales (Atiles-Osoria, 2016).
Para este autor, otro elemento central de los crímenes de Estado colonial es el uso de los recursos económicos y administrativos del Estado, para el enriquecimiento de las élites que representan el Estado y las corporaciones.
En la administración de López Obrador podemos considerar que el enriquecimiento de las élites no es como se dio en las administraciones pasadas, es decir hubo un ajuste en el beneficio hacia las clases medias, pero se ha perpetuado el enriquecimiento a las corporaciones y les ha posibilitado el acceso a los recursos naturales, el enriquecimiento con relación al Estado es más político que económico y muy acotado a fortalecer la figura presidencial y sus planes de gobierno.
La lógica de desarrollo, sobre todo la industrialista-extractivista sea desde la lógica capitalista o estatista, lleva implícita una priorización poblacional definida desde el Estado. El desarrollo es para quienes cumplen con las características de ciudadanos, no sólo jurídicamente, sino que tienen las condiciones materiales y simbólicas para ejercer y exigir sus derechos, es decir las poblaciones que se alinean, benefician o son funcionales a los propósitos del Estado.
El resto de las poblaciones que pueden o no tener jurídicamente el carácter de ciudadanas son poblaciones sobrantes u obstaculizadoras que el Estado desplaza, extermina o simplemente olvida para en los hechos cometer un Genocidio directo o un Genocidio por goteo. Son poblaciones que son despojadas de sus territorios y comunidades y cuyos ecosistemas son trastornados o destruidos para dar paso a los proyectos de desarrollo.
El Genocidio directo implica el desplazamiento y/o el exterminio a través de la acción violenta de actores Estatales a través de sus fuerzas armadas o de seguridad, o de actores paraestatales o privados como grupos paramilitares, cárteles o guardias blancas; y a través del soborno o cooptación de autoridades comunitarias o de las dirigencias de movimientos de resistencia.
Este tipo de Genocidio que acompaña al Ecocidio suele ser una respuesta ante procesos de resistencia explícita y organizada. Un fuerte ejemplo de esta práctica es la agresión sostenida contra las comunidades zapatistas que desde 1994 hasta 2023 han sido atacadas por grupos paramilitares y narcoparamilitares y que siguen siendo cercadas militarmente, lo que demuestra que la ofensiva responde a una política de Estado y al objetivo de sitiar y perpetuar la guerra contra la inspiración de resistencia y rebeldía más profunda y latente en México.
El Genocidio por goteo significa una estrategia de desplazamiento y exterminio gradual, a través de formas de violencia sostenida que se confunden con crimen común, a través del uso de programas sociales para reubicar y reorientar a las poblaciones, o la negación de recursos y servicios públicos básicos que sofocan poco a poco a las comunidades. El Genocidio por goteo no necesariamente significa una intencionalidad Genocida del Estado, puede simplemente ser el “daño colateral” de la priorización de recursos por parte del Estado.
En casos como el de los Pueblos Indígenas ambas rutas del Genocidio han sido perpetuadas por el Estado recurrentemente, desde la Masacre de Cholula en el siglo XVI, pasando por el proceso de desindianización forzada en nombre el mestizaje en los siglos XIX y XX, hasta la paramilitarización de los territorios Zapatistas en Chiapas en el siglo XX y XXI que en los últimos meses se ha agudizado y la criminalización de las resistencias del Congreso Nacional Indígena en el XXI.
El Genocidio generado por causas ecológicas, por actos que dañan el medioambiente, los ecosistemas y la salud humana puede implicar la decisión deliberada de eliminar poblaciones.
Cuando el interés de despojar comunidades no es solo por los recursos naturales sino por eliminar un modo de cuidar la tierra, de reproducir la vida y de organizarse de forma comunitaria y muchas veces rebelde se está ante la intención de quitar del camino culturas que son un obstáculo para el despojo, la acumulación y la imposición de megaproyectos.
“Europa es un jardín y el resto del mundo una jungla”
Joseph Borell (2022), el jefe de política exterior de la Unión Europea dijo en una ocasión que Europa era un jardín y el resto del mundo una jungla, caricaturizando así, con precisión, la esencia del desarrollo, lo que éste significa para quienes lo usan como horizonte utópico y como justificante de las acciones del Estado y del Mercado.
En México, la interacción y coexistencia de los pueblos indígenas con la alta biodiversidad, ha dado como resultado distintas expresiones de ecosistemas. Su cotidianidad con/en el monte, suele sostener y reproducir su preservación.
Más del 80% de los territorios habitados por pueblos indígenas en el mundo, están cubiertos de bosques [3] (Garnet et al, 2018), lo cual hace notar que sus conocimientos y prácticas han sido una gran contribución/resistencia para el cuidado de la naturaleza. Es por esto por lo que no se puede hablar de conservación de la biodiversidad, si no se toma en cuenta y se respeta la autonomía de los pueblos y comunidades indígenas y campesina/os que habitan/construyen esas tierras.
El resultado de diversos ecosistemas, se da gracias a las interrelaciones en la reproducción de la vida de muchas comunidades indígenas. “Sin mayas no hay selva”, denuncian los defensores del territorio Múuch Xíimbal, recalcando, que la selva “es el resultado de la relación con la comunidad maya, nosotros somos parte de ella, la cuidamos, defendemos y conservamos”, la milpa diversa, la selección de semillas, la diversidad de cultivos, la apicultura, los solares, los conocimientos y las prácticas que las comunidades han ido generando, son parte de la selva maya, su vegetación, flora y fauna.
Es por esto, que no puede entenderse a la naturaleza, a la selva o al bosque, de manera purista aislada de las personas, ya que se invisibiliza esta red de interdependencias con la tierra y se da paso a políticas conservacionistas que legitiman el despojo de las comunidades que la defienden, diversifican y sostienen como a la selva maya. Las comunidades dependen de la selva y la selva depende de las comunidades.
Retomando la frase de Joseph Borell (2022), de que “Europa es un jardín y el resto del mundo una jungla”, se puede decir metafóricamente también, que la jungla quiere invadir el jardín, invadir esos jardines europeos con el pasto cortado, unos cipreses en las esquinas, unas orquídeas al borde, todo perfectamente domesticado, acomodado y con la menor posibilidad de vida. Por el otro lado, está la jungla llena de vida que crece, vida peligrosa, salvaje e intensa.
La naturaleza fraccionada y separada de los seres humanos que propone el pensamiento moderno está en el fondo de la lógica extractivista y ecocida, incluso en la lógica del desarrollo sustentable y las estrategias como la de los bonos de carbono o la de la inclusión del agua en el mercado de futuros.
Es la visión de que la naturaleza es un conjunto de objetos, de recursos para el uso y explotación humana. Sin embargo, existen otros pensamientos como el de la naturaleza entendida como el monte, el koujta[4] como diría el Pueblo Nahua y que tiene otros nombres en otras geografías. El koujta es una unidad, un ecosistema en el que todo está simbiótica y delicadamente relacionado en complejos procesos de vida, de muerte, de cambio. No hay recursos, hay procesos y ciclos entrelazados.
Esas orquídeas colocadas al borde en los jardines europeos coexisten (siendo epífitas[5]) en su relación con los árboles diversos con los que se sostienen en esa “jungla intensa” que quiere invadir al jardín europeo que elimina esa coexistencia vital.
Los Estados, progresistas o no, que se rigen bajo la lógica del desarrollo pretenden hacer jardines por todos lados, las junglas estorban. Es el paradigma del jardín contra el del koujta, donde hay que reubicar a las poblaciones indígenas que viven alrededor del río para que no lo contaminen, aunque lo que mata al río es la fábrica.
(…)
también editado en https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2024/02/19/ecogenocidio-la-e/
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