Imprès des de Indymedia Barcelona : http://barcelona.indymedia.org/
Independent Media Center
Anàlisi :: altres temes
Desalojos son desayunos
30 mai 2023
No hay derrota más dañina que aquella que nos atribuimos antes de plantar cara al conflicto.

Este escueto fanzine es un vómito de pensamientos e ideas que giran alrededor de nuestra deriva okupa actual y nace de la necesidad de reafirmarnos ante la pasividad de un movimiento que tiene la obligación de volver a las andadas de la defensa real de sus espacios y bases políticas.

Los últimos años el auge de desalojos en el territorio ha sido sin igual el más alto en comparación a otros años. Y ante este aumento de desahucios y desalojos en nuestras ciudades, la respuesta a ellos en su mayoría ha sido totalmente pasiva, en vez de generar un aumento significativo de la conflictividad a la hora de impedir la perdida de nuestras casas, centros sociales o huertos okupados.
Entendiendo que cada contexto de okupación es distinto y sabiendo que a veces es más probable que nos desalojen antes los conflictos internos de convivencia que las fuerzas de seguridad del estado, debemos de plantearnos que sucede ante el aumento de desalojos y la pérdida de estos nuestros espacios y cuál debería ser nuestra preparación y respuesta ante dichos casos.
Consciente también de las múltiples formas y necesidades de okupación todas legítimas por supuesto (asentamientos de chabolas, tomas de terrenos, huertos urbanos, autoconstrucciones, okupaciones rurales, expropiaciones de bancos e inmobiliarias etc), esto será una autocrítica como movimiento okupa de carácter “anarquista” en un contexto concreto como es la ciudad de Barcelona y alrededores.

Hay varios factores que influyen a enfrentar de forma pasiva o no enfrentar directamente los desalojos de nuestros espacios okupados y como ya he dicho antes todo depende de la situación previa colectiva e individual del espacio y las personas en cuestión que lo habitan. Pero si que hay varios patrones que se repiten en los últimos años y que creo que vale la pena que sean analizados y señalados.

Voy a empezar este breve texto con, lo que en mi opinión creo que es, unos de los grandes problemas de nuestro movimiento: les okupas ya no okupan, la despolitización de nuestras okupaciones y la condena de la acción directa y la violencia como forma de autodefensa.

Hay muchas veces una clara utilización de la okupación como mera herramienta para estabilizar y hacer un poco más cómoda nuestra vida dentro del sistema capitalista asalariado o estudiantil y esto no es con- denable del todo pero si que tiene sus consecuencias. Hemos podido ver como muchos individuos entran en espacios altamente politizados a fin de buscar un sitio donde vivir y acaban diluyendo dicha politización o bases confrontativas cotidianas a fín de no querer asumir o enfrentar las consecuencias que ciertas okupaciones o proyectos políticos requieren. Eso se dá a raíz de entrar en una dinámica de la no okupación o riesgos 0.
Es cierto que muchas personas han sido desalojadas los últimos años y el contexto de okupación ha cambiado mucho y por eso, lo que quiero ex- poner, es una crítica enfocada sobre todo a las personas más privilegiadas del movimiento. Personas de entre 18 a 50 años con DNI español, que han vivido mucho tiempo de pedir cachos en espacios y no haber intenta- do abrir una casa o generar un proyecto desde 0 en muchísimo tiempo o nunca, pero que a la vez se han alimentado para un beneficio personal de dichos espacios, aprovechando la comodidad que ofrece un sitio seguro, enquistándose en ella y haciendo de la comodidad la máxima prioridad en su día a día. Evitando cualquier tipo de confrontación o consecuencia legal que pueda llevar un riesgo para su cotidianidad. Esto a mi enten- der es un gran factor que ha hecho menguar la capacidad de impacto de nuestro movimiento, ya que nos convierte en algo previsible, fácil de amedrentar y controlado a nivel de localización, pues siempre nos podrán encontrar en los mismos espacios y asumiendo las mismas estrategias. Hemos dejado de combatir y de abrir espacios nuevos donde compartir, generar tejido, discurso de lucha y donde crecer como personas en busca de una comodidad perecedera. Haciendo de la okupación una extención más del neoliberalismo al ser una herramienta para acomodarnos en él y no para plantarle cara, dejando de lado la importancia no solo de tener una vivienda sino de la necesidad de mantener espacios donde desarro- llarnos sin el control y violencias de las que pretendemos escapar.

Cada vez hay menos centros sociales y kasas okupadas y las que tenemos nos planteamos abandonarlas sin lucharlas apenas cuando se acerca el desalojo; ofrecien- do como respuesta combativa un mero desayuno a las 6 de la mañana, exponiéndonos a un alto número de personas identificades y denunciades a fin de perder la casa, el centro social o lo que sea que fuera aquello por lo que nos reuniamos en la puerta. Hemos perdido el impacto que podría generar el movimiento okupa, que debería, si más no, intentar habitar de forma autónoma en los márgenes de la metrópoli y no dentro de ellos.

No entiendo, como decía antes, que el movimiento okupa de nuestra ciu- dad haya dejado de okupar como herramienta de acción directa o de re- sistir los espacios. A pesar de ya tener sitios donde algunes privilegiades poder vivir (porque anteriormente han sido okupados y resistidos) hemos abandonado la dinámica de la okupación constante. Hemos dejado de abrir casas por qué sí, cayendo en la comodidad de una vida normativa sustentada por la falsa seguridad que ofrece el sistema neoliberal, trabajo asalariado, estudios, evasión momentánea... renegando de lo que nos está cubriendo la propia okupación, una necesidad básica como es la vivienda e ir más allá de esto. Creo que es muy importante recordarnos que no hay que parar de okupar aunque tengamos las necesidades habitacionales cubiertas como individualidades. Hay que okupar para les que no pueden hacerlo, para mantener la llama de la acción directa y del conflicto viva, ya que si no lo hacemos renunciaremos no solo a los sitios donde vivimos sino lo más importante, en el como los habitamos.

Soy consciente de que el nivel represivo al que nos enfrentamos es mu- cho más alto que el de hace 5 o 10 años atrás, pero hemos dado por per- dida cualquier posibilidad de mantener y proteger nuestros espacios antes siquiera de que aparezcan los antidisturbios delante de nuestras puertas. Añado que la mayoría de espacios que perduran hoy en día y que no han caído en el lastre de los pactos y concesiones ha sido por haber mantenido una estrategia confrontativa y de insistencia frente a sus desalojos u otro tipo de ataques a sus espacios y que quizás una de las formas de evitar que la represión llegue es evitando que los mismos que la traen puedan acceder a nuestras casas convirtiendo nuestros espacios en zonas autó- nomas reales donde no pueda cceder la policía ni ingerencias del estado.

Al igual que nosotres hace mucho tiempo que no nos enfrentamos a los desalojos de una forma activa, ellos (las fuerzas de seguridad del estado) tampoco. Al igual que nosotres, la generación de antidisturbios coetánea, no conoce el conflicto que puede generar el arraigo y la estima a una casa o un centro social donde les que habitan dicha casa sean capaces de asumir las consecuencias de la violencia policial y judicial que venga.

A lo que voy sin querer romantizar nada de esto, es que hay posibilidades que hace mucho tiempo que no han sido probadas. Hemos antepuesto nuestros trabajos asalariados, nuestros estudios o simplemente la fiesta y la droga a la posibilidad de convertir nuestras casas okupadas en trin- cheras reales, en free zones. En plantearnos los desalojos como un asedio y prepararnos para un cerco de varios días, inutilizando su capacidad de acción en cuanto nosotres seamos capaces de colapsar su día a día y su normalidad. A la que el conflicto se enquista en el tiempo y afecta la nor- mal circulación de la ciudadanía, la ventaja es para nosotres y lo hemos podido ver en Can Vies por ejemplo. Si el conflicto se alarga y afecta de forma directa a intereses políticos y el normal funcionamiento de una zona y se colectiviza dicho conflicto, hay posibilidades de abordarlo.
Obviamente, habrá espacios que se pierdan, habrá represión y situaciones en las que no podamos confrontar un desalojo, pero la lucha es creativi- dad y hay que salirse de los marcos que nos hemos preestablecido noso- tres mismes.
Creo que hemos caído en la búsqueda de la aprobación de unos medios que nunca han velado por nuestros intereses. Hemos caído en la necesi- dad de tener a nuestro favor la opinión pública y así hemos autodesle- gitimado la acción directa, el uso de la violencia como herramienta de autodefensa de nuestros hogares y de tal forma hemos conseguido que la pasividad sea la única forma o la más común a la hora de enfrentar cier- tas situaciones como un desalojo, ataques fascistas o luchas en general, básicamente cayendo en la estrategia de zero riesgos.

Un apunte curioso es el ver como compañeres viajan para defender lu- chas de alrededor de Europa, como en Francia, Italia, Grecia, donde el grado de confrontación es mucho más elevado, aceptado y aplaudido que en nuestro contexto y luego reniegan de dichas estrategias en nuestro contexto más cercano. Curioso si más no...

Lejos de señalar o deslegitimar dichas acciones o estrategias, deberíamos normalizarlas e intentar que arraiguen en nuestros contextos de lucha y la única forma de hacerlo es dándole cabida en nuestras luchas cotidia- nas. Ya sea en forma de okupación, cortes de circulación, sabotaje de inmobiliarias o bancos, confrontación directa con la policía o formatos de alcance más performativo. No es incompatible la creatividad y la con- tundencia dentro de nuestros contextos de lucha, es más, son dos muy bien avenidas formas de proyectar nuestros objetivos como movimiento si es que nos reconocemos como tal, pero sí que es incompatible que se reniegue a una herramienta como la acción directa por priorizar otro tipo de acción.

Volviendo al dilema de los desalojos y la deslegitimación de ciertas he- rramientas de respuesta a estos, creo importante señalar el intrusismo que viven los pocos colectivos anarquistas insurreccionalistas dentro del movimiento okupa. Es sabido de la injerencia de estructuras no tan afines con dichas formas de acción directa en nuestros colectivos una vez se han generado ciertas dinámicas, a base de mucha insistencia y aguantar la represión que conlleva mantener esa línea de actuación durante años.

Me explico, una vez empiezan a solidificarse ciertas bases de actuación al cabo de los años y a partir de mantener una contundencia a la hora de enfrentar las diversas problemáticas y ataques de agentes externos cuan- do los proyectos se consolidan, sea por una razón o por otra, aparece una serie de individualidades que ingieren en los espacios, colectivo/asam- blea a los que yo denomino apagafuegos. Estos inyectan ciertos haceres y discursos que intentan diluir las bases que tanto han costado construir y que tanta represión han traido durante años y que se ha asumido cuando ha llegado. Es decir, en el punto álgido y de consenso a nivel discursivo y de acción de un espacio, muchas veces cuando se habre el colectivo se rebajan los niveles de confrontación con la intención de algunos de ganar un público más diverso y “amplio” o por mantener la tranquilidad o “paz social”, renegando muchas veces a las bases del colectivo que llevaba años fraguandose y consiguiendo mantener vivo un proyecto a partir de dichas dinámicas y discursos altamente confrontativos. Ya que, dicho sea, sino se hubiese mantenido esa confrontación de cara a desalojos, ataques de grupos organizados neonazis, ataques de partidos políticos o de prensa seguramente esos espacios no hubieran sobrevivido todo este tiempo.

Soy consciente de que un nivel alto de confrontación no se puede mante- ner en cada situación que tengamos que encarar, pero es muy fácil que los apagafuegos diluyan hasta el fin la posibilidad de confrontación deslegi- timando su uso cuando se tenga que volver a responder a ciertas situa- ciones y cayendo en las garras del reformismo o peor aún el chivatismo y el amedrentamiento colectivo a las individualidades que decidan tomar ciertas acciones.
Donde quiero llegar es a un punto de compativilidad y de normalización de la acción directa y la violencia como herramienta de lucha y de auto- defensa, que no deba de prescindir de una voluntad de ampliar o abrirnos a ciertos colectivos e individualidades aparentemente más reformistas y que no tienen por qué ser partícipes de la misma, pero tampoco desle- gitimarla o esconderse de ella. A lo que voy es que se puede convivir con la misma, como pasa en Francia, en Grecia, u otros países donde muchos sectores de la población luchan con las herramientas que tienen a su alcance mientras conviven en un marco de alta conflictividad y con- frontación.

Para ir cerrando y donde quería llegar es que a pesar de tener ciertas ideas asimiliadas por todes, a la que llega el momento de enfrentar situacio- nes de alta tensión, perdemos de vista nuestros objetivos y se ha visto como somos capaces de renegar ya no solo de unas ideas de base que deberíamos compartir todes, sino que también somos capaces de renegar de nuestres compañeres hasta el punto de venderles o señalarles cuando quieren tomar ciertas acciones. A veces, si no somos capaces de asumir las consecuencias de ciertos modos de vida o acción, debemos plantear- nos si no es más adecuado apartarnos de dicha acción o situación en vez de cohibir las necesidades de acción de colectivos o individualidades. Ser conscientes de nuestras posibilidades y ser capaces de apartarnos si ve- mos que no podemos asumir ciertas acciones o intensidades en cierto momento sin sentirnos menos y viendo des de donde podemos aportar, pero sí entendiendo que quizás no somos capaces de participar en aquello en vez de señalar, responsabilizar o deslegitimar dicho accionamiento. Ya que cualquier accionamiento contra el sometimiento, del tipo que sea, siempre será legítimo y necesario.

Para terminar recordarnos varias cosas que creo fundamentales para mantenernos vives y actives como movimiento. Sigue okupando siempre, convive con la acción y la idea, seamos conscientes de las limitacio- nes que tenemos individualmente y colectivamente, acciona donde pue- da que sea y sobre todo cuida de tus amigues. No te chivatees, mata el policía que hay dentro de ti. Aprendamos a convivir fuera de los marcos que nos hemos creado y que limitan nuestro actuar hoy en día, seamos impredecibles y no reneguemos de ciertas estrategias por el bien de una aprovación. La creatividad es lucha y la lucha es creatividad.

Bajo el lema de gobierne quien gobierne seremos ingobernables, vamos a ser conscientes de cuando sometemos a dicha gobernabilidad a colecti- vos o individualidades que quieren un accionar directo y constante ante el conflicto social. Ya que la paz social nunca ha sido una opción ni un objetivo. Crear diversidad y unión en los espacios de lucha no depende de renunciar a ciertos discursos de lucha o acciones, sino en la validación y normalización de estos discursos y sus haceres.

“La fúria de la revuelta no está separada de la inteligencia que construye la posibilidad de vivir de otra manera. La cooperación vivida en el sabo- taje de la metrópoli es la misma que es capaz de construir una comuna. Saber levantar una barricada no quiere decir mucho si al mismo tiempo- no se sabe cómo vivir detrás de ella.” Marcelo Tari

Acciona, okupa, resiste e insiste!
Barcelona Mayo 2023

This work is in the public domain

Comentaris

Re: Desalojos son desayunos
31 mai 2023
El gran problema del movimiento anarquista en el estado español es la okupación, ha convertido el anarquismo en pura subcultura, perdiendo perspectivas revolucionarias y ofencivas.

La okupacion es una herramienta que nos tiene que permitir generar otras perspectivas, otros debates, comprometernos con luchas, pero en el momento que la okupación se convierte en fin en si mismo empieza el problema.

Okupar casas lo hace cualquiera y esta mas que visto, lo dificil es tener una idea politica, que apunte a luchar contra la dominacion, ser okupa, hacer cafetas, fiestas, talleres no genera conflicto, genera guetto y una falsa ilusion de movimiento.

Es triste y duro pero en el momento que se acabe la okupación en el estado español puede ser un buen momento para proyectarnos en luchas con perspectivas anarquistas, y les que simplemente estan en nuestros entornos por vivir gratis, hacer amigues y creerse diferente se apuntaran a la siguiente moda.
Re: Desalojos son desayunos
05 jun 2023
Que moda? La de hablar con la e como peleles?? Fuera autoritarixs de las okupas anarcas... Si es que queda alguna
Sindicato Sindicat