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México_Gustavo Esteva: Autonomía, Buen Vivir, Comunalidad, Decolonialidad
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01 ago 2022
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México_Gustavo Esteva: Autonomía, Buen Vivir, Comunalidad, Decolonialidad...
"Decrecimiento: Vocabulario para una nueva era" |
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"Decrecimiento: Vocabulario para una nueva era"
(Icaria Editorial, 2018 Mexico y Colombia)
enlace al libro completo (PDF): https://www.academia.edu/37383542/_Decrecimiento_Vocabulario_para_una_nu
Prólogo de Gustavo Esteva a la ediciòn en México
En América Latina la idea del descrecimiento nunca llegó a tener el vigor y la fuerza que adquirió en Europa. La publicación de este libro o la Primera Conferencia Norte-Sur sobre Descrecimiento, en la cual se presentará, no son esfuerzos de última hora para impulsar el movimiento en la región. Reflejan la convicción de que ha llegado el momento de entrelazar empeños semejantes. Por esto, tanto la conferencia como el libro están planteados como un diálogo.
La propuesta del descrecimiento se inscribe en el aliento ecologista que nació en el seno de la revolución cultural de los años sesenta. Es también heredera de una corriente ecologista muy vigorosa, que en los años setenta brotó sobre todo en algunos países industrializados. Fue un desafío abierto al régimen dominante y una crítica radical a la sociedad económica, capitalista o socialista, y al modo industrial de producción. El año 1972 puede ser visto como punto de flexión del ecologismo. Tuvo lugar entonces la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano, la primera de las conferencias temáticas de la Segunda Década del Desarrollo de Naciones Unidas, en la cual se empleó por primera vez el término de sustentabilidad. En ese mismo año el Club deRoma presentó un informe que exigía considerar seriamente los límitesde los recursos.
También en 1972, cuando estalló la crisis del petróleo y la Comisión Trilateral concibió la estrategia neoliberal, André Gorz formuló la idea del descrecimiento, como condición de un proyectode transformación social basado en la equidad y el realismo ecológico,precursor de la ecología política que tomó forma en la siguiente década. En los años ochenta los movimientos ecologistas cobraron ímpetu y llegaron a los congresos de varios países. Si bien esto permitió que decrecimiento empezaran a promulgarse leyes de protección ecológica, se hicieron compromisos que restaron radicalidad al impulso. No se dio continuidad a la idea del descrecimiento. En América Latina las denuncias del Club de Roma tuvieron un eco significativo pero efímero: no se tradujeron en corrientes de pensamiento y acción.
La de 1980 fue la «década perdida para el desarrollo» para las instituciones oficiales. Se hizo evidente el carácter ilusorio de las promesas de Truman y la destrucción natural y social asociada con la empresa del desarrollo. A finales de la década Iván Illich invitó a algunos de sus amigos a preguntarse: «Después del desarrollo, ¿qué?». El resultado de las conversaciones fue el Diccionario del desarrollo: una guía del conocimiento como poder.
Comenzamos a hablar de posdesarrollo. Fue así posible descalificar de inmediato el nuevo lema de la Comisión Bruntland, pues el«desarrollo sustentable» intentaba sostener el desarrollo, no la naturaleza o la cultura.
En 1949 el emblema del desarrollo se creó para estabilizar la indiscutible hegemonía estadounidense. En el mismo discurso en que lo lanzó, Truman proclamó la guerra fría. Cuarenta años después, cuando esta llegó a su término, Estados Unidos descubrió que el desarrollo era ya una bandera deshilachada e intentó lanzar un sustituto, la globalización,que nunca tuvo acogida semejante a la del desarrollo. Si bien unos la vieron como amenaza y otros como promesa, el consenso general era que constituía un dato, una realidad que debía aceptarse. En 1994, con su ¡Basta ya!, los zapatistas, en el sur de México, se atrevieron a enfrentarla. Su llamado fue un despertador mundial, como ahora reconocen todoslos movimientos antisistémicos.
Al empezar el siglo XXI se renovó en Europa el interés en la idea del descrecimiento como un movimiento de activistas impulsado en el marco de reflexiones e iniciativas asociadas con el posdesarrollo, la ecología política y la justicia ambiental. En la actualidad, el descrecimiento sigue siendo una crítica de la economía del crecimiento, pero es también marco de referencia para una variedad de ideas y conceptosque son inspiración para distintos movimientos en que pesan cada vez más signos anticapitalistas y antipatriarcales. Sus ideas y acciones están vinculadas con formas de vida que experimentan alternativas sensatas y justas, en las que cuentan claramente la autonomía y la autolimitación. Algunos teóricos y activistas del descrecimiento consideran indispensable luchar por políticas para la transición a través de los partidos políticos y el mundo institucional; otros solo confían en las iniciativasy acciones de los grupos de base.
En América Latina, mientras tanto, han estado floreciendo numerosas corrientes de pensamiento y acción que se desligan de todas las variantes del desarrollo y buscan un camino propio. En vez de la ruta hacia el American way of life, impuesta por la empresa desarrollista, se abren a la inmensa variedad y riqueza del mundo real, asumiendo el pluralismo radical y reconociendo la insensatez de adoptar una definición universal de la buena vida inviable e insostenible. Buen vivir, vivir bien, vivir en plenitud, la vida buena, la vida digna, vida correcta, buen modo de ser, vida dulce, vida austera lubricada por el cariño, expresiones en español como estas empezaron a usarse para tomar distancia de los vientos dominantes. Estas traducciones de expresiones indígenas como sumak kawsay (quechua) y
suma qamaña (aymara) reflejan la propensión a encontrar inspiración en quienes han logrado resistir la dominación colonial a lo largo de 500 años. Se aprende con ellos un sentido comunitario respetuoso de la Madre Tierra y el cosmos, que se opone al aliento inevitablemente individualista y depredador del desarrollo.
Un área fundamental de convergencia del descrecimiento y las sociedades latinoamericanas en movimiento es el compromiso con formas de autolimitación comunal, que desafían abiertamente los patrones dominantes y dan cabal sentido a las preocupaciones de los años setenta por los límites de los recursos y la destrucción natural y social que se realiza en nombre del crecimiento económico.
El diálogo entablado en este libro en torno al descrecimiento se manifiesta ante todo en sus tres prefacios: los de la edición en inglés y de la española describen cómo nació la idea del libro mismo y cuál ha sido la experiencia europea con el descrecimiento; el tercer prefacio intenta hacer la conexión con la experiencia latinoamericana. El diálogo tambiénse expresa en las trece entradas que se agregaron a las del libro original,cada una de las cuales relaciona percepciones y énfasis de la región conla aspiración y la red de ideas y conversaciones que se asocian con el descrecimiento. El caso de la autonomía ilustra bien ese diálogo.
La entrada original parte de las contribuciones de Castoriadis y su riguroso intento deconceptualizar lo imaginario, que articuló con la autonomía colectiva y la creación radical. Muestra con claridad los ligámenes profundos que existen entre el proyecto de una sociedad de descrecimiento y la visión de Castoriadis de una sociedad autoinstituida y autorregulada. La entrada sobre la versión latinoamericana de la autonomía, que me tocó a mí escribir, pone énfasis en las iniciativas y movimientos que en la región la han estado impulsando, mostrando sus contrastes con la experienciaeuropea tanto en la teoría como en la práctica.
Dos entradas de la edición española del libro usan la palabra «proco-munes», aceptada en España como equivalente al commons anglosajón.En América Latina no se usa la palabra «procomunes» y persiste undebate sobre el término más adecuado para referirse a los commons y sus equivalentes. «Comunalidad» es el nombre que se da a la vida cotidiana y al arte de enraizarse respetuosamente en la tierra y de actuar en colectivo en una región del sur de México. La palabra tuvo amplia resonancia y esya un término que se emplea para referirse a toda una familia de ideas y prácticas, que es muy rica y diversa en América Latina y se conecta fluidamente con lo que puede ya considerarse un movimiento mundial. Es lo que trata de recoger la entrada sobre el tema. La economía popular, social y solidaria es una creación latinoamericana, que tiene en la región sus teóricos y una inmensa variedad de prácticas, aunque el fenómeno al que corresponde es enteramente mundial. Este movimiento de ideas y experiencias nació en los años ochenta, cuando se transformaron actitudes arraigadas ante el llamado «sector informal» y algunas prácticas muy antiguas. Para el capitalismo y las instituciones internacionales fueron siempre anomalías o patologías que debían eliminarse, o áreas que debían modernizarse e incorporarse al patrón de la formalidad capitalista. Actores de muy diversas procedencias ideológicas y políticas, en contraste, encontraron en él potencialidades de transformación en los más diversos órdenes.
La corriente de pensamiento decolonial nació hace un cuarto de siglo como una agenda colectiva de trabajo basada en la experiencia histórica de América Latina. Se inscribe en la tradición anticolonial de 500 añosde pensamiento en la región y se nutre con los movimientos de descolonización de mediados del siglo XX y con la teoría de la dependencia y lateología de la liberación. Se inspira también en el pensamiento negro del Caribe y feminismos negros, indígenas y chicanos, así como en innovaciones epistémicas como las de los zapatistas en Chiapas.
La propuesta decolonial ha actualizado esas tradiciones para impulsar una revolución epistemológica que abarca por igual a colonizadores y colonizados, poniendo en cuestión el orden moderno colonial en el que vivimos. Aunque los autores fundacionales de esta corriente son de origen latinoamericano, la decolonialidad se discute actualmente en todos los continentes y en movimientos sociales que exigen la decolonización de las instituciones del Estado y de la vida cotidiana. La propuesta de la decolonialidad no reclama un espacio en la modernidad europea o una modernidad no-europea, sino que plantea desligarnos de esa tradición y del proyecto civilizatorio occidental. Impulsa formas epistémicas, políticas, ecológicas y estéticas de autonomía y la configuración de un horizonte orientado al pluriverso.
Las mujeres que impulsan diversos feminismos latinoamericanos reconocen sin reservas la forma en que las luchas de las mujeres de otrasregiones y épocas las han inspirado y estimulado, pero al mismo tiemporealizan una crítica radical a los feminismos dominantes y particularmentea la tradición moderna, liberal y colonial. La lucha de las mujeres en América Latina no solo se ocupa de resistir y enfrentar la opresión específica que padecen, sino que ha hecho contribuciones de enorme importancia a la transformación social de la región. Dar a este libro un contenido latinoamericano exige tomar muy seriamente en cuenta esta dimensión. La entrada «Proyectos de vida» ha sido inspirada por formas de pensar y de ser de pueblos originarios de América Latina para aludir a formas de concebir ideas y comportamientos que se ubican explícitamente más allá del desarrollo. Como podrá verse también en otras entradas, estas concepciones toman como punto de partida y de llegada el pluriverso, en el cual no solo se encuentran las culturas humanas sino también otros muchos seres vivos y no vivos que se asumen como parte y expresión del propio ser. Se trata, como dicen los zapatistas, de construir un mundo en que quepan muchos mundos, desafiando abiertamente la imposición del mundo supuestamente universal de los colonizadores con propuestas políticas emergentes. Los temas de seis nuevas entradas no son latinoamericanos: cambio climático, patrimonio comunitario, producción neguentrópica, rexistencia, transición energética, transiciones civilizatorias y valores plurales son asuntos que se debaten actualmente en el mundo entero y forman parte de las preocupaciones de la hora.
En todos estos casos, sin embargo, la óptica y las experiencias latinoamericanas sobre cada uno de ellos tienen especificidad y se abren claramente al diálogo que aquí se busca. Hay innumerables ejemplos de los caminos que se están construyendo para resistir el horror actual y construir otra cosa, pero quizá no haya ninguno tan avanzado como el de los zapatistas. Lo que han construidoen la Selva Lacandona, sin apoyo de recursos públicos y bajo permanente acoso, ilustra muy bien las nuevas formas de vida que rompen radicalmente con la obsesión del crecimiento económico y el desarrollo para adoptar un camino propio basado en la autonomía y la autolimitación comunal. El zapatismo ha sido y es una creación intercultural. Nació del encuentro entre las tradiciones mayas de la Selva Lacandona y un grupo de luchadores sociales marxistas-leninistas-guevaristas que intentaba organizar una guerrilla. Según ellos mismos cuentan, la ideología de quienes se preparaban para la guerrilla quedó muy abollada en el encuentro y así nació algo nuevo, lo que ahora conocemos como zapatismo. «Fue la primera derrota del
EZLN —comentó alguna vez el finado subcomandanteMarcos—, la más importante y la que lo marcará de ahí en adelante».
Los zapatistas saben aprender de su propia práctica y de todas las ideologías y experiencias que se les acercan. Se han transformado profundamente, sin dejar de ser ellos mismos. Sus creaciones en la Selva Lacandona son un modo nuevo de vivir y gobernarse que ilustra bien el sentido de las propuestas de las sociedades en movimiento en América Latina y de quienes luchan por el descrecimiento. No están colgadas del mercado o el Estado. Se basan en la autonomía y la autolimitación. Desde ahí, junto con los pueblos indios con los que se articulan en el Congreso Nacional Indígena, caminan ahora la iniciativa política radical que lanzaron desde octubre de 2016: han creado un Concejo Indígena de Gobierno e inauguran una forma de existencia social sin precedente. Juntos, los pueblos indios y los zapatistas, parecen anunciar que se ha abierto ya una grieta en el muro de la historia y están en una lucha común, que transforma el dolor en rabia, la rabia en rebeldía y la rebeldía en mañana, como dice el subcomandante Galeano. Bajo latormenta, parece al fin posible lanzar la mirada al mañana.
Estamos ante la encrucijada más grave de la historia, cuando sabemos que no se puede avanzar por el mismo camino, un camino que pone en peligro la supervivencia de la especie humana e incluso del planeta. Estamos en una coyuntura en que la destrucción natural va acompañada del deslizamiento a la barbarie en las relaciones sociales y de una actualización criminal de todos los fascismos. Ante esa perspectiva, estamos dejando atrás las viejas formas de organización y de lucha, a menudo construidas en forma vertical y burocrática. Hemos empezadoa huir como de la peste de las llamadas organizaciones de masas… y de las masas mismas. A pesar de su resonancia radical, la palabra masa es de origen eclesiástico y burgués y reduce la condición humana a su unidad de volumen. No se trata ya de agruparnos de esa manera, en que nos ametrallan física o ideológicamente, pero necesitamos más que nunca estrechar nuestros lazos, identificar lo que nos une y concertar acuerdos. Los diversos movimientos que emplean la idea del descrecimiento, cada quien a su manera, pueden entrelazarse fluidamente con los muy diversos movimientos latinoamericanos que pueden coincidir con ellos en la teoría y en la práctica.
Este libro abre una fascinante colección de ventanas hacia paisajes en movimiento, en los cuales, desde muy diversos contextos y circunstancias, empezamos a aprender juntos a ir más allá de la mera resistencia al proceso insensato en que nos encontramos, para empezar la construccióndel mundo nuevo.
San Pablo Etla, Oaxaca, México, junio de 2018
5ta Parte
MIRADAS LATINOAMERICANAS
Autonomía en América Latina
Gustavo Esteva
Universidad de la Tierra en Oaxaca (México)
pàgina 317
AUTONOMÍA EN AMÉRICA LATINA
La palabra autonomía alude actualmente a actitudes, prácticas y posicio-nes de todo el espectro ideológico. Más que autonomía existen autonomías, en la realidad y como proyectos políticos, como mitos movilizadores y como horizontes —lo que todavía no es.
La importancia y especificidadde las corrientes latinoamericanas llevó a incluir una entrada propia del concepto en la región, la cual se diferencia al tiempo que dialoga con la entrada europea sobre autonomía escrita por Marco Deiuru.
En América Latina no está muy extendida la corriente autonómicaindividualista, llamada libertaria en Estados Unidos, según la cual solo elindividuo soberano puede establecer sus normas de pensamiento y acción, aunque algunas variantes aparecen en sectas religiosas bajo influencia estadounidense. Se han extendido, en cambio, corrientes autonómicas basadas enel mito de la soberanía política y la teoría de la descentralización. El afán de los soberanos de monarquías absolutas de imponer su voluntad dentro y fuera de los territorios bajo su control persistió al extinguirselas monarquías y moldeó la mitología política dominante.
Se apela a la soberanía nacional para reivindicar derechos o intereses de los países, así como para expresar aspiraciones de quienes buscan la independencia política. Dentro de ese marco funciona la teoría de la descentralización, concebida para dar mayor eficiencia a la administración colonial. Caracteriza actualmente la operación de las grandes corporaciones transnacionales y de la mayoría de los estados modernos. En muchos de estos se concede autonomía relativa a grupos étnicos o a la población que reside en territorios específicos. Este modelo emplea a menudo como referente la Constitución española, que concede facultades legislativas y competencias ejecutivas y administrativas a las «nacionalidades» y «regiones» que constituirían el país.
Los pactos autonómicos de 1981y 1992 reservaron al Estado español la definición de las competenciasque pueden ser asumidas por las comunidades autónomas, un término que se aplica por igual a Cataluña o a Madrid.
Importantes corrientes liberales o socialistas asumieron en América Latina esta concepción de la autonomía, que la reduce a una forma descentralizada de administrar los poderes verticales de estados «soberanos», particularmente en países como Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Persiste en estos casos una gran tensión entre los impulsos autonómicos y el ejercicio del poder estatal, por la difícil coexistencia de concepciones muy distintas de la autonomía y de la organización social que se manifiestan ejemplarmente en las diversas autonomías que reconoce la legislación boliviana, por ejemplo: departamentales, municipales, regionales e «indígenas originarias campesinas». El caso de las universidades públicas ilustra bien un aspecto de esastensiones. La universidad medieval nació como corporación
autónoma, una expresión que aludía al régimen corporativo que regulaba internamente a los gremios de la época, así como al aliento comunitario de quienes buscaban definir con autonomía su actividad y sus reglasde funcionamiento.
La universidad medieval no era autónoma de los poderes seculares y eclesiásticos, que intervinieron constantemente en su vida y orientación. Lo mismo ocurre con las universidades públicas latinoamericanas. Defienden continuamente su autonomía, para disfrutarde libertad relativa, pero los poderes públicos les imponen orientaciones y normas de funcionamiento por medio del control presupuestal y dedisposiciones legales y administrativas sobre la educación. Todas estas «autonomías», como muchos movimientos sociales que las impulsan y defienden, recurren a la ingeniería social dentro del marco del Estado-nación y la democracia formal, usan lo que queda del estado de derecho y se acomodan, con alguna tensión, al capitalismo dominante. Diversos grupos étnicos o regionales disfrutan así de márgenes variables de libertad para el ejercicio de algunos de los poderes verticales estatales, pero sus «autonomías» no lo son en realidad: solo administran normas que se les imponen desde los aparatos estatales al servicio del capital.
El autonomismo italiano de los años sesenta no tuvo mayor eco en la América Latina, pero movimientos sociales que surgieron desde los años ochenta podrían ser vistos como sus legítimos herederos y constituyen actualmente el sector más vigoroso y vital de las luchas por la autonomía en la región. Como su antecesor, se oponen abiertamente al burocratismo y centralismo de los sindicatos y los partidos políticos, así como al vanguardismo, pero han forjado configuraciones propias en empeñosemancipatorios que están formando un nuevo lenguaje político. Comparten el desencanto universal respecto a la democracia formal y reconocen su carácter despótico, racista y sexista, así como su sometimiento a dictaduras profesionales.
Numerosas luchas intentan ampliar, fortalecer y profundizar los espacios en que la gente puede ejercer su propio poder, al afirmar la construcción autónoma, desde abajo, de formas de autogobierno y autosuficiencia. Están, literalmente, construyendo democracia desde las raíces, para que la gente común pueda asumir el poder del Leviatán, libre para hablar, para escoger, para actuar. En vez de tratar de tomar los aparatos estatales, concebidos y operados para el control y la dominación, intentan desmantelarlos. El impulso zapatista de1994 ha tenido amplia influencia en la región e ilustra bien el sentido de lo que se busca: crear instituciones en las que pueda funcionar la práctica de mandar obedeciendo que define el empeño autónomo de los zapatistas. Esta corriente autonómica es abiertamente anticapitalista.
Algunas iniciativas no solo desgarran dependencias del mercado o del Estado. Abandonan también la premisa de la escasez que define la sociedad económica: el supuesto lógico de que los deseos del hombre son muy grandes, por no decir infinitos, en tanto que sus medios son limitados, supuestoque crea el problema económico por excelencia, la asignación de recursosa través del mercado o el plan. Se adopta en cambio el principio de lasuficiencia, evitando la separación entre medios y fines y el imperativotecnológico, al adoptar el sentido del límite y de la proporción para laconstrucción de una sociedad convivial (Borremans e Illich, 1971) (ver: Convivencialidad). Al desprenderse de verdades y valores de la modernidad occidental y particularmente de su impronta universalista, muchos movimientos autonómicos adoptan formas diversas de pluralismo radical y practican nuevas maneras de conocer y experimentar el mundo. Sustituyen sustantivos que crean dependencia —educación, salud, alimento, vivienda…— por verbos que devuelven agencia personal, autonomía: aprender, sanar, comer, habitar… Reconocen la condición individual como una construcción moderna de la que se disocian, para asumirse como nudos de redes de relaciones concretas, que constituyen los nosotros reales que definen lascélulas de una nueva sociedad.
Estos movimientos sociales, de creciente dinamismo en la región,incluyen en su seno corrientes feministas que han roto radicalmentecon las visiones patriarcales dominantes. Regresan la política y la ética al centro de la vida social y otorgan la más alta prioridad al cuidado de la vida, la mujer y la Madre Tierra. En estas construcciones sociales, prácticas autónomas y antipatriarcales están presentes en todas las esferas de la vida cotidiana, regidas por procesos democráticos que organizan comunalmente el arte de la esperanza y la dignidad.
Estos movimientos autonómicos muestran claras convergencias con algunas de las corrientes más vigorosas del decrecimiento. Tienen coincidencias en fuentes teóricas comunes de inspiración, como Illich, Gorzo, Castoriadis; en propuestas como las de la escuela del posdesarrollo, de la que forma parte Latouche, y sobre todo de los impulsos que muchos promotores del descrecimiento comparten para construir un mundo nuevo más allá del Estado-nación, el capitalismo, la democracia, el modo industrial de producción, la modernidad y el patriarcado. En rigor, no son ya movimientos sociales sino sociedades en movimiento. Han roto con las ilusiones modernas del individuo soberano, de la premisa de la escasez y de la necesidad patriarcal de jerarquía.
Esta corriente se manifiesta claramente en el Concejo Indígena de Gobierno, creado por el Congreso Nacional Indígena y los zapatistas en mayo de 2017, basado en autonomías indígenas y no indígenas. Es un diseño comunal (Escobar, 2016) que no encaja en tradiciones liberales, marxista-leninistas o anarquistas, pero no parte de cero; refleja la capacidad de cambiar la tradición de manera tradicional, lo que da continuidad histórica y posibilita la ruptura y la innovación.
Este diseño comunal de autonomía está construyendo ya un mundo en que caben muchos mundos. Para examinar en perspectiva todo este espectro de posiciones autonómicas, es útil distinguir entre la ontonomía, que alude al conjunto de normas tradicionales vigentes, en cuyo seno nace cada persona; la autonomía, que define el ejercicio de regulación de maneras de ser, pensar y comportarse que adoptan libremente personas, grupos, comunidades, pueblos y regiones al modificar la ontonomía en que nacieron, sea para afirmarse de modo fundamentalista en ontonomías de la modernidad occidental, sea para romper radicalmente con ellas; la heteronomía, finalmente, sería la regulación impuesta desde afuera, por la operacióndel mercado o los aparatos estatales. El segmento más dinámico de las iniciativas autónomas en América Latina está ampliando las esferas on-tónomas y autónomas, mientras reduce las heterónomas.
Bibliografía
ALBERTANI, C., R OVIRA , G. y MODONESI, M. (Coord.) (2009),
La autonomía possible: Reinvención de la política y emancipación, México: UACM.
BARTOLOMÉ, M. y BARRABAS, A. (Coord.) (1998),
Autonomías étnicas yEstados nacionales, México: CONACULTA /INAH.
BORREMANS, V. e ILLICH, I. (1971), «La necesidad de un techo común (El control social de la tecnología)» en: Illich, I. (2006) Obras reunidas I, México: FCE.
DINERSTEIN, A. C. (2015),
The politics of autonomy in Latin America .
The Art of Organising Hope, Aldershot-New York: Palgrave MacMillan.
ESCOBAR , A. (2016),
Autonomía y diseño: la realización de lo comunal,
Popayán: Editorial Universidad del Cauca.
MATTIACE, S, HERNÁNDEZ. E. y RUS, J. (Eds.) (2002),
Tierra, libertad y autonomía: impactos regionales del zapatismo en Chiapas,
México: CIESAS/IWGIA.
tambièn editado y en difusiòn desde:
https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2022/08/01/mexico_gustavo-es/
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